Una de las escenas más graciosas que recordamos de nuestra visita por los templos de Angkor fueron estos niños que se ganaban el pan cantando a los turistas. Iban ataviados con un sombrerito hecho con hojas y hacían un pequeño baile más que nada con las manos, porque no se movían del sitio.
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ah es veritat, en versió camboyana clar...
Com que no sabeu que canten.
Jo si, perfectament.
Ala voreta del mar, a la voreta del mar, hi ha una...................