La crónica cósmica. ¡Ja, sin duda que no! ¡Mil veces no!

¿CAMBIO CLIMÁTICO? – Kumaon, Uttarakhand, India. Supongo que quienes negaban el cambio climático hace tan solo unos pocos años, este verano, mientras sudaban la gota gorda con más de cuarenta grados de temperatura durante el mes de agosto, que fue el más caluroso desde que se tiene constancia, habrán refutado que lo hubiesen hecho.

Aunque tengo bloqueados los lagrimales de la tristeza (nadie ese perfecto), los incendios forestales me apenan lo indecible y sollozo interiormente por todos los seres vivos que mueren calcinados, ya sean animales o plantas. Uno de los tipos de crimen más ruines que existían en los siglos anteriores, cuando la mayoría de las viviendas se construían con madera, era el de provocar un incendio, pero actualmente estos cabrones hijos de una perra sarnosa (con el perdón de las perras) todavía siguen en activo; solo que ahora incendian bosques.

Me pregunto cómo pueden sentir satisfacción al provocar sufrimiento, por ejemplo el de una madre que verá morir calcinados a sus cachorros o a sus pollitos.

Conozco el placer que aporta la creatividad y me resulta incomprensible que alguien se corra de gusto destruyendo. ¿Será que esos malhechores siguen siendo tan obtusos como cuando eran pequeños y destrozaban los juguetes que les regalaban en Navidad y continúan jugando a destruir porque no han aprendido a construir?

Aquí en la India, el cambio climático también ha hecho de las suyas durante estos monzones. Desde el año 1901, las lluvias no habían sido tan escasas en algunas partes del país, mientras que en otras pareció que recibían el agua que correspondía a aquéllas. Sobre todo en Kullu Valley de Himachal Pradesh hubo diariamente desastres naturales (viviendas sepultadas, carreteras destruidas, etcétera).

Aquí en el estado de Uttarakhand, en los 34 años entre 1988 y 2022, hubo 11.219 avalanchas de tierra; mientras que este año, cuando aún falta un mes para que terminen los monzones, ya han habido 1.123 y hay cuatrocientas familias cuyas viviendas se hallan en riesgo de sufrir una avalancha.

El aumento de las temperaturas también ha afectado a las cuestiones espirituales, pues los miles de devotos que en agosto peregrinaron a la cueva de Amarnath, en Cachemira, para adorar al dios Shiva en la forma de un língam (símbolo) de hielo que se forma como un carámbano con el agua que gotea del techo, se llevaron un chasco al descubrir que, a pesar de hallarse a 3.880 metros de altitud, el símbolo se había derretido debido a las altas temperaturas.

En esta parte de las Colinas Kumaon en que me hospedo, los monzones empezaron dándole fuerte, pero enseguida se quedaron en nada. Ha habido lluvias nocturnas seguidas de días soleados y veraniegos, que me animaban a conectar el ventilador. De todos modos, también permanecimos algunas semanas bajo un manto de niebla y, de vez en cuando, paseé bajo la llovizna llevando el chubasquero que adquirí en Goa y las sandalias de plástico malayas que ya compré con ese propósito.

Asimismo, y como ocurre invariablemente en esta estación, la humedad provocó que se pegase el papel de liar cigarrillos y que los bidis se me apagasen continuamente e hiciese falta secarlos al sol.

Otro efecto colateral de los monzones son las visitas de algunos vecinos que se meten en mi habitación buscando un sitio seco, como el escorpión, la serpiente y la araña tamaño tarántula (¡exagerado!) a los que cacé y devolví al bosque sin dañarlos.

Completan el espectáculo natural los macacos que me observan desde el tejado, o los langures que lo hacen desde las ramas, y los pájaros carpinteros que anidan cerca de esta casa y me recuerdan su presencia con sus peculiares cantos.

Cuando todos los perros del vecindario ladran al mismo tiempo adivino que el señor leopardo anda por los alrededores. El pastor alemán Rambo de mi amigo Vijay se puede felicitar por su longevidad, pues ya ha alcanzado la avanzada edad de siete años (hecho insólito entre los perros de esta zona) tras haber escapado por los pelos una decena de veces de las garras del leopardo.

Según me han contado, anoche, uno de esos lindos gatitos permaneció un rato plantado frente a mi puerta; pero yo no lo vi, y me pregunto si me estaría observando mientras yo fumaba mi último bidi bajo las estrellas antes de acostarme. Por cierto, anteayer las cámaras de seguridad de un vecino grabaron a un tigre, animal que no es habitual de esta zona!

EL INDOSTÁN – El aumento continuado del turismo ha provocado que en las ciudades turísticas de Uttarakhand como Nainital y Mussorie solamente se permita la entrada a quienes tengan reservas hoteleras.

También en Uttarakhand, durante el pasado 2022 se detectaron seiscientos casos diarios de dengue. La rabia se cobró asimismo sus víctimas y acabó con la vida de trescientas nueve personas.

Durante los últimos cinco años, y en el estado de Uttar Pradesh, han desparecido 11.129 niños.

Entre 2016 y 2022 fueron rescatados en la India 13.549 niños trabajadores, algunos de los cuales solamente tenían cinco años.

A pesar de que en la India quizás no se usen tanto las bolsas de plástico como en el Sudeste Asiático, y aunque que el gobierno de Uttarakhand haya prohibido el empleo de ésas y demás productos de plástico de un solo uso, los indios abusan de los mini envoltorios, como los de champú de un solo uso y los diminutos frascos de refrescos. La otra cara de la moneda: los cubiertos de una hamburguesería donde venden sobre todo hamburguesas vegetarianas están hechos con bambú.

Tradiciones: se siguen vendiendo cigarrillos sueltos, de uno en uno.

PASO A PASO – Bengala, India. Otoño de 1987. Continúa de la crónica anterior. El tren “Bombay-Calcutta Mail” cruzaba la parte central del estado de la Madhya Pradesh de noche. Yo, que había partido de Omkareshwar después de permanecer allí una temporada, estaba acostado en una de las literas superiores de segunda clase reflexionando acerca de mi creciente adicción a la naturaleza.

Aparte de gustarme más y más vivir bajo grandes árboles poblados por multitud de criaturas, estaba advirtiendo que tal tipo de domicilio me provocaba también una saludable recarga de baterías.

Mi mente y mi cuerpo se encontraban en las mejores condiciones si me olvidaba de mi pie izquierdo, donde, después de tantas semanas, seguía dando batalla la infección que sufría en la planta. En aquellos precisos momentos tenía sobre ella un montoncito de arcilla húmeda que luchaba por extraer la porquería que se escondía bajo la piel. Había decidido aprovechar la inmovilidad propiciada por las treinta horas de viaje para terminar con el mal manteniéndolo cubierto con tierra sanadora; confiaba en que este remedio lograría buenos resultados; algo debía hacer ya que recientemente el dolor no había dejado de aumentar.

Acompañado por el monótono trac-trac del tren y los ronquidos de los otros pasajeros, y no teniendo las mínimas ganas de dormir gracias a la decisión de cortar por unos días con tanto humo tóxico, repetí la pregunta que me gustaba hacerme de vez en cuando:

“En este mismo momento ¿preferiría ser un empresario ricachón? ¿Estar viviendo en un lujoso apartamento con un coche deportivo aparcado en el garaje? ¿Y compartiendo quizás la cama con una novia despampanante, en vez de estar echado en esta litera, cutre y dura, camino de la ciudad de la miseria y con el pie doliéndome como mil demonios?

¡Ja, sin duda que no! ¡Mil veces no! Además cada día tengo más claro el camino que se está abriendo ante a mí y que cada nuevo paso que doy me gusta más. Por otro lado me importa muy poco adónde vaya mientras siga llevándome a lugares como Omkareshwar y me aporte las lecciones, las vivencias y las amistades que van incluidas en el lote”.

Sí, le estaba cogiendo gusto a la vida del trotamundos. En cuanto al pasado, se encontraba de lo más lejos, sacando justo la cabeza tras el horizonte, y poco me acordaba de él.

Entonces una idea estalló en su cabeza: “¡Rediós, pero si ya llevo cinco meses en la India! Definitivamente ha llegado el momento de cruzar alguna frontera”.

Había tomado aquel tren en Khandwa precisamente con tal propósito y calculaba que desde Calcuta se podría volar hasta Tailandia por muy pocas rupias. Continuará.

MIRA LO QUE PIENSO – A pesar de la parte positiva que tienen algunas tradiciones, opino que la sociedad, en general y en muchos casos, hace continuamente cosas negativas al mantenerlas vivas por el mero hecho de que siempre se ha hecho así o asá y que, como unos borregos, no nos planteamos que puedan haber fórmulas distintas.

Mantengo unos profundos y largos diálogos conmigo mismo.

Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.

La crónica cósmica, de Nando Baba
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1400 933 Nando Baba

Nando Baba

Escritor y viajero. No te pierdas las crónicas cósmicas de Nando Baba.

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