Después de varios días de visitas por los barrios de Singapur llegaba el turno de tomarnos un descanso, y que mejor que hacerlo en el jardín botánico de la ciudad-estado. Si bien creíamos que en un principio nos iba a servir de lugar de descanso nos dimos cuenta por su magnitud que más descansar nos tocó patear un montón para poder ver cada uno de sus rincones. Especial atención hay que poner a la selva tropical que hay en el corazón del jardín, que te hace trasladarte a otro país sin salir de la ciudad de Singapur.
¡Hemos podido sentir hasta la humedad del ambiente!