Después de la bajada desde la cima del Grand Tsingy, pasadizos estrechos incluídos, tuvimos el merecido premio de poder pasar un rato junto con una manada de lemures sifaka. A escasos metros de nuestras cabezas empezaron a saltar de un árbol a otro con una facilidad pasmosa. Nos entretuvimos haciendo fotos para luego terminar de hacer el “corto” recorrido de 3 km que nos pareció eterno.