Ruta por EEUU en 31 días de María

Reseña del itinerario

No sé en qué momento surgió esta idea, pero sabía que sería el viaje de mi vida. Para mí Estados Unidos era una suma de diferentes imágenes, escenarios y experiencias sacadas de todo tipo de películas y videoclips, pero cuando tenía unos 14-15 años, llegó a mis manos «En el camino» de Jack Kerouac: una intrépida aventura de un escritor y las personas que le iban rodeando a lo largo del viaje de punta a punta del país.

Y supongo que esa fue la primera semilla de lo que estaba por llegar.

Fui guardando la idea, fui sintiendo la idea y entonces encontré el artículo de Derek Low: «Across the USA by Train for Just $213» y algo dentro se me removió.

«Me recorreré Estados Unidos y ahora ya sé cómo».

Así que después de unos años de ahorro y de aguantarme las ganas, compré los billetes de avión y empecé a planear mi ruta, quería cruzar de un lado a otro… ¿pero por dónde empezar?

Me decanté por comenzar por Nueva York y acabar en California, tenía claro que tampoco me quería perder ni Chicago ni ver el paisaje de Colorado… Así que poco a poco mi viaje empezaba a tomar forma, tenía un mes para cumplirlo así que solo me quedaba poner días, dividí el viaje entre 2-3 días en algunas paradas y 4-5 en las ciudades que consideraba más propicias… Aunque una vez allí, entendí que muchas veces es mejor descubrir y no planear tanto.

Compré mi pase de 12 segmentos en 30 días en Amtrak (USA Rail Pass) y envié por mail los lugares y las fechas… era consciente de que pasaría unos 5 – 6 días en tren pero no me importaba, como dirían en la película Up: «¡vamos a explorar lo inexplorado!».

¡Ah! Una cosa que no he comentado: quería hacer este viaje sola. Tanto porque creía que en cuanto a mi crecimiento personal iba a ser único, como porque quería disfrutar cada momento y cada experiencia a mi manera: perderme entre calles, pasarme horas mirando un cuadro, sentarme en la orilla del mar a mirar su inmensidad…

Reservé mis hostales en Hostelworld (a veces soy un poco vaga y me gusta tener todo en el mismo lugar) y me compré una mochila de 45l y decidí que todos los hostales en los que pudiera haría mi colada.

Una semana de mudas, algo de aseo y mi cámara (que acabaría convirtiéndose en una bolsa de deporte con mi ropa y una mochila llena de libros), pero así empecé el viaje.

Llegué a Nueva York de noche (cabe decir que era la primera vez que visitaba Estados Unidos) y con el ánimo intacto después de 17 h de viaje, cogí un tren y el metro y llegué a mi hostal en Brooklyn, estaba asombrada con las luces y el ruido, voy a intentar omitir las partes más emocionales del viaje, pero la gente que conocí en el hostal en Nueva York se convirtió en parte de mi familia allí, da gusto conocer gente con la que sentirte a gusto, sobre todo cuando estás tan lejos de tu hogar.

Mis días se configuraban a la hora del desayuno en la que con mi mapa y un par de ideas de guía decidía qué hacer en cada día: MoMA, ir en bici por el Central Park (y visitar el Museo Metropolitano de Arte), sentir la inmensidad del Empire State, perderme en el SoHo, en Williamsburg o en Chinatown, pasear por el High Line o disfrutar del atardecer desde el Top of The Rock o tomando una copa de vino en The Frying Pan con vistas a Brooklyn.

Y se pasaron mis primeros 5 días volando. Así que con los nervios y las prisas de coger mi primer tren, y tras casi medio día llegué a Chicago, muerta de frío y con anginas (comento esto como un recordatorio de que si viajáis en trenes en Estados Unidos llevéis un termo para poneros agua caliente en el bar del tren y abrigo o mantas, el aire acondicionado es muy fuerte y la temperatura de noche no ayuda). Así que mi recuerdo de Chicago es un poco difuso, pero no olvidaré jamás qué fue salir de la estación y rodearme de rascacielos, encima el día era claro el cielo de un azul intenso y encontré un sitio donde desayunar genial al lado de la estación de tren.

Mis grandes amigas a lo largo de mi viaje fueron: Google Maps y su «buscar lugares en esta zona» y Bandsintown para encontrar conciertos que me interesaran allá donde iba.

Chicago fue sorpresas: bañarme en el gran lago Michigan rodeada de rascacielos, ir a la TV a ver a uno de mis grupos favoritos (Honne) de manera gratuita (JBTV), ir al festival del Hot Dog, sentir la inmensidad y la altura de los edificios desde el Skydeck Chicago (Torre Willis) o pasear por el Chicago Loop.

Y ya bien preparada con mis mantas, mi termo y mi comida para el viaje, llegué a Denver.

Denver fue la ciudad que más me sorprendió, porque no esperaba nada de ella.

El hostal era precioso (Hostel Fish), la ciudad encantadora, fácil de pasear y con unos museos que me dejaron sin palabras: el Denver Art Museum y el Clyfford Still Museum, con una estación de tren de fantasía y que culminé de excursión a Boulder, me encantó perderme por el campus universitario, por la montaña y aprender más de la cultura de los nativos americanos.

Y de viaje a Salt Lake City me impregné de la magia de Colorado y reconecté con la naturaleza. Fue mi segmento de tren favorito.

Salt Lake City fue la ciudad que menos me gustó, pero también, de la que más aprendí: una religión que no conocía (la mormona) y cómo actuar, cómo afrontar y ayudar ante una pobreza inquietante, unas leyes que no ayudan a las personas drogadictas y cómo vivir en lugares en los que la seguridad era mínima. Encontré festivales (Craft Lake City, Reggae Rise Up, …) que me ayudaron a distraerme, pero no entendí hasta que conocí a personas que convivían con ese tipo de situaciones, que la distracción no es más que un mero parche y que hay que unirse y hacer lo máximo que se pueda.

Y tras unos días agridulces llegué a San Francisco, lo que más me sorprendió fue el clima, no esperaba ese choque tan grande entre el calor de verano en Utah y el frío de otoño que tiene San Francisco. ¡Atención a su micro-clima si vais de viaje!

Y lo que más me gustó fue que hay música en directo en todas partes, cada día: en parques como el parque del Golden Gate, debajo de la Pirámide Transamerica, en plazas como Union Square… En cuanto a museos destaco el SFMOMA y para pasear el puerto, ver el Palacio de Bellas Artes (un lugar mágico), cruzar el Golden Gate, perderse por el barrio de La Misión (y comer tacos) o Heights (y escuchar Jazz en el Club Deluxe) …

Y después del frío, vuelve el buen tiempo con San Diego. San Diego me sorprendió porque a pesar de llegar de madrugada, me sentí súper segura, la ciudad descansa y bueno como en todas partes, hay de todo, pero menos.

Lo primero que hice después de llegar a mi hostal fue planear desde allí una escapada a Ocean Beach, necesitaba sentir el mar y el Sol de nuevo.

Para San Diego he de esquematizar porque todo lo que se puede hacer allí es increíble:

  • Curiosidades: ir a la batalla de pianos en The Shout! House
  • Pasear por el Balboa Park, Seaport Village o Golden Hill
  • Comer y salir por Little Italy

Y visitar las playas y surfear en Ocean Beach o bucear en La Jolla (y visitar también su museo de arte contemporáneo)

Tras descansar y disfrutar de la naturaleza en San Diego llegó Los Ángeles, la verdad es que pensaba que sería una ciudad llena de superficialidad y que no me gustaría, por lo que puse en mi itinerario solo 2 días…pero ojalá me hubiese quedado más.

Mi hostal estaba en pleno Paseo de la Fama así que cuando salí del metro, estaba en Hollywood. Tal y como me lo esperaba, todo relucía, los colores contrastaban con el azul del cielo… y todo era digno de ser fotografiado.

Me sentí en una película cada vez que salía del hostal. Paseé por el centro de Los Ángeles (y lo vi desde lo alto desde el Ayuntamiento, ¡atención! es gratuito así que no os cortéis en ir), me recorrí en bus toda la ciudad pasando por Beberly Hills para llegar a ver el atardecer a Santa Mónica (en total tardé casi 2 horas desde Hollywood, las distancias son muy amplias)

Busqué las estrellas de mis artistas favoritos mientras me recorría el paseo, visité el LACMA, que también es enorme, recomiendo que si vais os planeéis mínimo medio día.

Y me recorrí Sunset Boulevard en el atardecer encontrando una obra de Obbey y el fantástico Amoeba Music en el que me perdí entre vinilos y discos de todo tipo y género.

Uno de los lugares que visitaría cada día sin cansarme: Little Tokyo, la cultura japonesa impregna cada esquina del distrito y si podéis no os perdáis el puesto de Japangeles.

Y dónde pasaría mi día entero: Artist District, galerías, estudios, tiendas de artesanía y diseño y graffitis y mucho arte.

Y de vuelta a San Francisco, no fue tan duro como esperaba, aún sabiendo que ya era el final de mi gran viaje, San Francisco se convirtió en mi casa en mis últimos días, decir adiós a una nueva cultura, empaparme de la literatura y de la generación Beat en el Beat Museum y en la librería City Lights, tomar una copa en el vino rodeada de la atmósfera que tanto identifica a esa generación en el Vesuvio Café o perderme en la inmensidad del mar en Sutro Baths.

Y con estas últimas experiencias acabó el que fue el viaje de mi vida (de momento). :)

Datos del viaje

  • Viajeros: María
  • Presupuesto: Tren + Hostales: 1.500$ / Vida: 2.000$
  • Fecha de salida: 30/07/2016 – Fechas de regreso: 30/08/2016
    La inmensidad del Colorado a través del tren.
    La inmensidad del Colorado a través del tren

Ruta realizada

Día 1Barcelona – Dusseldorf – Nueva York
Día 2-7Nueva York
Día 8-11Chicago
Día 12-14Denver
Día 15-17Salt Lake City
Día 18-20San Francisco
Día 21-24San Diego
Día 25-26Los Ángeles
Día 27-30San Francisco
Día 31San Francisco – Dusseldorf – Barcelona

¡¡ENVÍANOS TU ITINERARIO DE VIAJE!!

Mapa de ruta

Recuerda

700 525 Toni

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