Estás planeando un viaje a Japón y, de pronto, te surge la duda: ¿debería contratar un seguro de viaje? Es la pregunta del millón de yenes, y a continuación vamos a darte toda la información para que puedas tomar la mejor decisión.
Solemos tener la imagen de que Japón es un país avanzado, moderno, con unos índices de seguridad muy altos, y donde la esperanza de vida es de las mayores del mundo. Un sitio al que se puede viajar sin muchas preocupaciones. Eso nos hace pensar también que su sistema sanitario debe de ser eficiente y confiable. Pero, a la hora de la verdad, esta realidad tiene matices importantes, que conviene tener en cuenta.
Como siempre decimos, los percances no entienden de países. Por muy seguro que sea Japón sobre el papel, nunca se sabe cuándo puede ocurrir un imprevisto. Y, además, no olvidemos que el archipiélago nipón es un lugar donde las catástrofes naturales están a la orden del día (terremotos, tsunamis, tifones, inundaciones… )
Los japoneses tienen que lidiar todos los años con eventualidades como estas. Y, si tienes mala suerte, puede que a ti también te toque enfrentarte a alguna de ellas durante tu viaje a Japón. Mejor estar bien cubierto y preparado para un caso así.
Para ahorrarte disgustos, conviene contar con un buen seguro médico que te ponga las cosas fáciles cuando vengan mal dadas, como el IATI Estrella, el más completo y recomendado para viajar a Japón de IATI. Ya sabes que puedes conseguir un descuento en el siguiente link:
Porque, en caso de accidente, ¿cómo funciona el tema hospitalario en Japón? ¿Es un sistema fiable? ¿Te atienden rápido en caso de urgencia? ¿Existen los hospitales públicos, o solo hay clínicas privadas? Bien, vayamos por partes, porque es un asunto complejo.
En principio, no es obligatorio tener un seguro de viaje para viajar a Japón como turista. Pero, y este es un «pero» muy a tener en cuenta, los japoneses y extranjeros residentes en Japón están obligados, por ley, a contar con un seguro médico. Todos, sin excepción.
Y la razón es la siguiente. Básicamente, la sanidad nipona funciona con un sistema de copago. Con el seguro, pagas un 30% de los gastos de atención y medicinas. El resto corre a cargo del seguro.
Existen seguros privados y públicos, por los que se paga una cuota mensual. Quien trabaja en una empresa más o menos boyante está cubierto por el seguro privado de su empresa, mientras que los parados y trabajadores autónomos echan mano de los seguros públicos, un poco más asequibles económicamente. Pero ambos vienen a cubrir más o menos lo mismo.
¿Y qué pasa si no tienes seguro? Que tendrás que pagar el 100% de los gastos médicos. Eso si consigues que te atiendan, claro. Porque, en Japón, los hospitales y las clínicas son eminentemente un negocio. Su prioridad es hacer dinero.
Por tanto, si una persona no está asegurada, nada les garantiza que vaya a poder pagar la totalidad del tratamiento… Y, en esos casos, mejor lavarse las manos y, directamente, no admitir al paciente. Esto no es solo cosa del sector privado. Los hospitales públicos funcionan básicamente con la misma filosofía. Si no tienes seguro, lo más habitual es que pasen de atenderte. Así se ahorran problemas, papeleos, y gastos.
Resumiendo: aunque acudas al hospital, sin un seguro médico, en la mayoría de los casos no te van a dejar ir más allá de recepción. Lo del juramento hipocrático no se lleva mucho en Japón, por desgracia.
Y lo mismo se aplica a las ambulancias, que funcionan con un sistema aparte. Incluso teniendo seguro, te pueden dejar tirado en la misma puerta si el hospital de turno está saturado de pacientes en ese momento.
Estas situaciones de desatención son relativamente habituales en Japón. Les ocurre a los propios japoneses (durante la pandemia de Covid-19 saltaron montones de casos a la prensa), así que figúrate lo que cabe esperar si una ambulancia se encuentra con que tiene que recoger a un turista extranjero sin seguro médico…
Por todo esto, si planeas pasar un tiempo en Japón, te conviene estar bien cubierto. Un buen seguro de viaje siempre te va a allanar el camino: si pasa cualquier cosa, sabrás exactamente a qué centro sanitario acudir, con la seguridad de que allí te van a atender sin problemas.
Otros seguros a tener en cuenta, y con su debido descuento:
El sistema japonés se parece más al norteamericano que al que tenemos en Europa. Hay pocos hospitales públicos, y los centros de medicina general también escasean. Casi todo son pequeñas clínicas privadas, a menudo centradas en una sola o unas pocas especialidades médicas.
O sea, que si tienes un problema de oído, vas a tener que buscar un otorrino. Si te duele el estómago, te tocará encontrar una clínica de gastroenterología. Y así con todo. Japón no te pone las cosas fáciles.
Por suerte, teniendo seguro médico vas a poder acudir tanto a clínicas privadas como a hospitales públicos, sin distinción ninguna. En todas vas a pagar lo mismo: el 30% de los gastos de atención.
Claro que, en la medida de lo posible (y si lo encuentras), siempre conviene ir a un hospital más o menos grande. Allí tendrán médicos de distintas especialidades, buenos equipos y mejores servicios. Las clínicas privadas, por el contrario, pueden ser bastante cutres.
Pero tampoco hay que asustarse. En general, el nivel sanitario en Japón es alto. El trato del personal es exquisito, las instalaciones siempre están limpias e impolutas, y los equipos suelen ser bastante modernos.
Eso sí, quitando ciertos grandes hospitales en Tokio, no esperes que te hablen en inglés. Algunos médicos sí que pueden llegar a chapurrear algo, pero la inmensa mayoría del personal de recepción y enfermería solo son capaces de comunicarse en japonés.
En realidad, la atención primaria japonesa no es excesivamente cara. Aunque tuvieras que pagarla entera, una simple consulta médica no te va a arruinar. Ahora bien, como haya que hacer pruebas, radiografías, etc., los costes se empiezan a disparar.
Lo peor, como cabe suponer, son los gastos de hospitalización. Si te tienen que ingresar, ahí la clínica de turno aprovechará para hacer el agosto. Los hospitales nipones son famosos por prolongar las estancias de sus pacientes lo máximo posible, para poder cobrarles más. Es la base de su negocio.
Aunque al tener un seguro tengas que hacerte cargo del 30% de los gastos médicos, también se supone que hay un tope máximo que estás obligado a pagar. O sea, si se trata de una enfermedad grave y el tratamiento se prolonga, llegará un momento en el que se rebase ese tope. A partir de ahí, los gastos correrán a cargo del seguro, y el paciente no tendrá que abonar un yen más.
Lo mismo vale para las medicinas, que son más bien caras. Con un seguro, solo pagas el 30%. Y, por supuesto, olvídate de ir a una farmacia a comprar una simple aspirina si no tienes receta médica. Cremas antiarrugas y pasta de dientes, te las venden sin problema. Pero medicinas, ni hablar. Esto es Japón. Aquí las normas se siguen a rajatabla.
Para adquirir cualquier medicamento, tienes que haber ido antes al médico para que te dé la receta de rigor. Y, para eso, como ya hemos explicado, necesitas un seguro médico sí o sí.
Nuestro consejo es que un buen seguro de viaje, ligado a clínicas de renombre donde te atiendan a la mayor brevedad posible en caso de cualquier percance, te va a hacer la vida mucho más fácil. Y te va a ahorrar tanto dinero como quebraderos de cabeza.
Como ves, Japón no es un país sencillo. En caso de tener cualquier percance, para un turista no es cosa fácil obtener atención médica. Hasta un simple catarro puede suponer una complicación.
Sin saber japonés, no es sencillo dar con un hospital o una farmacia. Además, en las grandes ciudades (Tokio, Osaka, Nagoya) hay tal variedad de oferta sanitaria que puede dificultarte aún más las cosas a la hora de elegir un centro al que acudir.
Si para los extranjeros que viven en Japón (y tienen un seguro médico local) la cosa ya es complicada, en el caso de un viajero que simplemente está de paso la situación puede llegar a ser más que abrumadora.
Cuando tienes un problema de salud, lo último que quieres es tener que lidiar con todas estas incógnitas. Lo que necesitas es que te atiendan lo más rápidamente posible, sin volverte loco dando vueltas de un lugar a otro. Y tener bien claro el dinero que te va a costar.
Y para eso, lo mejor es contar con un seguro de viaje, que te tenga bien cubierto y te indique claramente adónde debes acudir en caso de que algo te suceda.
Como dato final te dejo otros seguros a tener en cuenta, y con su debido descuento, por si deseas comparar: