El templo de Tanah Lot, que se erige sobre una formación rocosa en medio del mar, era uno de los destinos que teníamos apuntados en la agenda para visitar sí o sí en nuestro viaje a Bali. Habíamos leído mucho sobre él y sabíamos que no nos defraudaría y, sinceramente y a pesar del cúmulo de turistas, así fue.
Su nombre en lengua balinesa significa «tierra en medio del mar», y cuando te acercas y le das un ojo rápidamente descubres por qué. Incrustado literalmente dentro del mar, la acción erosionadora de la marea ha moldeado con el paso del tiempo la base de esta maravilla para los ojos.
El templo de Tanah Lot está situado a unos 20 kilómetros de Denpasar (capital de Bali), en la costa oeste y próximo a Kediri, a una media hora en coche de Kuta. Lo mejor es ir con vuestra propia moto alquilada, como hicimos nosotros, aunque de todos modos si preferís un modo más al uso podéis subiros a un “bemo” público pero no os extrañéis si el conductor os sube el precio, para variar…
Pero si te acercas hasta aquí seguramente empezarás la visita por el Pura Batu Bolong, otro templo que se encuentra en lo alto de un acantilado y del que tendrás mejores vista cuando emprendas el trayecto hacia el mismo templo de Tanah Lot. Aunque no esté permitida la entrada al interior bien merece una visita.
Visto el Pura Batu Bolong hay que poner rumbo, siguiendo a la gente, hacia el Tanah Lot. El camino es fácil y la recompensa ya te aseguro que merece la pena.
Se dice que el templo de Tanah Lot se construyó en el siglo XV gracias a la iniciativa de una sacerdote llamado Nirartha, quien, al descubrir el islote formado por esta grandiosa roca lo consideró un lugar sagrado en donde debían levantar un templo para rezar a los dioses.
Desde entonces el templo de Tanah Lot forma parte de la mitología balinesa. De hecho, según las creencias populares este templo está protegido de espíritus malignos e intrusos por serpientes venenosas situadas en la base de la roca y que también lo protege una serpiente gigante.
En 1980 parte del templo de Tanah Lot empezó a desmoronarse, por ello, el gobierno de Japón realizó un préstamo al gobierno de Indonesia de 800 billones de rupias para así poder restaurarlo.
Enfrente hay un camino ascendente y sobre un acantilado encontramos unos restaurantes muy agradables desde donde se puede contemplar una maravillosa vista del templo y degustar comida más que decente.
Puedes visitar éste y otros lugares en diferentes excursiones. Te dejamos un par para que escojas el que más te guste: