La mejor guía para un viaje a México
Cómo abarcar un país con cuatro husos horarios, 32 estados, 127 millones de habitantes, tres sierras madre, dos océanos, 11.000 kilómetros de costa, 3.152 kilómetros de línea fronteriza con el vecino del norte, 39 lenguas autóctonas y una diversidad étnica, paisajística y gastronómica que dan vértigo.
México te desborda por los cinco o seis sentidos, es visceral en su atracción, en sus colores, sus olores y sabores, sus sonidos, sus tradiciones y sobre todo en su diversidad.
Playas caribeñas y del Pacífico, fondos coralinos, selvas húmedas y aguerridos desiertos, altas montañas y volcanes nevados en activo, culturas ancestrales como la olmeca, maya, mixteca, azteca o tarahumara que dejaron su legado arqueológico y sus impresionantes pirámides, bellísimas ciudades herederas del periodo virreinal, movimientos artísticos de vehemente intensidad y colorismo y esa comida identitaria que inunda plazas y mercados y hace las delicias de todos los viajeros.
ANTES DE IR
Notas del autor
Cojamos la mochila para devorar palmo a palmo y plato a plato, a golpe de buenas cumbias y al calor y color de su fiestas, uno de los destinos más auténticos del planeta.
Os propongo dividir este gran viaje en tres zonas (Caribe y Sur; Centro y el Golfo; Norte y Pacífico) para poder tener un cierto orden geográfico que nos permita organizarnos mejor, si bien hemos de tener en cuenta que los vuelos internos son generalmente muy baratos y hay tantas conexiones que es muy fácil montarse un viaje a demanda que nos permita conocer lo más interesante de cada una de esas tres áreas.
Además, salpimentaremos esta guía con referencias sociales y culturales de la propia idiosincrasia mexicana que conectarán de forma transversal todas las zonas del país y nos ayudarán más a entender su diversidad pero también la homogeneidad en el comportamiento de sus gentes.
Me he pasado viajando por este sureño país de Norteamérica un año y no ha habido semana en la que no haya dedicado unas horas a almacenar mis notas de viaje para ahora poder compartirlas con vosotros. Espero no haberme dejado atrás ningún rincón de esos que el viajero nunca quiere perderse.
Visado para viajar a México
Si eres ciudadano español no necesitas visado para entrar en México. Solo debes disponer de pasaporte con al menos 6 meses de validez y contarás con hasta 180 días gratis en el país.
Si dispones de residencia permanente (sin importar tu nacionalidad) en España, en alguno de los países del espacio Schengen de la Unión Europea, en alguno de los países miembros de la Alianza del Pacífico, o en Estados Unidos de América, Canadá, Japón o el Reino Unido tampoco necesitas visado.
Para los residentes permanentes de España deben cerciorarse de que su tarjeta de residencia española sea vigente e indique explícitamente, en la parte posterior, la leyenda “PERMANENTE” o “LARGA DURACIÓN”.
Vuelos a México
Para volar barato desde Europa a México hay que apostar por Cancún, que al ser la entrada a lo más turístico del país cuenta con muchísimas conexiones y compañías, con lo cual hay dura competencia entre ellas.
Hay varias compañías españolas ligadas a grandes touroperadores y grupos hoteleros que operan varios vuelos a la semana y que son las más competitivas porque llenan sus aviones con los clientes de sus hoteles ¨todo incluido¨, pero como no suelen llenarlos muchos asientos salen al mercado a precios muy asequibles.
Además, adicionalmente, siempre tendremos las opciones de las compañías tradicionales que vuelan desde España pero también conviene mirar conexiones desde otros países europeos, que a veces convienen.
No seríais los primeros en coger un vuelo de Madrid o Barcelona con destino a Copenhague, u otra capital europea, hacer una escala de dos horas y volar directos a Cancún por un precio más barato que hacerlo directamente desde España.
Un ida y vuelta por Cancún puede rondar desde los 650 (precio barato) a los 900 euros.
Y en temporada baja o media además podemos encontrar ofertas de AeroMéxico a la capital y también a Monterrey, el tercer gran aeropuerto del país, por si nuestro viaje nos lleva por destinos más allá de la Riviera Maya y la Península del Yucatán.
Seguro de viaje
No hace falta que digamos lo importante que es viajar a México con un buen seguro. Fuimos los primeros en ofrecer el famoso IATI Seguros descuento del 5%, pero es que además también dispones de él en Heymondo.
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Cuándo ir a México
La mejor época para ir a México va a depender de las zonas que elijamos para visitar, porque a poco que miremos el mapa de Norteamérica veremos lo casi inabarcable que es, con sus 11.000 kilómetros lineales de costa y sus 32 estados.
México es Hemisferio Norte y tiene verano e invierno (más o menos duros) en el centro y norte, pero su vez es un país en términos generales caliente, con su clima semidesértico en el Altiplano, tropical en su amplia zona caribeña, un Golfo de México que también es eminentemente cálido y un Pacífico central que baña con sus aguas (también cálidas aquí) a más de diez estados del sur y el oeste. Y además está ubicado en zona de huracanes.
En el siguiente link dispones deinformación detallada sobre la mejor época para ir a México.
Tarjeta SIM para viajar a México
Hoy en día encontrar hoteles, guesthouse o restaurantes en México con wifi gratuito es la tónica habitual, aunque también hay quien desea (o necesita) disponer de conexión de manera continuada.
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Moneda de México (peso)
Si vas a poner rumbo a este popular país deberás saber que la moneda de México es el Peso mexicano (MXN) y lo podrás encontrar en billetes y monedas. Su historia es extensa y se remonta a la época colonial, cuando en 1535 se acuñaron las primeras monedas mexicanas durante el dominio del Imperio Español.
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CARIBE Y EL SUR
Yucatán
Comenzamos devorándonos la Península del Yucatán, una de las zonas más cálidas y bellas de México. Nos damos una rica zambullida en las aguas turquesas del Caribe, a ser posible en las playas Linda, Chac Mool o Caracol, y dejamos Cancún camino de Valladolid, una bonita y silente ciudad colonial en medio del Estado que cae de camino a Chichén Itzá.
Son de las pirámides mayas más turísticas por su cercanía a Cancún, están muy bien conservadas pero muy masificadas, tal y como ocurre con las de Teotihuacán, que al estar muy cerca de Ciudad de México son de las más visitadas. Si se dispone de poco tiempo, medio día en Chichén Itzá y la tarde noche para Valladolid.
Holbox
Lejos del bullicio y la intensidad de la Riviera Maya, este isla del norte del estado del Yucatán es tranquila y desde hace años vende su rollito friendly para casi todo. Ideal para pasar un par de días andando por sus calles sin asfaltar, comiendo variado, disfrutando de sus playas y aguas cristalinas (Punta Mosquito y Cayo Coco) y si os atrevéis haciendo kite surf.
De vuelta al continente (Chiquilá), no dejéis de visitar El Cuyo, un pueblito maravilloso con unas playas de ensueño y al día siguiente os podéis hacer la excursión a la Reserva de la Biosfera de Río Lagartos, con sus colonias de flamencos y su gran biodiversidad entre manglares, y de ahí al pueblo de Las Coloradas y sus lagunas de color rosa.
Mérida
En la vibrante capital del estado del Yucatán confluyen sin eclipsarse los patrimonios colonial y maya con un bailongo ambiente nocturno, una variada gastronomía y una amplia oferta cultural. A ella podemos llegar en autobús (empresa ADO), en combi y por supuesto en vehículo privado.
Su centro histórico y los edificios coloniales son espectaculares, así como sus plazas, parques y paseos, no en vano es una de las ciudades más deseadas por los mexicanos para vivir en ella, por su belleza, tranquilidad y seguridad.
Desde Mérida podremos disfrutar de la Ruta Pucc, un recorrido por las zonas arqueológicas mayas al sur de la capital yucateca, que nos llevará a visitar enclaves como los de Uxmal, Kabah o Labná y algunos cenotes escondidos.
Campeche
El estado menos conocido de la Península del Yucatán. Su capital, del mismo nombre, tiene un bonito centro de arquitectura colonial, su cariz portuario ha venido a menos, pero si enfilamos hacia el sur, muy cerca de la frontera con Guatemala, nos encontramos una de los yacimientos prehispánicos mayas más auténticos e impactantes de todo México.
Calakmul era junto con Tikal (Guatemala) y Palenque (Chiapas) uno de los grandes centros de poder maya y eso se nota en sus maravillosas pirámides y otras estructuras arquitectónicas. Hay tanto por descubrir y está tan lejos de los circuitos turísticos que bien merece una parada, sobre todo si se va por la vertiente sur de la Riviera Maya camino de Chiapas y Oaxaca.
Laguna de Bacalar
Cerca de Chetumal, la capital del estado de Quintana Roo, tenemos parada obligatoria en Bacalar, un pequeño pueblo cargado de encantado cuyo principal atractivo es su exótica laguna, de aguas cristalinas que con el efecto del sol puede alcanzar, dicen, hasta siete colores. Rodeada de manglares, donde también hay cocodrilos, y varios cenotes (Azul, de la Bruja…).
Atesora los esquivos estromatolitos (microorganismos que marcan los primeros atisbos de vida en la Tierra y sea adhieren en forma de roca) que se ven en solo cuatro o cinco lugares del mundo. Lo ideal es pasar varios días disfrutando de la excursión en barca por la laguna, hacer pádel surf, bucear en sus cenotes y comer en los restaurantes modernos y tradicionales del pueblo.
Mahahual
De visita obligada para los amantes del buceo y de la comida marinera, este pueblo de la Riviera Maya está tan al sur que pocos los visitan, aunque en los últimos tiempos hay cruceros que hacen parada.
Otro punto perdido que merece una incursión de dos días es el selvático y coralino Punta Allen (Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an), a donde se llega por un camino complicado que va en paralelo a la barrera de coral Mesoamericana. No hay asfalto y casi no hay wifi, pero sí alucinantes corales para disfrutar con gafas de esnorquel. Y cenar una rica, pero de aguas calientes, langosta de la zona.
Tulum
Llegamos a lo que fue un pueblo pero ya no lo es. Ahora es un centro de turismo plagado de hoteles boutique, hostels para los más mochileros, restaurantes de comida mexicana y mucha internacional y mucha fiesta nocturna.
Pero también ofrece unas playas espectaculares y unos caminos selváticos para excursionarlos en bici o moto. Y sus ruinas mayas, de las más bonitas del país por estar frente al mar.
Las de Tulum, junto con las de Cobá, a las que se llega fácilmente desde aquí, vendrían a cerrar el círculo de la Ruta Maya mexicana que iniciamos en Chichén Itzá.
Riviera Maya
Seguimos camino del norte de Quintana Roo hacia Playa del Carmen y de Cancún, los dos destinos más saturados de la Riviera Maya, pero en los que de una forma u otra tendremos que parar. Y si se quiere comer muy bien y salir de juerga a tope, mejor que mejor.
Pero lo interesante de andar por esta zona, sobre todo si se alquila coche o moto (las combis también dan servicios más específicos) es ir parando en esos puntos más o menos perdidos de la costa caribeña (Xel-Há, Akumal, El Dorado, Punta Venado, Punta Maroma, Puerto Morelos y bien al norte Isla Blanca).
Cozumel
Es sin duda la isla más auténtica y mejor conservada de todo México, a ojos de este viajero. Salimos en ferry desde Playa del Carmen y en 40 minutos nos encajamos en el pueblito de San Miguel de Cozumel y su relajado malecón.
Obviemos que en esa cara oeste de la isla que mira al continente entran y salen diariamente no sabemos cuánto cruceros que desembarcan hordas durante unas horas y que en esa misma parte están la mayoría de los hoteles más o menos caros que se han apropiado de las playas.
Porque el resto de la isla, incluido el pueblo (ya os haré una ruta gastronómica por él), son de un encanto y pureza espectaculares. Más del 80% de la isla está sin edificar, pura selva tropical que nos lleva por una carretera (recomendable moto) que casi en forma circular nos recorre todas las playas del este, vírgenes y puras (en más de 15 kilómetros os encontraréis cuatro o cinco chiringuitos grandes, nada más).
Y llegamos a la Punta Sur, pura belleza caribeña, desde la zona de El Caracol y el Faro Celarain hasta la playa El Cielo.
Isla Mujeres
A ella se llega desde Cancún, media hora en ferry, así que solos no vais a estar, pero una vez que paseéis por el pueblito y visitéis la playa norte y la piscina del Rey, os recomiendo que os mováis camino del selvático y poco concurrido sur de la isla.
Ideal para descansar un par de días, tomar unos cócteles, comer bien y hacer algunos senderos por la selva, explorar Punta Sur y por supuesto contratar una excursión en barca para disfrutar con las gafas de esnorquel de la barrera de coral y la abundante fauna marina de la zona.
Chiapas
El Estado que puso en el mapa internacional el levantamiento Zapatista es ahora uno de los destinos obligados y más auténticos. Puro sur indígena, boscoso y tropical, con la Selva Lacandona como referente, donde la población rural sigue preservando sus raíces y modos prehispánicos.
Hay que adentrarse en esas zonas montañosas para disfrutar de cañones como el del Sumidero, cascadas como las de Misol-Ha o Chiflón y lagos como los de Montebello y yacimientos arqueológico como los de Toniná o Bonampak.
Palenque
Es el complejo maya mejor conservado y más visitado de Chiapas, Patrimonio de la Humanidad. Encajado en plena selva nos ofrece un visita espectacular de un día con una banda sonora especial, la que nos ofrecen las aves y los monos aulladores.
Es también recomendable parar a comer los platos tradicionales prehispánicos como el tamal de bola, el cochito de Chiapa de Corzo o el mole chiapaneco.
La carretera que une Palenque con San Cristóbal de las Casas es en sí todo un atractivo por su entorno selvático y el trazado de curvas imposibles.
San Cristóbal de las Casas
Una de las ciudades coloniales mejor conservadas del país, con una fulgurante vida cultural y actividades sociopolíticas de defensa de los derechos indígenas y sus tradiciones.
En San Cristóbal se puede estar una semana o un mes y no os aburriréis. Mercados callejeros con los productos agrícolas de las zonas rurales, cooperativas textiles, artesanías, salas de teatro y cine, música en directo en cafés (Café Revolución) y antros.
También museos e iglesias y templos coloniales, coloristas cementerios, restaurantes con gran variedad gastronómica y degustaciones del café del que tan orgullosos están los chiapanecos.
No os olvidéis de subir a San Juan Chamula a descubrir los ritos que mezclan las creencias indígenas de los tzotziles con las cristianas.
Oaxaca
Os confieso que me quedaría vivir en Oaxaca de Juárez. De hecho, dediqué un mes completo de mi periplo por México para devorarme la capital y el resto del Estado.
Es junto con Ciudad de México (CDMX) la capital con más actividad cultural de todo el país. Museos (De las Culturas, el de Pintores oaxaqueños…), teatros, música en la calle, galerías de arte, un centro histórico colonial impresionante (el Zócalo), mercados en la mitad de sus esquinas y una gastronomía que ha sido declarada Bien Inmaterial del la Humanidad, al igual que el arte flamenco, con eso os digo todo.
Es una ciudad relativamente tranquila y pasear por sus coloristas barrios (Jalatlaco, Xochimilco…), entrar en su catedral, iglesias y conventos (hay mucho barroco por aquí) y atravesar sus mercados (el de abastos es inabarcable) acompañado de esos olores a chile y chocolate que hacen del mole de este estado uno de los referentes de la gastronomía mexicana.
Los mercados
Chiapas y Oaxaca no serían lo que son sin sus mercados tanto urbanos como en los entornos rurales. Si en San Cristóbal el mercado del Centro (alimentación) y los de artesanía (San Francisco y Santo Domingo) son los referentes, en el caso de Oaxaca de Juárez hay un componente más gastro en los principales del centro.
El Mercado 20 de noviembre, con 150 años a su espalda, se lleva la palma. Tlayudas (tacos gigantes con tasajo, chorizo, guajes, chiles…), chapulines (saltamontes), gusanos de maguey, todo tipo de asados de res, los moles de pollo y el chocolate y café oaxaqueños, para finalizar con un rico mezcal. Mole y mezcal, las dos banderas referencia de Oaxaca.
También tenéis que visitar el Benito Juárez (comida y artesanía) y más apartados del centro los mercados de La Merced, Sánchez Pascuas y la Central de Abastos. No os perdáis ninguno.
Hierve el Agua
Sus cascadas petrificadas recuerdan a la turca Pamukkale, es una de las visitas recomendadas desde la capital, a 1,5 horas. Las formas de sus pequeños lagos-albercas y las vistas desde las alturas son de foto con cámara.
Hay que aprovechar esta excursión para visitar una destilería de mezcal de la zona. También es recomendable acercarse a las ruinas zapatecas de Monte Albán.
Sierra Norte
Lo hace muy poca gente pero es muy recomendable. Se alquila carro (no se usa coche) o moto para subir a la Sierra Norte, también llamada Sierra Juárez, porque uno de los próceres de la patria (aquí son todos muy patriotas), Benito Juárez, nació en Guelatao.
De ahí a Ixtlán y al pueblo mágico de Capulalpam, quizá el más bonito, encajonado en plena sierra de difícil acceso. Después se puede ir a Santa Catarina de Lachatao, Latuvi y Cuajimoloyas, sitios todos ellos ideales para hacer trekkings, algunos de ellos muy duros, y comer la trucha típica de los ríos de la sierra.
Playas del Pacífico
Para bajar a las playas de Oaxaca se puede ir por San José del Pacífico, un pueblito a 2.350 metros de altura especializado en inspiradores viajes gracias a los hongos alucinógenos que se cogen en la sierra.
Bajamos de la montaña hacia el océano Pacífico, aquí de aguas templadas, y llegamos a Puerto Escondido, el principal de la zona, con gran variedad gastronómica y bonitas playas.
Pero lo mejor es moverse por el litoral en camión (autobús) o taxi colectivo. Las playas de Mazunte y Zipolite (nudista, algo excepcional en México) son las mejores, si bien también está de moda para el turismo internacional la de Mazunte.
En todas ellas podréis comer de lujo, desde moles de camarones y productos del mar a tlayudas, carnes a la brasa, costillas ahumadas, frutas tropicales, aguachiles y cócteles, muchos de ellos con mezcal.
CENTRO Y EL GOLFO
Ciudad de México
La fundaron los mexicas en el año 1325 sobre un lago gigante a 2.000 metros sobre el nivel del mar y la llamaron México-Tenochtitlán. Llegaron los españoles y la convirtieron en la capital de sus dominios en América, Asia y Oceanía.
Ahora es una urbe de casi 10 millones de habitantes, que con su área metropolitana alcanza los 20 millones, y para mí es de obligatoria visita. Yo sigo llamándola con cariño El DF aunque ahora es Ciudad de México (CDMX).
Es el enclave de todo el país con mayor diversidad e intensidad gastronómica y cultural, una macrourbe que a priori impone pero que funciona muy bien, con un transporte público (metro y buses) bastante funcional y unas ciclovías que ya las quisieran para sí ciudades europeas como Madrid.
También hay parques, alamedas y bulevares que tiñen de verde la amorfa arquitectura de una ciudad que mezcla su pasado colonial, muy focalizado en el centro histórico, con modernos edificios y barrios más o menos trendy como La Condesa, Roma, Polanco, Nápoles, Escandón y los más turísticos Coyoacán y Xochimilco, entre otros muchos.
El ambiente nocturno es amplio y diverso, para todas las tendencias, y para ver sus museos, cinetecas, galerías y librerías y actividades culturales necesitaríamos como mínimo una semana.
Con todas las salvedades que queramos, CDMX es bastante segura y la ciudad menos machista y menos homófoba de todo el país.
Puebla
Salimos de la capital camino del sur hacia la eterna primavera de Cuernavaca (Morelos), ideal para pasar un día disfrutando de sus herencias olmecas, mexicas y coloniales, del colorismo de sus calles y de su tranquilidad.
De ahí damos el salto a la Heroica Puebla de Zaragoza, a donde se va a comer y a pasear. Perderse desde el Zócalo por el centro histórico, darse de bruces con la impresionante belleza barroca colonial de la catedral basílica y sus dos torres de 70 metros y brujulear por las calles de pasado colonial.
Parar a comer en sus mercados unas rajas poblanas, un pipián de pollo en salsa roja o verde, el molote con huitlacoche, unas chalupas o catar el mole poblando, que a nivel nacional compite como referente con el oaxaqueño, así como tomar rico café con churros.
Hay que visitar los templos de Santo Domingo, con su capilla del Rosario, y San Francisco, ir al barrio del Artista, al callejón de los sapos, a la casa del Alfeñique y gozar de las vistas del volcán Popocatépetl, de su cono perfecto y de sus fumarolas.
Y por supuesto ir a Cholula, la que dicen es la ciudad habitada más antigua de América, a 15 kilómetros de Puebla, con su gran pirámide y la espectacular Capilla Real, inspirada en una mezquita, con sus siete naves y 49 cúpulas. Y comer en el mercado central y ver en acción a los saltadores de Papantla.
Veracruz
Veracruz es mar, es Golfo de México y es café. Nos damos una vuelta por el centro histórico, por su malecón, nos tomamos unos mariscos y nos vamos al fuerte de San Juan de Ulúa.
Pero lo mejor de este estado está en sus pueblos mágicos, en Papantla con sus voladores por ejemplo, pero no hay que perderse la ciudad prehispánica de El Tajín.
Aunque si se dispone de poco tiempo, lo mejor es ir a Orizaba, una ciudad tranquila encajonada en un valle, donde se come y se bebe de vicio y desde donde podemos hacernos una excursión al Pico del mismo nombre, también conocido por Citlaltépetl, la montaña más alta de México, que no será difícil ver con nieve.
Tamaulipas
Es uno de los grandes desconocidos de México, por los terribles efectos de la violencia del narco, el crimen organizado y lo que se nos ocurra, sin mucho menos pensar en cuántas fosas comunes esconden sus tierras.
Pero todo ha cambiado en los últimos años, ahora es un estado relativamente tranquilo, la gente es encantadora, se come buen marisco y tiene las playas más bonitas del Golfo de México.
Yo recomiendo ir a Tampico y disfrutar de sus ostiones (ostras), de su gastronomía marinera, de sus tortas de la barra y de la tranquilidad de sus calles y mercados. De camino a Aldama una parada en la playa del Paraíso, sin chiringuitos y sin turistas, pura belleza atlántica.
Aldama es pura tranquilidad de pueblo, de ahí a la playa Barra del Tordo, un verdadero paraíso por explotar desde donde salir a pescar con los lugareños para luego cocinar con ellos parte de lo pescado (sardos, huachinangos, atunes…)
Tolantongo
Las grutas de Tolantongo (Estado de Hidalgo) son un conjunto de grutas y pozas (unas 40 bajan en escalón por la barranca) que emergen de la montaña y en las que te puedes bañar, con sus aguas termales y su color turquesa.
También hay tirolinas y cascadas, todo está preparado para que se haga en un día desde CDMX.
Un bonita visita cercana es Santiago de Querétaro, una tranquila ciudad de arquitectura colonial, con su centro histórico y con un sorprendente y bien conservado acueducto.
Y para cerrar iremos al pueblo mágico de San Sebastián Bernal, donde se encuentra uno de los monolitos más grandes del mundo, la Peña Bernal, que se puede ver y subir de diferentes formas.
Altiplano
El altiplano central es una inmensa meseta encajonada entre las sierras Madres Oriental y Occidental, en el centro norte de México. Es un espacio evocador, digno de ser recorrido en coche, moto o mejor aún, autocaravana.
Pero no nos vengamos arriba (ojito con el verbo venirse en mexicano), también se puede hacer en bus y a dedo (pedir un ride o un aventón).
Iniciamos aquí un recorrido que nos va a llevar por estados, pueblos, ciudades y paisajes de los más bonitos del país. Desde San Luis Potosí a Guanajuato pasando por Zacatecas, Aguascalientes o Durango.
Y por las tierras de los huicholes, la cultura del peyote, el desierto, las zonas mineras y la producción de Mezcal, que no solo se hace en Oaxaca.
Cultura del peyote
El peyote no es una droga, como tampoco lo son ni la ayahuasca ni los hongos. Es una planta, un cactus medicinal, un alimento del alma y de limpieza del espíritu, un salvoconducto natural para vernos por dentro y reconectarnos. Por eso es sagrado para pueblos nativos como los huicholes, los tarahumaras, los chichimecas y otros más.
Viajar por el estado de San Luis Potosí, por el semidesierto de Real de Catorce y Wadley, atravesar la meseta altiplánica, bordear parte de la frontera con Estados Unidos y tangentear por Durango nos permitirá no sólo viajar por un bonita parte de México, sino que además nos enriquecerá culturalmente por cómo la cultura del peyote se percibe en la artesanía, en lo textil y las vestimentas, en la gastronomía de la zona y en la actitud de los nativos y herederos.
Real de Catorce
Hacer una parada de unas horas en San Luis Potosí ciudad te recompensa con un buen paseo por su centro colonial y unas ricas gorditas que alimentan el estómago además del espíritu.
Parada en Matehuala y subimos a Real De Catorce, una población ubicada en un alto desde el que se divisa el desierto altiplánico, otrora rico pueblo de minas de plata convertido ahora en atractivo turístico, que además sigue siendo centro ceremonial de la cultura huichol, en el Cerro Quemado.
Ya solo llegar a él es una pequeña odisea por su carretera empedrada en ascenso, pasear por sus calles mitad decadentes mitad diseñadas para hotelitos con encanto es maravilloso. Se come muy bien, es tranquila, muy turística eso sí, pero solo de día, conviene pasar una o dos noches para disfrutar de su parsimonia y su cielo estrellado.
Hay que visitar el museo y subir al pueblo fantasma, el que dejaron los mineros tras el fin de la explotación. Bajar por el estrecho camino hacia el desierto y visitar las dos estaciones de tren (Wadley y Real) recuerda a un western de Peckinpah. Una vez abajo ya solo queda entregarse a la búsqueda de la planta sagrada entre grandes cactus y mezquites.
Huasteca Potosina
Al lado del desierto pero en plena sierra Madre, la región está asaeteada por numerosos ríos que han creado parajes espectaculares, desde cascadas y grutas a grandes pozas en escalón, todo rodeado de jungla semihúmeda.
Se puede entrar por Ciudad Valles, pero desde ahí lo mejor es ir moviéndose a ser posible en coche hacia sitios como Tamul, una cascada con una caída de 105 metros a la que se llega paleando una lancha río arriba por un cañón de puntiagudas rocas calizas.
En toda la zona se puede disfrutar de baños y pozas de aguas turquesas, menos en época de lluvias que éstas se revuelven. Recomendable contratar la excursión de los siete saltos en la cascada del Mico, ir también a las de Tamasopo y dormir una noche en Aquismón, un tranquilo pueblo mágico donde se come muy bien y barato.
Zacatecas
El color que predomina en esta agradable ciudad es el rosa de cantera y en el medio de todo destaca una de las catedrales más impactantes de toda Latinoamérica. Dedicada a la Virgen de la Asunción combina los estilos churrigueresco, neoclásico y barroco.
Hay que perderse por las calles del centro histórico, parar a tomar un café, un mezcal y degustar las gorditas rellenas de tantos y tantos guisos. Subir a la Mina del Edén (merece la pena la visita completa), que con su oro y plata enriqueció la ciudad.
También hay que subir al Cerro de la Bufa (andando o en teleférico) y lo que para mí fue el gran descubrimiento de esta ciudad, el museo Rafael Coronel, ubicado en el antiguo templo y convento de San Francisco.
Rafael y su hermano Pedro (artista abstracto y figurativo) acapararon durante años obras impresionantes de Dalí, Miró, Picasso, Goya, Kandinsky, Diego Rivera, pero también arte precolombino, piezas africanas y unas 11.000 máscaras.
A un paso está el pueblo mágico de Guadalupe, con su museo de arte virreinal.
Guanajuato
Cervantina, culta, alegre, divertida y colorista, llena de universitarios, teatros, pequeños cines estudio (La Mina, Museo del Quijote, salas de universidad), galerías de arte y buena comida tradicional. Podría ser la ciudad colonial más bonita de México, pero para qué rivalizar a estas alturas.
Arrancamos por la Plaza Allende y el impresionante Teatro Cervantes y las dos grandes esculturas del insigne hidalgo y su escudero fiel. Todos los años en octubre se celebra el festival cervantino en una ciudad que durante todo el año respira frescura y dinamismo por su ambiente estudiantil.
Hay que ver el barroco y rosáceo Templo de San Francisco, perderse por los callejones de la ciudad, disfrutar de las iglesias virreinales, las mansiones neoclásicas y los edificios victorianos y afrancesados (Paseo de la presa) que mandó construir el dictador Porfirio Díaz trayendo a buenos arquitectos europeos.
Para los más atrevidos, las mejores vistas desde el cerro de la Bufa (yo lo subí a pie), o desde el mirador de Pipila, más asequible. La Alhóndiga de Granaditas bien merece una visita, también la universidad pública, el museo casa Diego Rivera, el museo de las momias y para rematar hay que comerse una super guacamaya (torta de pan llena de cárnitas y chicharrones con mil salsas) en el mercado.
Dolores Hidalgo
A poco más de una hora en bus de Guanajuato nos encontramos con la cuna de la independencia, donde el cura Manuel Hidalgo desde el atrio de su parroquia, en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, lanzó el Grito de Dolores para llamar al pueblo a tomar las armas contra el régimen del virreinato español.
Es un pueblo tranquilo, de fachadas coloridas como en casi todo México, con rica comida de mercado. Hay que ir sí o sí al cementerio donde está la tumba mausoleo con el sombrero gigante de José Alfredo Jiménez y su himno epitafio “la vida no vale nada”.
También los colores rojizo y rosado embadurnan la bonita San Miguel de Allende, también en Guanajuato, a la que dio apellido Ignacio Allende, el insurgente que junto a Hidalgo puso en marcha el proceso de independencia.
Da gusto pasear por las calles empedradas y disfrutar de las fachas coloristas, iglesias y tiendas de artesanía, pero a costa de pagar el peaje de ser un destino muy caro. Se debe a que hace años San Miguel se convirtió en retiro para jubilados estadounidenses y eso se nota en los precios.
Hay un tesoro escondido en la Escuela de Bellas Artes, una galería con un mural inacabado de David Alfaro Siqueiros, de una belleza y perspectiva espectaculares. Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco forman el tridente principal del muralismo mexicano del siglo XX.
Jalisco
Y llegamos a la cuna del agave y del tequila, Jalisco. El municipio que da nombre al estado está muy enfocado al turismo y a la degustación de ese preciado caldo que tan famoso ha hecho a México en todo el mundo.
Recomendable pasar una mañana disfrutando del paseo por el pueblo y y sus bodegas, quizá visitar una plantación, degustar los tequilas y acabar asentando el estómago en un restaurante en el que también tomarás tequila antes de la cerveza y comida, durante y al final.
Viniendo de Aguascalientes nos habremos topado con San Juan de los Lagos, uno de los pueblos más auténticos de Jalisco, muy animado por la noche y con una catedral iluminada al estilo kitsch.
Si nos ponemos en modo playero, lo ideal es para en Puerto Vallarta, donde todo hay que decirlo se rezuma un aire decadente de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero donde podremos comer y dormir bien y a buenos precios. Coctelcito en el malecón y a preparar el viaje por las playas de la zona.
Bajamos hacia la Boca de Tomatlán, playa y selva en la desembocadura del río, la playa Esmeralda y la excursión en taxi-lancha a la bella y alejada Yelapa.
Guadalajara
Una de las tres grandes ciudades de México, tras el DF y Monterrey, con la Feria Internacional del libro (de habla hispana) más grande del mundo (del 25 de noviembre al 3 de diciembre). Salimos de su Plaza de Armas con su catedral barroca (el arte más extendido por todo el colonial sacro en México) con sus dos torres neogóticas.
Centro histórico y visita al Teatro Degollado, impresionante neoclásico italiano con 16 columnas en su pórtico, para después pasar, cómo no, por la plaza de los Mariachis para que nos ronden un poco.
Y para terminar podemos acercarnos a San Pedro Tlaquepaque para ver (y comprar) artesanía. Hay catrinas de todos los gustos y colores.
Michoacán
En su capital, Morelia, no nos podemos perder el Santuario de Guadalupe, por dentro es espectacular. Y disfrutar de sus platillos más tradicionales como la sopa tarasca, las carnitas michoacanas, la olla podrida o el borrego tatemado, entre otros.
Pero a lo que la mayoría de la gente va a Michoacán es a ver las mariposas monarca, que año tras año emigran desde el norte de EEUU y sur de Canadá a buscar climas más templados para el invierno.
El Santuario de El Rosario es el más visitado, recomendable entre noviembre y marzo, aunque también se puede ir a la Sierra Chincua. También podemos hacer una excursión al volcán Paricutín o celebrar el Día de los Muertos en el pueblo mágico de Pátzcuaro.
Y ya que nos ponemos por qué no dar un salto a las playas de Acapulco, en el estado de Guerrero, que poco a poco tras años de ostracismo comienzan a recuperar parte del esplendor perdido de los años 80.
NORTE Y PACÍFICO
NORTE Y PACÍFICO
Nayarit
Dejamos atrás Puerto Vallarta (Jalisco) y enfilamos una bellísima, estrecha y sinuosa carretera entre selva y frutales hacia las playas del estado de Nayarit. Parada obligada en Sayulita, buena vibra entre surferos y viajeros, comida variada y fiesta nocturna.
Prescindibles para este viajero Punta de Mita, donde todo es pijo e inaccesible por exclusivo, y San Pancho, aldea gentrificada con precios gringos.
La recompensa viene unos kilómetros arriba, al parar en Lo de Marcos, un pueblo puro mexicano de playa larga y bonita, con pocos chiringuitos que sirven unos ostiones y pescados frescos y baratos.Y hay todo tipo de bungalows y hotelitos para elegir.
Después toca Guayabitos, con muy buena playa y más ambiente turístico, al que se contrapone más arriba Chacala, aldeíta en la que casi todo está por explotar y asfaltar. Buen marisco y mejores cócteles a pie de playa.
San Blas es un pueblo de pescadores que bien merece una parada gastronómica camino de Sinaloa, aunque también podemos desviarnos un poco si queremos visitar la capital, Tepic.
Sinaloa
Famoso en el mundo entero por lo que todos ya sabemos, os contaré que el estado de Sinaloa, por ahora, es de los más seguros de México, por el simple hecho de que aquí solo hay un narco y lo controla y financia todo.
Nadie se atreve -por ahora, insisto- a tocar a la familia del Chapo en su propia casa, así que viajar por Sinaloa es cómodo y tranquilo, ésta es la cruda realidad.
Recomendable subir por la ruta 15 en paralelo al Pacífico hasta llegar a Mazatlán, referente turístico del Estado pero no su capital, que es Culiacán.
Tenéis la opción de quedaros en los hoteles de la zona dorada (piscinas infinity sobre bonitas playas) o quizá mejor bajar por el malecón al centro histórico, más bonito, muy limpio y ordenado, con calles empedradas, hoteles para todos los gustos y restaurantes especializados en tratar bien el marisco.
El marisco
México es un país en el que se puede comer muy bien, muy mal y todo lo contrario. Pero no es un lugar en el que se suela respetar la materia prima, ya hablemos de carne de calidad (res) o de marisco y pescado.
Pero al menos en Nayarit y Sinaloa, quién sabe por qué, se mima esa materia prima. La carne de la res criada en las granjas de Sinaloa, Durango y Sonora puede llegar a tu mesa poco hecha y sin mil salsas por encima, algo que es poco probable en la mayor parte del resto del país.
Que bien se come en San Blas, en El Fuerte y en Mazatlán, que cuenta con gran flota pesquera y cultura marinera, y eso se nota en cómo preparan los ceviches, el marisco en general, el atún, el marlín ahumado, los tacos gobernador y el resto de pescados.
Ir a comprar productos frescos al mercado de José María Pino Suárez es una gozada y dejarte mecer por los sabores del mar en el restaurante Changirongo, aún más.
Sonora
Desiertos y dunas, montañas, ecosistemas diversos y largas y bellísimas playas, y todo ello frente al mar de Cortés, esa lengua alargada de agua del Pacífico que separa la península de Baja California del resto de México.
Bien podríamos arrancar por Álamos, el pueblo mágico de María Félix, colonial, paralizado en el tiempo y de clima semitropical, para después bajar a Guaymas y la Bahía de San Carlos, a la playa de fina arena blanca Los Algodones y subir al Cerro Tetakawi.
Más al norte, desde Bahía del Kino divisamos la isla de Alcatraz y podemos hacer lo que nos plazca con la arena de las dunas de San Nicolás (surfearla, acroquetarnos en ella…).
En la larga línea de playas podemos parar en Puerto Libertad, Puerto Lobos y luego llegar a Puerto Peñasco, desde donde asaltaremos la reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar. Es sobrecogedor, inhóspito, de colores imposibles, un desierto volcánico con cráteres. Podría ser buena y cómoda opción contratar un tour de un día.
Tijuana
Recomendable ver Sed de Mal o algún otro peliculón para ponernos a tono antes de llegar a esta frontera caliente que divide en dos una mole urbana con dos mundos separados. Arriba, San Diego; debajo, Tijuana.
Podemos acercarnos a la frontera más transitada del mundo para oler el aroma a cruda realidad de un sitio que por eso mismo podría ser turístico. Hacer unas fotos al muro fronterizo sobre la playa tiene su aquél.
Y ya que estamos allí vayamos a degustar unos ricos vinos de Baja California a alguna de sus vinotecas o a tomar unas cervezas artesanales.
El auge en los últimos años de la cocina de autor con ciertos toques vanguardias ha atraído a mucha gente a esta ciudad en la que obviamente no falta la cocina tradicional.
Conviene acercarse a la Bola, el Centro Cultural Tijuana, que suele ofrecer interesantes exposiciones y festivales, o perdernos por los pasajes culturales y de arte callejero de la ciudad. Y por supuesto ir al Malecón de playas.
Ruta del vino
Al igual que Sonora, la península de Baja California es para hacérsela en carro, aunque desde dos zonas. Es la mejor opción si viajamos entre dos y cuatro personas, porque aquí el alquiler de vehículos es caro. Hay que parar en tantos sitios interesantes y se disfruta de tan bonitas vistas que las cuatro ruedas son un must.
Damos la espalda a Tijuana y ponemos proa al sur para dirigirnos hacia Ensenada y sus siete valles de microclima mediterráneo, como ellos mismos dicen. Empezamos por Francisco Zarzo, Valle de Guadalupe, quizá el más representativo de los vinos (muchos de ellos multivarietales) que aquí se facturan.
Aquí, y en los valles de Calafia y San Antonio de las Minas, se concentra la mayoría de los viñedos y buena parte de las 64 bodegas de toda Baja. Los que viajen en agosto se toparán con la Fiesta de la Vendimia, todo un desmadre.
Pero lo más recomendable es parar en dos o tres bodegas, hacer cata y visita a los viñedos, y terminar comiendo en un buen restaurante con maridaje, a ser posible. Más al sur el mapa enológico se extiende por los valles de Santo Tomás, San Vicente y Ojos Negros.
Baja California sur
A un lado el Pacífico y al otro el mar de Cortés (o Golfo de California), con sus playas, y por el interior de la península el paisaje desértico con sus dunas, sus enormes cactus y sus bellas alimañas.
Aquí conviene alquilar el carro en La Paz o en Cabo San Lucas, dependiendo de donde se aterrice. Cabo San Lucas está masificado y ‘parquetematizado’ para gozo y disfrute de los estadounidenses, pero bueno ya que estamos en el extremo sur de la península nos podemos hacer una excursión en lancha para hacernos la foto del Arco y otra para avistar ballenas.
La ruta de Cabo Pulmo y su reserva natural es pura calma, sosiego, toca conducir, parar, mirar, oler y evocar, y al fondo en el horizonte, como en la estepa de la Patagonia argentina, ves que el desierto engulle la carretera y te engulle a ti. Los altísimos cactus y las playas del mar de Cortés podrían servirte de parapeto.
Si optamos por subir por el oeste, Todos Santos nos espera, es un agradable pueblo con una playa sometida al azote de las olas del Pacífico. Y más arriba llegamos a La Paz, la capital de Baja California Sur, donde nos entregaremos a su malecón para pasearlo sin prisas.
Desde La Paz podéis contratar una excursión para la isla de Espíritu Santo, esa misma que le voló la cabeza al mismísimo Jacques Cousteau.
Chihuahua
Vamos cerrando el círculo del norte de México siguiendo la siempre caliente línea fronteriza con el gabacho (como también llaman al gringo). Ciudad Juárez-El Paso ha sufrido mucho la violencia y los feminicidios y trata de atraer visitantes con sus museos y el atractivo cercano de las dunas de Los Médanos.
Bajamos camino de la capital Chihuahua, a la que bien podríamos dedicar media jornada a pasear por el centro, ver su impresionante catedral y poner rumbo a Creel, desde donde nos vamos a hacer las Barrancas del Cobre.
Estamos en el centro de la cultura tarahumara, uno de los pueblos nativos más importantes de México, los raramuri o pies ligeros que hacen maratones con huaraches (sandalias).
Si os gustan las aventuras aéreas hay que ir al Parque de las Barrancas del Cobre y hacerse unas tirolinas, ya sea el pack de siete enlazadas o la Zip Rider, impresionante, de dos kilómetros y medio de tirada.
Os podéis hospedar en Creel o Divisadero, aunque tiene más encanto el segundo, plagado de cabañas baratas entre ríos y cerros. Y ahí tomar el tren CHEPE (Chihuahua-Pacífico), que a paso lento atraviesa encajonadas barrancas y cañones hasta los desfiladeros semitropicales de Sinaloa, pasando por El Fuerte y acabar en Los Mochis, al nivel del mar.
Coahuila
Atravesando el desierto de Chihuahua dirección este llegamos al también desierto de Coahuila, que nos depara la sorpresa de un valle u oasis en altura (2.200 metros) donde se ubica el pueblo mágico de Parras de la Fuente y la bodega más antigua de América Latina, Casa Madero (año 1594).
El pueblo es tranquilo y agradable, lleno de parques y calles empedradas, y por supuesto de bodegas. Hay algunas impresionantes como la de Don Leo, a unos kilómetros del pueblo, en un valle rodeado de cerros semidesérticos, peyote, reses, venados y bisontes.
La visita con cata a la bodega, que es súper moderna, es muy recomendable. Si queda algo de tiempo se puede visitar el valle de Cuatro Ciénegas y el insólito desierto de cristal blanco.
El aeropuerto principal para llegar a o salir del centro norte de México está en Monterrey.
CONSEJOS
Alojamiento
Nuestra filosofía, al principio, siempre fue «reserva la primera noche y luego ve pillando hoteles sobre la marcha», pero desde que la gente empezó a viajar en masa surgieron nuevos hoteles y nuevos carteles de «completo», y con ellos nuevas webs de reservas. La ventaja es que ahora dispones, al alcance de un click, un montón de hoteles y guesthouse que puedes elegir antes de llegar a tu destino.
Nosotros recomendamos plataformas como Booking.com, muy activa en muchos países como México.
Transporte
En México no hay trenes de pasajeros. Haremos los desplazamientos por el país en autobuses regulares, en vans o minivans de entre 12 a 15 pasajeros, con vuelos internos que no son muy caros (Viva Aerobus es la principal ´low cost´) o alquilando carro (coche), opción esta última que es bastante cara. Y por supuesto con el transporte que nos toque si contratamos excursiones o tours.
En términos generales los precios de los autobuses de línea (en el Yucatán hay que mirar los ADO) son similares a los que tenemos en España, vamos que por un trayecto de 200 kilómetros vas a tener que pagar entre 15 y 20 euros al cambio, siempre hablando de zonas más o menos turísticas.
Os recomiendo que tanto en Cancún como en Playa del Carmen, si os queréis mover por el Yucatán o dar el salto a Chiapas o Oaxaca, mirad los transportes de las mini van, siempre más asequibles.
En zonas rurales, las vans son las más usadas y muy baratas, al ser precios locales generalmente. Yo las he utilizado viajando por todo México y siempre me han servido para ahorrar bastante. Os recomiendo que lo preguntéis en la calle, es lo que usa la gente local, o en las pequeñas terminales, ya que esta información no suele estar en internet.
En México, como en el resto de los países latinos, conviene usar el boca a boca y preguntar a la gente para obtener mejores precios.
Presupuesto
México no es un país barato para viajarlo, máxime después del Covid y en un entorno actual (2024) de fortalecimiento de su moneda. A día de hoy recibirías 19 pesos por cada euro, frente a los 24 que se obtenían en 2021.
Pero tranquilos que tampoco es un país caro. Dependiendo de cómo queramos enfocar nuestro viaje vamos a poder ajustar nuestro presupuesto, sobre todo porque comer y dormir, en términos generales, es más barato que España.
Pero lo primordial para este tipo de viajes es pensar en que a medida que avancemos vamos a ir equilibrando nuestro presupuesto, porque fuera de los circuitos más turísticos todo va a ser mucho más barato.
Carnet de conducir internacional
Siempre solemos alquilar motos cuando vamos de viaje, pero seguro que en algún momento nos entrarán ganas de alquilar un coche y nos acordaremos del día de hoy, de la mañana que “perdimos” para hacernos el dichoso carnet de conducir internacional. Os dejamos los pasos a seguir y veréis que en un día podéis obtenerlo.
Mapa de México
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