Me encanta el agua, me considero una persona del mar. Siempre que hay agua cerca siento una profunda necesidad incontrolable de sumergirme dentro. Incluso en aguas abiertas y oscuras de alta mar, en aquellas que a muchos les vendrían las imágenes de los monstruos más profundos del abisal o simplemente, un tiburón – por ese erróneo miedo infundado a través de las películas -.
Aprendí a bucear en invierno en Galicia, con el agua a 13 grados y a veces con muy escasa visibilidad.
Pero sinceramente, lo que ocurre aquí en donde vivo es algo que me crea una inmensa y respetuosa curiosidad, por eso sé que el mar de Melaka es algo especial.
Sus aguas crean una especie de “aprehensión” profunda – ya que no lo llamaría “miedo” del todo-, pero hace que tu cuerpo se proteja de lo desconocido, y es que el mar de Melaka esconde criaturas que son consideradas fósiles vivientes.
La baja visibilidad debido al sedimento en suspensión, las corrientes impredecibles, los remolinos repentinos y la temperatura del agua que fluctúa con la marea crea un entorno difícil, donde solo aquellos que han evolucionado para adaptarse de verdad, sobreviven.
Lo que fue en el pasado un paraíso de playas largas de arena dorada y manglares costeros, ahora son montones de arena que preparan el terreno robado al mar para ser el sostén de nuevos rascacielos. Estos trabajos para mi mal llamado “progreso”, están matando literalmente el mar.
Por eso hay días que sus aguas siguen preservando esa tonalidad de azul sano que solía tener antes de que el proceso de genocidio del mar ocurriese en esta zona, pero hay otros días que el agua es totalmente color café con leche o azul grisáceo, raro. Sus aguas se han convertido en un caldo denso de sedimentos que provocan la disminución de oxígeno y hace que se cree un mar poco apetecible.
Una de las grandes consecuencias de la pérdida de hábitat es la pérdida de las funciones invisibles que realiza ese ecosistema por nosotros, de forma silenciosa sin nosotros saberlo. Como las raíces de los manglares, filtran y depuran el agua.
Esto ha creado esa falsa creencia que con el tiempo y pasividad, se convirtió en real: “el mar de Melaka, está muerto” – Aunque yo siempre les corrijo y les digo que “lo han matado”.
También he de mencionar, que por el estrecho de Melaka, transcurre uno de los mayores tráficos marinos del mundo, ya que conecta Asia con Occidente. Por eso es un punto bastante estratégico.
Por lo que ves, el Mar de Melaka no es un lugar donde te sumerges sin pensarlo dos veces. Es que es un ecosistema donde las reglas no están dictadas por el humano, sino por una naturaleza que ha permanecido implacable por millones de años. Aquí, la prudencia no es opcional, porque es la diferencia entre un encuentro fascinante y uno fatal.
Bucear aquí no es una experiencia de aguas cristalinas, aquí es sumergirse en un mundo de formas espectrales que emergen de la penumbra sin previo aviso. Seres prehistóricos que han resistido millones de años sin cambiar, como si este mar hubiera quedado atrapado en un tiempo donde la evolución no ha tenido prisa.
Tal vez por eso lo respeto tanto. Porque en un mundo donde creemos haberlo dominado todo, este mar nos recuerda que hay lugares donde seguimos siendo intrusos.
Las sombras turbias que se mueven bajo el agua espesa, por las criaturas que parecen sacadas de un tiempo en que los océanos pertenecían a monstruos primitivos, te hace intuir que tú no eres el depredador supremo.
Sé que en el Mar de Melaka, cuando cae la noche, las criaturas que habitan en sus aguas cambian su comportamiento de formas que pocos han registrado.
Me encanta charlar con mis amigos pescadores que me cuentan conductas de los animales marinos de aquí, de ellos he aprendido que muchos depredadores emergen al amparo de la oscuridad, cuando la temperatura desciende y la visibilidad se reduce aún más.
Aquí, te presento algunas de las criaturas que más me han llamado la atención del Mar de Melaka.
Esta especie de congrio de color dorado con el vientre más plateado y de dimensiones enormes, me dejo flipada la primera vez que la vi sacar del barco de uno de mis amigos pescadores. Era la primera vez que veía semejante criatura. Su cuerpo alargado acababa en esa enorme cabeza de ojos grandes y boca de dientes afilados y largos.
Los he visto casi de dos metros, y ahora se ha convertido para mí en una de las especies más comunes que veo por aquí. Ya que este es su propio hábitat con fondos fangosos y arenosos, suelen estar entre los 10 y 100 metros de profundidad donde se alimentan emboscando con esa dentadura que hace capturar sus presas de forma rápida y eficaz. Pasan el día escondidas y al anochecer es cuando sucede la cacería diaria.
Su función en la naturaleza, sin que ellos lo sepan, es regular las poblaciones de sus presas en este ecosistema. Pero ahora también sirven para hacer las conocidas “fish ball” asiáticas, un ingrediente popular en sopas y platos callejeros.
Este pez se ha convertido en uno de mis favoritos de ver cuando voy a ver a mis amigos pescadores. Aunque su hábitat suele ser más profundo, en el Mar de Melaka este depredador emerge a la superficie también durante la noche.
La primera vez que vi uno estaba flotando en el mar, tendría 1 metro con un plateado iridiscente precioso. Pero su cara no es tan preciosa. Sus ojos negros azabaches, enormes que brillan incluso después de varias horas fuera del mar, cuando los bajan los pescadores de sus barcos, son como agujeros negros infinitos.
Investigando sobre ellos he descubierto curiosidades que a mi me resultan asombrosas. Este pez es capaz de atacar presas incluso de su tamaño. Y es que cuando ves su dentadura llena de agujas como dientes, súper afilados, sabes que juega con armas de ventaja dentro del juego del ciclo de la vida.
La verdad que la creatividad de la Natura en estos casos, se lució. Su silueta, como alargada, hace que nadar en aguas abiertas, en la noche, no sea la mejor idea.
Investigando sobre el tema, encontré registros de este enigmático pez, que puede superar los 10 metros de largo, es una de las criaturas más misteriosas del océano. Se mueve con un nado ondulante, parecido al de una serpiente marina.
Al anochecer en Mar de Melaka, encontrarse con uno de estos seres plateados puede ser una experiencia que podríamos describir como mitológica. Si se me presenta la ocasión, lo registraré para que quede la prueba.
En estos últimos cinco años se puede decir que he creado una relación bastante especial con estos reptiles prehistóricos, que pueden llegar incluso a ser más grandes que el barco donde vamos a verlos.
Muy cerca de Melaka hay un río que se llama Sungai Linggi donde descubrí un mundo de manglares auténtico con cantidad de fauna salvaje que ver tan sólo desde un barco. Empecé a hacer rutas para que las personas de aquí empezarán apreciar la naturaleza que tiene.
Esta zona desde el año pasado empezó a desarrollarse perdiendo mucha de la magia que tenía. Desde que empezó esta pérdida de hábitat, los cocodrilos han empezado a moverse en busca de nuevo territorio, entre ellas las zonas del río del centro de Melaka, es decir en pleno centro turístico o en el río al lado de mi casa, convirtiéndose en vecinos míos.
Los cocodrilos de agua salada aquí no son una leyenda urbana; son una realidad. Silenciosos y pacientes, nos observan sin que muchas veces ni lo sepamos. He de decir que en todo este tiempo nunca hubo ningún conflicto entre humanos-cocodrilos, pero desde que están empezando aparecer por el centro, el gobierno se está esforzando en aniquilarlos.
Mientras que otros mares la más “peligrosa” criaturas que te puedas encontrar son bastante evidentes como tiburones o serpientes marinas, aquí los mayores “peligros” suelen estar en lo pequeño, lo invisible a primera vista, o lo camuflado.
Son varias las ocasiones, en lo que ya llevo viviendo aquí, que he visto cientos de medusas enormes en las orillas de Pantai Puteri. Y cuando navegas, es común verlas flotar. Hay varias especies, y muchas -consecuencia de mares más ácidos-.
Recuerdo una vez en Penang, como una chica se fue a dar un baño y acabó prácticamente entera de las marcas de los tentáculos de las medusas. De hecho hay un cartel contabilizando las personas que mueren al año.
Existen unas en particular, las llamadas medusas de caja que son invisibles a nuestros ojos, y contienen una de las toxinas más potentes del reino animal. Tan sólo un pequeño roce, puede provocar insuficiencia respiratoria, parálisis y en algunos casos, la muerte si no se actúa a tiempo.
Cuando empecé aprender de corales con mi maestro Yc, quedé asombrada de la cantidad de especies de corales tan diferentes que hay comparadas con la costa Este de la Península de Malasia. Pero que a su vez, a pesar de que no siempre las condiciones son buenas, persisten y resisten con sus vibrantes colores en un ambiente que no les deja lucirlos como se merecen.
Este en concreto se encuentra tapizando a las rocas, es un coral blando y su secreto es mortal.
Segrega una mucosidad que contiene palitoxina, uno de los venenos más letales del mundo. Sólo con tocarlo sin querer y llevarse las manos a la cara se puede sufrir una parálisis muscular, insuficiencia respiratoria e incluso la muerte.
Es increíble como algo que puede pasar totalmente desapercibido entre las piedras, contenga una toxicidad suficiente para matar a un ser humano incluso con una minúscula dosis.
Esta especie de pulpo se puede encontrar durante el intermareal del estrecho de Melaka – Lo poco que queda ya -. Con sus apenas 10 centímetros, se mimetiza en el fondo pero cuando se siente amenazado, sus anillos azules brillan avisando de que es letal. Si alguien no ha recibido el aviso y se atreve a tocarlo, libera una neurotoxina que paraliza el sistema nervioso en minutos. No hay antídoto.
Como el caso del siguiente protagonista, que con su aspecto está claro que es él el que crea el ambiente hostil en donde esté. Yo lo conocía por los documentales de National Geographic, y seguramente que tú también.
Le llaman «gusano bobbit», y me han contado que los hay de dos metros, así que no me gustaría pisarlo sin querer. Se esconden bajo la arena desde donde acechan a sus presas con esas super mandíbulas rarísimas que han dado juego a muchas pelis de ciencia ficción.
También le gusta la noche. Y es rarísima la presa que se logre salvar de esa multi guillotina.
La primera vez que lo vi, no me lo podía creer. Lo había visto en los libros de biología, es considerado un fósil viviente. Esta criatura ha logrado permanecer sin cambios por más de 450 millones de años.
Y ahora para mi es súper común verlos muertos en la orilla, cuando hay algún vertido en el río de al lado de mi casa, que ahora es bastante habitual. O enganchados en las redes de los pescadores todos secos.
Pero te voy a contar mi primera vez con estos bichos; qué pena que nadie me hubiese grabado en aquel momento, porque mi cara de asombro debió de ser un cuadro.
Resulta que iba a un sitio pero me perdí, y llegué a una playa donde había unas 20 personas moviendo la arena en el agua, como marisqueando. Aparqué para preguntar por el sitio y vi que había cajas de lo que estaban recogiendo, y ahí vi por primera vez mi primer cangrejo de herradura.
Es una cosa rarísima de bicho, es como un casco duro verdoso-marrón, con cola larga. Son bastante grandes con forma de domo, y si los ves dado la vuelta tienen unas patitas que parecen de centollas pero todas juntas.
Aspecto jurásico, que mola un montón. Estos son inofensivos, lo máximo que pueden dar es un poco de repelús.
Lo alucinante de estos bichos es que existen cuatro especies. La más estudiada es la de Estados Unidos, ya que su sangre azul es extremadamente valiosa para la medicina, y aquí en Melaka existen dos de esas cuatro especies.
El Mar de Melaka es el último santuario de estas especies prehistóricas que sobrevivieron en el tiempo. Es como estar en un mar donde el tiempo no ha pasado.
Se encuentra también en el intermareal. La primera vez que la vi parecía como una maraña de algas moviéndose, pero luego te empiezas a fijar y hay como brazos finos que se entrelazan y se diversifican más, creando una red que parece no tener sentido. Pero ellas lo utilizan para atrapar peces u otras criaturas, y dirigirlas a la boca.
Así que sí, su aspecto alienígena puede dar cosilla, o parecer que te va atrapar con uno de sus brazos, pero en verdad es inofensiva.
Otra de las especies que más me flipó encontrar, y que ahora es súper común encontrarlas después de una gran tormenta en la playa, son las plumas de mar. Es uno de mis corales favoritos, por lo raro que es y bueno, porque brilla!
Y me encantaría encontrar un bosque de ellos en la oscuridad del mar. Debe ser alucinante. Y por la de ellos que me encuentro en la orilla a veces, entiendo que esos bosques aquí en estas aguas, existen. Su bioluminiscencia se activa cuando se sienten perturbados, iluminando todo el fondo. Imagínalo.
Tiene forma de pluma y cada raquis tiene la colonia con todos los pólipos, y la base se engancha en el fondo de arena. En ellos se crean “apartamentos” para multitud de cangrejos pequeños, simpáticos y coloridos, que me he encontrado más de una vez también en la orilla.
Además del Sea Pen, hay otros organismos que emiten luz en la oscuridad de este mar. Descubrí que aquí también había Ardentía – mar de Ardora – una noche celebrando mi cumpleaños. Donde me acerqué al mar agitar el agua y brillo mágicamente, así que grite a todo el mundo que viniese a verlo.
Esta iluminación del agua ocurre en ciertas épocas del año, la bioluminiscencia es producida por unos microorganismos que hacen que las aguas brillan cuando se mueven. Es mágico.
Las medusas de Melaka, no son sólo venenosas, algunas de ellas también emiten destellos bioluminiscentes. Al igual que algunas especies de camarones, pero todavía no lo he visto. Supongo que habrá que ir a zonas alejadas o en las islas de enfrente.
Supongo que todo esto, a los que no están muy familiarizados con las criaturas del mar, le puede estar dando “miedo” estas historias. Pero lo que realmente quiero transmitir, es curiosidad.
El mar de Melaka es un auténtico mosaico de vida prehistórica, de especies que en otros lugares están relegadas a las profundidades, pero que aquí son parte del ecosistema superficial.
Además a través de esta información me gustaría hacer cambiar ese miedo por respeto y precaución a la hora de ser valientes y bañarse sin conocer o sin alguien de la zona. Porque algunos de los organismos más pequeños suelen ser los más letales o tienen mecanismos de defensa que parecen diseñados para un mundo mucho más hostil del que tú y yo conocemos.
Sé que muchas de estas criaturas no buscan la luz ni la presencia humana, por eso se mueven en la frontera entre lo visible y lo oculto, entre la ciencia y lo que aún no se ha documentado del todo. Porque en estas aguas, lo más peligroso no es lo que se ve, sino lo que se esconde.
Tal vez, de entre todos estos depredadores que te he contado, ha aparecido uno nuevo, silencioso y omnipresente, que está cambiando el destino de estos habitantes marinos.
Me refiero a la Basura Humana. Flotando por las corrientes, hundidas en el fango, atrapadas en las raíces de los manglares, en todos los lados ves los restos de nuestra actividad diaria.
Nuestros residuos modifican el ecosistema y van matando a su paso, como las redes fantasma, las redes abandonadas o perdidas en el mar, que siguen condenando a la muerte a las tortugas – me he encontrado cadáveres enredados en redes de pesca abandonadas en playas de Melaka – delfines e incluso un cocodrilo no hace muchos meses.
Las medusas flotan a la deriva con la marea, el alimento de las tortugas marinas que vienen aquí a reproducirse, y si tienen suerte, y logran evitar a los cocodrilos de agua salada que patrullan la desembocadura de los ríos, anidan en las playas cercanas a la vida humana, sin tan siquiera ser apreciadas.
La verdad que aprendo cada día del Mar del Estrecho de Melaka, siempre me sorprende. El mar es impredecible, las corrientes cambian, los vientos influyen mucho, las olas aprecen, los fondos varian, las lunas afectan. Y con todo esto, los movimientos, la distribución y el comportamiento de cada una de las especies que te he narrado.
Aquí los depredadores mantienen el equilibrio poblacional, las especies carroñeras limpian lo que otros dejan atrás y la marea arrastra consigo los restos de cada historia. Aquí, la supervivencia no es solo una cuestión de fuerza, sino de adaptación a este corredor que une dos océanos y ha sido refugio del tiempo.
Como las especies que llaman esta costa su hogar, muestran que entre sus aguas que presumen en calma, se esconden misterios de permanencia aún por descubrir. En estas aguas, cada criatura es un recordatorio de que la naturaleza sigue siendo impredecible. No hace falta adentrarse en el océano abierto para encontrarse con lo desconocido. Porque en el Mar de Melaka el tiempo y la evolución han seguido su propio camino.