La crónica cósmica. El bochorno, el sudor, las duchas y los mosquitos

Nos encontramos en la época del bochorno, el sudor, las duchas y los mosquitos; así que, aparte de vestir solamente un lungui, yo paso mis jornadas bajo el ventilador y dentro de “mi” mosquitero (adquirido en Java hace unos veinte años). Éste forma parte del equipaje que solamente uso en caso de emergencia, como la camiseta y los calzoncillos de Cachemira en invierno, y si me he visto obligado a desempolvarlo se ha debido a la multitud de mosquitos con los que actualmente comparto la cabaña, bichos que además no respetan los horarios tradicionales. Oh, sí, claro que las ventanas disponen también de mosquiteros, igual que la cama, pero el de ésta es la típica mariconada redonda (el mío es rectangular y, a pesar de ser más difícil de instalar, hace las veces de una pequeña habitación en la que me refugio para escribir, leer o tocarme los cojones), mientras que la puerta de entrada se ha curvado gracias a la humedad de los diferentes monzones, y la abertura de los bajos permite entrar incluso a los animales pequeños (de campo, oiga).

Al no haber estado nunca en Chitwán durante la primavera, en cierta forma gozo de un montón de novedades de las que no todas son de mi gusto. Aunque conviva tranquilamente con los insectos (de los que se encargan mis amigas las arañas y los simpáticos dragones “guecko”), y me ría del calor diurno mientras paseo bajo el aire fresco de la noche (¡No hay nada más delicioso que las noches tropicales!), por otro lado me he quedado atónito ante la invasión turística que se da en esta época: ¡Se hallan en todos lados, y me cruzo con ellos incluso a las seis de la mañana y en mis rincones privados! De entrada creí que se debía a las vacaciones de Semana Santa, pero ahora estoy empezando a comprobar que sólo fue el principio de la invasión: ¡Se ha levantado la veda!

Empeorando las cosas, su masiva presencia comporta que, aparte del bebé, no haya visto un solo rinoceronte desde hace varias semanas (el amigo occitano no llegó a ver ninguno). Caso parecido al de los cocodrilos, que han desaparecido de escena en el momento en que podrían darse un atracón con los bañistas que se meten inconscientemente en el río. Sin embargo, he tenido el gusto de ver varias veces a un “gharial” jovenzuelo que tomaba el sol junto a la orilla (es la especie de cocodrilo que tiene el morro más fino y se alimenta solamente de peces y animales pequeños), al que los guías se lo mostraban sistemáticamente a la “turisma” porque no había nada más en el menú.

Otra novedad primaveral tiene que ver con los “malditos” pájaros cantores, que parecen haberse multiplicado por cien y ya empiezan con sus corales a partir de las cinco de la mañana; son lo nunca visto, o mejor dicho oído, e incluso superan a los de otros paraísos (para las aves) como los de Gambia, la Selva Negra o las Colinas Kumaon.

Faunópolis

  • De forma parecida a como cierto músico papanatas decidió dejar de volar porque, tras haberlo hecho ya demasiadas veces, creía tener todas las posibilidades de sufrir un accidente de aviación, yo me paseo por la jungla con los ojos incluso más atentos que antes al dar por sentado que, tarde o temprano, y en los sitios por los que paso casi diariamente, terminaré por darme de bruces con algún ANIMAL.
  • Los árboles se han cubierto de frutos, y una bandada de más de cien loros de gran tamaño me pegó un buen susto al aterrizar de pronto en las ramas que me protegían del sol.
  • El árbol “pípal” que hay al lado de mi cabaña recibe continuadas visitas de diferentes pájaros que aprecian sus pequeñitos frutos esféricos, especialmente los cuervos y los hornbill que se los llevan en sus largos e insólitos picos.
  • Los pavos reales danzan luciendo sus espectaculares colas (como en el caso de los jabalíes, son los mayores que haya visto), y llenan el bosque con sus trompeteos llamando a las hembras (la primavera la sangre altera).
  • Un leñador fue atacado por un elefante salvaje y murió tras ser ingresado en el hospital.
  • En otra parte del Nepal hay una manada de elefantes que parecen empeñados en acabar con los aldeanos por inanición al arrasar continuamente con sus cosechas.
  • Hace varias semanas os contaba que habían matado a un leopardo asesino (acusado de cargarse a quince personas), y ahora añadiré a ello que antes, cuando eran los británicos quienes se encargaban de tales ejecuciones, se cercioraban completamente antes de apretar el gatillo; de esa forma la búsqueda y captura podría durar meses y, sobre todo, comportaría que el cazador pasase muchas noches al raso y jugándose el físico mientras esperaba la llegada del asesino; y no lo hacían así solamente para no acabar con algún inocente, sino también para evitar más pérdidas de vidas humanas. Por el contrario, cuando el cazador de turno es un indostano o un nepalés se apresura por lo general a disparar para cobrar la recompensa; al ir con tantas prisas, y como ha sucedido ahora, el leopardo que es realmente un asesino ha vuelto a las andadas desayunándose un crío de año y medio que estaba jugando frente a su casa.
  • Otra noticia igualmente triste: unos aldeanos acorralaron a un leopardo y, a pesar de la casi inmediata llegada de los guardas forestales, quienes intentaron inútilmente dormir al animal con dardos, terminaron linchando al pobre bicho a palos (barbaridad que, según me han dicho, los morbosos podéis ver en Youtube).
  • Hay otro animal al que se le ha dado sistemáticamente el mismo trato hasta lograr que se halle en peligro de extinción precisamente en el momento en que se ha aceptado su existencia como subespecie. Estoy “hablando” del “Canis Himalayensis” o Lobo del Himalaya, que es distinto al tibetano y al indostano. En las Colinas Kumaon, y en el año noventa y uno, tuve a una pareja de ellos como vecinos: buena gente, hermoso pelaje pardo, y elegante figura. En las altas montañas se les culpa del setenta por ciento de las rapiñas (el treinta por ciento se las achacan al leopardo de las nieves), y los están exterminando al buscar y encontrar sus madrigueras (algunos tienen la “suerte” de terminar siendo vendidos en los bazares).
  • Al ser un amante y un observador compulsivo de los animales, os voy a comer el coco aportándoos una información que no tiene desperdicio. Ésta se refiere al gran nivel de empatía (del que los “civilizados” seres humanos podríamos aprender mucho) que impulsa a los animales a llevar a cabo unas auténticas heroicidades de las que os daré unos ejemplos. Una rata que, a pesar de estar hambrienta, desechó un pedazo de su chocolate preferido al optar por liberar a una rata desconocida que se hallaba enjaulada. Un perro que se jugó el físico en una carretera de mucho tráfico para rescatar a un perro desconocido que había sido atropellado y herido. Un mono “bonobo” que recogió a un pájaro herido y, tras trepar trabajosamente hasta la copa de un buen árbol (pues tenía una de las manos ocupada), esperó a que se recuperase y pudiese volar. En un experimento científico un macaco dejó de comer durante doce días porque al hacerlo provocaba automáticamente sufrimientos a un mono desconocido. En la aldea tharu de al lado murió accidentalmente una mamá pato que dejó doce huerfanitos a los cuáles ha adoptado y cuida amorosamente una gallina ¿Conocéis a muchos seres humanos que estén dispuestos a comportarse de forma parecida?

Telegráficamente hablando

  • Estos días se celebra en Katmandú el “International Musikfilmfestival” en el que se proyectarán “Pink Floyd en Pompeya”, “The Jimmi Hendrix Story”, “Janis Joplin The Way She Was”, “Kurt Cobain – About a Son”, “Bird” de Clint Eastwood (¿acerca de Charly Parker?), y “The Doors – Mojo Risin”.
  • La gripe aviar galopa y corta el viento por Asia (caminito de…).
  • Os daré un consejo para la supervivencia: Cuando andéis por la India o el Nepal y suene un bocinazo a vuestras espaldas, significará que os va a adelantar un vehículo; pero al loro, porque si son dos (los bocinazos), y aunque provengan del mismo vehículo, os estarán indicando que hay otro vehículo; tal advertencia no tiene desperdicio, pues son muchas las veces en que, después de apartaros a un lado y ver pasar al primer vehículo, regresaríais al centro del camino corriendo el riesgo de ser atropellados por el que viene detrás (al que no habréis oído debido al ruido del otro motor).
  • La familia Shankar y el señor Tolstoi pecan un poco de paranoicos, pero afortunadamente creen en mí de una forma que se halla asimismo fuera de lugar, y aceptan invariablemente mis tranquilizadoras opiniones cuando se ponen histéricos por nimiedades.

Mira lo que pienso

  • Debido a que soy extremadamente perezoso, yo voy siempre muy deprisa para andar menos rato. En realidad no creo que haya nada tan agotador como andar despacio, pues tengo la sensación que mi cuerpo pesa un poco más con cada paso; ¿será por eso que los gordos y los viejos se cansan tanto…?
  • El señor Tolstoi me dejó muy preocupado al asegurarme que quienes se masturban terminan por tener problemas con la próstata….
  • ¿Ser recordado y pasar a la historia? ¡Ja, qué burrada!

Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.

La crónica cósmica, de Nando Baba
La crónica cósmica, de Nando Baba
700 466 Nando Baba

Nando Baba

Escritor y viajero. No te pierdas las crónicas cósmicas de Nando Baba.

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