Tras pasar la noche en el fantasmagórico pueblo de My Khe que tantas ganas teníamos de dejar atrás, nos esperaba otra larga jornada de seis horas y media por la carretera. Nuestro siguiente destino era Quy Nhon, a 191 km, otra ciudad costera y capital de la provincia de Binh Dinh, desde la que podríamos visitar las ruinas de unos templos cham, pasear por la playa en busca de un tanque enterrado y ver algún pueblo de los alrededores.
El trayecto se hizo largo, pero nada a lo que no estuviésemos ya más que acostumbrados. Las paradas a tomarnos el exquisito café vietnamita amenizaban y servían también para que descansaran nuestras posaderas, que a esas alturas empezaban a estar hartas de tanto viajecito…
Centenares de motos conducidas por atrevidos conductores y temerarios camioneros, nada nuevo en la carretera. Y el sol asomándose de vez en cuando entre las nubes advirtiéndonos que en pocos días empezaríamos a disfrutar de su calorcito. Los arrozales fueron nuestro mejor compañero de viaje, dejándose ver a ambos lados de la carretera.
Por el camino siempre parábamos o bien para estirar las piernas o bien para hacerte una foto de rigor, como la que nos hicimos al ver el cartel con las dos ciudades más importantes de Vietnam.
Por la tarde llegamos a la ciudad y fuimos a alojarnos en un hotel no muy lejos del paseo marítimo. El alojamiento era grande, limpio y cómodo, suficiente. Pero lo mejor sin duda aquel día fue encontrar un pequeño restaurante en el que servían unos de los mejores rollitos que probamos en Vietnam.
Datos prácticos:
- 191km con por buenas carreteras y buenas vistas
- Nos alojamos en el Hai Huong, 300.000 VND la habitación doble.
- Hay que ir al restaurante Bun Thit Nuong a comer buena comida y a precio barato.
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