La segunda jornada en el trekking desde Kalaw a Lago Inle, en Myanmar, ya empezaba a ser todo un regalo para la vista. Bellos paisajes se abrían paso con su densa vegetación y su color verde. Nadie puede negar que Myanmar es uno de los países con los paisajes más bonitos que existen.
Pasábamos por senderos donde te encontrabas a niños haciendo de pastores de los búfalos y vacas que utilizaban tanto para trabajar como para recoger leche. Siempre nos miraban con cara de extrañeza por ver a unos guiris por sus tierras y a la vez con curiosidad por ver qué hacíamos.
Mientras caminamos se abrió un valle donde pudimos ver, entre la vegetación, unas construcciones blancas. No eran sino que pagodas donde vivían monjes y donde la gente se reunía para realizar sus oraciones. Myanmar recordemos que es de los países con más budistas del mundo.
Entramos en una de ellas para tomarnos un te y unas pastas que nos ofrecieron, lo que nos permitió comprobar como la gente pasaba largos ratos simplemente conversando entre ellos dentro de la pagoda, como si de una cafetería se tratase. En un lugar privilegiado, el monje de mayor edad hacía las veces de “jefe” del lugar y su presencia imponía respeto.
En uno de los recodos del monasterio budista pudimos ver como unos monjes novicios rezaban a Buda. Una vez finalizado sus cánticos se oyó una campana que llamaba “a comer”, por lo que entre risas y carreras se fueron todos a la zona del comedor.
El monasterio tenía dos plantas, planta baja y primer piso, la mayor parte fabricado en madera, pero una de las cosas más curiosas fue averiguar que en la parte de abajo se encontraban las mujeres fumando y tomando su té. O sea, que abajo las mujeres y los hombres y monjes arriba… La diferencia de sexos quedaba bien patente en situaciones como esta. Myanmar no iba ser la excepción.
Proseguimos el camino ahora entre extensos arrozales que parecían estar pintados con verde fluorescente, porque el color que tenían parecía que expedía luz. Por los pequeños senderos entre el arroz te cruzabas con gente que trabajaba la tierra o que simplemente camina en sentido opuesto al nuestro.
Fue cruzar unos cuantos arrozales más cuando llegamos a la estación de trenes de Myin Daik, donde pudimos comprobar el ajetreo que hay alrededor de una pequeña estación entre montañas. Prácticamente se trata de una pequeña aldea donde el paso del tren activa el negocio de toda la gente.
La gente aquí viene a vender sus productos a los pasajeros de los trenes, a cargar arroz y otros productos para transportarlo a las ciudades y a realizar muchas otras actividades. Entre carga y descarga, o mientras llega el tren, cada uno se entretiene con lo que le apetece.
La cuestión es que la llegada del tren hace que todo pase a un estado de mayor intensidad, con las vendedoras apresurándose en ofrecer sus productos a los viajeros. Todo se transforma en cuestión de segundos.
Dejamos atrás la estación de trenes y seguimos nuestro camino, esta vez con más diversidad de color, como el rojo de la tierra que ahora hace mayor acto de presencia y algun que otro estanque con agua embarrada. Los caminos suelen estar transitados por muy poca gente, que o bien van a pié (la mayoría) o bien a lomos de algún animal.
Aunque el arroz sigue siendo predominante, el entorno empieza a cambiar y a dar paso a otro tipo de terreno, como algunas planicies y prados de tonos amarillos.
Los prados donde vemos, después de oirle mugir, a un búfalo que nos avisa que el final de la jornada ha llegado. El poblado de detrás servirá de alojamiento en el segundo día de trekking desde Kalaw a Lago Inle.
Hola. Mi compañero y yo también tenemos un blog de viajes. Tenemos muchas ganas de viajar a Birmania y hemos estado buscando información en vuestro blog. Tenéis algunos post sobre el presupuesto de algunos viajes que habéis realizado pero de este país no he encontrado nada. ¿Podríais darnos una orientación? Muchas gracias y enhorabuena por vuestro trabajo, es de gran ayuda.