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Santuarios de elefantes: qué debes saber si piensas visitar uno

Una de las actividades turísticas más demandadas en los viajes al sudeste asiático es la visita a un centro de elefantes. Y es que en ocasiones parece que nuestro viaje no es perfecto si no lo completamos con tan codiciado encuentro.

A pesar de que los elefantes son el mayor mamífero terrestre, además de uno de los más peligrosos, en nuestro imaginario son como cándidos osotes de peluche achuchables que están ahí para recibir todo nuestro amor incondicional.

Típica estampa de un "santuario" en Tailandia
Típica estampa de un «santuario» en Tailandia

Si uno empieza a buscar información acerca de santuarios, se da cuenta de que frases como “no bullhooks, no riding, no chains” o “ethical elephant sanctuary” se repiten en cada folleto o página web. Aunque hace unos años esta información no parecía importante, a día de hoy son el nuevo mantra para atraer turistas.

Pero ¿es realmente así? ¿somos conscientes del sufrimiento que los elefantes soportan en dichos lugares? Vamos a verlo, después, tú eliges.

Santuarios de elefantes

Situación actual de los elefantes en algunos países de Asia

¿Cómo se ha llegado a este punto?

Para entender cómo se ha llegado al estado actual, en la que miles de elefantes viven en cautividad en el sudeste asiático (y la solución a dicho confinamiento no es tan fácil como liberarlos sin más), hay que conocer la relación entre los animales de esta especie y los humanos durante las últimas décadas.

Voy a empezar dando un poco de contexto porque la verdad es que la situación es bastante más complicada de lo que parece a simple vista. Nada es blanco o negro en este mundillo elefantero, y mucho menos si analizamos la situación individual de cada país.

Los elefantes y los seres humanos han compartido espacio durante miles de años. Forman parte de leyendas, mitología e historia y han sido utilizados como animales de guerra, medio de transporte, máquinas de carga… hasta llegar a nuestros días como simple entretenimiento turístico.

He de recordar que los elefantes son y serán animales salvajes, y para que lleguen a ser obedientes y sumisos, han de soportar torturas y castigos continuos.

Es importante que entendamos que no existe tal cosa como un “elefante doméstico”. Los elefantes en cautividad son animales que han perdido su voluntad de ser lo que deberían ser, elefantes libres y salvajes, y la única manera de que lleguen a ser obedientes y sumisos, es a través de las torturas y los castigos continuos que han de soportar.

Elefantes en cifras

En la actualidad el número aproximado de elefantes asiáticos que quedan en el mundo es de entre 40.000 y 50.000 en estado salvaje, y unos 15.000 en cautividad (números aproximados). Pero es que además están catalogados en peligro de extinción.

India es en la actualidad el país en el que más elefantes salvajes y en cautividad existen. Allí los estándares de bienestar de los elefantes en cautividad son bastante difusos, y el conflicto ser humano – elefantes es enorme dada la fragmentación de su hábitat natural.

En Laos, Camboya, Vietnam o Indonesia, los elefantes salvajes están prácticamente extintos, y hasta hace pocos años los centros con elefantes en cautividad se contaban con los dedos de las manos. Aunque la creciente demanda turística, o más bien, los golosos ingresos que los elefantes en cautividad aportan, está haciendo que, tristemente, este número crezca cada año.

En países como Indonesia se han creado centros de “entrenamiento” junto a los parques nacionales, para capturar y “domesticar” elefantes, bajo la creencia de que esto les ayudará a salvarles de la extinción a la que la creciente desaparición de su hábitat en manos del ser humano les está abocando. Desgraciadamente es una idea que, muy lejos de conseguir su propósito, solo está provocando que desaparezcan más rápida y cruelmente, y que se convierta en un método que algún otro país ya está sopesando.

En la popular Tailandia la situación es completamente diferente, pues los centros con elefantes en cautividad son muchísimos (más de 300), y el número no para de crecer. La mayoría dicen ser centros de rescate, pero la realidad es que la oferta es gigante y se adapta a la conciencia de cada turista, y no a las necesidades reales de los elefantes.

En Sri Lanka, destino turístico de moda, existen muchos más elefantes en libertad que en cautividad, pero al igual que en el resto de países, la captura y compra/venta para abastecer el mercado turístico es una realidad. Existen safaris para ver elefantes salvajes en los que la distancia de seguridad de los ejemplares es mínima, y centros que se venden como orfanatos o santuarios, que están muy lejos de serlo.

Elefante en el Yala National Park
Elefante en el Yala National Park, Sri Lanka

En todos y cada uno de estos países nombrados, hasta hace aproximadamente 20 años, los elefantes se venían utilizando como animales de carga, transporte, y sobre todo en la industria maderera para arrastrar los troncos talados y transportarlos por el bosque, (qué antagónico, elefantes siendo utilizados para destruir su propio hábitat).

Tanto es así que cuando se habían talado tantos bosques, los diferentes países fueron imponiendo prohibiciones que hicieron que todos esos elefantes se quedaran “en paro”, y por consiguiente sus dueños y cuidadores (sus mahouts), se quedaron sin ingresos, forzándoles a buscar otras vías de subsistencia llevándoles a mendigar por las calles con sus mahouts o terminar en la industria turística.

Es a partir de este momento cuando empiezan a aparecer los centros con elefantes en cautividad. El elefante, el mamífero más grande sobre la Tierra, venerado y admirado, pasó a convertirse en un vulgar entretenimiento turístico más.

“Elefantes a la carte”

El boom de actividades con elefantes en cautividad se produjo con la aparición de los llamados “trekking camps”, en los que la opción estrella era el paseo en elefante. Hoy en día, cuando pensamos en algo que no se debe de hacer en nuestro viaje al sudeste asiático, de las primeras cosas que se vienen a la cabeza es ese típico paseo a lomos de un elefante. Algo hemos avanzado.

Pero hace no tan pocos años, los “trekking camps” eran la manera más exótica de complementar, y sobre todo de presumir, de ese viaje a tierras del lejano oriente.

En lugares como Ayutthaya, los elefantes se usan para pasear a los turistas entre los templos
En lugares como Ayutthaya, los elefantes todavía se usan para pasear a los turistas entre los templos

A medida que la conciencia del turista fue aumentando, la oferta de actividades en estos centros se fue diversificando para adaptarse a la demanda particular de esa conciencia consiguiendo no perder clientes ni ingresos.

Esto hizo que cada vez más centros comenzaran a ofrecer diferentes actividades en función de lo que cada turista deseara hacer, y de la cantidad de interacción que cada uno quisiera tener con los elefantes: que te lleven el desayuno, pasearlos, alimentarlos o bañarlos, pasando por una inmensa cantidad de diferentes interacciones directas como ser abrazada por un elefante, besos, masajes (sí, lo que oyes, ser masajeada por las patas de un elefante), caricias… y un largo etcétera.

Y así empezó el “greenwashing” de la explotación animal, que comenzó a confundir y a hacer muy difícil la elección acertada de un proyecto que realmente cuidara de los elefantes, que es lo que la gran mayoría buscamos, un santuario donde los cuiden y los prioricen.

En los falsos santuarios, la interacción con animales se disfraza de bienestar animal, haciéndonos pensar que las necesidades de un elefante son las mismas que las de un perro
En los falsos santuarios, la interacción con animales se disfraza de bienestar animal, haciéndonos pensar que las necesidades de un elefante son las mismas que las de un perro
¡Pasen y vean! ¿Quieren tocar? ¿Mejor un bañito? ¿Un paseo con nuestros elefantes o simplemente darles de comer? ¡Lo tenemos todo en nuestro amplio menú!
¡Pasen y vean! ¿Quieren tocar? ¿Mejor un bañito? ¿Un paseo con nuestros elefantes o simplemente darles de comer? ¡Lo tenemos todo en nuestro amplio menú!
El top de actividades absurdas en falsos santuarios de elefantes, que se conviertan en tu mayordomo…
El top de actividades absurdas en falsos santuarios de elefantes, que se conviertan en tu mayordomo…

¿Cómo elegir un santuario REAL de elefantes?

Ahora ya conocemos la situación de los elefantes y sabemos qué no se debería hacer cuando se visita el sudeste asiático, pero, ¿por qué mantenerlos en cautividad? Existen tres razones fundamentales comunes a todos los países nombrados.

La primera es que todos los elefantes en cautividad tienen un dueño al que proporcionan unos ingresos mensuales, en muchos casos son grandes propietarios de arios elefantes, pero en otros son pequeñas familias que se quedarían sin ese ingreso vital.

La segunda es que gracias a la inmensa deforestación sufrida, no existe terreno protegido suficiente, para dejar libres a todos los elefantes actualmente en cautividad. La fragmentación de las áreas naturales lo hace prácticamente imposible. Así de triste.

La tercera, es que ya sea por su edad, enfermedad o principalmente a causa de los traumas sufridos, no todos los elefantes son susceptibles de ser reeducados y liberados.

Independientemente de que puedan o no ser liberados, lo que todos sin excepción necesitan mientras sigan en cautividad, es un lugar en el que los estándares de bienestar y sus necesidades se vean cubiertas, en los que ellas sean la prioridad. Un santuario REAL.

¡Al lío! ¡Llegamos a la parte más difícil! Queremos ir a ver elefantes en cautividad, a “hacer elefantes” pero… ¿sabemos realmente de qué hablamos cuando decimos que vamos a visitar un santuario de elefantes? ¿Qué requisitos debe de cumplir? ¿Sabemos distinguir entre un santuario REAL de un centro que simplemente se coloca la etiqueta de santuario, centro de rescate, o cualquier otro nombre para ganar clientes y lucrarse a costa de los elefantes? Y lo más importante, ¿son realmente elefantes rescatados?

Muchas preguntas, pero a continuación doy las claves para que no te despistes.

Las 5 libertades del bienestar animal se formularon en los años 60 del siglo pasado, y son el marco de evaluación de bienestar animal:

  1. Estar libres de hambre y sed
  2. Estar libres de incomodidades
  3. Estar libres de dolor, lesiones o enfermedades
  4. Tener la libertad de expresar sus comportamientos naturales
  5. Estar libres de miedo, angustia o estrés

Estos 5 principios suenan maravillosos, pero no determinan completamente el nivel de bienestar animal en este contexto, porque cualquier centro podría aparentemente cumplir estos 5 puntos y seguir siendo un falso santuario ¿no? Profundicemos un poquito más.

La palabra “Santuario” significa: lugar de refugio o seguridad, pero el problema es que los santuarios de elefantes NO están regulados, así que cualquier centro puede llamarse a sí mismo santuario y bajo excusas de supuesto bienestar, ofrecer todo tipo de actividades que perjudican y perpetúan el modelo turístico no respetuoso con elefantes.

Como puedes ver, la situación actual de los elefantes y todo lo que les rodea es bastante más complicada de lo que parece a simple vista (¡te habíamos avisado!), así que debemos de ir más allá y cuestionarnos e investigar, pero sobre todo hacernos responsables de nuestras actividades como turistas.

Decálogo del buen santuario

Con tanta oferta que confunde al turista, buscar el máximo de información al respecto para intentar hacer lo correcto queda en manos de cada uno. Así que aquí van 10 puntos que te ayudarán a no confundirte al elegir un santuario REAL de elefantes:

1. No existe interacción humano vs elefante:

¡Ninguna! Los elefantes deben de estar a una distancia tal que sea imposible tocarlos. Los elefantes, como cualquier otro animal o ser humano, tienen su propio espacio personal. Respetar este espacio es vital para que se puedan mover, comportar naturalmente y sobre todo ¡sea seguro para los turistas! Los elefantes son y siempre serán animales salvajes, no lo olvides.

Si el centro que vas a visitar promueve cualquier interacción cercana con los elefantes, ese no es un santuario, ni un centro de rescate, ni nada. Es simplemente un centro que usa a los elefantes como reclamo turístico.

Los elefantes no son dependientes del ser humano, saben comer solos, bañarse sin ayuda, caminar por sí mismos…    La presencia humana de desconocidos a su alrededor solo aumenta su malestar y su estrés. Derivado de esto, el control que el mahout debe de tener sobre el elefante debe de ser mayor, para, lógicamente, satisfacer los selfies de los turistas, y aguantar las caricias, los abrazos y un largo etcétera de interacciones forzadas que se ven obligados a soportar.

Sí, soportar, porque los elefantes son animales sociales, pero entre ellos, y en su naturaleza no está precisamente el gusto por el ser humano. ¡Vamos a dejarles en paz!

El día a día de los elefantes en EVP
Elefantes de un santuario siendo elefantes

2. Su objetivo no es el enriquecimiento económico, sus elefantes rescatados son la prioridad

¿Lógico no? Y no, no hablamos de que el proyecto no pueda ser económicamente sostenible, sino de que el objetivo de los propietarios no sea amasar una fortuna a costa de ellos.

3. Mantiene a cada elefante hasta su muerte

El objetivo, por supuesto, es que ese elefante que ha sido rescatado de una vida de sumisión, pase el resto de sus días en un entorno seguro y que no lo devolverán jamás a su antigua vida.

4. Educan al público

Es básico y fundamental, ya que solo a través de la educación puede cambiar la situación. Cambiando la mentalidad del turista, cambiará la demanda que estos solicitan, y ya sabes, si no hay demanda… ¡No hay nada que ofertar! O en todo caso, esta oferta se adaptará mejorando los estándares de bienestar de los elefantes, ¡al final ellos son los que salen ganando!

Picando piedra
En el Elephant Valley proyect, el turista trabaja, ¡y pica piedra!: rehabilitando una de las zonas del santuario.

5. Proveen adecuado cuidado veterinario

Aunque esto pueda parecer básico, no todos los centros cumplen este punto. Además, es imprescindible que pongan especial atención al cuidado de los pies de los elefantes. ¿Los pies? Sí, exactamente, los pies son la zona que debe de ser tratada con más atención, ya que al estar en cautividad, no realizan toda la actividad diaria que un elefante en estado salvaje lleva a cabo.

La inactividad y los suelos de los espacios inadecuados en los que se suelen encontrar, perjudican seriamente sus pies, y una pequeña herida que no se trata a tiempo puede provocar una sepsis y acabar con la vida de un elefante proporcionando muchísimo sufrimiento al animal.

No solo esto, también se debe de proporcionar el adecuado entrenamiento positivo (target training with positive reinforcement) educando de manera no violenta al elefante para que pueda recibir los tratamientos veterinarios sin violencia, y así prevenir futuros problemas de salud o procurarse esos cuidados si ya es necesario.

6. Los elefantes no estarán sujetos a ninguna actividad comercial (compra/venta) o de explotación (torturas, golpes, castigos, separación madre/bebé, etc.)

Son numerosísimos los centros y dueños de elefantes que intentan que sus elefantas se queden embarazadas para generar más ingresos en el centro o vender las crías, o que venden a sus elefantes más ancianos a “santuarios”, o que usan a elefantes que trabajan en el trekking camp por la mañana y en el santuario por la tarde… Los ejemplos son innumerables.

7. No promueven la reproducción entre sus habitantes

Si el centro es un santuario REAL de elefantes, no tiene ningún sentido que promuevan la reproducción entre sus habitantes, ya que la reproducción sólo contribuye a que más elefantes acaben en cautividad. Los elefantes deben de reproducirse en libertad, en su propio hábitat y sin seres humanos que les perturben en el proceso.

¿Existen excepciones? Solo un proyecto en el que verdaderamente se están reintroduciendo los elefantes de nuevo en la naturaleza (solo existe uno en la actualidad, en Laos), puede ser susceptible de adherirse a esta excepción. Os aseguro que no hay cosa más difícil que hacer que una elefanta en cautividad se quede embarazada, y los métodos que se usan, distan mucho de ser naturales o casuales.

8. Los elefantes se encuentran en su hábitat natural, y el proyecto preserva el área en el que se encuentran

Parece obvio, pero no lo es tanto. Muchos de los centros se encuentran ubicados en explanadas artificiales de hierba, sin espacio suficiente, sin árboles, ya que han sido previamente talados o sin puntos de agua cercanos.

Si no es posible ubicarlos en su hábitat natural, que es la jungla, el monte o la naturaleza, los elefantes deben de encontrarse en una zona lo más parecida posible a su entorno original para que puedan desarrollar libremente sus comportamientos naturales, tengan a su alcance la comida silvestre necesaria para su bienestar, y puedan vivir libres de estrés sin seguir absurdos programas de actividades.

9. No permiten ninguna situación que pueda producir un estrés innecesario a los elefantes

Por ejemplo: programas de actividades con turistas y para turistas que incluyan interacción (que es siempre forzada), inactividad durante tiempos prolongados como estar encadenados durante todo el día (o incluso más) cuando no hay visitas al centro, participación en fiestas o celebraciones, etc.

10. En resumen, debe de ser un proyecto en el que se proteja el derecho a la salud y la vida de los elefantes rescatados, persiguiendo los máximos estándares de bienestar

Creer que estando en un centro que se hace llamar santuario, están mejor que en otra industria simplemente porque se tiene un contacto directo con él, bajo la excusa del supuesto cuidado, es simplemente ponerse una venda en los ojos para satisfacer nuestro ego. Preguntar, tener mentalidad crítica y cuestionar y buscar toda la información, es la única manera de asegurarnos que estamos visitando el centro más adecuado.

Que los elefantes formen parte de la cultura asiática nadie lo pone en duda, pero confundir y mezclar la cultura, con lo que en realidad es un negocio, es lo que hace que se lleguen a perpetuar ciertos modelos turísticos que nada tienen que ver con la cultura real del país, y que además no beneficia en absoluto a los elefantes.

“Es solo una vez en mi vida” nos repetimos mentalmente. Pero aunque las ganas de hacernos la tan ansiada foto con estos maravillosos seres y poner esa cruz en nuestra lista deseos sea incontenible, hay que tener presente que, aunque no lo veamos, el sufrimiento y el trauma está ahí, presente en cada uno de ellos.

El modelo turístico que se oferta se va adaptando a la demanda, cuantos más seamos los que solicitamos un trato más ético, respetuoso y con los más altos estándares de bienestar, más redundará en beneficio de los elefantes en cautividad.

¡No te canses de preguntar tanto como puedas y analiza siempre las respuestas!

Memorias de elefante, por Cristina Palacio
Memorias de elefante, por Cristina Palacio
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Cristina

  1. Gracias por esta información. Lamentablemente mucha gente no lo entiende o les da igual.
    ¿Qué opinas de Yala en Sri Lanka?
    Saludos.

    • Hola Pilar, en Yala se puede hacer safari y ver elefantes en libertad

  2. Gracias. Después de leer el artículo, me ha abierto los ojos sobre los supuestos «santuarios». Hace años estuve en uno en Tailandia y para ello estuve investigando bastante hasta que «me convencí» de que era de los muy pocos que ayudaban pero ahora me doy cuenta que fue un error.
    Quería volver a uno en Vietnam con idea de colaborar en sus cuidados pero creo que lo mejor será evitarlos. Espero que al igual que yo, más gente se de cuenta.
    Mil gracias

  3. Hola! Dentro de unos meses nos vamos a Tailandia y después de leer tu post no quiero ser engañada ni contribuir con algo que no encaja conmigo ni con mi ética. Por eso quería preguntarte si podrías decirme el nombre de algún santuario en Tailandia que de verdad cumpla con el significado de santuario.
    Muchas gracias.

    • Hola Laura! Disculpa la tardanza en contestar. En mi perfil de Instagram (@cris.elefantasia) tienes los santuarios que recomiendo a día de hoy. En la zona de Chiang Mai siempre recomiendo aquellos que ofrecen mínimo 2 días/1 noche ya que la experiencia es mucho más auténtica, educativa y respetuosa. Si tienes cualquier duda me comentas! Un abrazo

  4. Hola, muchas gracias por tu Post. Das mucha información que lamentablemente la gente no sabe. ¿Sabes si en Vietnam hay a día de hoy safaris para animales salvajes o santuarios reales que respeten el bienestar animal?

    • Hola Virginia! En Vietnam los elefantes están prácticamente extintos tanto en estado salvaje con en cautividad. El único proyecto que puedo recomendar es el Yok Don National Park, que hace unos años comenzó un programa de reintroducción de elefantes cautivos, y se encuentran allí en semilibertad. Tienen programa de visitas así que solo tienes que visitar su web. Suerte!

  5. hola!

    ¿En Indonesia hay alguno donde realmente se preocupen y cuiden bien de los elefantes para poder tener contacto con ellos?

    Gracias y un saludo.

    • Hola María! Desgraciadamente en Indonesia no existe ningún proyecto que a día de hoy se pueda recomendar. ¡Esperemos que esto cambie pronto! Un abrazo.

  6. Hola!! Vamos a Tailandia en Enero, lo más probable es que los días 12,13 y 14 estemos en Chiang Mai. Nos gustaría ir a ver a los Elefantes en libertad.
    Gracias

    • ¡Hola Isa! Imagino que te refieres a ver elefantes que estén con el mayor grado de libertad que la cautividad les permita. Si vas a estar en Chiang Mai, los mejores centros sólo ofrecen programas de mínimo 2 días/1 noche, ya que los elefantes están en su hábitat natural real, el monte y el bosque, y, por tanto, alejados de la ciudad. Son los más recomendables y los que tienen los mayores estándares de bienestar: El Kindred Spirit Elephant Sanctuary, y el BEES -Burm & Emily’s Elephant Sanctuary-. Si lo que quieres es ir a ver elefantes totalmente libres, es decir, elefantes salvajes, entonces tienes que ir al sur, a Kui Buri National Park.

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