La crónica cósmica. El día más largo

El Día más Largo. A pesar de haber planeado levantarme a las seis de la mañana, la excitación que me provocaba el viaje me sacó de la cama a las cinco. Terminé de despertarme nadando bajo las estrellas, y después, con la bolsa al hombro, esperé al primer autobús soltando trinos junto a la solitaria carretera comarcal. Un tren, dos trenes, tres trenes, cuatro trenes, cinco trenes: el primero era uno de cercanías que me llevó desde mi pueblo, el que luce una elegante cebolla en su bandera, hasta la del bar, el cielo y la ola, o sea Barcelona, donde, cambiando de andén, tomé otro que iba al pueblo de las higueras, Figueres; allí cogí un nuevo convoy, éste francés, con el que crucé la frontera y fui hasta Nimes; el siguiente tren me llevó a Aviñón con el tiempo justo de fumarme un bidi y tomar el último hasta Montelimar.

El amigo occitano me esperaba en la estación para llevarme hasta su pueblo en la “pequeña” motocicleta BMW que conduce; según dice, ha envejecido y ya no va de un lado a otro a ciento ochenta kilómetros por hora, sólo a ciento cincuenta (en realidad sus precauciones tienen más que ver con los pocos puntos que le quedan en el carné de conducir). Tras cruzar el Río Ródano, entramos en el Ardêche, una zona agreste y poco habitada que atrae a los amantes de la naturaleza y la tranquilidad. Con el occitano gozaremos de su casa a solas porque su novia se encuentra en Escocia recorriendo las tierras de sus ancestros (ella, una chica parisina de lo que antes se denominaba como buena familia, había competido en regatas internacionales e incluso visitó a la familia real española en el palacio mallorquín de ésta).

Igual que tantas otras veces, y como si lo hubiesen organizado a propósito, mi llegada coincidió con una invitación a cenar en casa de un amigo que, a pesar de haber nacido en esta tierra, es más malagueño que la madre que lo parió. La hospitalidad andaluza incluyó dos kilos de langostinos y una botella de ron de Madagascar. Mientras dábamos cuenta de tal festín, el occitano y el andaluz empezaron a proyectar el viaje que hacen anualmente (en otoño) hasta el pueblo cercano a las Alpujarras en que nacieran los padres de éste, donde pasarán la Fiesta Mayor (y una semana de locura…); al haber deseado acompañarles en más de una ocasión, y al darse la circunstancia de que, entre mis posibles planes (no hay nada tan entretenido y barato como hacer y deshacer planes), se hallaban unos que podrían llevarme precisamente hacia el sur de la Península Ibérica en esas fechas, me apunté a la movida y quedamos en encontrarnos allí.

Telegráficamente hablando

  • Gracias a mi edad, en los trenes del Indostán me hacen un buen descuento, mientras que para conseguir ahorrarme dos euros en los ibéricos me hubiese visto obligado a pagar los cinco euros que cuesta el carné anual.
  • El “perrito” del occitano, que pesará unos cincuenta kilos y se llama Kalu (negrito en indostano), demostró su buena memoria empezando a dar saltos de alegría en cuanto me vio, pues soy el único que lo saca diariamente de paseo por los bosques de los alrededores.
  • Llegué con un día de retraso para asistir a un concierto de lujo en la Plaza de Toros de Nimes (en realidad un pequeño coliseo romano): Patty Smith de telonera y Neil Young de estrella principal. ¡Casi nada!
  • Hace unos meses perdí la tercera parte de mi dentadura, y ayer la mitad, o sea que solamente me queda un diente.
  • ¿Cómo se llama un pub en Andalucía? “Er Pa”, “¿Noz vamo ar pa?”.
  • Al regresar de Asia es inevitable que la situación política y económica de Celtiberia te parezca tristona y casi depresiva; sin embargo, y como prueba de que no todo está tan mal, pude alegrarme al entrar en uno de los nuevos comercios dedicados a la venta de cuanto tiene que ver con la marihuana, desde donde, aparte de ser invitado a probar el producto, regresé a la calle con una bolsa de supermercado en la que llevaba un par de tiestos con unas hermosas y tiernas plantas, una veintena de semillas, y varios catálogos informativos. La siguiente alegría la recibí en otra “droguería” al comprobar asombrado que el Ron Matusalén era incluso más barato que antes. Alegría, alegría.
  • La película “El Artista y la Modelo” es una delicia para la vista y una caricia para los sentidos.
  • A pesar de querer retirar al maestro y al sicoterapeuta que llevo dentro (me gustaría hacer lo mismo con el idiota, pero…), éstos entran de nuevo en escena en cuanto me hallo entre unos amigos que, al perderse en el laberinto de la negatividad, el rencor, y el “podría ser mejor”, andan evidente necesitados de consejo y orientación.
  • Siguiendo con este tema, permitidme que os pregunte si sois capaces de visualizar el oscuro laberinto que se halla en el interior de la mente de un talibán (o en la de cualquier otro fanático obtuso), y su enfermiza y caliente imaginación, tan alejada de la relajada naturalidad de un nudista o de las personas que viven felizmente en libertad y sin tabúes; o sea de los que siguen sus deseos sabiendo que son sanos y pueden comentar tranquilamente, “Niña, estás para comerte”, recibiendo una sonrisa como premio.

Mira lo que pienso

  • Los “extranjericios de p’allá p’afuera” desconocen la importancia que tiene la letra eñe en la lengua castellana, pues aparte de hallarse ya en el nombre del país, se usa en los verbos más usuales e imprescindibles, como “yo engaño”, “tú apañas”, “él amaña”, “nosotros nos encoñamos”, “vosotros sois patrañeros”, y “ellos la van giñar”.
  • Provengo de un planeta en el cuál habitan multitudes de estafadores, tramposos y embusteros que solamente se avergüenzan si son descubiertos con los pantalones bajados; de ahí que les duela tanto la jugada del señor Snowden.
  • La domesticación por la que nos obligan a pasar las normas sociales incluye que uno no pueda tan siquiera rascarse. Oh, sí, todavía está permitido hacerlo sutilmente en las partes más “inocentes”, pongamos por caso la barbilla o la nuca, pero si te pican los cojones, el sobaco o, peor todavía, el culo, deberás aguantarte o buscar un sitio solitario.
  • De manera parecida a como lo hacen algunos fumadores cancerígenos al denunciar a las empresas tabacaleras, un italiano que sufre un tumor cerebral y terminará criando malvas acaba de ganarle un pleito a una compañía de teléfonos móviles (con el que se ha creado jurisprudencia) al haberse demostrado, por supuesto científicamente, que llevar el aparatito pegado a la cabeza o vivir continuamente bajo la nube energética del wifi produce cáncer.
  • Si alguien te dice que la factura del médico te saldrá más cara que las suelas de tus zapatos, significa que quien no anda termina invariablemente en manos del médico.
  • Mi ejemplar comportamiento sirve de gran ayuda a las amistades peligrosas (aunque me consideren estúpido…).
  • El egoísmo alimenta al ego, y la generosidad carga las baterías de la espiritualidad.
  • ¿Es posible sentirse alegre cuando tu espiritualidad está muriendo de inanición?
  • Ella me preguntó, “¿Llego tarde?”, y yo respondí, “Aproximadamente unos veinte años”.
  • Reflexionamos para repasar nuestros pensamientos e ideas.

Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.

La crónica cósmica, de Nando Baba
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Nando Baba

Escritor y viajero. No te pierdas las crónicas cósmicas de Nando Baba.

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