Los rayos del sol alcanzaban mi cara con una intensidad que hacía días que no notaba. Habíamos deseado verlo brillar así durante el tiempo que estuvimos en Ton Sai y ahora que nos estábamos yendo decidió hacer caso a nuestras plegarias. Maldita nuestra mala suerte. Ya en la barca disfrutábamos de las vistas de vuelta a Ao Nang, donde en unas horas pasaría un jeep a recogernos. Todavía nos quedaban unas cuantas horas de viaje hasta Bangkok, destino final de mi viaje.
La mañana siguiente nos despertamos tarde, el último autobús nos había dejado a altas horas de la madrugada cerca de Rambuttri y, aunque habíamos conseguido dormir algo estábamos bastante cansados. Esta vez nos gastamos unos cuantos bahts más y cambiamos de hotel para pasar las dos últimas noches con mayor comodidad.
Nos quedaban un par de días antes de que saliese mi vuelo de vuelta a Valencia y los dedicamos a comer, a beber y a ver alguna que otra cosilla que no habíamos visto las anteriores veces en Bangkok. De momento las noches las pasábamos en Rambuttri donde siempre solemos terminar nuestras estancias en la capital de Tailandia.
El mayor esfuerzo que hicimos durante aquel par de jornadas fue visitar un mercado (en mi mochila todavía quedaba un huequecillo donde meter un par de pantalones de Alibaba nuevos) y dar un largo paseo entre los miles de puestos del barrio chino. ¡Qué barbaridad de cosas que se venden allí y en que cantidades!
Aprovechamos también para desplazarnos por los transitados canales de la ciudad con los barcos del Chao Praya Expres porque nunca hasta el momento lo habíamos hecho, y mira que habíamos pisado veces Bangkok. La decisión fue de lo más acertada porque pudimos ver algunos templos surcando aquellas aguas y nos entretuvimos viendo al chaval que se comunicaba con el conductor de las barcas con aquel silbato escandaloso. Hay que ver con la rapidez que atracan y que vuelven a salir…
Pero mi cabeza ya estaba casi en España. Atrás quedan las visitas a los templos, los viajes eternos en autobús y tren, las playas paradisíacas, la vida en las cabañas, los paseos en moto o el voluntariado. A qué poco me sabían las Changs cuando a los verdaderos elefantes no les iba a volver a ver, al menos en mucho tiempo… Bangkok ya me daba igual y no me consolaba.
Un último homenaje en forma de cena consiguió arrancarme las últimas sonrisas del viaje, con un par de changs y hasta un mojito que hicieron que la pena se mantuviese alejada al menos por unas horas.
Y ya cuando el último día en el taxi, de camino al aeropuerto, intentaba sin éxito evitar las lágrimas de despedida, me dije a mí misma que aquello sería un hasta luego. Lo que no imaginaba, y mira que es casualidad, es que el mismo día que escribo las últimas líneas de este diario iba a tener por fin en mis manos el billete de vuelta al paraíso. ¡Hasta pronto Tailandia! ¡Nos vemos en breve!
Hola,
Soy Mercedes de Argentina, (Buenos Aires), hoy a la tarde encontré este diario de viaje y me atrapo fuerte, tu despedida la sentí como si me hubiese pasado a mi de recordar mis viajes pasados.
Mañana viajamos con mi novio y unos amigos a Tailandia, hacemos escala en Londres y nos quedamos unas noches en Bangkok para luego recorrer unas noches Vietnam, Camboya, Krabi, Khao Lak, Ko Phangan y una sola noche en Koh Samui. Creo que todavia no caigo del viaje que voy a hacer, lo espere mucho tiempo y siempre fue postergado x el valor del pasaje, pero llego el momento de cumplir este sueño.
Gracias divina x compartir con tanta calidez tu viaje.
Saludos.