Cap. 09 – De Nuwara Eliya a Ella, disfrutando de las tierras altas

A primera hora de la mañana brillaba el sol. A pesar del fresquito que hacía debido a la altura que se encuentra Nuwara Eliya preferimos desayunar en la terraza del hostal para aprovechar los preciadísimos rayos que llegaban hasta allí. Las tostadas con mermelada, el café y el té sabían mucho mejor con aquellas vistas.

Una vez saciado el hambre nos acercamos hasta una factoría de té bastante conocida en este pueblo, pues pensábamos que rodeados de tantas plantaciones lo mínimo que podíamos hacer era enterarnos un poco del proceso de preparación. Como las instalaciones se encontraban en las afueras de Nuwara Eliya nos acercamos hast allí montados en Motoret y lo aparcamos en el parking de tuk-tuks (si, lo había). En el hall de la entrada vimos un grupo de personas que esperaban la llegada de más visitantes, y mientras aguardábamos a que viniese más gente nos sacaron un té de cortesía que degustamos viendo por la ventana las plantaciones de té. Cuando el grupo estuvo completo nos dieron un delantal y un gorro para entrar a las instalaciones aunque nos pidieron que no hiciésemos fotos ni grabásemos en vídeo, así que nos quedamos casi sin fotos del interior.

Aparcando nuestro tuktuk
Aparcando nuestro tuktuk

La visita fue rápida y poco fructífera. A lo poco que nos explicaron había que sumarle el difícil inglés que hablaba la chica, así que entre unas cosas y otras no nos enteramos de casi nada. Cuando terminó nos quedamos mirando unos a otros como diciendo -¿ya está?- y sin darle muchas vueltas al tiempo que habíamos perdido salimos otra vez con el tuk-tuk a ver el pueblo.

En el interior de la empresa de té
En el interior de la empresa de té

Mientras nos pensábamos que hacer dimos una vuelta por los alrededores del pueblo, en el que además de extensos campos de té vimos algunas cascadas. Más tarde decidimos ver Nuwara Eliya y tras perdernos por sus calles llegamos al lago. Allí la gente descansaba o paseaba y nosotros les observábamos. Aquello era un remanso de paz dentro de un pueblo ya de por sí tranquilo. Nos quedamos un buen rato haciendo fotos, grabando en vídeo o viendo jugar a unos chavales a cricket hasta que cerca del mediodía empezó a hacer fresco otra vez y decidimos volver al hostal. La sudadera y el pañuelo fueron imprescindibles en el trayecto de vuelta.

Bienvenidos a Nuwara Eliya
Bienvenidos a Nuwara Eliya
Gente jugando al cricket
Gente jugando al cricket
El lago de la ciudad
El lago de la ciudad
La bonita oficina de correos
La bonita oficina de correos
Y el amigo espantapájaros
Y el amigo espantapájaros

Por la tarde aprovechamos la buena conexión a internet para poner el blog al día y hacer videollamadas por skype. Con tanto ajetreo los últimos días no habíamos escrito nada de nada. Más tarde, un par de películas (y lo bien que se estaba en la cama) fueron las culpables de que después de cenar otro riquísimo curri no nos levantáramos de la cama.

En nuestro hotel esperando la cena
En nuestro hotel esperando la cena

El día siguiente reemprendimos de buena mañana la marcha hacia Ella. Tras el desayuno, esta vez en el interior de la casa para no mojarnos, cogimos nuestras mochilas y nos despedimos de la familia. Según el google maps, el camino era fácil pues tan solo teníamos que seguir una carretera principal, pero cuando vimos que el parque nacional Horton Plains estaba tan cerca decidimos desviarnos un poco para cruzarlo y poderlo ver. Pensábamos que lo podríamos recorrer sin problemas.

Conduciendo nuestro tuktuk
Conduciendo nuestro tuktuk

Nos dimos cuenta enseguida de cuando habíamos llegado a la zona del parque por la frondosidad de la zona. La densidad de la vegetación y el tiempo, que no mejoraba, daban un aspecto magnífico y tenebroso a la vez, y caía tanta agua que en algunos tramos tuvimos que parar porque no veíamos nada. Poco a poco la tormenta se disipó y el camino se fue estrechando y empinando. Nos estábamos metiendo en pleno corazón del parque.

El paisaje va cambiando
El paisaje va cambiando

El esfuerzo que tenía que hacer el tuk tuk por aquella inclinada senda eran tal que tuvimos que parar otra vez para descansar cuando empezamos a notar olor a quemado, y qué decir de la gasolina, que empezó a consumirse a pasos agigantados. Suerte que fuimos previsores y siempre teníamos una botella de repuesto.

Un momento de descanso en el trayecto
Un momento de descanso en el trayecto
El paisaje del parque natural
El paisaje del parque natural
Otra de las vistas
Otra de las vistas
Dándole de beber a motoret
Dándole de beber a motoret

No obstante aquello era maravilloso, todo un espectáculo visual. Un enorme ciervo en la ladera nos hipnotizó y nos tuvo 10 minutos observándole. Pero la alegría duró muy poco pues a mitad de camino nos sorprendió la entrada oficial del parque y no pudimos seguir. Pagar 5000 rupias por atravesar el parque era más de lo que estábamos dispuestos a pagar así que dimos media vuelta y salimos del parque para volver a incorporarnos de nuevo a la carretera principal.

Llegando a Ella
Llegando a Ella

 A media tarde llegamos a nuestro destino. En Ella, el propietario salió a buscarnos a la calle principal pues su guesthouse estaba casi escondida en medio del bosque. No tengo palabras para describir cómo era la habitación que nos ofreció, pues siendo tan básica (aunque grande, eso sí) era perfecta. Situada en la parte alta de una pequeña casita, cuando salías a su enorme balcón te encontrabas de repente en medio de la selva, no veías nada más a parte de árboles y algún macaco, y sentándote allí tenías la misma sensación que estando en una casa del árbol.

Nuestra impresionante habitación con vistas
Nuestra impresionante habitación con vistas

Me resistí a abandonar aquel pequeño paraíso pero finalmente tuvimos que bajar a la casa del señor donde, en las mesas de fuera, nos había preparado un curri con una extensa variedad de platos. Ella nos había gustado desde el minuto 0 y estábamos deseando explorarla.

700 465 Carme
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