América no sería América y México y Guatemala tampoco serían lo que son hoy de no ser por la existencia de una cultura que desde el año 2000 antes de Cristo dejó su impronta y sabiduría en este privilegiado enclave caliente del Atlántico, también llamado mar Caribe.
La cultura maya ha sido de gran importancia en el desarrollo de las civilizaciones, por sus aportaciones en los campos de la escritura, las matemáticas, la astronomía, la creación del calendario más preciso, sus técnicas agrícolas y por supuesto la arquitectura.
Y es precisamente esto último, la impresionante arquitectura maya diseminada (y tan bien conservada) por todo el Yucatán mexicano y su maridaje perfecto con el mar turquesa, sus playas y la rica gastronomía lo que hace de la Rivera Maya uno de los destinos más deseables del planeta.
A este bonito pellizco del continente americano se va a nadar y bucear, a tomar el sol y tumbarse en la playa, a comer y beber de lo lindo, a navegar, a bailar y por supuesto a disfrutar de los yacimientos arquitectónicos de esta cultura precolombina.
México es un país inabarcable y hay tanto qué ver y hacer en él que lo mejor es dividirlo por zonas para poder disfrutarlo, tal y como ya os dijimos en la guía que lanzamos sobre el país norteamericano.
Dentro del apartado de Caribe y el Sur, os ofrecemos ahora una detallada guía sobre la Riviera Maya, uno de los destinos turísticos más deseados del continente americano.
Toda la franja este de la Península del Yucatán, esa que va de norte a sur, de Cancún a la frontera con Belice, bañada por las aguas del Caribe, ofrece un maridaje perfecto entre playas y fondos marinos de ensueño, cultura maya con yacimientos y pirámides que te dejan sin aliento, pueblos y ciudades de arquitectura colonial y una gastronomía que mezcla sin prejuicios las herencias de los mayas milenarios (cochinita pibil o Poc Chuc) con la comida yucateca (panuchos y salbutes) y mexicana (tacos, tamales y ceviches).
No me digáis que no apetece darse un buen garbeo por aquí, ya sea en coche alquilado, en autobuses ADO, minivans, moto, bicicleta o navegando un poquito. Que cada viajero lo adapte a sus tiempos, su estilo y su presupuesto, hay infinidad de opciones y aquí os las vamos a explicar.
Esas lenguas de arena más al norte, cerca de la isla de Holbox, en playa Blanca, bajar camino del sur previa parada en Valladolid y las pirámides de Chichén Itzá, ese paso por Isla Mujeres, Cozumel, los yacimientos maya de Cobá y Tulum, los cenotes con sus cuevas y sus fondos de agua dulce, la naturaleza desbordante e inhóspita de Punta Allen y la laguna de los siete colores de Bacalar.
Y cómo no sus gentes, esas mezclas culturales entre indígenas, criollos y la bondadosa negritud que trajeron a estas tierras los pobres esclavos, con sus ritmos musicales y su perenne sonrisa. Toda esta mixtura es ahora pura cultura del Yucatán, alma y savia de esa mexicanidad que da cobijo a 130 millones de habitantes.
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La Riviera Maya se puede visitar en cualquier época del año, pero el periodo idóneo para hacerlo es entre los meses de diciembre a mayo, porque el clima es más agradable, hay pocas lluvias, menos turistas y se puede disfrutar plenamente de las playas y las actividades al aire libre..
Es a partir de junio cuando empiezan las fuertes lluvias propias de los climas ecuatoriales en su estación húmeda y pueden llegar las tormentas tropicales y, en el peor de los casos, los huracanes.
Otro factor importante a tener en cuenta, sobre todo para aquellos que van buscando esencialmente mar y playa, es la presencia del sargazo, esas incómodas y amarronadas algas que las corrientes marinas llevan a las playas entre los meses de abril y septiembre.
No siempre llegan pero el temor está ahí porque cuando llegan hacen inviable el baño en las playas y el disfrute del esnórquel. El estado de Quintana Roo ya ha tomado medidas como la extensión de mallas submarinas en algunas playas para impedir que las feas algas alcancen la playa.
Pero lo que hay que tener claro, sea como fuere, es que a la Riviera Maya se puede ir en cualquier momento del año. Puede que por las lluvias o el sargazo no puedas bañarte algún día en la playa, pero hay tantas cosas que hacer y visitar en la zona (cultura y yacimientos maya, ciudades y pueblos coloniales, ruta de restaurantes por su tremenda gastronomía, fiestas, celebraciones y marcha nocturna…) que aburrido en el hotel no te quedarás.
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La principal vía de entrada a la Riviera Maya desde cualquier parte del mundo es el aeropuerto internacional de Cancún, ubicado a unos 16 kilómetros del centro de la ciudad.
Es uno de los principales aeropuertos de toda América Latina y el principal del país norteamericano junto al de la capital, Ciudad de México. Tiene tal afluencia de frecuencias de vuelo desde todo el continente americano y desde Europa que cada año recibe más de 30 millones de pasajeros, la mayor parte de ellos extranjeros.
La mayoría de las compañías estadounidenses, canadienses, europeas y de todos los países latinoamericanos operan vuelos a Cancún, de ahí que los precios y las opciones para volar sean muy competitivos. Y si se opta por ir en temporada no turística precios más atractivos aún.
Una vez llegados al aeropuerto hay muchas opciones para llegar a la ciudad de Cancún o a Playa del Carmen, los dos centros neurálgicos de la Rivera Maya. Transporte privado, taxis oficiales, autobuses ADO y alquiler de vehículo os permitirá desplazaros por la zona sin problema para llegar a vuestro destino.
Si se vive en México, la mayoría de los turistas y visitantes nacionales que van a Rivera Maya lo hacen también en avión porque el país está muy bien conectado a través de sus muchos aeropuertos, pero también se puede llegar en autobuses de larga distancia y en coche privado, porque las autopistas para llegar son buenas (y algunas caras).
En los últimos dos años además se han puesto en servicio algunos tramos del tren maya, que algún día unirá el estado de Chiapas (con las ruinas de Palenque como referencia y estación de inicio) con Cancún atravesando toda la Riviera Maya.
Ya se puede viajar de Cancún a Tulum (tramo Caribe 2) en el tren maya, porque esa línea sí está en operación. Para el resto habrá que esperar.
Para aquellos viajeros que se estén moviendo por los países más turísticos del Caribe o de Centroamérica, hay que tener en cuenta que hay también muchas opciones para volar a Cancún y son de radio corto o medio, como son el caso de Cuba o Costa Rica.
Desde Guatemala, el otro gran país con la mejor herencia maya, la opción más recomendable (yo lo hice así) es en autobús o minivan saliendo desde Guatemala, cruzando Belice y entrando por el sur de la Rivera Maya, concretamente por Chetumal, la capital de Quintana Roo.
Lo más probable es que la llegada del viajero se produzca por Cancún, uno de los aeropuertos turísticos más importantes del mundo, que gracias a la cantidad de frecuencias y conexiones que ofrece permite conseguir unos precios de vuelos muy competitivos.
Nada más llegar nos tocará darnos un pequeño homenaje de bienvenida, que bien podría ser la cochinita pibil, su platillo más emblemático de herencia maya, convenientemente refrigerado con un margarita o una rica chela, ya sea en un puesto callejero o en un restaurante.
Podemos decir que ahora sí comienza nuestro viaje por la Riviera Maya. En esta guía nos vamos a centrar en esa franja alargada de norte a sur del caribe mexicano, en el estado de Quintana Roo, con las incursiones correspondientes hacia el interior en la búsqueda de los principales yacimientos y las ciudades coloniales.
Y todo ello sin olvidarnos de las bellas islas del Caribe (Cozumel, Mujeres, Contoy y Holbox), a las que hemos dedicado esta guía detallada. Daremos un orden geográfico a nuestro viaje para que cada viajero lo adapte a sus tiempos, gustos y medio de transporte preferido.
Al norte de Cancún bien merece una visita la playa Isla Blanca, una estrecha lengua de tierra poco concurrida y de gran encanto. La otra opción al norte es dirigirse a Chiquilá para tomar el ferry a Holbox, pero eso lo explicamos en el texto de las islas.
A la vuelta al centro neurálgico del estado de Quintana Roo, que no es la capital; Chetumal sí lo es, nos toca apostar por lo seguro. Carretera directa a Valladolid, un pueblo grande o ciudad pequeña donde la arquitectura colonial española es de las más bonitas de México.
Muy poca gente hace parada aquí (es uno de los pueblos mágicos en México) porque contratan la excursión directa a las pirámides de Chichén Itzá. Merece la pena darse un baño de mexicanidad auténtica yucateca, pasar aquí una noche, dormir en un hotel con encanto (los hay muy baratos), darse unos paseos y a las 21.00 horas sentarse en la explanada para ver el espectáculo de luces y colores repasando la historia del país sobre la fachada del convento franciscano.
Al día siguiente nos vamos directos (ojito a la autopista que es carísima por ser tan turística y traer todos los días a miles de ‘all included’ con pulserita de Cancún) al yacimiento arqueológico maya más conocido a nivel internacional.
Es muy bonito y está muy bien conservado, pero es caro y siempre está llenísimo de gente. Lo mejor es ir a última hora y disfrutar de su belleza y su paz, con esa maravillosa pirámide de Kukulcán apuntando al cielo estrellado.
No os preocupéis, vamos a ver otros yacimientos maya por el Yucatán mejor o peor conservados, pero igual de auténticos y con menos gente. Os iré contando. Podemos hacer una excursión a Mérida, una de las ciudades más atractivas, seguras y acogedoras de México (capital del estado de Yucatán), pero de ella hablaremos en otra entrada por merecérselo por sí misma.
Así que mejor volvemos por la autopista camino de Playa del Carmen. Aunque previamente podremos haber disfrutado de uno de los mejores cenotes de todo el Yucatán. Nos cuentan los historiadores, geólogos, planetólogos y muchos otros ‘…ólogos’ que hace 65 millones de años un meteorito de 10 kms de diámetro impactó en la Tierra, se cargó a los dinosaurios y nos regaló esas bellezas naturales llamadas cenotes o cavernas de agua y abismo, en la lengua maya.
Son esos profundos pozos de agua dulce que dejan entrar el sol. Nadar en ellos, bajarlos en apnea o bucearlos a través de sus cuevas, estalactitas, entrantes y salientes es algo impresionante.
En el año que le dediqué a México aprendí a hacer apnea en algunos de ellos, es tremendo dejarse caer a plomo por la línea de fondo en agua dulce y parar por prudencia cuando tus pulmones te avisan para retomar camino de vuelta hacia la luz.
Os recomiendo ir a visitar el cenote Ik Kil, a solo tres kilómetros de Chichén Itzá. Pero hay tantos en Yucatán (dicen que 2.400, bastantes de ellos visitables) que no nos faltarán en nuestro periplo por la Riviera Maya.
Y de vuelta al Caribe hacemos parada en Playa del Carmen, un destino que está saturado, sus playas no son tan bonitas y turquesas como las de Cancún y el resto de la Riviera, pero es una buena base de operaciones para comer rico, salir de juerga, bailar mucho y desde ahí subir hacia Puerto Morelos.
Es una tranquila y perezosa ciudad costera, con playas de ensueño y muchas opciones hoteleras, ideal para descansar un día, hacer esnórquel, visitar algunos cenotes y comer rico marisco, ceviches o aguachiles.
De bajada también hacia Playa del Carmen, donde se pillan los ferries a la isla de Cozumel, la más auténtica de todo el Caribe mexicano, podemos parar en la Playa del Secreto, en Playa Paraíso o en Punta Maroma. Son todas estas paradas agradables, tranquilas, muy mexicanas pero con turistas, con un equilibrio casi perfecto. Yo me lo hice todo en moto varios días y me encantó, pero se puede también disfrutar en uno o dos días tranquilamente.
Una vez amortizada la ciudad de Playa del Carmen y su ajetreo toca poner proa al sur, camino de Tulum, donde ya el panorama de la Riviera Maya va cambiando. En un principio nos toparemos con el Parque de Atracciones Xcaret, que gusta a mucha gente y a otra gente no tanto. Yo nunca lo he visitado, pero sé y me han dicho que es una opción muy divertida y disfrutona para hacerla en familia o con amigos, así que ahí os lo dejo.
En el camino hacia el sur yo pararía un día en Akumal, una playa y unos fondos marinos maravillosos, con algún cenote en el entorno y con esnórquel con tortugas (por favor, si lo hacéis no toquéis ni persigáis ni estreséis a estos maravillosos reptiles marinos con ojos y carita de buena gente).
Y ya por fin llegamos a Tulum, que ya no es lo que era (perdón por el topicazo). Es verdad que este paraíso playero estaba casi sin explotar hasta hace unos 15 años, pero claro ya sabemos lo que pasa con la Riviera Maya y cómo la presión turística va bajando hacia el sur.
De Cancún a Playa del Carmen y ante tanta saturación el siguiente destino a explotar ha sido Tulum, cuya larga y paradisíaca línea de playa está ya copada, en más del 90%, por hoteles y mansiones privadas que no te permiten acceder a la playa. Así están las cosas por Tulum, pero sigue siendo un sitio con tanto encanto y con tantas cosas que hacer y disfrutar que merece, y mucho, la pena ir y parar unos días.
Sus ruinas mayas frente al mar son pequeñas pero especiales, están literalmente construidas sobre el agua turquesa del Caribe. El pueblo, ya convertido en ciudad, tiene muy pocos edificios altos, no está urbanísticamente destrozado como Cancún o Playa del Carmen, todo sigue siendo bajo y abarcable, se puede hacer todo andando o en bicicleta.
Hay todo tipo de opciones para dormir (muchos hostels baratos para los más mochileros y villas ‘fancy’ de cuatro o cinco estrellas), infinidad de sitios para disfrutar de la mejor comida mexicana (espectaculares la marisquería El Camello Jr. y los Antojitos La Chiapaneca), pero también hay cocina internacional. Y su oferta nocturna no se queda corta, no os vais a aburrir.
Os recomiendo saliros un poco del centro más turístico andando un kilómetro o algo así y disfrutaréis de mucho ambiente local, con pequeños restaurantitos y puestos callejeros. Ir a las playas de Tulum es una odisea, porque tenéis que preguntar dónde están los accesos libres, dado que la mayor parte de la línea de playa ya es privada.
Una vez encontrados los pequeños y estrechos accesos llegáis a la playa de belleza espectacular, pero ay de ti si se te ocurre ir por tu cuenta haciendo esnórquel para ver las tortugas y rayas que habitan en su arrecife a menos de un kilómetro de la playa.
Yo lo hice y no contraté la excursión de cinco minutos en lancha y vinieron literalmente a por mí en una barquita, eran tres tipos que me amenazaron con denunciarme ante la policía por nadar en aguas abiertas sin haber pagado el ‘impuesto revolucionario’. Me tragué sin más problema el poco orgullo que tengo, les pedí perdón para evitar males mayores, y les dije que jamás volvería a hacerlo.
Desde Tulum es muy recomendable ir al Cenote Dos Ojos, a la zona arqueológica de Cobá, pero sobre todo a la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an, a la que se puede bajar dirección sur en moto, en bicicleta, en minivan o coger una lancha desde el centro de visitantes, que fue lo que yo hice, todo un periplo a toda velocidad entre los manglares viendo cocodrilos y pura naturaleza.
Y así se llega a Punta Allen, uno de los sitios más o menos inhóspitos y auténticos de la Riviera Maya. Es un pueblo pequeñito medio destartalado con hoteles boutique y casas familiares baratas y acogedoras. Sus habitantes se dedican a pescar marisco, así que imaginaos la calidad de la comida marinera que hay en el pueblo.
Y también a organizar salidas en lancha para hacer esnórquel o buceo por la barrera de coral (desde Cozumel hasta Honduras, pasando por Punta Allen, se extiende bajo el agua la barrera de coral Mesoamericana, con toda su rica vida marina).
Además hay toda una reserva de anidamiento de aves, tuve la suerte de ir a la isla de San Juan y ver en directo a esas bellas aves llamadas fragatas, al más puro estilo de las islas Galápagos de Ecuador, la garza pelirroja, el águila pescadora, la espátula rosada o chocolatera y los pelícanos.
Fue toda una feria de colores y pura naturaleza por tierra, mar y aire. De hecho, lo más impactante fueron las aves en sus propios hábitats y poder visitar Punta Culebra, con paradas puntuales para hacer esnórquel y disfrutar del baño en playas de arena blanca y fondos de ensueño. Os juro que no exagero, si vais a Tulum no os perdáis Sian Ka’an y Punta Allen.
Para salir de Punta Allen hay que volver a Tulum. En el pueblo el boca a boca funciona perfectamente y es cuestión de coordinar con un taxista que lleva a la gente local y si hay plazas también a ti. Yo lo hice con el señor Germán, al que todos conocen, me hizo un hueco y me cobró precio local, no de turista.
Para seguir hacia el sur es recomendable acudir a la oficina del Sindicato de los Tiburoneros (sic) desde donde salen las minivan para Mahahual, con parada previa en Limones.
Estamos en lo que hasta hace poco era un pueblo perdido al sur de la Riviera Maya, al que por arte de birlibirloque un día llegó una mole flotante de no sé cuántos pisos plagados de camarotes. Hete aquí que se había construido un pantalán gigantesco para que los cruceros puedan parar aquí a descargar a sus hordas evitando así Cozumel, donde es más caro atracar y la saturación es mayor.
Así que ahora Mahahual sigue teniendo mucho encanto, os lo aseguro, y también buen buceo, pero varias veces a la semana llegan por unas seis horas los turistas de los cruceros. Desde aquí ya nos queda poco que ver de la Riviera Maya, pero hay una perla escondida que está muy cerca de la capital Chetumal y de la vecina Belice, ex colonia inglesa.
Estamos hablando de Bacalar, ese pueblito sureño al que los dioses mayas o vaya usted a saber quién premió con la laguna de los siete colores, uno de los sitios más bonitos de México.
Un pueblo mágico que hasta hace unos diez años no conocía casi nadie, casi no estaba en el mapa aunque cuando los españoles llegaron a él construyeron allí un fuerte, que aún se conserva parcialmente, para defender la posición ante los piratas ingleses que entraban por el sur desde Belice.
Recuerda Bacalar al pueblecito de Doctor en Alaska, pero con clima caribeño. El día a día transcurre cadenciosamente lento, casi esponjoso. Se sale a pasear por las calles (unas empedradas, otras asfaltadas y muchas en modo terroso) sin rumbo alguno para acabar en algún punto a la orilla de la laguna, que por estar un poco por encima del nivel del mar (ocho metros) jamás recibe agua salada del cercano Caribe.
La laguna es navegable y nadable, cristalina y de colores cambiantes. Hay pequeños veleros y motoras que llevan a los turistas de un lado para otro, pero también se puede alquilar pádel surf y subirse en tabla grande. Hay varios cenotes en el entorno (el de la Bruja es oscuro y peligroso, el Azul es profundo y facilita la apnea en bajada vertical, el Esmeralda es cónico a la perfección y el Cocalitos, tranquilo).
Hay mucha oferta de hostels y hostales baratos porque aquí llega mucho mochilero y pocos fresitas (pijos), hay todo tipo de restaurantes y mercados, se pueden hacer rutas a pie, a nado y navegando, incluso a los rápidos del río que alimenta la laguna.
Los lugareños están muy orgullosos de que su laguna mantenga vivos y se mantenga viva gracias a los estromatolitos, unos seres vivos paleolíticos que al estilo coral forman estructuras vivas que parecen grandes rocas, hacen la fotosintesis y generan oxígeno.
Bacalar es un sitio ideal para terminar unas vacaciones por la Riviera Maya. El día es plácido y entretenido, con todo tipo de actividades en torno a la laguna; la noche divertida y bailonga, llena de antros (bares en mexicano) con música en directo, de cumbia a salsa pasando por rock y reggae.
Dicen que en los alrededores de la laguna vive una colonia de cocodrilos que nunca han pasado a la zona turística. Más cerca del mar, en la bahía de Chetumal, la capital de Quintana Roo, sigue viviendo una colonia de 150 manatíes que hacen las delicias de los viajeros.
Otro de los atractivos adicionales de Bacalar es la colonia de menonitas que vive y preservan sus ancestrales y estrictas tradiciones y se dedican a vender productos agrícolas, hacer quesos y panes ecológicos. Son ellos muy antitecnología y se siguen desplazando en carros tirados por caballos.
Llegaron a México huyendo de Europa cuando fueron perseguidos, es gente tranquila y educada pero jamás se mezclan con los locales. No hablan español, puede que algo de inglés, aunque la mayoría de ellos son de procedencias germánicas.
Si somos capaces de escapar de los encantos de Bacalar y nos sobran aún dos días la mejor opción es poner rumbo hacia la frontera norte de Guatemala para llegar a Xpujill, pueblo supersticioso plagado de duendes y extraños dioses que casi todos han visto. Te lo confirman sin titubeos, han visto y conocen todo tipo de historias que han protagonizado esos seres pequeñitos que solo ellos, y son muchos, ven.
Muy cerca están las hermanas pequeñas de las impresionantes pirámides mayas de Tikal, las más importantes de Guatemala. Están en la región del Petén y aquí, al otro lado de la frontera, sur de México, están las de Calakmul, de las que solo se ha descubierto el 10% o 15%.
Son impresionantes y casi nadie viene a verlas por estar tan apartadas de todo. Pertenecen al estado de Campeche y yo las visité y las subí (al no ser turísticas ni estar superexplotadas te dejan subir a todos lados).
Es aquí donde bien podríamos dar por cerrado nuestro viaje por la Riviera Maya, que como podéis comprobar son mucho más ricas y atractivas que la que se ciñe a los circuitos turísticos de Cancún, Playa del Carmen y los resorts todo incluido.
Es al la cantidad de tours y activiadades que se pueden realizar en Riviera Maya que, a falta de un completo artículo que estamos preparando, os dejamos las más habituales:
Explorar el fondo marino es una actividad fascinante y para muchos también inquietante. El simple hecho de ponernos unas gafas de buceo y mirar lo que hay debajo del agua nos descubre todo un mundo nuevo de colores y formas de vida desconocidas.
Pero ese mundo se tiene que cuidar y respetar, así que si estás planificando un viaje en el que puede que incluyas la opción de hacer snorkel y no quieres que tu presencia tenga un impacto negativo en el ecosistema, quizás te interese lo que te cuento en el link anterior, lo que he aprendido que es un buceo responsable (con botella o sin ella).
Como buen destino turístico internacional, vamos a contar con una amplia oferta hotelera en todos los rangos de precio y calidad de servicios. Famosos son los hoteles resort y su producto estrella, el ‘todo incluido’.
Los hay grandes, muy grandes, a pie de playa en el área de Cancún y Playa del Carmen, pero en los últimos 20 años se han ido diseminando como lluvia fina por todo el litoral del Caribe mexicano, desde isla Blanca en el norte hasta casi Chetumal, la capital de Quintana Roo que ya linda con la frontera con Belice.
Estos resorts también han tomado Tulum y sus alrededores, si bien aquí se han cortado un poco y aunque acotan la playa e impiden la entrada a los que vamos por libre, al menos se han construido a baja altura y respetando, más o menos, su entorno natural.
Te dejamos un artículo bien completo sobre hoteles en Riviera Maya para que, según donde quieras alojarte, tengas a tu disposición algunas ideas. Sin desperdicio.
A la Riviera Maya se viene a disfrutar de la playa, el sol, el mar, la cultura maya y mexicana, su comida, sus tragos y sus músicas populares, con la cumbia como abanderada.
Y para ello desde Conmochila os recomendamos que no os quedéis anclados en un solo sitio, que no os hospedéis todos los días en el mismo hotel, sea o no ´todo incluido´, porque eso os limitaría el viaje, la movilidad y el conocimiento del destino.
Mucho mejor es ir reservando a medida que vamos avanzando, hay tantas y tantas opciones para dormir que será fácil reservar a través de nuestras aplicaciones online preferidas.
Es más, yo que me he trillado esta zona conduciendo coche alquilado y usando buses y combis, a veces he utilizado el boca a boca, el preguntar al llegar al destino, habiendo hecho previamente un barrido a través de internet. Se pueden conseguir sitios para dormir con más o menos encanto a precios locales nada turísticos.
Así que movamos el culo y decidamos cómo movernos. Alquilar coche no es barato en Riviera Maya, pero si viajan dos o más personas ya compensa, es el sistema más flexible para llevarnos a cualquier rincón y además sobre buenas carreteras (aquí las hay por ser zona turística), aunque tened cuidado porque hay autopistas que son caras. Un de ellas la que une Cancún con Chichén Itzá y después Mérida, por ser una de las rutas más turísticas.
Creo que la opción del coche alquilado es la más adecuada pero para muchos seguro que es más cómodo contratar transportes privados y por supuesto usar los autobuses de la zona, operados por la compañía ADO, el líder de la zona.
También podéis usar las miles de combis o vans (furgonetas de 12 a 14 pasajeros) que como una malla llegan a casi todos los rincones de la Península del Yucatán y suelen ser bastante baratas. Iréis un poco apretados en ellas, pero así os mimetizaréis con la vida mexicana viajando en modo local.
Y para los más aventureros os dejamos la opción de moverse en moto o también en bicicleta.
Llevad siempre efectivo. Madre mía con esa moda que tanto triunfa ahora en España y que a mí me hace gracia cuando llego de vuelta de la Conchinchina, tengo ya unos cuantos amigos que presumen de no llevar nunca efectivo.
Háganlo queridos míos en México cuando en los puestos callejeros, donde es tan necesario y recomendable comer, o al tomar una minivan o en el trato con la policía te pidan que pagues en pesos y tú les digas que te saquen el datáfono.
Además de hacer el supino ridículo, una moda muy española y europea, estarás ante un grave problema y acabarás yendo al cajero como un tonto, pagando la comisión que te mereces y además soltando billetes de esos que tanto gustan a la policía corrupta y otros especímenes.
Y para comer y beber, hagan calle y si se tercia restaurantes. A México, como a otros muchos países latinos, se le devora haciendo lo que hacen los locales. Allá donde fueres haz lo que vieres.
Comida callejera siempre, sin miedo, puedes ver en directo cómo te preparan los platillos o los tacos y oler cómo lo cocinan, y si no te fías te vas a otro lado. Es una gozada ir probando las decenas de guisos y platillos que mezclan la comida maya, sus guisos bajo tierra (el tradicional pib, un horno bajo tierra), los tacos, las tortas (nuestros bocadillos), los salbutes, panuchos, tamales, todo siempre con mucha carne y aceites saturadas, de eso es difícil librarse, pero también hay opciones más suaves y hasta vegetarianas.
Y mucho aguacate, mucho ajitomate, verduras, mariscos mejor o peor tratados ceviches y aguachiles. Y siempre hablad con ellos, decidles que no atiborren lo que pidáis de salsas, que os las pongan al lado y ya vosotros decidís. Porque ojito con el picante en México, como ya sabéis, no os cuento nada nuevo.
No son los mexicanos muy de respetar la materia prima, les da igual que les pongas un buen atún o un buen corte de carne de res, que los tienen muy ricos y muy variados, porque a ellos les va mucho eso de atiborrar todo de salsas para luego no saber ni importarles realmente lo que te estás comiendo.
Así que la recomendación es que siempre, al pedir, aviséis al o la cociner@ qué grado de picante queréis y que preferís hacerlo por vuestra cuenta, ya sobre el plato servido. Y hacedlo con la mejor sonrisa y educación para que no moleste a nadie, los mexicanos están tan orgullosos de su cultura y su gastronomía que lo mejor es perfil bajo y sonrisa. Ellos son encantadores y lo entenderán, aunque lo considerarán una turistada.
Bebidas y musicón, en México, lo que queráis. Hay cervezas (chelas) fuertes (Negra Modelo y muchas artesanales) y muy suaves, algo lógico en climas tropicales como el del Caribe. Sabed que ellos el tequila y el mezcal lo toman con la chela antes de comer, son aperitivos, no son orujos que se toman después de comer. Aunque por supuesto estos aromáticos alcoholes mexicanos se pueden tomar cuando a uno le plazca, a cualquier hora del día.
Y cócteles tendréis de todos los tipos y a buenos precios. Hay jugos (zumos) naturales y muchos refrescos superazucarados, entre otras cosas, para los que no toman alcohol. Y nunca os faltará una buena fiesta nocturna o una celebración diurna en fin de semana, se trabaja mucho en México pero el fin de semana se disfruta a lo grande.
Y tú como visitante lo más recomendable es que te dejes llevar y no te cortes en bailar cumbiones o taconear bien duro para seguir los ritmos norteños o sus músicas más populares. Te lo vas a pasar chico, padrísimo y chingón.
Hay que tener en cuenta cuando se viaja a México el tema de la seguridad y cumplir, por nuestro propio bien, unas sencillas normas de prudencia. Ser cariñoso, simpático y respetuoso siempre con toda la gente, los mexicanos son muy simpáticos y agradables, y la mayoría de ellos muy muy buenos y hospitalarios.
Pero el problema es que México es un país con altas cotas de violencia y crimen organizado.
En la Riviera Maya casi ni se nota y todo es muy tranquilo, al turista ni se le toca. Pero ojo porque la mayoría de los policías pertenecen por decisión propia o por obligación al negocio, así que con ellos siempre afables y sin enfrentamiento. Nunca os saltéis las reglas porque habrá que pagar la coima para solucionarlo.
Eres conocedor de que existen otras compañías de seguros en el mercado y, puede que incluso suelas viajar con ellos, así que hemos conseguido un descuento con Chapka Seguros y también con Intermundial para que tengas un pequeño ahorro si los contratas desde aquí.
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Te dejamos un mapa con todos los puntos de interés de los que te hemos hablado en esta guía. [Haz click en la imagen y te llevará a una nueva ventana de google maps]