Una de las actividades que más me llamó la atención cuando empezamos a organizar nuestro viaje a Sri Lanka fue el avistamiento de ballenas azules. El animal más grande del planeta se deja ver a unos cuantos kilómetros de la costa de Mirissa, el sur de la isla y, resistirse a la posibilidad de contemplarlos resultaba muy difícil para una amante de los animales.
Veníamos muy motivados tras haber conseguido ver tigres en Ranthambhore y leones asiáticos en India y un leopardo en Yala.
Habíamos tenido mucha suerte en nuestros últimos safaris y temiendo que se acabara la buena racha no queríamos dejar pasar la oportunidad, pero… También habíamos leído acerca de las implicaciones de los avistamientos de las ballenas y las graves consecuencias de éstos cuando las agencias que los organizan solamente se preocupan del dinero que van a ganar y nada de la fauna marina.
Cuando en vez de uno salen diez barcos en busca de este mamífero y no tienen en cuenta las necesidades de los animales, lo que en un principio parece una actividad inofensiva se puede convertir en una amenaza para esta especie.
Como cualquier otro animal, la ballena azul tiene un espacio vital que nunca debería ser invadido y un capitán responsable tiene que cumplir unas medidas de precaución para no interferir con sus actividades.
La mera presencia de las embarcaciones puede causar cambios en su comportamiento natural y en sus hábitos de alimentación o cría, por no hablar de los peligros a los que se podrían enfrentar los pasajeros de un barco conducido por un capitán irresponsable. Para más información, podéis buscar pros y contras del avistamiento de ballenas.
Estando «de vacaciones» en Tangalle conocimos a un señor alemán cuyo nombre no consigo recordar y que venía de pasar unos días en Mirissa. Éste había ido a ver las ballenas con “Raja and the wales”, la compañía de un joven pescador que un día decidió dejar la pesca para dedicarse junto a su familia a la protección de la vida marina en la costa de Sri Lanka.
Quedó tan concienciado de la necesidad de proteger a las ballenas tras pasar una mañana con Raja y su tripulación que, al enterarse de que teníamos un blog sobre viajes, quiso que fuéramos allí y escribiéramos acerca de Raju y de las ballenas.
No podía haber tenido más ojo al pedirnos a nosotros ese favor, así que dicho y hecho fuimos obedientes y cuando fuimos a Mirissa buscamos la oficina de Raja and the Wales. Por supuesto nos hicieron un montón de ofertas muchísimo más baratas otras compañías, pero tras una pequeña charla con Raja, que no podía desprender más pasión al hablar de las ballenas, estuvimos convencidos de que habíamos elegido lo correcto.
La mañana del avistamiento hubo que madrugar bastante pues el lugar en el que se dejan ver éstas está a una hora de viaje y si queríamos ver a las ballenas teníamos que llegar pronto. Afortunadamente a nuestra llegada al barco la tripulación nos recibió con el desayuno preparado, galletas y café para despertarnos.
Cuando el barco se puso en marcha Raja apareció y se presentó a los pasajeros. Estábamos sentados en las sillas de la parte trasera del barco y mientras luchábamos contra el mareo, intentábamos concentrarnos en lo que nos contaba. Un minuto escuchando a aquel joven bastaba para darse cuenta de que las ballenas eran prácticamente su vida.
Nos contó muchas curiosidades acerca de estos animales y cuando consiguió que todo el mundo se hubiese encariñado con la especie empezó con la parte amarga:
Fue muy gráfico con los ejemplos, pues nos enseñó algunas fotos muy tristes con ballenas incrustadas en la proa de los barcos. Su propuesta era, aparte de incorporar cámaras con las que poder ver a distancia ejemplares que se crucen en el camino de los buques, obligar a éstos a disminuir la velocidad al pasar por determinadas zonas.
Tras darnos las últimas instrucciones de cómo nos iba a dar las coordenadas de la posición de las ballenas si la veíamos, que no era otra que ir diciendo la hora suponiendo que estábamos en un enorme reloj y el barco era el centro, se metió en la cabina con su hermano y el resto de la tripulación.
Había pasado ya casi una hora cuando Raja dio un grito desde la cabina y todo el mundo se levantó de sus asientos (bueno, los que podían, porque el oleaje había causado fuertes estragos en los pasajeros y andábamos más de la mitad con bolsas de plástico y vomitando…).
A unos cien metros del barco, una chorro enorme de agua nos indicaba que una ballena había salido a respirar, pero a esa distancia era prácticamente imposible ver el cuerpo del animal.
En ese momento los motores del barco se apagaron y todo el mundo se quedó mirando en la dirección en la que la ballena se había dejado ver. Entonces pasó lo que nadie se imaginaba, pues estábamos todos mirando hacia la 1 cuando a las 4, y a escasos metros del barco para sorpresa de todos, vimos salir a la superficie una ballena y su explosiva fuente de agua a través del espiráculo a continuación.
A pesar de su enorme tamaño y de poder llegar a medir hasta unos 29 metros de longitud, la ballena azul tan solo deja ver una parte de su dorso.
Pudimos contemplar esta parte de la ballena durante un espacio de tiempo que soy incapaz de definir pues nuestro estado de perplejidad era absoluto. Cuando conseguimos reaccionar hicimos algunas fotos e incluso grabamos un poco de vídeo.
Cuando terminó de coger aire se volvió a sumergir y mostrándonos una parte de su enorme cuerpo se despidió de todos nosotros. Nuestras caras lo decían todo, nadie se esperaba que la ballena fuese a salir a respirar tan cerca de nosotros, pero este tipo de actividades son así, sorpresa.
A pesar de que Raja aseguraba que sabía por donde volvería a salir el cetáceo, dijo que no lo iba a acosar ni a quedarse más rato en la zona. Consideró que ya habíamos tenido suficiente y que habíamos sido muy afortunados de verla de tan cerca, así que no tenía sentido quedarse allí a intimidar o invadir el espacio de las ballenas. La verdad es que para mi había sido más que suficiente.
Como siempre, las actividades que implican avistamientos de animales deberían ser realizadas por empresas responsables y comprometidas. Para nosotros la labor de concienciación de Raja and the wales no tiene precio y además, durante la excursión, demostró en todo momento su pasión y respeto por la vida marina.
Avistar animales no significa invadir su espacio, ni perseguirles o atosigarles. La oferta en lugares en los que se pueden ver es inmensa y dedicar unos minutos a elegir una compañía con un mínimo de sensatez no nos cuesta demasiado.
El precio del tour para ver ballenas en la actualidad es de 20.000 rupias por persona. Entra el desayuno con café y té y luego te ofrecen una tortilla y fruta para comer en el barco. Su oficina está cerca del puerto de Mirissa, pero en su web podréis obtener toda la información que necesitéis: https://www.rajaandthewhales.com
patricia says:
Hola Carme, voy este verano a Sri Lanka y no sabemos si ir a Mirissa ya que vamos en agosto y todo el mundo nos habla del monzón. ¿Tú en qué época fuiste? Gracias
carme says:
Hola Patricia, nosotros fuimos en enero
cristian says:
hola carmen , yo también voy en agosto y ver el avistamiento de ballenas es una de las cosas que no queremos perdernos y me gustaría saber si es buena época para verlas ??? gracias
carme says:
Hola Cristian, Desconozco si es buena época para verla. Te sugiero ponerte en contacto con la empresa Raja and the wales, que podrá decirte si se puede ver en agosto o no.
Anaïs says:
Hola chicos! Muchísimas gracias por la recomendación! Ya hemos contactado a la compañía y estamos deseando hacer el tour durante nuestra visita a Mirissa en julio! Esperamos disfrutarlo tanto como vosotros! Gracias y un abrazo de otros mochileros!
carme says:
¡Disfrutad! :)
Paco Benítez says:
hola, hay alguna época del año para poder verlas?
carme says:
Hola Paco, tengo entendido que la mejor época es entre diciembre y abril, pero puedes ponerte en contacto con la compañía para ver que te recomiendan. Su mail es [email protected]