La crónica cósmica. Plaza Durbar

Hacer el equipaje significa revivir. También podría compararse al despertar del oso que ha estado invernando. Gracias a los amigos, la espera no ha sido dolorosa en modo alguno. La multitud de enanitos que habitan en mi interior grita ¡hurra! cuando me cuelgo la bolsa en el hombro. Empieza la aventura y el tiempo ya parece correr a un ritmo distinto.

Tren, aeropuerto, avión. Con Lufthansa de Barcelona a Milán. Tras trotar hasta la siguiente puerta de embarque, subo a un Airbus de las Jet Airways indias que parece salido de fábrica. Servicio impecable y buenas noches. Aterrizamos en Delhi después de tres cabezaditas y media. Siete funcionarios gozan del ocio rascándose la barriga mientras un octavo se encarga de entregar lentamente las tarjetas de embarque a los pasajeros que estamos de tránsito.

A pesar de ser la misma compañía de antes, el siguiente avión es en su versión de “low cost,” y me siento como una sardina dentro de un Boeing en que difícilmente podría sentarse un gordito.

El paisaje que sobrevolamos al despegar me deja clara constancia de que los monzones siguen vivitos y coleando. Marchando hacia oriente, veo al Ganges convertido en una especie de serpenteante Amazonas, que se sale continuamente del cauce, e incluso copia su color pardo claro. Debido también a los monzones nos perdemos las espectaculares vistas del Himalaya que generalmente van incluidas en este viaje. La topografía del terreno cambia radicalmente tras virar hacia el norte. Un “alemanish” opinaría: “Caray, chico, si parece la Selva Negra”.

El verdor y las marcas de las avalanchas dejan claro en que época nos encontramos. Después de pasearnos por encima de incontables valles, aldeas, cañones, ríos, prados y junglas, llega el gran momento: el de aterrizar en el complicado aeropuerto de Katmandú. Gracias al dios del Himalaya, las nubes se hallan por el momento en las alturas, y el piloto sabe lo que se lleva entre manos.

Los funcionarios nepaleses, que representan la otra cara de la moneda en cuanto a los indostanos, tardan menos de un minuto en darme el visado de tres meses. El buen servicio siempre tiene un precio: cien dólares. Los taxis hasta el centro de la ciudad cobran quinientas rupias, casi son cinco euros que yo me niego a pagar. Sabiendo de qué va el percal, me aparto del aeropuerto, le como el coco a un taxista hablándole del famoso juego “todos ganan”, y acabo compartiendo el taxi con tres bengalíes.

Poner los pies en la plaza Durbar del centro antiguo es siempre un momento memorable. En el mes de diciembre se cumplirán treinta años desde que lo hice por primera vez; o sea la mitad de mi azarosa vida. De las cuatro personas que íbamos entonces solamente quedamos vivas dos. Este sitio milenario continua casi idéntico a pesar de haberse refinado. El diminuto estudio fotográfico tiene ahora la forma de una gran tienda de Kodak, Freak Street está enlosada y no apesta a orina, y los vehículos que la recorren son últimos modelos. Pero los “camellos” siguen ofreciéndote el Nirvana por cuatro pavos.

La pensión Himalaya está llena y me instalo en la New Green House Lodge. Una habitación diminuta del quinto piso sin ascensor me cuesta dos euros. Da a una amplia terraza con buenas vistas desde la que puedo espiar al vecindario. La vecina de enfrente alimenta con carne a varios cuervos que ya la esperaban; para las palomas, arroz. Una mariposa mayor que un gorrión salta de flor en flor. Una bandada de buitres planea perezosamente por el espacio. Una anciana celebra una ceremonia religiosa en el balcón de su casa, y yo la copio dando gracias por estar aquí, en mi amado subcontinente indio.

A las siete de la mañana ya me encuentro en la plaza Durbar para gozar del mejor momento del día en el mejor rincón de la ciudad. Cientos de creyentes recorren las docenas de templos de piedra y madera labrada. Las campanillas repican sin cesar. A los pies de la decena de pagodas se han instalados los tenderetes donde venden toda clase de frutas y verduras, té, churros, periódicos, alfombras, collares de flores y polvos de colores para ofrendar, y semillas para las palomas y las vacas.

Lista de precios:

  • “Dal vat” (arroz, dos verduras, lentejas, “chutney” y yogur): 50 céntimos (de euro).
  • “Chai” (té con leche): 10 cts.
  • “Bidis” (paquete de 25 cigarrillos indios): 5 cts.
  • Barbero (pulir la desmadrada barba): 50 cts.
  • Lavandería (un kilo): 50 cts.
  • Encendedor: 15cts.
  • Cerillas: 2 cts.
  • Jabón “ayurvédico” de papaya: 65 cts.
  • Periódico (12 páginas): 3 cts.
  • Botella de agua: 5 cts.
  • Internet (una hora): 15 cts.
  • Gasolina: ¡1 euro!
  • Visitar (o tan solo cruzar) los centros históricos, o sea la plaza Durbar: ¡3 euros! (evidentemente, yo me cuelo).

Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.

La crónica cósmica, de Nando Baba
La crónica cósmica, de Nando Baba
700 467 Nando Baba

Nando Baba

Escritor y viajero. No te pierdas las crónicas cósmicas de Nando Baba.

Artículos por : Nando Baba
1 comentario
  • Divertido! Me hizo acordar a mi día a día. Siempre llegar a todo con el último suspiro. En el viaje actual, llegue a muchas estaciones de tren cuando empezaba a arrancar y tuve la suerte de poder subir en movimiento. Creo que solo así me siento a gusto. Si llego con tiempo, algo inesperado sucede que te caga el día. Como la multa que me comí la semana pasada (25 euros), solo por ser pelo… y dejarme cagar por inspectores.

    Saludos,

    Martin y Enesto (mochilero a sus 92 años)
    https://viajeconmiopi.com/ https://www.facebook.com/viajandoconmiopi

Dejar una Respuesta

Start Typing

Preferencias de privacidad

Cuando visitas nuestro sitio web, éste puede almacenar información a través de tu navegador de servicios específicos, generalmente en forma de cookies. Aquí puedes cambiar tus preferencias de privacidad. Vale la pena señalar que el bloqueo de algunos tipos de cookies puede afectar tu experiencia en nuestro sitio web y los servicios que podemos ofrecer.

Por razones de rendimiento y seguridad usamos Cloudflare.
required





Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias mediante el análisis de tus hábitos de navegación. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso. Puedes cambiar la configuración u obtener más información aquí