A contrapelo

Superstición en vena, un recorrido por las creencias tailandesas

Alejandro es un tipo agradable, de esos que cuando llegan al bar a los demás se les ilumina la cara. Transmite buen rollo, vamos. Y quizás fuese eso lo que le salvó el pellejo al muchacho, nacido en Asturias pero enamorado de Tailandia, cuando se presentó en pantalones cortos aquel domingo frente a sus compañeros de trabajo tailandeses.

El asturiano trabajaba entonces como agente de ventas en un conocido hotel de Bangkok. Llevaba medio año en el puesto y el asunto no iba bien, se olía la crisis en el sector y el hotel no lograba cumplir los objetivos. No vendían lo suficiente. Así que, para combatir las dificultades laborales, sus compañeros -todos ellos siameses- habían decidido coger al toro por los cuernos y llevar a cabo una estrategia infalible: pedirle ayuda al más allá.

Todo el equipo de ventas había quedado aquel domingo para recorrerse algunos de los templos más importantes de la capital, armados con ofrendas y plegarias. La idea era primero pedirle una ayuda a Buda para conseguir más ventas, pero tras ello planteaban visitar a un popular chamán que usaría sangre de serpiente para que los espíritus se pusieran del lado de los vendedores. O algo así dijeron.

Efecto solar en los templos de Ayutthaya.

Y ahí estaba el buen Alejandro, sin el traje que solía vestir en el tajo y con las pantorrillas al aire libre. Al llegar sus compañeros le miraron con una mueca de horror y empezaron a cuchichear en tailandés. Al final, uno se atrevió a decirle qué pasaba allí:

—Alejandro… —señaló el colega a la pierna del asturiano— ¿cómo que tienes eso en la pierna?
—¿El tatuaje? Me lo hice en Khaosan en mi primer viaje a Tailandia.
—Creo que es mejor que no vengas con nosotros hoy a los templos.

El tatuaje que lucía Alejandro en su pierna derecha era una turistada muy habitual por estos lares. Sobre su piel lucía una cabeza de Buda que le cubría buena parte de la pierna derecha.

En el budismo tradicional, las piernas son algo impuro. Por eso señalar con el pie es un gesto prohibido. Y lo de llevar una imagen de Buda tatuada en las pantorrillas está visto con los peores ojos, y además los tatuadores lo tienen prohibido. Aunque el tipo que tatuó a Alejandro no tuvo ningún problema y le dibujó aquella estampa mientras reían y tomaban cerveza con hielo. El dinero manda.

Los siguientes días fueron complejos para Alejandro. Se le señaló en algún momento como culpable de la situación económica en el hotel por llevar dicho tatuaje, e incluso se planteó despedirlo por atraer malos augurios. Pero todo se solventó gracias a un chamán que fue a bendecir el hotel y le dedicó unos cánticos al asturiano. Bueno, yo siempre pensé que le fue más útil su sonrisa y los ojitos que le hacía a la jefa, pero sus colegas en el hotel no dudan que más bien fueron los ajos y los cánticos del hechicero.

Enganchados al más allá

Arte callejero en Bangkok que representa a las mujeres jirafa.

Tailandia es un país al que se suele etiquetar de místico, tradicional y religioso. Sin embargo, las creencias en el Reino de Siam son más bien una borrachera de supersticiones. Y están inyectadas en vena dentro de la sociedad, que vive dopada entre fantasmas y espíritus.

Asia es un continente supersticioso y Tailandia es uno de los países más o menos desarrollados donde la magia y el espiritismo aún se viven con fervor. Quizás sea porque no es algo que se viva a pie de calle, ya que hasta el Gobierno es espiritista y en los medios de comunicación es común hablar de fantasmas.

Si uno se pone a ver las noticias en la televisión siamesa, seguramente alguna historia aparecerá en la que se hable de casas encantadas. En los días de eclipse, por ejemplo, los presentadores se centran en las posibilidades que ofrecen los movimientos de astros.

El general golpista y ahora primer ministro de Tailandia, Prayuth Chan-ocha, ha reconocido en varias ocasiones que antes de tomar cualquier decisión importante consulta con adivinos y hechiceros, y que combate a a sus enemigos políticos con agua bendita. Como si fueran vampiros, claro.

El más allá en Tailandia es más bien el más acá. Porque los espíritus, la magia y la numerología, a veces, parece que tengan más importancia que la ciencia.

El país de los espíritus

Creer en los espíritus es lo normal en Tailandia. Por eso, cada edificio tiene una pequeña casita de muñecas donde se supone que pasan sus días los habitantes del más allá. Y si hay alguna forma de que los tailandeses despeguen sus ojos de las pantallas de sus teléfonos cuando caminan por la calle, esa es haciéndoles pasar por delante de una casa de espíritus. La reverencia a los fantasmas no puede faltar, no vaya a ser que se cabreen.

Pero lo de los fantasmas va más allá de las innumerables películas y series televisivas en las que los espíritus son personajes habituales. Un ejemplo está en la foto que se encuentra sobre estas líneas, en una zona boscosa junto a un canal en pleno centro de Bangkok.

¿Cómo es posible que nadie viva en esa zona y que nadie pase por allí? Obviamente, la culpa la tiene el otro lado. Se supone que una mujer murió el día antes de su boda en ese mismo emplazamiento, ahorcada, y los lugareños creen que su espíritu aún ronda la zona. Por eso, dicho traje de boda siamesa cuelga del árbol. Así esperan calmar al fantasma de la joven, reverenciándola con su vestido nupcial.

También la superstición puede costar mucho -muchísimo- dinero. En el centro de Bangkok hay un gigantesco edificio de apartamentos que, en su día de inauguración, una muchacha saltó desde una de las plantas superiores y se suicidó. La única manera de lograr inquilinos en dicho lugar fue bajar los precios a casi la mitad de lo que suele costar en la zona.

Mi situación favorita, no obstante, es la de enviar bienes materiales al más allá cuando alguien se muere. Se cree que, en una incineración, si quemas algo junto al cadáver en cuestión, el muerto en cuestión se los podrá llevar al otro lado. Por eso, cuando el Rey Bhumibol murió se gastaron 90 millones de dólares en un funeral donde se quemaron trastos valorados en muchos -demasiados- millones.

Pero, claro, no todo el mundo tiene bolsillo para enviar a los suyos al otro mundo con todos los lujos. Así que hay tiendas en Tailandia donde venden coches de papel que emulan a deportivos italianos, falsos bolsos de cartón con marcas francesas y muchísimos billetes falsos. Muchos creen que si queman esas falsedades en el mundo terrenal el fallecido podrá disfrutar de los bienes reales en el paraíso.

Los números de la suerte

El asunto de los números de la suerte tiene su miga. Es muy fácil acercarse a un templo y ver cómo los fieles compran boletos de lotería para luego preguntar a los monjes qué número será el que tocará. A veces es fácil ver a impostores vistiendo túnica anunciando las futuras cifras ganadoras a cambio de unos billetes. Por supuesto, tras los sorteos desaparecen como el humo que venden.

En Tailandia, los números tienen una importancia capital. Un apartamento puede costar mucho más por el número de puerta que no por su localización. Pero lo más rocambolesco es el asunto de las matrículas de coche. Porque, si no pagas por tu placa, te dan un número al azar. Pero si quieres pagar por un número en concreto, el precio puede ser de escándalo.

Las matrículas de coche en Tailandia pueden ser gratis o muy caras.

El máximo que se ha pagado por una matrícula de coche en Tailandia es 740.000 euros, y eso solo por tener las dos primeras letras del alfabeto siamés y los números 1111. Ser el primero es caro, muy caro. También hay un gran negocio con los números de teléfono, ya que muchos piensan que los infortunios pueden llegar por tener un número malo.

Lo de las carreteras es un asunto bastante feo, ya que muchos creen que la protección la otorgan los amuletos místicos. Por ello, es muy común que un conductor se gaste 3.000 euros en un colgante para poner en su volante y luego conduzca sin seguro.

¿Qué sería de Tailandia sin supersticiones?

Para bien o para mal, lo de las supersticiones es una adicción que difícilmente podrán sacarse de encima los tailandeses. Son parte de su cultura, y lo ven con suma normalidad.

Los tatuajes mágicos Sak Yant son muy populares en Siam.

En las zonas rurales todo está aún más distorsionado. Y normalmente los chamanes son timadores que suelen irse de rositas. A veces, aparecen casos de espiritistas que se aprovecharon de mujeres con las que se acostaron para, según ellos, hechizar a los hombres que ellas deseaban.

Otras supersticiones son mucho más amables. Como que cortarse el pelo en miércoles da mala suerte. Pero nadie puede negar que, en Tailandia, las supersticiones están más acá que en el más allá.

A contrapelo, por Luis Garrido-Julve

Ver comentarios

  • No entiendo el motivo de tanta superstición.

    Tienes tu una explicación?

    Aunque en Almería tierra de mi esposa, tienen entre otras muchas, ésta superstición "echarte mal de ojo" y le tenia pánico cuando mi hija era pequeñita. Y además se lo cree mi mujer y mucha gente, en especial el "mal de ojo para criaturas".

    Un saludo.
    Antonio.

    pd) Yo se cual es el motivo, pero me lo reservo para no ofender a nadie.

    pd) Me he leído esta noche 4 de tus artículos y me han gustado y entretenido todos mucho. Como siempre muy fáciles de leer. Mañana seguiré con el resto. Aunque ya te había leído otros dos artículos, al principio de escribir en este portal web.