HUMANIDAD. Mi falta de fe hacia los seres humanos se suaviza al comprobar cómo se esfuerzan y las ayudas económicas que aportan cuando ocurren desastres naturales. Muchos jóvenes de Sauraha se han desplazado a las zonas más afectadas por el terremoto, sobre todo la de Gorkha, para colaborar en las labores de limpieza. Una empresa de cemento reconstruirá la Torre Dharahara (la que se parecía a un minarete), y otra edificará diez mil casas. Narmada, la esposa de mi amigo mongol, ha donado hasta ahora varios sacos de arroz.
De todas maneras algunos sitios todavía continúan aislados y sin saberse cuál habrá sido el nivel de los daños. Uno de los edificios históricos que se vinieron abajo en Katmandú fue la “Biblioteca Kaiser” en la que yo había pasado muy buenos ratos leyendo el periódico y creyendo que me hallaba en otro siglo. Los devotos de Shiva, el dios del Himalaya, se pudieron felicitar porque el templo más importante del Valle de Katmandú, Pashupatinath (la apariencia de Shiva como protector de los animales), no había sufrido el mínimo destrozo.
Este valle se encuentra ahora a ochenta centímetros más de altura; todavía han de comprobar si al Everest le ha sucedido lo mismo o, por el contrario, ha descendido un poco. Al cúmulo de desastres que han asolado al país se le suma que les cancelaran el ochenta por ciento de las reservas turísticas y hayan partido cuarenta y cinco mil turistas, incluidos los que han ido camino del Cielo.
Os explicaré que en mi religión personal no existe el Infierno (ni la mala suerte, claro, sólo la buena), y el Cielo es un sitio muy marchoso, lleno de animales felices y árboles gigantes, en el que los cómicos cuentan chistes y se baila al ritmo de la buena música, ahora actuando Bob Marley, y luego Janis Joplin acompañada a la guitarra por Jimi Hendrix y con Mozart al piano (completamente “colocado” (Mozart, no el piano)).
Umm, parece que me he salido un poco de tema. ¿Dónde estábamos? ¡Ah, sí, el terremoto y “la turisma”! Ahora, cuando los amigos locales ven a un turista, bromean recordando los viejos tiempos: “¡Mira, un turista!”.
A pesar de que cuando hay tormentas los elefantes se ponen a gusto tocando la trompeta cada vez que retumba un trueno, durante el terremoto se mantuvieron en completo silencio. La perrita manca de esta casa estuvo corriendo de un lado a otro hasta que buscó refugio bajo una mesa demostrando que es una superviviente muy lista.
Mientras en el resto del país siguen contando el número de muertos dejados por el terremoto (os recuerdo de nuevo que estas crónicas no son actuales y me refiero al de hace dos años largos), con algunas nuevas defunciones causadas por las casas que se han venido abajo posteriormente, en los alrededores de Chitwán murieron tres jóvenes debido a unas ráfagas de vientos huracanados que tumbaron árboles y levantaron tejados, y varias personas más al beber agua subterránea, de la cual afirman que el mismo terremoto podría haber provocado que se envenenase (de pronto ha nacido un nuevo negocio vendiendo agua mineral a domicilio: bienvenidos al mundo “modelno”).
El hecho de que Katmandú, Pokhara y las otras ciudades se hayan quedado a oscuras ha comportado que en Sauraha disminuyesen los cortes del servicio eléctrico hasta hacerme creer que me encontraba en un país normal.
Desde que descubriera este sitio a finales del año 2009 he visto como los niños y las niñas se convertían en chicos y chicas, las jóvenes en madres, y los chavales en padres; pero también he sido testigo de como algunos campesinos o pequeños comerciantes llegaban a ser importantes empresarios.
Os voy a contar un hecho que demuestra la existencia de lo que se denomina como “el karma instantáneo”. Sucedió hace ya unos años, cuando la estación de los autobuses se encontraba junto al puente que hay a varios kilómetros de distancia, y un turista escandinavo partió hacia allí olvidando en su cabaña un sobre con un montón de dinero. Al apercibirse de ello el empleado que trabajaba como recepcionista de la pensión, recorrió esa distancia trotando porque no dio con otro medio de transporte (¿ni tan siquiera una bicicleta?), y dejó asombrado al otro al llegar bajo su ventanilla cuando el autocar ya se ponía en marcha. Bueno, en realidad la sorpresa fue mutua, pues el turista le devolvió la pelota preguntándole cuál era su sueño dorado, y le financió la construcción de un hotelito del que el antiguo recepcionista es propietario y director.
Al contrario de lo que sucede en muchos países occidentales, aquí en el Nepal ha aumentado la persecución de la maría y, debido a que ahora arrestan a uno por aquí y mañana a otro por allá, la gente anda un poco paranoica. Hace un par de días se dio un ejemplo de ello cuando Shankar estaba preparando un porro sobre la mesa, y su mujer, al ver llegar a un par de desconocidos y asustarse, arrojó la mezcla al suelo. Como resultado estuvimos desternillándonos un rato, y yo recordé una situación parecida que ocurrió en una ciudad al norte del Senegal, en ese caso acompañado de un papanatas gambiano llamado Musa Loum, quien, al creer que llegaba la policía, echó un paquete de hierba en el váter (exceptuándole a él, los demás también nos reímos hasta llorar).
Si cerrase los ojos cuando cruzo entre los arrozales al final de la tarde, podría creer que me encuentro en una sauna debido a la temperatura que ha alcanzado el agua y al húmedo bochorno que desprende. Esta es la época en que el “Árbol del Algodón” abre sus grandes semillas y lo cubre todo de blanco. Ahora brotan asimismo las amapolas, de las que elaboran un roxi (licor) que, aparte de ser sabroso, es muy peculiar porque endulza el tabaco o la maría que estés fumando.
TALIBANIA.
MONÓLOGOS TABERNARIOS
Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.