En el siglo XVI, el sultán Ahmed el-Mansour el-Dahbi mandó construir un mausoleo donde poder descansar eternamente una vez muerto, una especie de sala fabricada con mármol de Carrara y decorada con oro. Las Tumbas Saadíes de Marrakech se dividen en varios mausuleos más, siendo el de las 12 columnas el más famoso de todas ellas.
Los techos están decorados con estucos y maderas talladas y los suelos suelen estar fabricados con coloridos mosaicos de azulejos.
Los jardines están llenos de otras tumbas pertenecientes a consejeros, ministros, y gente de “segunda fila”, y todas ellas siguen fieles a la decoración con pequeños azulejos de colores.
En definitiva el lugar no deja de ser una visita curiosa, que aunque no demasiado entretenida al menos es una de las visitas obligadas para imaginar los aires de grandeza de la edad de oro de Marrakech.
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