Érase una vez un país con muchos castillos: Japón. Y es que si algo hemos visto en este destino aparte de templos y trenes que parece que viajan a la velocidad de la luz, son fortalezas que sobresalen en los pueblos o ciudades en los que se encuentran.
Nosotros visitamos cinco castillos de Japón, pero podríamos haber visto más, porque «haberlos haylos» y casi todos, a excepción del de Kanazawa que era un poco diferente, tienen una estructura similar: un torreón central de varios pisos de altura que se van estrechando y encogiendo hasta la última planta y un jardín o un lago dentro de una zona amurallada.
Estos castillos que en su día fueron construidos como instalaciones militares y residencia del correspondiente gobernante hoy en día son lugares históricos reconvertidos en museos y entran de lleno en lista de lugares que ver en Japón.
Todos los que vimos se pueden visitar por dentro de una forma muy organizada, como no podría ser de otra forma en Japón, siguiendo un recorrido marcado con señales y cuerdas que te lleva hasta arriba y luego abajo otra vez, impidiendo que la gente se tropiece. Y en todos y cada uno de ellos hay que descalzarse guardando en una bolsa las zapatillas.
Escribo este artículo antes de que se me olviden los nombres y las imágenes se me empiecen a mezclar en la cabeza, porque cuando visitas más de dos te das cuenta que son muy similares, pese a las diferencias que los distinguen.
El castillo de Himeji fue el que más nos gustó y, pese a ser el segundo que vimos, ya ningún otro pudo superar la impresión que nos causó éste. Cuando uno llega a la ciudad y sale de la estación del tren lo ve inmediatamente y solamente hay que recorrer una gran avenida persiguiendo la imagen de la fortaleza para llegar, nada de mapas…
El color blanco de sus paredes, debido al yeso con el que está recubierto, lo hace único y le da un aura mágica, casi celestial. Es por su color por lo que se le conoce como Shirasagi-jo, “la garza blanca”.
Fue construido a principios del siglo XVII y, aunque ya fue reconocido como Tesoro Nacional en 1951, se convirtió en el primer Patrimonio de la Humanidad de Japón en 1993.
El torreón central de este castillo tiene siete pisos, apoyados sobre dos enormes pilares, uno de los cuales tuvo que ser reemplazado durante la restauración de 1956-1964.
Otro de los castillos de Japón que se llevan casi todo el protagonismo es el Castillo de Matsumoto, construido como el castillo de Fukashi al comienzo de la era Eisho, durante la guerra civil. Más tarde, en el 1582, Sadayoshi Ogasawara se hizo con él y le cambió el nombre por el de Matsumoto.
Éste tiene seis plantas: en la primera hay pilares hechos de cicuta, ciprés y pino y se cree que se usó para almacenar comida, munición y armas. La segunda planta es la más iluminada por las tres ventanas tategoshi musha.
Pero lo más curioso sea quizás la tercera planta, oscura, sin ventanas e invisible desde el exterior siendo la zona más segura porque los enemigos la desconocían (desde fuera la torre central del castillo parece tener cinco plantas en vez de seis).
El castillo de Osaka es con diferencia en el que más gente había cuando lo visitamos. Las colas para subir y bajar de planta eran eternas y las vitrinas apenas podían verse porque siempre había alguien delante. Pero vale la pena recorrer todas y cada una de las plantas reconvertidas en un museo y llegar hasta la octava, desde la que las vistas del parque Osaka Castle Park y la ciudad, a 50 metros de altitud, son inmejorables.
No olvides que si quieres hacer un poco el friki, algo aceptable si vas a viajar a Japón, siempre puedes disfrazarte y hacerte una foto dentro del castillo.
Lo más destacable de la historia de este castillo que Hideyoshi Hashiba empezó a construir en 1583, es que ha sido destruido y reconstruido en varias ocasiones desde entonces, la última en 1931.
No esperábamos mucho del castillo de Hiroshima, porque nuestra visita a la ciudad era evidentemente por otros motivos, pero si vas a pasar un día en el lugar creemos que vale la pena acercarte a visitarlo. Se terminó de construir en la década de 1590 bajo las órdenes de Mori Trumoto, aunque no se sabe la fecha exacta.
El 6 de agosto de 1945 quedó totalmente destruido por la bomba atómica y se reconstruyó en 1958 como lugar de exposición de artefactos históricos, así que ahora por dentro es como un museo de cinco plantas con vistas de la ciudad desde la parte más alta.
Este es el último de los castillos de Japón que os vamos a mostrar. Oda Nobunaga ordenó en 1580 construir el castillo Kanazawa y en el 1583 Maeda Toshiie entró para hacerlo su residencia. Su familia lo habitó durante 14 generaciones hasta 1869.
Fue usado como una base militar hasta el final de la segunda guerra mundial y antes del 1995 fue el campus de la universidad de Kanazawa.
A unos pocos metros del castillo se encuentra el curioso jardín Kerokuen, lugar de visita obligada en la ciudad.
Mikel PC says:
En el castillo de Matsumoto poneis que está hecho de cicuta que es una hierba, ¿no será tejo? Que es un árbol de buena madera pero venenoso.