La crónica cósmica. Relación de invisibilidad con los macacos

En este país tan democrático, la India, cuando la policía “se ve obligada a intervenir” en una manifestación en la que se encuentren algunas mujeres, los representantes de la ley se lanzan sobre ellas como perros encelados y, aparte de apalearlas y arrestarlas por alterar el orden público (ha sucedido en manifestaciones que eran totalmente silenciosas y pacíficas), les meten mano, e incluso, “accidentalmente”, pueden llegar a desnudarlas.

En este país tan civilizado en el que es raro el día en que la chusma no linche a alguien, pongamos por caso a un supuesto ladrón, lo que se hace tradicionalmente con las mujeres, por ejemplo a una sindicalista que se pase de la raya, es pasearlas desnudas a través de las calles del pueblo.

En este país tan religioso, y en el más hinduista de sus estados, Gujarat, el Tribunal Supremo ha dejado en libertad y sin cargos a quienes, durante uno de los disturbios habituales, masacraron a un montón de musulmanes entre los que hubo un grupo de mujeres y niños a los que quemaron vivos encerrándoles en una cabaña a la que prendieron fuego.

En este país que ya empieza a parecer un garaje, hay muchos vehículos que transitan sin matrícula. En cuanto a éstas, a las matrículas, son por lo general de diseño particular, pudiendo tener cualquier forma, tamaño o color, e incluyen símbolos e imágenes al gusto.

En este país tan famoso por su té, la primera plantación (después que los ingleses lograron contrabandear algunas plantas saltándose la prohibición del gobierno chino) estuvo precisamente en los alrededores de esta jungla, donde todavía encuentras algún descendiente de los jardineros chinos que contrataron. Fue más tarde, y debido a la falta de mano de obra, cuando trasladaron los jardines de té a Sikkim y Darjeeling.

En este país tan famoso por la belleza de sus actrices y modelos, los anuncios publicitarios parecen haber sido hechos tomando solamente una única foto, “quieta, quieta…, no te muevas, así. Perfecto, has quedado muy bien. Ale, vámonos a casa”.

En este país tan poblado se suicida un montón de gente, sobre todo jóvenes, que se ahorcan colgándose del ventilador.

Faunópolis

  • Después de haberos presentado un poco a la fauna que corre por estos bosques, deseo aclarar que nunca ha habido una pantera asesina, y que los niños de las aldeas recorren diariamente varios kilómetros de jungla a solas. Caso contrario al de la cercana Rudra Prayak, donde, entre varios leopardos comedores de hombres, hubo uno que mató a más de trescientas personas antes de que Jim Corbett acabase con él (el pobre pasó un montón de noches en los árboles con la escopeta entre las manos).
  • Ayer por la tarde me crucé con dos de los nietos de la familia real nepalesa y, como quien te propone ir al cine, me invitaron a ir con ellos diciendo, “vamos a ver pájaros”. Aparcaron el jeep junto al mayor de los lagos y descendimos hacia los bosques que hay antes de la cascada. Iban perfectamente equipados con binoculares, pero mientras miraban a través de éstos no se enteraban de la misa la mitad, porque sus ojos no podían guiarles libre y directamente hacía los blancos a los que sus pupilas hubiesen disparado; así que era yo quien les indicaba, “mira, una pareja de palomas verdes” (que son bastante raras de ver), “allí, sobre aquel risco, una cabra montés” (se hallaba junto a un muro de roca altísimo que caía verticalmente, y era la imagen perfecta para un cartel turístico), “abajo, junto a la laguna, un “kakar””, un pequeño ciervo ladrador que se creía a solas. Atardecía, y permanecimos un rato con la esperanza de que apareciese el leopardo y nos obsequiasen con una carrera (que casi siempre gana el “kakar”).
  • Aseguran los expertos que los tigres no saben trepar a los árboles, algo que los leopardos hacen con toda facilidad. Asimismo, y al contrario que éstos, los tigres no han aprendido todavía a comerse los grandes puercoespín indios sin salir mal parados, porque frecuentemente se les clava alguno de los largos pinchos en la pata, y quedan prácticamente incapacitados para cazar otro animal que no sea alguna vaca (conque podrían terminar convirtiéndose en comedores de hombres). El otro día encontraron un tigre moribundo, y al hacerle la autopsia hallaron un puercoespín en el interior de su mutilado estómago.
  • La relación de invisibilidad que mantengo con los macacos no tiene nada que ver con las fórmulas que siguen las gentes locales, quienes, igual que con los perros, empiezan a arrojarles piedras en cuanto los ven. Aunque el señor Lobo peca de poco creyente, ayer se vio obligado a aceptar la existencia del karma instantáneo cuando, al levantar la mano para lanzar una piedra, casi se la rompió (la mano…) al golpear contra el muro que tenía detrás.
  • Recientemente se armó un gran alboroto familiar que tenía al leopardo como razón de ser. “Que nos despierte de noche con sus gruñidos, se da por sentado; pero que cruce tu jardín a las dos de la tarde ya supera el colmo de la desfachatez”, opinó una vecina.
  • De manera parecida a la del turismo indostano, que va aumentando tal como nos vamos adentrando en la primavera (temporada alta: mayo y junio), cada día van apareciendo en escena nuevas especies de pájaros. Un recién llegado es un tipejo al que llamo el danzarín porque eso es lo que hace realmente, bailar frente a ti montándose unos números increíbles con los que distrae tu atención para que su señora pueda picotear incluso en tu plato sin que te enteres.
  • Si me acerco a un árbol del que sale un barullo pajaril de mucho cuidado, éste disminuye de volumen y cantidad cuando me detengo debajo; y se queda en nada, silencio absoluto, en el momento en que levanto la mirada.

La mujer que cuida amorosamente de mi estómago es de Delhi (Delllllhi), y antes de casarse había trabajado varios años en un hospital; así que tiene un poco de cultura y su comportamiento es el de una persona educada. Para completar la imagen, añadiré que es delgada y finita, y que mantiene una relación muy amistosa con su marido. Debido precisamente a tan positivo cóctel, sus dos cuñadas, que son gordas, feas, groseras y rústicas, la odian a muerte, y ahora han extendido tal antipatía hacia un servidor. Hablando acerca de las maldades de sus cuñadas, yo le dije, “en mi país, a una mujer como la hermana de tu marido la llamamos vaca-burra”. ¡Ja! Ya no se librará jamás del apodo.

Mis sandalias seguían pareciendo nuevas tras andar durante seis meses por las verdes llanuras de Chitwán, sin embargo, después de pasar un solo mes trotando sobre este suelo pedregoso, ya están hechas polvo. Desde el confort occidental, vosotros diréis, “¿y qué?”, sin poder imaginar lo difícil que resulta encontrar un buen zapatero o un calzado adecuado en las tiendas; y, generalmente (recuerdo docenas de ejemplos), cuando empiezan tales problemas me veo obligado a ponerme un montón de veces en las manos de unos zapateros que terminan dejando las sandalias como si hubiesen pasado por las del doctor Frankenstein.

Érase un hombre que deseaba convertirse en funcionario como su padre para no verse obligado a trabajar. Entre otras muchas ventajas, los funcionarios son de los pocos indios que cobran una pensión al retirarse; y el viejo, con sus cincuenta y ocho años, ya esperaba ilusionado tal momento sin poder imaginar que no iba a llegar, porque, mira por donde, al bueno de su hijo le vinieron con la historia de que si su padre moría antes de convertirse en pensionista, él conseguiría automáticamente un puesto dentro de la administración del estado, y, sin pensárselo dos veces, lo estranguló con la ayuda del mismo amigo que primero le aconsejara y ahora comparte celda con él.

A pesar del mosqueo que me produce cualquier mentira, yo no puedo dejar de admirar a ciertos embusteros imaginativos que son capaces de inventarse una historia de cabo a rabo sin que haya en ella absolutamente nada de cierto. Y tal creo que fue el caso de mi difunto amigo indo-alemán cuando me habló de las correrías de su padre y de la posición de su familia, pues estoy escuchando continuamente nuevas historias que desmienten las anteriores. Al añadirse a todo ello una cadena de estafas, que incluyeron la falsificación de la firma paterna y también las de ciertos oficiales para alterar documentos (dicen que era un pequeño geniecillo en tales artes…), al final va a resultar que yo soy el único que puedo hablar bien de él, porque siempre se enrolló conmigo de maravilla, e incluso me tuvo a pan y cuchillo en más de una ocasión en que me quedé con los bolsillos vacíos. Ya que he tocado tal tema, añadiré que, cuando conozco a alguien, le entrego simbólicamente un carné de la sinceridad, pues no puedo evitar creer que sea así; pero…, claro, en cuanto le coja aunque sea solamente un poco con los pantalones bajados, le retiraré el carné a la primera de cambio (ni puntos ni nada) y, como soy un poco facha, además no se lo devolveré.

Juro que el bebé estaba gateando tranquilamente, y que, por lo menos aparentemente, ella no tenía ninguna necesidad de levantarse la blusa y mostrarme sus precios senos excusándose en las necesidades alimenticias del pequeño; quien, por cierto, y al contrario que un servidor, no prestó la mínima atención a los atrayentes pezones.

Al revés de lo que sucede en las ciudades, por estos alrededores es raro ver una pira funeraria; caso que se dio esta mañana cuando iban a incinerar a un joven aldeano que se mató al despeñarse desde un risco mientras guiaba a un grupo de turistas. Lo alucinante de la historia ocurrió precisamente al prender la hoguera, porque en tal momento, igual que Cantinflas en “La Vuelta al Mundo en 80 Días”, el supuesto cadáver se movió y, como en la película, se armó la de Dios. Efectivamente, un médico comprobó que el corazón del chico seguía funcionando (en realidad, al haber sido él quien certificara anteriormente la defunción, el matasanos aseguró que había resucitado), y lo llevaron de vuelta al hospital, donde falleció realmente, o, como dijo el médico, falleció de nuevo. ¿Os imagináis el choque emocional de su madre?

Los tenderos se emocionan al ver llegar a un extranjero, o sea alguien que, por ejemplo, querrá varios paquetes de tabaco en vez de un solo cigarrillo, y que podrá terminar haciendo una compra de trescientas rupias (4 eu.). Pero es que, además, cosa inaudita, le pagará al contado en vez de pedir, como hace todo el vecindario, que se lo apunte en la lista interminable que nunca liquidan del todo. Un tendero bien educado inspeccionará metódicamente los billetes de banco y, tras seleccionar los que se encuentren en mejor estado, los usará para devolverte el cambio. Evidentemente, el tendero caradura aprovechará que eres un “videshi”, extranjero, para librarse de los que estarán tan sucios como para darte asco. De vez en cuando te cuelan un billete al que le falta una porción, y durante unos días te dedicas a buscar a otro despistado a quien pasarle el muerto. Por si os lo estáis preguntando, aclararé que solamente podría deshacerme legalmente de tal basura recorriendo los veinticinco kilómetros, dos horas de viaje, que me separan de Nainital, para ir a las oficinas del “State Bank of India”, el único banco que se encarga de tales menesteres.

Es un brahmán pecador y se come de vez en cuando un pollo o un pescado que, de todas maneras, se ha de comprar y cocinar él mismo porque su mujer, siendo como Brahma manda, es vegetariana y este día ni tan solo entrará en la cocina. A él no le supone el mínimo problema gracias a que sabe cocinar perfectamente igual que la mayoría de los indostanos. ¿Otra costumbre? Las esposas indias no lavan jamás los calzoncillos de sus maridos.

Presupuesto completo del mes, incluyendo vicios varios: ciento veinte euros.

Mira lo que pienso

  • En el rostro de un viejo está cincelado el mapa de su vida.
  • En las últimas crónicas os comentaba el descubrimiento científico acerca de las bondades del optimismo y el buen rollo; pues bien, yo acabo de hacer otro tanto tras llevar a cabo un experimento que no se le había ocurrido a nadie. ¿Qué hago? Muy simple, hablo bien de la gente a sus espaldas (sí, ya sé que es una excentricidad; ¿a quién se le ocurre?); y os juro que, a pesar de parecer increíble (sobretodo para los criticones natos…), produce muy buenas vibraciones y te deja la mar de satisfecho. Pero no hemos terminado, ya que, por el mismo precio, puedes lograr el orgasmo mental si, en vez de “fantasmear” acerca tus pocas virtudes y míseras habilidades, te atreves a bromear con los demás acerca de tus vergüenzas y complejos. Es algo parecido a lo de ir a un gimnasio para mantenerse en forma, pero en este caso solamente verás los resultados en el espejo de tu interior.
  • Solo para “rockanrollers”. Antes de decidir que yo intentaría ser mi propio héroe (otro más de mis fracasos…), quien ocupara tal puesto era el señor Keith Richards. Ahora, gracias al señor Lobo que soluciona problemas, me lo estoy pasando de coña leyendo su autobiografía; y ayer vi de pronto “La Luz” al comprender algo que era totalmente evidente: ¡Rediós, Charly Watts lleva más de cincuenta años tocando continuamente la batería, algo que ha hecho incluso cuando no está con los Stones porque siempre ha tenido su propio grupo de jazz! ¡Esto si que es un “carrerón”! El señor Lobo también se ha encargado de presentarme a dos grupos musicales muy interesantes; al primero, “Traffic”, ya lo conocía aunque en mi juventud nunca hubiesen sido de mis predilectos. El otro grupo se llama “The Traveling Wilburys”, y solamente existió temporalmente mientras unos cuantos amigos, entre los que estaba Bob Dylan, se lo pasaban en grande haciendo una música que era y es simplemente divertida.
  • Por si os interesa dar una mirada a la lista de agraciados que han recibido alguno de los premios mundiales a la estupidez (que se otorgan anualmente), solamente tenéis que entrar en esta Web: darwinawards.com
  • Una película fina: “Dreaming Lhasa”. Escrita y dirigida por un matrimonio en el que la esposa, Ritu Sarin, es india, y el marido, Tenzing Sonam, es tibetano.
  • Al defender una ley, una costumbre, una obra o una creencia que no hayamos elegido de forma tan personal y consciente como si la hubiésemos creado nosotros mismos, nos estaremos comportando como unos estúpidos gregarios (¿somos lo que hacemos?).
  • Yo soy tan orgulloso como para sentir incluso orgullo de mi imbecilidad nata.
  • ¿Existe la vitamina “i” de imaginación?

Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.

La crónica cósmica, de Nando Baba
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Nando Baba

Escritor y viajero. No te pierdas las crónicas cósmicas de Nando Baba.

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