VIDA SANA . Namasté, queridos niños y niñas, aquí Radio Naturalia emitiendo desde las Colinas de Kumaon para todo el estado de Uttarakhand. Sentimos comunicaros que hoy tendremos un día ligeramente nublado en el cual las temperaturas descenderán un poco más confirmando los negros presagios de todos los años: ¡Rediós, se acerca el puto invierno! Adaptándome a las reglas de supervivencia que indica la guía para viajeros papanatas, y gracias a que desde mi cama puedo ver la cumbre de la colina que hay junto a esta casa, cada día espero a que los árboles de ahí arriba reciban los primeros rayos del Sol antes de levantarme, y, claro, lo hago un poquito más tarde. Mientras tomo una ducha compruebo que mi espectacular barriga cervecera se ha volatilizado durante estas semanas de dieta abstemio-vegetariana.
Umm, esta información sería incompleta si no le añadiese que ando el doble de distancia y lo hago subiendo unas cuestas a las que los primeros días ni me atrevía a darles una mirada. Cada vez que vengo a este sitio (sigo sin mencionar su nombre…) me sucede lo mismo: Llego sin fuerzas, y una semana después ya voy sobrado de ellas gracias al cargador de baterías de la marca “Himalaya”. En esta ocasión se le juntó además un insólito “jet-lag” que, al mantenerme postrado y con un poco de fiebre, desató mis paranoias obligándome a preguntarme si habría traído conmigo alguna de esas enfermedades que actualmente tienen acojonado al personal.
ECOS DE SOCIEDAD. Los “nuevos ricos” de Delhi que se están edificando casas de vacaciones en estas empinadas colinas, continúan empeñados en tener acceso para los automóviles, y amurallan las laderas con el erróneo y prepotente convencimiento de que lograrán dominar a las fuerzas de la naturaleza; el resultado es parecido al de casi todas las carreteras de las Kumaon Hills, que se vienen abajo durante los monzones, y se ven obligados a tener continuamente contratada a una tribu de nepaleses que se encargue de repararlas.
Debido a la astronómica diferencia que se da entre el nivel de vida de los ricachones y los sueldos miserables que cobran los currantes, este gasto les debe parecer irrisorio. ¿Os doy un ejemplo de esa disparidad? Ya os dije que estoy pagando seis mil rupias mensuales por la habitación y la comida (hoy un euro = 77’31 rupias), y el otro día, cuando me crucé por el bosque con el amigo Anand que dirige el “Fredy’s Bungalow” y le pregunté cuál era el precio de sus (cuatro) habitaciones, me quedé boquiabierto al enterarme que cobraban nueve mil quinientas rupias por noche (habitación doble con desayuno y cena).
Umm, efectivamente, hay muchos sitios de la India que son prohibitivos para los bolsillos de un servidor. Las finas relaciones sociales que mantengo aquí se deben a estos precios parecidos a los de Occidente; ¿unos ejemplos?: Varios escritores de éxito, una productora cinematográfica, el capitán de un submarino, el director de un barco oceanográfico, y una rama de la familia real nepalesa.
FAUNÓPOLIS. Anoche estuve charlando con un joven de Delhi que es ecologista de profesión (diplomado y con un montón de cultura) y lleva a cabo trabajos para el gobierno, quien me contó la siguiente aventura: “Los parques nacionales permanecen cerrados durante los monzones, y solamente se permitirá excepcionalmente la entrada, como fue en mi caso, a un equipo que deba realizar un estudio precisamente en esa estación. Se nos informó que en manera alguna deberíamos permanecer dentro del parque tras la puesta de Sol. Nosotros éramos tres, y el conductor del jeep no dejó de darnos prisa todo el tiempo temiendo que la noche se nos echara encima. Sin embargo, al fin fue él quien se despistó en un cruce de caminos mientras nos caían encima toneladas de agua, y logró que nos perdiésemos. Vimos impotentes como oscurecía, pero solamente empezamos a sospechar que aquella jornada podría terminar realmente mal cuando apareció frente a nosotros una manada de elefantes. Las normas de supervivencia al respecto son claras: No intentes darle al gas (si sales corriendo, irán tras de ti, y en una pista embarrada te atraparán), apaga el motor y las luces, y no te tires ni un pedo. Sabíamos que si no presentían ningún peligro seguirían tranquilamente su camino, y nos tranquilizamos al comprobar que era así. Ya sólo nos quedaba rezar para que no hiciese acto de presencia algún macho solitario, pues tienen invariablemente muy mal carácter y, al no verse obligados a proteger a la familia permaneciendo a su lado, se dedican a atacar a todo bicho viviente.
Y eso fue exactamente lo que sucedió en el momento en que nos íbamos a poner de nuevo en marcha. Era un gran macho que vino hacia el jeep y lo estuvo husmeando e inspeccionando durante una media hora que nos pareció eterna. No movíamos ni un pelo. ¿Te imaginas el miedo que pasamos mientras teníamos sus impresionantes colmillos justo al lado y tras el cristal de la ventanilla? Fue un milagro que no terminásemos mojando los pantalones. Casi no nos atrevíamos a respirar, y solamente suspiramos aliviados al ver como se alejaba”.
INDOSTANADAS
Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.