Cap. 07 – Del trekking a la civilización

Nos despertó una fuerte tormenta el último día en Vieng Phouka, llovía a cántaros y mientras oía los truenos pensaba “que caiga todo el agua que quiera que hoy ya no tengo que andar más…” Estuvimos un buen rato escuchando la lluvia antes de levantarnos, estábamos calculando a que distancia se encontraba cuando nos vino a la mente “mierda la ropa!!” Habíamos limpiado toda la ropa del trekking el día anterior cuando volvimos (a mano, y con lo que sudamos!!) y la dejamos tendida en la barandilla del balconcito que teníamos. No es que confiásemos en tenerla seca para el día siguiente porque con el rocío que cae allí es imposible, pero ahora nos la teníamos que llevar empapada. Así que como ya no podíamos hacer nada no salimos a recogerla.

Desayunamos en la guesthouse y Mr. Vieng Tong, que seguía tan sonriente como el día anterior por la inauguración de su restaurante, nos invitó a estrenar la libreta de comentarios. Nos quedaban aun algunas fotos de carnet que teníamos para el visado y se las pegamos en la libreta, no me acuerdo de lo que pusimos pero dejamos escrita la dirección del blog. Nos despedimos de él y de su mujer y nos fuimos hacia la parada del autobús.

Carme en dirección a la (supuesta) parada de autobús.
Carme en dirección a la (supuesta) parada de autobús.

No teníamos muy claro de dónde se cogía, ni a qué hora, ni en que dirección. En realidad tampoco teníamos la certeza de si iba a pasar. Por lo que habíamos entendido a las 9 pasaba uno, pero se hizo la hora y por allí no pasaba nadie. Toni preguntó a unas señoras mayores en “laosiano”, ese laosiano que aprendes cuando abres la lonely planet por la última página y chaporreas frases en su idioma, pero claro, no se enteraban de nada de lo que les decía, le miraban con cara de “este-de-donde-ha-salido” y le contestaron a voces. Me reí mucho, lástima no tener la cámara enchufada.

Cuando llevábamos un rato esperando pasó un monovolumen y al vernos en la parada del bus paró delante de nosotros y nos preguntó hacia donde íbamos. Al decirle que a Huay Xai se ofreció a llevarnos porque él también iba en esa dirección. Fue todo con gestos porque el hombre no hablaba nada de inglés, así que para decirnos lo que nos iba a cobrar del trayecto le dimos la libreta y un boli. Creo que escribió 4000 kips (muy barato nos pareció), y así nos fuimos.

El camino fue algo más corto que en la ida, no tuvimos que volver atrás así que en un par de horas llegamos. En el asiento de delante había un hombre bastante mayor muy gracioso que se giraba disimulando y nos miraba a ver quienes éramos. Bajamos y le dimos los 4000 kips y al dárselos nos decía que no. Le señalábamos la libreta y decía que sí a los 4000 kips escritos, pero no cuando se los dábamos. Estuvimos así un rato hasta que le dimos unos billetes para que cogiese él mismo la cantidad, y nos dimos cuenta de que no nos entendíamos porque lo que había escrito no era un 4 sino un número diferente. En Laos los números no los escriben igual, de ahí la confusión. En los billetes lo ponen de las dos formas, una en cada cara del billete.

Detalle los diferentes billetes (mira los números porque están escritos de dos maneras)
Detalle los diferentes billetes (mira los números porque están escritos de dos maneras)

Al llegar nos dejó en otra parte del pueblo que no habíamos estado y nos desorientamos un poco. Huay Xai es poco más que un par de rectas paralelas y calles que las cruzan, pero no nos situamos bien en el mapa y no sabíamos exactamente donde estábamos. Íbamos buscando una guesthouse pero no nos cuadraba el mapa con lo que veíamos porque no estábamos mirando bien, así que paramos a una camioneta y nos llevó.

Nos hubiésemos ahorrado la propina que le dimos (y el arañazo que me hice con los hierros que llevaba de carga) si hubiésemos sabido que estaba a la vuelta de la esquina. Thanormsub Guest House. Según la Lonely Planet “un lugar informal, impecable y muy amistoso”; fue como el Ritz. Del mismo modo que desde que llegamos a Laos progresivamente íbamos a sitios con menos condiciones, desde que empezamos a descender la montaña en el trekking el progreso fue inverso. Como tocar el fondo y volver a salir, por eso la guesthouse me parecía muchísimo mejor que la cabaña en Vieng Phouka. Ahora además de agua la teníamos caliente y por si nos parecía poco teníamos ventilador!! Que lujo! Claro que a lo bueno nos acostumbramos todos enseguida…

 Carme tendiendo la ropa mojada
Carme tendiendo la ropa mojada

Nos instalamos en la habitación y empezamos a sacar toda la ropa mojada que llevábamos en la maleta y la tendimos en un patio de atrás. Cuando lo tuvimos todo en orden nos fuimos a dar una vuelta buscando algún locutorio desde el que llamar por teléfono a casa. Llevábamos ya casi una semana fuera de casa y no habíamos llamado, y en los 3 días de trekking no dimos ni señales de vida por mail. Encontramos varios sitios con conexión a Internet pero nada para llamar por teléfono, así que fuimos primero a mirar el correo.

Fue muy gratificante empezar a leer los mails de toda la gente que me había respondido al que escribí desde Bangkok, me alegré muchísimo. Y para rematar los de Laura y Noelia diciéndome que había aprobado anatomía!!!! Me sentí como si me hubiesen dado una recompensa después de los días de cansancio del trekking. Me alteré en cuestión de minutos! Pero la que no estaba tan contenta era mi madre!! Tenía mails de casi todos los días desde que me había ido preocupada porque no le contestaba ninguno. Me decía que me pusiera repelente, que fuese con cuidado con los insectos, que si me dolía algo que me acordase de no tomar otra cosa que no fuese paracetamol, que le diese señales, que le contara si estaba bien, que si demasiado viaje para mi poca experiencia (eh?? Cuéntalo!!). Así que nos fuimos a ver si teníamos cobertura desde allí para llamar con mi móvil.

Con una rayita de cobertura conseguimos llamar. Eran ya casi las 3 y aquí eran las 10 de la mañana así que ya era buena hora y sabía que mi madre estaba trabajando. “Ja era hora!!!!” lo primero que me dijo. “Esteu be? Vos ha picat algun mosquit?” Le conté que estaba perfectamente y me lo estaba pasando muy bien. A partir de ese día le empecé  a escribir siempre que tenía ocasión.

Detalle del lugar donde fuimos a comer.
Detalle del lugar donde fuimos a comer.

Estábamos hambrientos y salimos a comer, probé los rollitos de primavera frescos. Nada que ver con los de los restaurantes chinos que hay por aquí!  Me gustan más los que probé mas adelante fritos pero aun así estaban buenos, rellenos de verdura y envueltos con papel de arroz. Luego nos entró modorra y fuimos a la habitación a hacer una siesta pero salimos primero a recoger la ropa. Se nos había infestado de hormigas. Por encima del hilo decenas de hormigas rojas y gordas se paseaban y nos vacilaban con la boca abierta cuando quitábamos la ropa. Cada prenda que descolgábamos la teníamos que sacudir para quitarlas, aun así me lleve algún mordisco, no iban en son de paz.

Me dormí mientras mirábamos vídeos en la cámara y Toni aprovechó para escribir un trozo de diario que con su permiso os dejo:

“UN INCISO EN EL CAMINO: Estamos en Huay Xai, un pueblecito que sirve de entrada a Laos y hace frontera con Tailandia. Carme está sobada porque está reventada la pobre. La verdad que el trekking ha sido más duro de lo que pensaba. Padecí un poco por Carme porque para ser su primer trekking ha sido complicado. El primer día todo fue bastante bien pero el segundo fue un “rompepiernas”. Yo voy casi todos los días a correr y me siento preparado para aguantar, pero la pobre Carme he terminado agotada. Al final yo sabía que le pondría cojones y se los puso. Tuve que quitarle la mochila y llevarla para restarle peso, pero así y todo se sentía vencida. Hasta el guía se empezó a preocupar un poco. Menos mal que la pájara le dio llegando al poblado, que si no nos toca llevarla en la espalda. Para colmo no teníamos ducha al llegar, solo podíamos conseguirla a 20 minutos de camino hacia abajo por una especie de riachuelo donde pude llenar un cubo y subirlo a la aldea. El caminito era bastante jodido, lleno de barro y pendientes a lo bestia.

Estuve a punto de volver sin agua pero al final pase de todo y subí el cubo. Ahora ya ha pasado todo, ha sido una prueba más, pero ver la cara de Carme cuando vio el agua para darse una ducha después de un día su-per-a-go-ta-dor… valió  la pena”

Los que hacemos esto... cenando
Los que hacemos esto… cenando

Cenamos en el Nut Pop restaurant, una cabaña de madera rodeada de maleza para la que nos empapamos de repelente. Pero el ambiente era de lo mas acogedor, el primero de los muchos restaurantes exóticos tan bonitos de los que íbamos a ver el resto del viaje. Porque ese día empecé a disfrutar realmente del viaje, y si no mirad la foto de abajo.

Pescado suculento en la Nut pop
Pescado suculento en la Nut pop
275 270 Carme
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