Cap. 16 – Vida y muerte a orillas del Ganges

Me despertó el carraspeo incesante y nada agradable de un señor que paseaba por los pasillos de la guesthouse. El agujero de la parte de arriba de la puerta y las ventanas que no cerraban contribuían a la acústica de la habitación en la que, como habíamos comprobado, por las noches podía escucharse el cortejo de toda la fauna nocturna de Varanasi. Era imposible dormir más horas en aquel sitio, así que decidimos madrugar.

Cuando me incorporé sentí como se habían encargado de maltratar mi espalda aquella tabla dura que pretendía ser una cama junto a la piedra que se hacía llamar almohada haciendo que terminara casi más cansada que la noche anterior. La noche no había sido de las mejores, pero aun así nos levantamos ilusionados con el plan que teníamos: ir a descubrir la vida en los ghats.

Preparativos después de la nochecita en la piedra-cama
Preparativos después de la nochecita en la piedra-cama

Cogimos las cámaras, desayunamos en mona lisa restaurant, cruzamos Ganga Mahal y nos plantamos otra vez en Dasaswamedh ghat. Asomamos por la parte alta del ghat, dimos unos cinco pasos escasos y paramos en seco. Enseguida nos dimos cuenta de lo diferente que era aquello durante el día. Sin lugar a dudas los rayos del sol embellecían aquel lugar y si la ceremonia de la noche anterior nos había cautivado, ahora estábamos a punto de grabar a fuego en nuestras retinas la esencia de los ghats. Estábamos preparados para no pestañear durante toda la mañana, así que respiramos hondo, cogimos cada uno nuestra cámara y empezamos el paseo.

Los ghats y el Ganges a la luz del día, primera aproximación
Los ghats y el Ganges a la luz del día, primera aproximación

Nada más bajar las escalinatas nos dimos cuenta de que íbamos a estar acompañados todo el rato, pues aquello rebosaba de gente y muchos de ellos trataban de ganarse la vida cada día a orillas del Ganges, primera prueba de ello fue un hombre que se acercó a Toni tijeras en mano con toda la intención de depilarle las orejas. La ausencia de pelo rebosando en los oídos de Toni no era suficiente para detener al barbero así que casi huyendo del hombre que parecía un loco amenazando con una cizalla, marchamos de allí, empezando así nuestra andanza matutina.

Lo primero que vimos fue una enorme escalinata cuyos peldaños habían sido literalmente invadidos por sadhus. Ajenos a quienes paseábamos por allí, los monjes permanecían impasibles tirados en el suelo tiñendo las escalinatas de color naranja y blanco. Viendo la expresión relajada de estos hombres parecía que en aquel rincón de Benarés el tiempo no pasaba.

Las escalinatas algunos de los sadhus
Las escalinatas algunos de los sadhus
El descanso del sadhu
El descanso del sadhu
Y el "hoy no me pienso levantar"
Y el «hoy no me pienso levantar»

Seguimos andando y llegamos a Man Mandir ghat, donde todo un regimiento aprovechaba el río para ducharse. Viendo el color del agua dudé mucho en si alguien iba a salir limpio de allí pues en el Ganges hay casi el mismo nivel de contaminación que de espiritualidad. Nos acercamos para que Toni pudiese hacer algunos retratos y en unos segundos una decena de barqueros nos avasallaron para que subiésemos a su embarcación desde la que seguir el paseo. Preferíamos aplazar la travesía por el río para el día siguiente de madrugada así que continuamos andando y atravesando todos los ghats. Durante las siguientes dos de horas enteras nuestros cinco sentidos estuvieron completamente receptivos a cualquier estímulo exterior. Todo cuanto sucedía alrededor era capaz de captar nuestra atención y nos faltaban manos y cámaras para grabar todo lo que nos impactaba. Había gente de todas las edades y mientras algunos se dedicaban simplemente a sus cosas, otros buscaban la manera de enredar o sacar dinero de alguna manera a quien pasara por allí.

La vida diaria en el Ganges
La vida diaria en el Ganges
Y un acercamiento a su orilla
Y un acercamiento a su orilla

Las mujeres lavaban sus saris, los hombres la ropa, los niños se divertían con el baño y otros simplemente correteaban por la orilla. Alguno prefería aprovechar para vender flores con las que hacer ofrendas y otros tantos se dedicaban a charlar con los extranjeros. Dormir, pasear, tomar el sol, cualquier cosa. Nada extraordinario pero a la vez sensacional y uno de los mejores paseos de nuestro viaje. La fauna, a la que dediqué gran parte de mi cinta de vídeo, tampoco pasaba desapercibida y era de lo más variada y como en cualquier otro lugar de India podías encontrar perros, gatos, cabras, vacas, monos o búfalos.

Es lo que tiene darle una cámara a una veterinaria
Es lo que tiene darle una cámara a una veterinaria

Finalmente llegamos a Manikarnika ghat, el ghat más importante de los que realizan cremaciones a orillas del Ganges. Es posible acceder a ver el ritual siempre y cuando se muestre respeto, así que nos pusimos en una esquina y observamos una de tantas ceremonias que se sucedían una tras otra. Ser incinerado en Manikarnika ghat significa la liberación definitiva del ciclo de reencarnaciones según la religión hindú, razón por la que muchos deciden terminar allí, aportando parte de espiritualidad a Varanasi. El ambiente que se respiró los pocos minutos que estuvimos allí fue de normalidad. Aunque para nosotros pudiese parecer algo extravagante, allí era algo habitual. Tanto incluso que había quien te ofrecía subir a un sitio desde donde verlo mejor a cambio de una propina. Pese a las insistencia de algún caza-dólares decidimos no movernos del lugar donde nos encontrábamos puesto que no teníamos intención de estar allí mucho rato. Vimos como desde las callejuelas de detrás del ghat llegaban en procesión los cadáveres acompañados de sus familiares, que se despedían mientras los trabajadores preparaban el cuerpo para el rito. Finalmente, después de mojar los restos en agua del Ganges y otros rituales que era incapaz de entender, prendían fuego y esperaban a que las llamas hicieran su trabajo. A pesar de que no nos dejaban hacer fotos en el mismo ghat por respeto pudimos hacer una de lejos que mostrara la actividad que allí acontecía sin llegar al punto del morbo.

Cremaciones en Manikarnika ghat desde la distancia
Cremaciones en Manikarnika ghat desde la distancia

Volvimos a Dasaswamedh ghat y seguimos unos metros más hacía el sur acompañando al Ganges, al que desde hacía un rato no podía dejar de ver como un río de descomposición, aunque nosotros no llegáramos a ver ningún cadáver o parte de él flotando en sus aguas. Sin darnos cuenta ya era mediodía, y hambrientos acudimos a Mona Lisa restaurant, donde nuestras contínuas visitas hacían que nos empezaran a conocer y nos saludaran al entrar. Comimos sin prisas y relajados, como tratando de digerir la gran cantidad de escenas que habíamos visto. Sin duda sabíamos que volveríamos a visitar los ghats.

Dejando nota de todo lo vivido en el Mona Lisa
Dejando nota de todo lo vivido en el Mona Lisa

Se podría decir que el resto de la tarde fue puro consumismo. Decidimos recorrer la calle Ganga Mahal en dirección opuesta para ver la parte que aun no habíamos tenido oportunidad de conocer, y como tantas otras veces fue nuestra ruina. No hacía falta que los vendedores me llamaran para entrar a sus tiendas, pues yo quedaba hipnotizada viendo el género en el escaparate y en la mayoría de casos terminaba comprando algo. Bisutería, zapatos o ropa, incluso una manta para el viaje de retorno a Delhi en sleeper class.

La estrecha calle Ganga Mahal
La estrecha calle Ganga Mahal
Es irrestible comprar!!!!
Es irresistible comprar!!!!

Pasear por el hasta ahora desconocido tramos de la calle Ganga mahal era mucho más tranquilo que el otro, mucho más transitado. A cada paso la proporción de turistas iba disminuyendo hasta que finalmente la calle se esfumo ante nosotros. Se había hecho de noche y decidimos entrar a un ciber. El día siguiente era Nochevieja y estábamos a la espera de un correo de Jaume y Dilek, con quien podríamos celebrarla. Después de ver que estaban allí y de quedar el día siguiente con ellos por la mañana en los ghats fuimos a hacernos un refresco, a cenar y a dormir pronto. Esa noche me acosté pensando ¿Cómo celebrarían ellos la nochevieja?

200 200 Toni

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