CON MOCHILA

Del trekking camp al falso santuario de elefantes. Explotación disfrazada de diversión

Si hay un animal que maravilla a los seres humanos, ese es el elefante, por su grandeza, no solo la de su tamaño físico (el mayor mamífero terrestre), sino también por el de su inteligencia. Una inteligencia que la mayoría de las veces subestimamos.

Tenemos una fascinación tan absoluta por estos seres maravillosos, que nos ciega ante lo más evidente y nos arrastra a querer creer que somos sus salvadores. Los salvadores de unas criaturas tan increíbles que si quisieran podrían acabar con nosotros de un trompazo, pero a los cuales nos hemos empeñado en dominar y sobre todo, en ridiculizar, eso sí, sin ser conscientes.

Y es que, como buenos turistas que buscan las actividades más éticas durante su viaje, a veces nos contagiamos de esa ceguera tan habitual que nos impide ver la realidad. Todos buscamos hacer lo mejor y vamos con buenas intenciones, lo cual hace más fácil caer en la trampa del “rescue-washing» que manipula nuestra percepción.

"Rescue-washing" en toda regla
«Rescue-washing» en toda regla

Como ya os empecé a contar en el artículo de esta serie “Santuarios de elefantes: qué debes saber si piensas visitar uno”, los elefantes han pasado a formar parte de una actividad turística muy lucrativa a costa de su explotación.

Actualmente, Tailandia es el país con más centros destinados a este tipo de experiencias y con el mayor número de elefantes trabajando en la industria turística. Pero este modelo turístico se está expandiendo por todo el Sudeste Asiático e incluso al continente africano.

Los lugares que ofrecen el baño de elefantes han experimentado un aumento increíble en los últimos cinco años, casi cuadruplicando su número hasta llegar a casi 200 solo en Tailandia, y en su mayoría se promocionan como santuarios o centros de rescate.

Seamos sensatos, no existen tantos elefantes que rescatar. Hoy en día la mayoría han nacido en cautividad y simplemente han ido cambiando de trabajo. Unas veces ese trabajo ha implicado que unos turistas le monten, otras veces  jugar a fútbol, y a otros les ha tocado que les bañen…

Explotación disfrazada de diversión

En 1913, Jakob von Uexküll definió «Umwelt» como el mundo único y subjetivo de cada criatura, determinado por sus sentidos y características fisiológicas. Cada individuo y especie tiene su propia experiencia exclusiva e intransferible del mundo.

Los humanos y los elefantes perciben el mundo de formas distintas debido a sus diferencias sensoriales. Lo que para nosotros es una experiencia única y maravillosa, para ellos es una auténtica pesadilla. Desde nuestra ceguera, queremos darles nuestro amor a través de abrazos, besos y todo aquello que entendemos como “cuidados”, pero ellos ni lo entienden, ni lo quieren, ni lo necesitan.

Los elefantes, al igual que nosotros, tienen espacio personal, y ese espacio personal debe ser respetado. Para comprender mejor a los elefantes, debemos alejarnos del enfoque antropocéntrico y relacionarnos con ellos desde el respeto, la empatía y la consideración por su Umwelt (entornos y experiencias) única. 

Hoy vamos a echar un vistazo a las actividades turísticas con elefantes y a explicar por qué éstas perpetúan su explotación y son tan solo una manera de hacer dinero a costa de estos magníficos seres.

Actividades turísticas con elefantes
Actividades turísticas con elefantes

Si hay algo que repito incesantemente, es que si en nuestro viaje buscamos un enfoque ético y respetuoso hacia los elefantes, es fundamental comprender por qué debemos evitar cualquier forma de interacción con ellos, y es una de las principales banderas rojas que nos alertan de que el centro que vamos a visitar no es un santuario real.

Los elefantes no son atracciones de circo, ni están ahí para hacer nuestras vacaciones más divertidas. Y solo a través de la comprensión de lo que realmente significan estas actividades para ellos, podemos cambiar la realidad que soportan diariamente.

Si estás en búsqueda de un centro ético que realmente priorice los elefantes, quédate por aquí para entender por qué no debes contratar una excursión si ofrece cualquiera de estas actividades (u otras similares que impliquen interacción). Y si ya has ido y has elegido sin saber esta información, ¡no te preocupes! No estás sola. 

En busca del santuario real

Cuando nos ponemos a buscar un santuario de elefantes frente a la pantalla, cuando ya en el destino nos proponen tours con paradas en “santuarios” incluidos, o hacemos caso de recomendaciones, deberíamos pensar bien qué nos están ofreciendo y qué actividad vamos a consumir.

En busca del verdadero santuario, ¿existe?
En busca del verdadero santuario, ¿existe?

Si estamos frente a un verdadero santuario de elefantes, la interacción directa entre humanos que no sean sus cuidadores y los elefantes no estará permitida. ¿Y esto por qué? Por varias razones:

1. Bienestar animal

Los santuarios de elefantes tienen como objetivo principal proporcionar un entorno seguro y natural para los elefantes rescatados de situaciones de maltrato, explotación o cautiverio. Permitir la interacción humana les genera estrés y afecta negativamente a la salud y el bienestar de los elefantes.

2. Comportamiento natural

Los elefantes son animales sociales ENTRE ELLOS y tienen necesidades específicas. En un santuario REAL, se les permite vivir en grupos sociales naturales y realizar comportamientos propios de su especie. La interacción con los humanos interrumpe estos patrones naturales de conducta y dificulta su recuperación y rehabilitación.

3. Protección de los elefantes

Los elefantes rescatados en santuarios han sufrido abusos y tienen traumas debido a su explotación en centros turísticos, paseos (trekking camps), y otras actividades. Limitar la interacción humana ayuda a proteger a los elefantes de posibles daños físicos y emocionales adicionales.

4. Educación y conciencia

Los santuarios de elefantes desempeñan un importante papel educativo y de concienciación. Fomentan la sensibilización sobre la conservación de los elefantes y promueven la necesidad de respetar y proteger a estos animales en su entorno natural. Al no permitir la interacción directa con los elefantes, se enfatiza la importancia de mantener una distancia respetuosa y no perturbar su vida cotidiana. Algo que se debe hacer también cuando avistamos animales en libertad.

Un santuario debería verse así

Dado que los verdaderos santuarios de elefantes no obligan a estas extraordinarias criaturas que naturalmente evitan a los humanos a estar en estrecho contacto con ellos, es importante destacar que son los falsos santuarios los que ofrecen las principales actividades de interacción. Actividades que, aunque aparentemente puedan parecer inocuas y nos intenten e intentemos convencernos de lo contrario, en realidad no son nada beneficiosas ni tampoco saludables para los elefantes.

Actividades que no deberían verse en un santuario real

Vamos a echar una mirada a la cruda realidad y a esas actividades turísticas que deberían darnos la voz de alarma. Te adelanto, que a pesar de que hay muchas más actividades, me voy a centrar en las principales y más ofrecidas por los falsos santuarios. ¿Empezamos?

Para empezar, dejar de utilizar a los elefantes como decorado de nuestras fotos...
????Para empezar, dejar de utilizar a los elefantes como decorado de nuestras fotos…

1. Alimentar a los elefantes

¿Qué hay de malo en darle unas bananas a un elefante? Te lo cuento.

Los elefantes en la naturaleza comen durante la mayor parte del día, nada más ni nada menos que entre 12 y 18 horas(!!), y obtienen su alimento a través de una serie de comportamientos naturales y físicos que son esenciales para su bienestar:

  • Caminan largas distancias.
  • Se estiran para alcanzar las ramas de los árboles.
  • Trepan para acceder a los recursos alimenticios.
  • Cavan en busca de raíces, tubérculos y sales minerales.
  • Nadan y se sumergen en cuerpos de agua para alimentarse de plantas acuáticas.
  • Rompen árboles, ramas u otros materiales vegetales para acceder a la comida.
  • Desplazan a otros elefantes para acceder a zonas de alimentación.
  • Utilizan sus colmillos, pies, piernas, cabeza y peso para manipular y procesar el alimento.

Cuando son los turistas los que dan de comer a los elefantes, se altera drásticamente este comportamiento natural y sus patrones de alimentación.

Por un lado, a veces se obliga a los elefantes a estar durante largos períodos de tiempo en el mismo lugar, esperando a que lleguen los turistas a alimentarlos. Otras veces, la mayoría, se realiza desde una distancia  mínima y prácticamente inexistente, y sin barreras físicas de seguridad entre los elefantes y los turistas.

Alimentar elefantes, una imagen que vemos demasiadas veces
Alimentar elefantes, una imagen que vemos demasiadas veces

Por otro lado, los elefantes en la naturaleza tienen una dieta muy variada, consumen más de 165 tipos de plantas diferentes, además de hierbas, juncias, brotes, arbustos y árboles, frutas, bulbos, partes de plantas y raíces.

La dieta proporcionada en cautividad, compuesta por grandes cantidades de frutas como caña de azúcar, plátanos, sandías, piñas, calabaza, etc., con un alto contenido calórico y de azúcares, o comida artificial, como puede ser la comida seca para elefantes, es inadecuada y poco saludable, lo que les produce problemas de salud permanentes a corto y largo plazo, tanto físicos como mentales:

  • Problemas físicos: El aumento de peso excesivo tiene un impacto negativo en la salud metabólica de los elefantes. Además, la obesidad puede causar problemas físicos, como trastornos músculo-esqueléticos, desde artritis hasta debilidad y atrofia de ciertos músculos. En muchas ocasiones sufren de estreñimiento, cólicos y problemas gastrointestinales.
  • Problemas mentales: Alimentar a los elefantes de manera artificial y no permitirles obtener su alimento de forma natural, privándoles de la oportunidad de aprender y practicar todas esas habilidades de búsqueda y selección para obtener alimentos específicos, tiene un impacto negativo en su bienestar mental y de supervivencia natural, y lleva a la aparición de estereotipias que son comportamientos repetitivos y sin objetivo.
Idílica foto, pero innecesaria
Idílica foto, pero innecesaria

En los santuarios reales, los elefantes no solo tienen una dieta natural, variada y adecuada, sino que pueden comer a voluntad, (la propia, no la del turista), en su hábitat natural, y sin sentirse avasallados ni agobiados por hordas de gente que solo busca hacerse la tan ansiada foto.

Los elefantes saben comer solos. De verdad. No necesitan nuestra ayuda para alimentarse. Y si lo requirieran, deberían ser sus mahouts (cuidadores), con los cuales han construido el vínculo de credibilidad, los que se encargaran de esa tarea.

2. Baño

La actividad estrella: ¡Bañarse con los elefantes! ¿Hay algo más increíble que bañar a un elefante en el río? 

En la naturaleza, los elefantes salvajes se bañan a su antojo en ríos, estanques, arroyos y charcos de barro. El baño es crucial tanto para su higiene personal como para su salud, ya que el agua les ayuda a regular su temperatura corporal y a mantener una adecuada higiene de la piel. Además, es una forma fundamental de socialización que les permite estrechar lazos, interactuar con otros de su especie y aprender diversos comportamientos. 

Turistas bañando elefantes
Turistas bañando elefantes

Durante el baño en la naturaleza, los elefantes:

  • Se sumergen.
  • Beben agua.
  • Se salpican a sí mismos.
  • Ruedan sobre sus espaldas.
  • Bucean.
  • Interactúan entre ellos tocándose y frotándose.
  • Se rascan contra las orillas.
  • ¡Y sí! También defecan y orinan en el agua.

A los elefantes les encanta el agua, la lluvia, mojarse y bañarse, pero entonces, ¿por qué no es ético ni beneficioso para los elefantes que tú, junto con un grupo de personas, les arrojes cubos de agua en un ambiente festivo, ruidoso y poco higiénico tanto para ti como para ellos? Principalmente, porque los elefantes no necesitan bañarse constantemente, solo lo hacen cuando lo necesitan, y solo ellos saben cuándo es el momento adecuado. Pero además los daños van más allá: 

3. Daños físicos

Los centros que ofrecen esta actividad con elefantes obligados a bañarse con los turistas, a menudo someten a estos elefantes de manera repetitiva (hasta 3 o 4 veces al día, a veces más), a baños con grupos de personas que en muchas ocasiones utilizan herramientas como cepillos o el uso de productos químicos como jabones o champús que dañan su piel. Cualquier actividad que implique bañar a un elefante no proporciona beneficios adicionales ni de higiene ni de bienestar, sino todo lo contrario.

Santuarios de elefantes: qué debes saber si piensas visitar uno
Otra vez a bañarse…

Además, estas actividades son antihigiénicas tanto para los elefantes como para los turistas, ya que los elefantes orinan y defecan en el agua y tienen bacterias y parásitos perjudiciales para el ser humano.

La mayoría de las veces estas actividades se llevan a cabo en cuerpos de agua creados artificialmente, e insuficientemente limpios y muy contaminados, lo que puede afectar negativamente la salud de los elefantes.

Y no solo eso, a causa de la falta de la distancia de seguridad, existe un mayor riesgo de lesiones para los visitantes debido a la interacción tan cercana con los elefantes.

4. Daño mental

Provoca un estrés innecesario al elefante a causa de la manipulación física a la que se ven sometidos, y a la interacción con los turistas a la que se ven forzados. Sí, forzados, aunque te hagan creer que van solos al agua, aunque te hagan creer que están felices, y aunque te hagan creer que lo hacen por gusto.

Esa interacción tan cercana de visitantes ruidosos y con movimientos impredecibles, requiere un control total por parte de los mahouts, la mayoría de las veces con herramientas escondidas como clavos o punzones.

¡Pasen y vean! ¿Quieren tocar? ¿Mejor un bañito? ¿Un paseo con nuestros elefantes o simplemente darles de comer? ¡Lo tenemos todo en nuestro amplio menú!
Y otra…

Todo ello desequilibra su sistema nervioso, lo que desemboca entre otras cosas en las ya nombradas estereotipias, traumas y perjudica su bienestar general. NO LO DISFRUTAN, SOLO LO DISFRUTAS TÚ.

Ahora reformula la primera pregunta que te hice ¿Existe algo más antinatural que bañar a cubazos a un elefante?

5. Baños de barro o actividades relacionadas con aplicarles barro

Otra de las actividades estrella. Aplicar barro en los elefantes es otra de las excusas para mantener una interacción cercana y “mágica”, y que contribuye a su deterioro físico y emocional.

En la naturaleza, los elefantes utilizan el barro como parte del cuidado de la piel, como protector solar y repelente de insectos, además de ser parte de su ritual de socialización. Para ello utilizan su trompa para rociarse con barro, y si lo necesitan y no lo encuentran, pueden crearlo ellos mismos (¡Sí! ¡Son extremadamente inteligentes!) utilizando agua y tierra, y ayudándose con la trompa.

También pueden frotarse contra el suelo o encontrar montículos de barro contra los cuales se apoyan y se embadurnan. 

En casos de exposición prolongada al sol y sin la protección adecuada, los elefantes pueden sufrir quemaduras solares en la piel. Por lo tanto, es importante tomar medidas para proteger a los elefantes de la radiación solar directa, proporcionándoles sombra y/o la posibilidad de cubrirse con barro o polvo para mantener su piel protegida. Es una forma natural que la naturaleza ha dispuesto para su bienestar.

Pero esto no quiere decir que tengas que ser tú con otros tantos turistas, los que se pongan a embadurnarles de barro para, acto seguido, pasar al río a quitárselo con agua. Un sinsentido.

Ahora un poco de barro
Ahora un poco de barro

Cuando nosotros aplicamos barro a los elefantes, los obligamos en primer lugar, a mantenerse quietos en contra de su voluntad, y en segundo lugar, lo hacemos sin que el elefante tenga, una vez más, ninguna necesidad de ello. Los daños que se les infligen son los mismos a los descritos anteriormente en la actividad de bañar elefantes, a causa del control total que se ejerce y el estrés al que están sometidos, y además causa desarreglos en el control de su temperatura corporal. 

¡Piensa que el barro que estás cogiendo con tus manos y aplicando en la piel del elefante y la tuya propia no es solo agua y tierra! ¡También lleva heces y orina de los elefantes!

6. Caminar con elefantes o posar a su lado para una foto

Llegamos a las últimas actividades que ofrecen los santuarios, y las aparentemente menos dañinas.

En algunos centros se ofrecen estas actividades como complemento a las mencionadas anteriormente, y son simplemente una excusa como las demás para tener una interacción cercana con los elefantes y ganar clientes, es decir, dinero a costa de ellos.

¿Es tan inofensivo hacerse una foto con un elefante?
¿Es tan inofensivo hacerse una foto con un elefante?

No nos engañemos, los elefantes no necesitan ser paseados. En la naturaleza caminan más de 25 km al día, y pocos son los centros que pueden proporcionar a los elefantes este ejercicio, a menos que se encuentren en un centro que ofrece solo observación, con un gran manejo del espacio, o en el que los elefantes se encuentren en su hábitat natural, el único capaz de ofrecer estas circunstancias.

Y tener a un ser humano a su lado limitando sus movimientos e intentando tocarle constantemente, solo genera malestar en el elefante.

¡Y llega el momento de los trucos! Hacerse una foto haciendo que el elefante permanezca quieto, o peor aún, haciendo que abra la boca, abrace a la persona de turno, se siente en el agua para que te sientes en sus patas o haga cualquier otro truco de circo, es tan solo eso, un circo encubierto de seres que han sido castigados para poder cumplir con nuestro egocéntrico deseo de posar a su lado.

Porque la verdad es que nos hacemos una foto con un animal que tiene forma de elefante, pero que en su interior, dejó de serlo hace mucho tiempo cuando su espíritu dejó de ser salvaje.

???
¿¿WTF???

Resumiendo

Desde que los elefantes empezaron a trabajar en la industria turística, son innumerables las diferentes actividades que se han ido creando y la de trucos que a base de dominación y castigos les obligan a aprender para satisfacer el hambre de dinero por parte del dueño del centro en el que se encuentre, y la obsesión del turista por los selfis.

Desde dejarse montar, pasando por jugar a fútbol, pintar, dejarse bañar, ser paseados… a trucos como rociar de agua a los turistas con la trompa, dar besos, abrir la boca al darles de comer o el típico abrazo de elefante que rodea con la trompa, existe un gran menú de actividades antinaturales y forzadas.

Trucos aprendidos y órdenes a las que se ven forzados a obedecer como si de marionetas se trataran. La diferencia, es que las marionetas, no son seres vivos con emociones y no están completamente traumatizados como lo están los elefantes.

No hace tanto, esto era muy fácil de encontrar
No hace tanto, esto era muy fácil de encontrar

No existen en ningún país políticas de bienestar que controlen el número de turistas, y en muchos campamentos, los elefantes pueden estar expuestos al día a más de 200 personas, un ruido excesivo o interacciones impredecibles, lo que compromete su salud y su bienestar.

Recuerda que todas las actividades que te he enumerado, pero no solo estas, requieren un control constante de los elefantes, ya sea físico o verbal por parte de los mahouts, para que los turistas puedan participar en estas interacciones directas. A menudo, la implementación de un horario estricto, como un momento de alimentación o baño a la misma hora y lugar todos los días, aumentan las estereotipias durante, y justo antes y después de ese período debido a la anticipación y el estrés de la actividad.

Es importante tener en cuenta que los elefantes son animales salvajes que merecen ser respetados y protegidos en su hábitat natural y promover entre todos prácticas responsables que se centren en su bienestar y respeten sus necesidades naturales. No caigas en la trampa del “rescue-washing”, observándoles a una distancia adecuada, es como más puedes aprender y lo mejor para ellos.

Que tu deseo de selfies no sea más grande que el respeto que se merecen que les demos.

Memorias de elefante, por Cristina Palacio
Memorias de elefante, por Cristina Palacio
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Cristina

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