No es que sin querer nos perdiésemos por los callejones del Fuerte de Jaisalmer, sino que quisimos hacerlo para dejarnos sorprender por todo lo que nos viniese a la vista. Si algo tiene de peculiar Jaisalmer es sin duda una visita al amurallado fuerte donde vacas sagradas, vendedores, restaurantes y demás tienen cabida para dotar de vida esta histórica parte de Jaisalmer.
Jaisalmer
Para entrar en el recinto amurallado cruzaremos por una de sus puertas, en nuestro caso la puerta de Amar Sagar, casi siempre vigilada por alguna de las cientos de vacas que pueblan el Fuerte de Jaislamer.
Una vez cruzamos la puerta se nos abre ante nuestros ojos la frenética vida de esta ciudad. Gente haciendo chai, vendedores de frutas, motos por aquí, vacas sagradas por allá… nada parece estarse quieto. Acabamos de llegar entonces a Gandhi Chowk, la pequeña plaza que nos recibe y nos da la bienvenida.
Aunque también es cierto que siempre hay quien se lo coge con más filosofía y relajación…
Pero mientras sigues el camino hacia adelante la vista no para hacia un lado y hacia otro. Decenas de tiendas de artesanía, de telas, de tapices, de ropa… etc inundan las calles a modo de zoco marroquí.
Esa va a ser la tónica habitual hasta que llegas al Palacio del Fuerte de Jaisalmer, situado en la parte más elevada del fuerte y abierto al público como museo.
Llegados a este punto es buen momento para girar a un lado u otro y meterte de lleno por los estrechos callejones donde las tiendas dejan paso a las havelis que predominan en Jaisalmer, algunas de ellas muy bien restauradas.
Y si algo te llamará la atención es la cantidad de vacas sagradas que parecen haber encontrado su lugar para vivir, porque las hay por todos lados. Muchas veces con la suficiente autoridad como para reclamar su espacio o su comida…
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