La crónica cósmica. En mis tiempos…

CAMBIAR O NO CAMBIAR – Kumaon, Uttarakhand, India. Cuando yo era joven hace muchos, muchos años, usábamos la expresión “se le ha parado el reloj” para referirnos a las personas mayores que habían perdido la habilidad de cambiar y parecían vivir en una época del pasado; hecho que confirmaban diciendo de vez en cuando: “En mis tiempos…”.

Aunque yo no tengo la menor duda de estar viviendo en un continuo presente que me tiene muy atareado y me impide llevar a cabo actividades tan inútiles como pensar en el pasado o programar el futuro, a veces también dudo si sería incapaz de cambiar. Pero esa duda se desvanece al recordar que, cuando decidí convertirme en un nómada, me impuse asimismo la prohibición de cualquier tipo de obligación, personal o externa, y que desde entonces haría solamente lo que me apeteciera.

Quizás exclamaréis el típico: “¡Qué bien se lo montó ese papanatas!”, algo en lo que estoy de acuerdo. Pero, de todos modos, os quiero aclarar que fue un experimento a larga distancia del que he ido comprobando los resultados a través de los años.

Ahora, ya con el cuerpo viejo y renqueante, creo que ha sido todo un éxito porque, aparte de que me lo haya pasado de maravilla, mi día a día actual no tiene desperdicio. De ahí que me parecería absurdo cambiar unas rutinas cotidianas que me satisfacen plenamente, aunque a vosotros os resultarían aburridas.

¡No, no se me ha parado el reloj, es que que he dejado de usarlo!

Cuando regreso a un lugar que me gusta, espero que no haya cambiado, aun sabiendo que es un deseo imposible porque el cambio es lo único que no cambia. Lógicamente, en este idílico rincón de las Colinas Kumaon que descubrí hace ya más de treinta años, se han dado algunos cambios.

El pequeño valle de Naldamientital se ha llenado paulatinamente de viviendas que van usurpando el espacio a la agricultura. Ha ido llegando gente de Delhi que, como mis amigos el señor Lobo y el señor Chacal, empezaron viniendo de vacaciones y han terminado residiendo aquí, en las casitas que han edificado. Las aldeas que hay en la cumbre de algunas colinas, como Suryagaon donde vive mi amigo Jira, han ido creciendo; ahora incluso les han construido unas carreteritas para que no tengan que patearse las empinadas cuestas que llevan hasta ellas.

Y el sendero que más veces he recorrido se ha convertido en una calle con tráfico rodado e iluminación pública.

Sin embargo las mejores cosas de esta zona no han cambiado. Los bosques han sobrevivido perfectamente a los frecuentes incendios primaverales. El agua de los lagos continúa impoluta y en ellos hay muchos más peces que antes, desde que el gobierno de Uttarakhand prohibió pescar en todos los lagos y ríos del estado. Cerca de aquí hay una piscifactoría gubernamental, es allí donde mis amigos ecologistas compran todos los años cientos de pececillos y luego celebran una fiesta campestre liberándolos en su lago preferido.

Los leopardos siguen campando a su aire sin molestar ni ser molestados. Tampoco ha variado la gran diversidad y cantidad de pájaros que pululan por aquí y durante mis paseos me mantienen con la vista levantada hacia las ramas de los árboles.

La faceta monzónica de la naturaleza también es la esperada; los bosques, que durante el resto del año son un poco áridos, toman ahora la apariencia de junglas tropicales, con las ramas, las rocas y el hormigón cubriéndose de destellante musgo verde, y con orquídeas brotando en ramas y troncos. Otra cosa que sigue igual es la gente, que continúa fumando bidis, que mezclan con costo local, y usan cerillas en vez de encendedores.

FAUNÓPOLIS – Los tigres pueden recorrer grandes distancias en busca de nuevos territorios. Aquí van unos ejemplos:

• Un macho al que le han estado siguiendo los pasos desde octubre del año pasado, ha cruzado cuatro estados indios y ahora ha llegado al lago Renuka, en Himachal Pradesh.
• En el estado de Mashasrastra, en el año 2019, un macho llamado C1 recorrió 1.160 kilómetros desde el Tipeskwar Wildlife Santuary, en el distrito de Yavatmal, hasta Akola Wildlife Division.
• En el mismo año, el joven tigre K7 recorrió 450 km desde el estado de Telangana hasta Maharashtra.
• Entre noviembre del 2017 y febrero de 2019, el macho MP recorrió 300 km desde las Colinas de Nagda hasta Lunawada.

THE TIMES OF INDIA

• En la ciudad de Ahmedabad, el gobierno hinduista del partido BJP, del que es Primer Ministro un monje, ha puesto en marcha un proyecto para incinerar los cadáveres de las vacas.
• El gobierno central, que es del mismo partido BJP, ha aprobado una ley por la que terminará entre rejas quien trate de convertir a la gente a otra religión; a pesar de no detallarlo, al provenir esta ley de un partido hinduista es de suponer que se refiere a convertir a los hindúes al islam o al cristianismo.
• En la ciudad de Pilibhit, tres estudiantes fueron arrestados por ondear una bandera negra el Día de la Independencia, cuando todo el mundo llevaba banderas de la India
• Un hombre de Meerut asesinó a su padre porque se negaba a hacer la colada.
• Ochenta y cuatro maestros escolares de Uttarakhand fueron multados y despedidos por haber conseguido sus puestos presentando documentación falsificada.
• En la aldea de Begumpur Shadi, del distrito de Bijour, un hombre de veinticinco años que no se entendía con su mujer, se adentró en una parte de la jungla en la que actualmente se persigue a un leopardo “comedor de hombres”, y aparentó su muerte abandonando la motocicleta, el teléfono y una chaqueta. Aunque desapareció sin dejar rastro y le dieron por muerto, meses más tarde fue arrestado por bígamo en Chandigarh, donde se había vuelto a casar con un nombre falso.
• En la estación de tren de Madurai murieron nueve personas en el incendio de un vagón de tren cuando estaban cocinando con un hornillo de gas que explotó.

PASO A PASO – Omkareshwar, Madhya Pradesh, India. Otoño de 1987. Continúa de la crónica anterior. Al fin tomé como residencia el solitario templo de Shiva. El pequeño edificio de piedra tenía su entrada mirando hacia oriente y dando la espalda a la morada del santón Mathura Das.

En los bajos había un porche y el santuario, mientras que arriba, después de ascender por una estrecha escalera exterior, se llegaba a una terraza en la que una puerta enrejada, de un metro de altura, permitía entrar a gatas en el interior de la cúpula hexagonal que coronaba el santo lugar. Allí instalé mis pertenencias antes de cerrar la puertecita con mi propio candado. Mi nuevo domicilio acabaría ocasionando muchos más cambios en mi vida de los que pudiera haber supuesto.

A pesar de la falta de cualquier tipo de confort o servicios, ya que me sentaba y dormía sobre el duro suelo, bebía el agua que sacaba de un pozo con un cubo, cagaba en el bosque e iba a bañarme, o lavar la ropa, en el río Narmada, lo de pasar las veinticuatro horas bajo uno de los grandes árboles del que había sido el jardín del rajá, ya fuese conversando con Mathura Das o descansando en la terraza del templo, sembraría la semilla de la que brotaría mi futura personalidad, porque ni el más necio de los humanos sería insensible a la energía positiva que transmite la naturaleza sana.

No obstante la paz mental que allí encontraba, la seducción vino por el lado del continuo espectáculo visual en el que intervenían docenas de especies de animales, pájaros e insectos, además de cientos de chillonas golondrinas.

Descubrí que dentro de la naturaleza era legal ser un mirón, vicio que se convertía en virtud y creaba buenas energías, además de cambiar de apelativo, pues el mirón se transformaba en observador y, en vez de desarrollar el morbo, lo hacía con la espiritualidad.

En realidad, después de comprobar que el sitio más fresco durante las horas de bochorno era la cúpula del templo, solamente entraba allí para echar la siesta.

El primer día, en cuanto me acosté después de celebrar la obligada ceremonia de encender incienso, recibí las quejas inmediatas de unos vecinos en los que no había pensado: era una familia de murciélagos, que residía en la parte alta de la cúpula, a la que, lógicamente, le molestaba aquel humo perfumado. “Vale, vale, de acuerdo”, dije a los murciélagos al apagar el palillo.

Dando una mirada a las estrechas y verticales rejas de la puerta no logré imaginar cómo la cruzarían mis pequeños vecinos. Para obtener la respuesta tuve que esperar a que anocheciera y se fueran de juerga. Entonces me quedé atónito al comprobar con qué facilidad salían sin el mínimo problema, después de colgarse por un instante de una de las barras.

Pero tal costumbre se alteró cuando los murciélagos empezaron a aprovechar mis entradas y salidas para colarse por la puerta en el momento que se encontraba abierta. Tras observar que lo hacían así decidí colaborar en aquel juego y, cediéndoles educadamente el paso, les deseaba las buenas noches cuando pasan volando frente a mí.

Al revés de lo que había temido, compartir habitación con aquellos insectívoros no comportaba malos olores; e incluso, muy al contrario, sus rápidos vuelos parecían provocar un cierto movimiento del estancado aire de la cúpula, muy distinto del que había a nivel del suelo y de la puerta. Continuará.

MIRA LO QUE PIENSO

• Pretender parecerte a tu padre o querer ser diferente a él y superarlo, es una cagada.
• Obituario. En la memoria del gran Sixto Rodriguez, “Searching for Sugar Man”, músico, y yo diría también filósofo porque vivió siempre según sus ideas filosóficas.

Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.