La imagen más característica de Pekín a pie de calle son los «hutongs», los distritos antiguos de la capital china que, en un país fuertemente modernizado, aún nos llevan a un pasado lejano y auténtico. En realidad, perderte por ellos es parte de la magia de esta ciudad.

La ordenanza civil del país está transformando muchos barrios históricos chinos e incluso homogeneizándolos. Pero en Pekín las clásicas viviendas sobreviven para mantener la esencia del centro de la ciudad. En ellas se puede pasear, comer, visitar y mucho más.
Quienes llevamos dos décadas viajando por China hemos visto cambios drásticos en muchísimas de sus ciudades. Algunas han pasado de ser pequeñas localidades rurales a convertirse en futuristas urbes plagadas de rascacielos. Afortunadamente no es así en Pekín.

La capital china aún respira muchísimo su ambiente tradicional, y al ser la principal ciudad, las autoridades velan para que mantenga un estilo único. Y eso es gracias a los hutongs, los barrios únicos y tradicionales de origen imperial que han representado siempre a Pekín.

Desgraciadamente, la gran mayoría de hutongs desaparecieron durante la rápida expansión urbanística de la capital. Pero los más bellos e importantes se mantuvieron, ya que el gobierno no permite que se construyan edificios de más de una planta alrededor de la Ciudad Prohibida, el centro absoluto de Pekín.

Estos hutongs, a los que puedes acceder por tu cuenta o mediante una excursión, son la experiencia perfecta para sentir lo que es Pekín, y verás desde algunos brutalmente locales hasta otros mucho más reformados e incluso artificiales. ¿Por qué son tan mágicos?
Cuando llegas a un barrio de hutongs ves que, desde una avenida central, se forma un amasijo ordenado de cuadrículas con callejones estrechos que se pierden hacia dentro. Para el aprovechamiento del espacio, en China se optaba por callejones muy apretados para entrar en los barrios.

De esa forma, lo normal en estos barrios es perderte por pequeñas callejuelas que comunican diferentes viviendas o locales. Y aún más interesante es ver que tenían un estricto orden como ciudad imperial que era Pekín: se organizan como una retícula perfecta con ángulos rectos.
En los distritos de hutongs las viviendas siguen un estilo chino llamado siheyuan, que vendría a ser que cada casa tradicional tiene un patio central y estancias alrededor en forma de cuadrado. Así podían tener un espacio al aire libre común.

Esto muestra la realidad familiar china, en la que normalmente la vivienda familiar era ocupada por varios hijos. Cada lado de la cuadrícula pertenecía a diferentes familias para tener privacidad, pero al mismo tiempo poder compartir un espacio central.
En el pasado, estas casas no tenían lavabo para ahorrar espacio y por falta de suministro. Así, las autoridades de la ciudad instalaban baños públicos, y por eso verás tantos en estas zonas. Muchos de estos aseos no tenían ni siquiera puertas de separación entre las letrinas, ya que se socializaba mucho en ellas mientras se desahogaba el personal.

Aunque a día de hoy muchos hutongs tengan baños privados, los lavabos públicos siguen en funcionamiento y son una seña de identidad de estos distritos.
En el pasado de los hutongs, pese a ser todos similares, las viviendas se distribuían por barrios, separando a los funcionarios de los artesanos o los trabajadores. A día de hoy no es así y todo está mezclado, pero sigue viéndose la verdadera vida comunitaria china.

Puedes ver a gente cocinando al aire libre, a niños jugando, a otros charlando. Otros reparan trastos, y no faltan los que simplemente toman algo.

En una ciudad tan vibrante como Pekín, algunos de los restaurantes más interesantes o bares de diseño están escondidos dentro de los hutongs y merece la pena visitarlos. Igualmente, se requiere algo de respeto al alojarse allí, viviendas privadas en su mayoría. Pero los chinos son agradables y posiblemente hablen contigo si pasas por sus barrios.
Todos los hutongs tienen un aire similar, con unos tonos azulados grisáceos que otorgan una imagen muy particular y que representa al color oficial de la capital china del pasado, lo que históricamente se denominó «el gris de Pekín».

Resulta paradójico que una ciudad gris sea tan colorida, pero eso es porque los ladrillos grises usados en la construcción de los hutongs adoptaban tonos azules debido a la humedad. Si unimos eso a los habituales farolillos rojos y a unas tejas muy decoradas, tenemos una arquitectura única y preciosa.

En esta guía para descubrir los hutongs de Pekín no podemos detallarte todos y cada uno de ellos. Pero sí que queremos darte una visión en forma de ruta para que puedas ir de uno a otro fusionando barrios locales con otros muy populares.
Quizás no sea Dongzhimen la zona más popular de hutongs, pero es una muy auténtica manera de empezar a descubrirlos. Además, está bien ubicada esta zona. Tan solo tienes que dirigirte a la estación de metro de Beixinqiao.

La ubicación de Beixinqiao en Dongzhimen es muy particular, con sus restaurantes y bares, porque hace de separación entre el Pekín antiguo y el moderno.
Al este se extiende la ciudad futurista hacia el opulento Sanlitun, y al este se adentra hacia los monumentos imperiales.
También llaman a este lugar el inicio de «la calle de los fantasmas», porque arranca la calle Guijie donde hay muchos locales de noche que no cierran hasta la madrugada.

A nosotros nos interesa ir desde Beixinqiao hacia el este, ya que aquí encontrarás numerosos hutongs muy familiares y poco dados al turismo. Podrás ver cómo viven los pekineses, y si decides entrar por los callejones -toda una experiencia- no olvides ser respetuoso con los vecinos.

Igualmente en esta ubicación, si en lugar de ir hacia el oeste sigues al norte, llegarás al templo de los lamas. Toda esta zona de hutongs es graciosa por lo artística que es. Se trata de un distrito juvenil con bares y cafeterías.
Quizás si le preguntas a muchos residentes en Pekín o a los propios locales cuál es su barrio favorito en la ciudad, te digan que es la avenida de Gulou, y más particularmente entre Beixinqiao y la torre del Tambor. Apunta esta zona, porque es realmente bella y una de las más animadas de la capital.

Lo mejor que tiene Gulou es que, además de contar con unos hutongs algo más arreglados, es puro diseño y vida animada. Aquí encontrarás cafeterías únicas donde organizan encuentros culturales, pequeños conciertos en bares inesperados y un trajín de gente con ganas de socializar.

Igualmente, algunos de los hutongs más bonitos los encontrarás por esta zona, donde pese a ser turística -sobre todo cuanto más cerca estés de la torre del Tambor- aún no está brutalmente masificada.
Nanluoguxiang es una enorme avenida de hutongs perpendicular a Gulou y que va desde el segundo anillo de la ciudad hasta la muralla imperial de Di’anmen. La belleza de esta calle está fuera de toda duda, ya que no solo guarda un pasado, sino que ha sido fuertemente renovada y promocionada por las autoridades.

Es habitual en China que desde los poderes públicos se remodelen avenidas históricas para el disfrute de sus ciudadanos, y ese es el caso de Nanluoguxiang. El problema es que siempre está llena de gente, verás a muchos turistas chinos haciendo fotos o grabando directos en la calle, y todo eso le resta algo de magia.

Tiene cierta gracia probar toda la comida callejera que ofrece esta avenida, y puedes ir de día o de noche. Lo ideal es aventurarte en Nanluoguxiang desde Gulou, ya que cruza por medio de ella.
Desde Gulou si sigues hacia el oeste acabarás llegando a la torre del Tambor. Más allá de la belleza de este lugar, cobijado por el apabullante lago Houhai, te encontrarás otra zona popular de hutongs transformados.

Sichahai es igualmente turística, pero mucho menos que Nanluoguxiang. Y además llegar te costará muy poco: nada más dejes atrás la torre del Tambor y el lago Houhai te encontrarás frente a la puerta de acceso.
Palabras mayores requiere la zona de Qianmen. Para llegar a ella has de llegar al lado sur de la Ciudad Prohibida y bajar hasta abajo, y quizás podríamos decir que es la puerta más accesible al Pekín tradicional, un lugar donde el pasado imperial y la vida moderna conviven a pocos pasos, eso sí, con cierto punto turístico.

Todo es enorme en Qianmen. Hay callejones por doquier, grandes avenidas, puestos turísticos, historia, restaurantes y un sinfín de gente, sobre todo en fin de semana. Es uno de los distritos turísticos más grandes, y sin embargo está pensado para hacerlo a pie.
Si no te importa sufrir a la marabunta turística, lo ideal es empezar en Qianmen Dajie, otra avenida restaurada por el gobierno para gloria de sus ciudadanos. Allí todo tiene cierto aire histórico republicano con tranvías antiguos, fachadas clásicas y tiendas centenarias.
Es brutalmente turística la avenida, pero representa bastante bien cómo era una zona comercial china antes de que llegaran las marcas internacionales.

Nosotros preferimos quedarnos con los hutongs laterales de Qianmen, y en especial los callejones que podrás ver desde Dashilan. Esto te lo puedes hacer perdiéndote por la zona y lejos del tráfico. Verás desde cafeterías y bares entre hutongs como también a la gente local haciendo su día a día.
Qianmen también funciona como punto estratégico para explorar el centro histórico: desde aquí puedes caminar hasta la torre de Zhengyangmen, entrar en el antiguo sistema de hutongs del distrito de Xicheng o incluso caminar hasta Tiananmén en unos diez minutos.

Quizás Qianmen por su extensión sea un lugar ideal para finalizar tu ruta por los hutongs de Pekín, aunque la realidad es que en la capital china encontrarás muchísimos más pese a que la mayoría de ellos fueron demolidos. Sin embargo su esencia sigue intacta.