EL HIMALAYA SIGUE TREPITANDO. Hace un ratito, más o menos a las siete de la mañana, y mientras tomaba chai con Shankar, la torre de repetición de la compañía telefónica (que está pegada a su casa…) ha empezado a temblar como si se avecinase un nuevo terremoto, y hemos jugado de nuevo al “Corre, corre que te pillo” a pesar de que no lo hemos llegado a sentir. Mañana se cumplirán ya tres semanas desde que comenzásemos a llevar este plan de vida. La mayoría de las veces se nota solamente una ligera vibración que te pone en alerta. Es una sensación parecida a la de estar flotando. En alguna ocasión me he preguntado si serían mis paranoias, pero la pura verdad es que, gracias al entorno en que me hallo (y al hecho de tener un tejado de plancha y paja), no pienso en absoluto en ello y siempre me coge de sorpresa (momento en que, eso sí, me cago invariablemente de miedo).
Al terremoto del otro día le faltó poco para tener la intensidad del primero, pero sólo duro unos instantes suficientemente largos para darme tiempo a salir afuera (un minuto después la noticia ya aparecía en “El Periódico” digital). Esa noche me despertó otro temblor, y oí el chillido de una mujer antes de volver a quedarme dormido. El perro de Shankar empieza a lloriquear cinco minutos antes de cada temblor, así que ahora le permiten entrar en casa para poder dormir tranquilos.
Aunque parezca increíble, tras estos veinte días todavía no ha llegado ayuda a muchos sitios, y cuando sí lo ha hecho ha sido gracias a la población. Las organizaciones estudiantiles tienen mucha fuerza y han mandado jóvenes a todos lados mientras los papanatas del gobierno siguen con la picha hecha un lío. Los tres chicos de este vecindario que se desplazaron hasta Gorkha me contaron que estuvieron en pueblos de los que no había quedado en pie absolutamente nada.
En una crónica muy antigua (creo que del año 2000) comparaba el caso de la Selva Negra con el de Orissa, porque la primera había sufrido el paso de un huracán terrible y los bomberos de la aldea (granjeros marchosos y borrachines) ya estaban reparando el tejado de mi casa cuando todavía soplaba, mientras que en la otra, o sea en la India, tras ser arrasada por un tifón más fuerte de lo normal tardaron más de un mes en mandar equipos de rescate a muchas zonas. Se están planteando limitar la altura de los edificios a tres pisos, y mientras piensan en ello no se concederán permisos de obra. Os recordaré que los inteligentes y prácticos dirigentes británicos se limitaban a edificar cabañas con tejado ligero y metálico. Supongo que los habitantes de Katmandú habrán buscado refugio en el inmenso parque que hay en el centro.
¿Os enterasteis que en la capital se vino abajo una iglesia acabando con la vida de setenta devotos cristianos?; lo que quizás no sepáis es que, según me contaron, este drama tuvo como responsable al cura, quien era un idiota de cuidado y mandó cerrar las puertas y permanecer en el interior afirmando que Jesús les protegería. Umm.
VIDA DOMÉSTICA. Al empezar esta quinta temporada en Sauraha y enfrentarme de nuevo al dilema diario de escoger entre las tres opciones que tenía para cenar, por un lado la que incluía el precio de la cabaña y por el otro las dos familias amigas que me invitaban a hacerlo con ellas, decidí ponerles a éstas las cosas claras: “Comeré un día con la de la hermana mayor y el otro con la de la menor, e informaré de ello a la hija de la pensión”. Umm, el resultado ha sido una aparatosa barriga que no deja de crecer porque cada una de esas tres amorosas mujeres intenta superar a las otras en calidad, cantidad y diversidad (sus cuidados han alcanzado al siguiente nivel y ahora incluso me planchan la ropa).
Bueno, de por medio también está el roxi casero (os recuerdo: cerveza de arroz, verduras o flores), al que me he ido acostumbrando junto con el resto de los hábitos familiares, uno de los cuales es el de rellenarte el vaso sin esperar a que lo vacíes y nunca sabes cuánto bebes. Antes el roxi no me gustaba en absoluto y me negaba a tomarlo como si fuese una bebida para las castas inferiores, pero si reflexionaba que se trataba una bebida tradicional elaborada por amor y sin ningún interés económico, me veía obligado a aceptar que era una idea mucho más simpática que la de alimentar a una gran destilería y pagar los exagerados impuestos con que el gobierno grava esos productos. Aprovecharé la oportunidad para repetir que, a pesar de no parecerlo, el Nepal resulta más caro que la India, y que, por ejemplo, el precio del ron o los refrescos se duplica (y cuadruplica al de Assam).
Al comer unos pollos que a veces esconden peligrosos huesitos (les pido alimentación vegetariana, pero…), pensé en la vergüenza que pasaría (¡Ja!) si muriese atragantado; ya me imagino la noticia junto a los titulares del terremoto: “A Joe Papanatas no lo mataron los desastres naturales sino su mala pata”.
Los “saurajeños” se van civilizando: Han dejado de envenenar de vez en cuando a todos los perros que andaban sueltos, y ahora existe un servicio veterinario gratuito que los castra sistemáticamente (creo que solamente continúa conservando los cojones mi amigo el “peligroso” perro negro que encuentro de noche).
Creciendo con libertad: La mayoría de los críos escuchan continuamente: “No toques esto, no hagas aquello”, mientras que la hijita de un año y medio del hombre que curra como guarda del edificio de la compañía telefónica puede moverse a su aire por el espacioso jardín vallado sin que sus padres deban preocuparse. Libertad, libertad.
Entre la colección de ceremonias que llevo a cabo diariamente está de la comunicarme, bromear, y sobre todo reír con el hermano sordomudo (y un poco retrasado) de Shankar.
FOTOGALERÍA. Unas campesinas que se disponen a cruzar el río en bragas. Unas colegas de las anteriores que han sido detenidas dentro del parque y marchan en fila india escoltadas por los guardas forestales. Julio Iglesias cantando en YouTube (¡Ja, me lo dedicaron creyendo que me gustaría!). El sordomudo observando con mucho interés como un joven de Katmandú interpretaba “Hotel California” con una guitarra india de color azul (la había afinado usando un teléfono móvil: ¡Mundo “modelno”!). Una ruidosa discusión entre vecinas a la cual se apresura a asistir todo el mundo y solamente se podría definir como un espectáculo puramente emocional en el que no hay la mínima racionalidad, pues ves en sus caras que cada una va a su bola y es incapaz de escuchar. El elegante e imponente pollo (que cumple con las gallinas de cuatro casas) entrando en el comedor y dándose un garbeo aprovechando para saludar a una de sus señoras que se dispone a pasar la noche bajo un armario junto con sus polluelos. Una manada con más de cincuenta ciervos pastando bajo los primeros rayos Sol de la mañana. Doce hombres masticando con la boca abierta.
MONÓLOGOS TABERNARIOS
Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.