¿Por qué los selfies con animales salvajes son un problema?

Vivimos una era donde muchas veces se prioriza retratar nuestros viajes y momentos antes que vivirlos propiamente. Las redes sociales han cambiado nuestra forma de relacionarnos con el mundo, y en un mundo donde informar de nuestra vida diaria es costumbre, el selfie se ha convertido en la reina de las fotos.

Sin embargo, en nuestra insistencia por fotografiarnos en nuestros viajes, podemos estar causando más problemas de los que pensamos. Hacernos un selfie con un monumento rara vez es un problema, sin embargo, hacerlo con cierto animales puede suponer problemas tanto para nosotros como para ellos.

Los animales salvajes pueden ser peligrosos, pueden estar amenazados y la modificación de su comportamiento puede ser peligrosa. Es por ello que tomarse fotos con estos animales puede no ser nada recomendable, especialmente en el caso de los selfies, donde necesitamos estar muy cerca del animal para hacernos una foto.

Un peligro para la conservación, el ejemplo del chimpancé

Mucha gente tampoco es consciente que los selfies entrañan peligros para la conservación de ciertas especies de animales salvajes. Un ejemplo muy claro es el caso de los chimpancés. Son varios los estudios que muestran que muchos pensamos que el chimpancé no está en peligro de extinción, frente a otros grandes simios como el gorila o el orangután.

Estos trabajos hacían vislumbrar que infravalorábamos el grado de amenaza de esta especie, pero…¿Por qué?. En ambas encuestas se intentó buscar la explicación, preguntando a los que habían votado al chimpancé como «No amenazado» por la razón. ¿La respuesta más común? Que difícilmente se imaginaban que una especie que sale en series, anuncios o películas pudiera estar amenazada.

Los selfies con animales…

Hay varios estudios que explican este mecanismo: en 2011, uno de estos trabajos pretendió entender como las características de las imágenes podían influir en nuestra percepción. Usaron hasta 48 imágenes en las que se combinaban chimpancés con o sin ropa, con o sin gente y en distintos escenarios, preguntando posteriormente si estos animales eran buenas mascotas o si estaban amenazados.

¿Resultados? Los ropajes del animal no influyen mucho, pero la presencia de personas junto a chimpancés y los ambientes humanizados hacían a la gente más dada a pensar que los chimpancés no están amenazados y son buenas mascotas.

Ese mismo año, la Universidad de Duke publica otro estudio que analiza los efectos que tienen los anuncios en nuestra percepción. Se usaron anuncios en los que los chimpancés eran usados como actores, interaccionando con humanos y con ropa. Frente a éstos, spots conservacionistas del Instituto Jane Goodall, y, como «control», se emitieron fragmentos de chimpancés en su hábitat.

Chimpancé en libertad

¿Qué ocurrió? Aquellos que vieron el spot conservacionista eran más dados a entender la amenaza de la especie y la inmoralidad de su mascotismo. Aquellos que vieron a los animales en anuncios circenses disminuyeron este entendimiento. En medio, el spot «control».

Se pagó a los participantes, y por supuesto os podéis imaginar los resultados cuando se les animó a donar a la conservación de esta especie. Aquellos que vieron el spot educativo eran mucho más dados a donar a la causa.

Las consecuencias de estos estudios en el turismo de fauna son claras: el promocionar el contacto directo y las fotografías con fauna puede incentivar el tráfico ilegal de especies y dañar la conservación de estos animales.

El caso del loris lento

El ejemplo muy potente de cómo esta clase de imágenes normalizan el maltrato es el loris lento. Hace 20 años no sabíamos nada de esta especie, hasta que la primatóloga Anna Nekaris comenzó a estudiar a este primate nocturno, el único venenoso que existe. Pero no fue hasta hace 10 años cuando esta especie consiguió ser conocida por todo el mundo, y no fue por los incansables esfuerzos de esta mujer por divulgar su estado de conservación: fue por un vídeo en youtube en el que un hombre hacía cosquillas a su mascota.

Ese vídeo hizo a este grupo de primates famoso y esto coincide con el aumento de su tráfico ilegal, de hecho el propio equipo de Nekaris analizó los comentarios y vio que la mayoría hacían referencia a que querían tener uno o a que el vídeo era agradable, cuando lo que se ve es un animal obeso, alopécico y preparado para atacar debido al estrés.

Un peligro para el fotógrafo

Aunque no lo parezca, otro de los grandes motivos por el cual los selfies con animales salvajes son un problema es el peligro que puede traernos a nosotros. La fiebre de los selfies parece estar causando bastantes problemas con algunas especies emblemáticas.

Un ejemplo son los bisontes americanos de míticos parques naturales como Yellowstone, donde la realidad se ha mostrado a través de estudios científicos: entre el año 2000 y 2015, el 80% de los agredidos por bisontes fueron atacados tras acercarse a los animales y romper la distancia de seguridad.

Selfie con bisonte

El parque recomienda 23 metros y estas personas fueron agredidas a menos de cuatro metros, cuando en los años 80 los ataques eran muy inferiores y ocurrían a unos nueve metros. El 48% de las personas estaban tomando fotos, lo que alerta de la relación entre estos ataques y la costumbre de los selfies.

Muchos de estos ataques quedan en anécdota e incluso se hacen virales, algo que ocurre mucho en primates, donde no se les suele tener el merecido respeto e incluso temor que debiéramos tenerles.

Turismo, bienestar y selfies: ¿cómo me hago una foto ética?

Cuando sumamos todos estos ingredientes, nos damos cuenta de que los selfies con fauna silvestre y el contacto directo con la misma pueden incentivar peligros para el bienestar y conservación de estos animales, explotados en muchas ocasiones por el turismo de manera poco ética.

Desde los famosos templos de tigres a los mercados marroquíes, pasando por algunos zoos o falsos santuarios: los selfies con animales normalizan el tráfico ilegal de especies y su explotación.

Es por ello que si queremos hacernos una foto con animales debemos hacerlo de forma responsable: estos deben estar en su hábitat natural o en un centro respetable, y siempre debemos respetar una distancia que no perturbe al animal y que no nos permita interaccionar con él.

Tal y como recomienda World Animal Protection, lo ideal es que los animales salgan en el fondo de la fotografía, realizando conductas naturales, lo que nos dará una foto que tal vez no sea tan popular en redes, pero no estaremos contribuyendo a la explotación de fauna.

CONTEXTO SALVAJE, de Eugenio Fernández