Tras enterarme de las terribles inundaciones que habían asolado el estado indio de Uttarakhand, escribí a mis amigos de las Colinas Kumaon interesándome por su situación, y las respuestas que he recibido ahora me han tranquilizado. El Señor Lobo (que soluciona problemas) me ha dicho que ellos se libraron sin mayores daños, pero que las lluvias arrasaron totalmente los valles del cercano Garwhal (que en realidad son unos cañones extremadamente abruptos y se hallan encerrados entre muros prácticamente verticales). Por su parte el Señor Chacal, que por el momento sigue en el estado oriental de Assam e inaugurará pronto el áshram dedicado a la música, se ha limitado a comentar que en aquellas tierras tropicales las inundaciones son el pan de cada día, o, mejor dicho, de cada año (pescan la cena en el jardín…), y que en esta ocasión no ha sucedido nada del otro mundo.
La novia del amigo occitano ya ha regresado de su viaje turístico a Escocia, donde visitó las ruinas del castillo que construyese su lejano ancestro vikingo en el Siglo VIII (por cierto, que su hija lleva el también muy antiguo apellido sefardita de Abadía). Aunque esa época pueda parecer muy antigua, sobre todo a los que provenís de países “jovencitos”, me parece bastante reciente cuando paseo de mañanita por las callejuelas de este pueblo francés y paso ante una iglesia del Siglo V.
El barrio de casitas ajardinadas en que reside el occitano nació hace unas cuantas décadas y ya empieza a tener un cierto encanto. La vivienda fue edificada por su padre, un albañil italiano emigrado del Veneto, y aparte de tener un río cercano, dispone de un pozo al que van a parar las aguas de la lluvia que se recogen del tejado (tras comprobar que hacen lo mismo en otros sitios como la Selva Negra o Tailandia, donde por cierto van sobrados de agua, me preguntó por qué no es así en la árida Celtiberia); gracias a esta riqueza los mil metros cuadrados de jardín que la rodean tienen la forma de una burbuja verde en la que, entre árboles frutales y montones de flores, conviven docenas de pájaros y miles de insectos. Es un lugar muy tranquilo en el que, según el occitano, antes había docenas de niños que se dirigían a la escuela en bicicleta; mientras que ahora parece una residencia de ancianos, y los pocos críos solamente salen de casa, incluso para visitar a otros amigos, cuando mamá los lleva en coche como si se hallasen en una población peligrosa.
Completaré la acuarela acerca del occitano añadiendo que es un tipo indómito, tranquilo y humilde que no se jacta de tener más cultura, mundología, dinero y posesiones que la mayoría de la gente que conozco. Debido a que también es un hombre práctico, y a pesar de no sufrir como yo un temor compulsivo hacia las mujeres, tras ser testigo del debacle económico que me ocasionó el hecho de casarme, se niega sistemáticamente a pasar por la vicaría, y siempre me recuerda que yo tenía suficiente dinero como para haber estado viajando alrededor del mundo durante varias vidas.
Érase una vez una mujer que cuidaba amorosa y filosóficamente de su entorno negándose incluso a podar los árboles, y consumía solamente alimentos biológicos; así que se quedó boquiabierta y sin palabras cuando le enumeré las docenas de productos, por supuesto ecológicos, con los que ella alimentaba diariamente sus muchas necesidades desde que se levantaba hasta que se acostaba, e incluso cuando dormía; y que, en fin, pertenecía a una sociedad de adictos, y solamente podría descubrir cuáles eran sus adicciones si fuese capaz de renunciar a ellas copiando a Diógenes. Debido a que yo lo he hecho en repetidas ocasiones, me río interiormente de estos “peces exóticos de acuario” que me señalan con el dedo criticando mis cuatro inocentes vicios. Ahorrar es ecológico, y lo hago incluso con los bienes de los demás. Conozco a un tipo un poco fanático y, así, obtuso, que incluso ahorra la energía solar. ¡Ja!
Mi difunto e inteligente amigo mediterráneo el Señor Lobito analizaba y traducía las palabras que escuchaba dependiendo de quién las pronunciaba, pues, según aseguraba, la misma afirmación tendría un significado completamente distinto si provenía de un estúpido, un paranoico, un exagerado, un inculto o, mucho más si cabe, de un mentiroso; y yo, al conocer perfectamente al hombre que me encontré hace unos días, y saber que, precisamente, pecaba de escéptico y racional, le creí cuando me confesó que en cierta ocasión, mientras paseaba por un bosque acompañado de dos amigos, vieron a unos auténticos enanitos que medirían dos palmos de altura y eran idénticos a los de los cuentos.
Telegráficamente hablando
- Hace unos años varios reporteros de una revista francesa se dedicaron a comprar cocaína en diferentes partes de París y, después la analizarla en un laboratorio farmacéutico, comprobaron que la de mejor calidad solamente contenía un cinco por ciento de cocaína.
- Se logra un buen mejunje llenando la mitad de una garrafa con las hojas de la maría que normalmente se tirarían y el resto con ron.
- Quiso conocer los efectos de la droga química llamada D. M. T. y, a pesar de cubrirse el rostro con las manos, durante veinte minutos estuvo viendo a través de éstas los esqueletos de quienes se encontraban alrededor.
- Los franceses usan la flor y el aceite de la lavanda para ahuyentar a los mosquitos.
- Expresiones andaluzas, “Era un bodeguero que bebía más de lo que vendía”, “Se hubiese fumado a un moro enrollado en papel de liar”, “Esta compañía aterriza mucho en Granada”, “La escalera mecánica arrolló a mi mujer”.
Mira lo que pienso
- Cuando me dispongo a leer un libro evito sistemáticamente examinar la maldita sinopsis, pero nunca dejó de dar una mirada a los datos biográficos del autor; de incluir también una foto, son muchas las ocasiones en que tales personajes tienen unos rostros muy interesantes (del tipo que parecen hablar y no se olvidan), caso que me sucedió el otro día con mi admirado John Steinbeck.
- Una razón más para sentir asco hacia los grupos y la sociedad es la forma en que, todos a una, pueden cambiar desvergonzadamente de bando y chaqueta si se inclina la balanza, “Ah, yo siempre había estado allí”; entonces asimilarán, devorarán y anularán las filosofías, ideas o tendencias que anteriormente despreciaran y atacaran.
- Antes se llamaba “peliculeros” a quienes se comportaban (hablaban, reaccionaban e incluso pensaban) un poco como los héroes de las películas; pero ahora, tras tantos años tragando pantalla (cinematográfica, televisiva, video juegos e Internet), todo el mundo, desde la sociedad en general a los comerciantes (que son los grandes maestros y guías actuales), los políticos, los mafiosos, la policía, e incluso papá y mamá, plagian lo que ven en ella (la pantalla); de ahí la corrupción, la superficialidad, la violencia y demás estupideces absurdas y vacías.
- Sabrás que sigues vivo mientras sientas curiosidad y continúes aprendiendo sin olvidarte de agradecer cada lección.
- Demuestro ser liberal y tolerante al abrir mi mente y compartir mis intimidades con quienes no lo hacen porque simplemente no se conocen a sí mismos o temerían mostrar su interior.
- ¿No es así que a la música instrumental le falta el toque humano que le aporta la voz de un cantante?
- Aunque nos neguemos a aceptarlo, (¡Oh, qué mala suerte!), en la mayoría de los casos somos personalmente responsables (debido a nuestras vergonzosas y estúpidas acciones) de las desgracias, las enfermedades y, por supuesto, de la ruina económica que sufrimos.
- La mente adulta acepta las arrugas y achaques de un cuerpo viejo.
- A pesar de saber a ciencia cierta que, aprovechando la crisis actual del sistema social y económico, este sería el momento ideal para construir un mundo nuevo en el que no tuviesen cabida los reyes, los banqueros, las religiones, las fronteras, el dinero y los jueces, en realidad, debido a nuestra falta de coraje e imaginación, nos disponemos a hacer todo lo contrario.
- Aguanto menos a la gente y aguanto a menos gente.
- El colmo de la mala educación que reciben actualmente los niños está en que sus padres te recriminarán si te enfrentas a ellos debido a su mal comportamiento. “Déjame en paz, estúpida” le dirá el repelente principito de turno a su madre. “¿Cómo te atreves a hablarle así?” le preguntaré yo. “No trates de esa forma a mí niñito” me cortará ella demostrando que es efectivamente estúpida.
- ¿Derecho al aborto? ¿Derecho a casarse aunque sea con un simio? ¿Derecho al libre albedrío? ¡Rediós, derecho a todo menos a pisar al vecino!
- Una expresión del genial Saramago que aparece en su novela “La Balsa de Piedra”: “Los mártires de la Inquisición”.
- Olvidar es una forma de perdonar.
Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.
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