La crónica cósmica. Los paquidermos no saben beber

LOS SENTIDOS Y LAS PALABRAS CON SENTIDO. Los beduinos tienen casi tantos nombres para el viento como los esquimales para la nieve o las tribus del Amazonas para el color verde. ¿Cuestión de matices? Hay verbos que dan mucho de sí, y el de matizar es uno de ellos. También hay muchos tipos de enfado, de ambición, de temor y, por supuesto, de soledad; la soledad deseada, la aborrecida, la enfermiza, la soledad entre multitudes, la soledad del bosque, la del corredor de fondo, la del mentiroso (pobrecito, ahí solito, inventándose una realidad ficticia sin recibir aplausos por sus dotes imaginativas); y ya que hablamos de mentirosos, la soledad del cronista, sentado en la cumbre de la colina (the fool on the hill), transmitiendo a través de sus dedos lo que ve con los ojos, escucha por los oídos y olisquea con su narizota (¡Semita!).

Cuando me encuentro en Europa tengo la sensación de estar usando estos sentidos con menos frecuencia; nada sorprendente si pienso en las monstruosidades arquitectónicas que preferiría no ver o el barullo del tráfico que no querría oír. Lo de los olores ya alcanza otro nivel, pues si me doy un paseo por mi pueblo, lo único que oleré aparte del humo de los vehículos serán los perfumes que lleva el personal, a los cuales les estoy cogiendo cada vez más manía: ¡Qué asco! Mientras que aquí, en Asia, mi nariz se halla continuamente activa y aportándome la información que recibe por todos lados, ya sea la fragancia desconocida del incienso que queman en un comercio, la de un tipo de flores que acaban de brotar, o el aroma de las empanadillas que están friendo en un chiringuito. Al no haberse convertido todavía en un país limpio y desnatado, esos olores resaltan más gracias a compartir el espacio con los de otro tipo, por aquí el de la orina, por allá el del betel, la mierda o la carroña.

Éste es cosa fina; ahí van unos encuentros recientes:

  • Un becerro hinchado al que habían arrastrado hasta la jungla, y una tortuga “Olive Ridley” en unas condiciones parecidas a la que pude oler desde cincuenta metros de distancia.
  • Por cierto, que en los últimos días han llegado a estas costas las primeras diez mil tortugas para desovar. Y tras las tortugas, los elefantes, un grupo de los cuales se presentó en una boda atraído por el licor y sin ser invitado; cómo sería de esperar, lo pusieron todo patas arriba porque los paquidermos no saben beber.
  • Quienes sufren una pérdida familiar por esas causas (tigres, leopardos, etcétera) y saben seguir los pasos adecuados, de ser afortunados terminan cobrando alguna indemnización del gobierno: Le acaban de entregar cuatro mil euros a la viuda de un campesino al que machacó un elefante; algo es algo.
  • Aquel famoso elefante que entrara varias veces en un zoológico para desayunar en su jardín de bambú y fuera condenado a cadena perpetua, al fin ha sido indultado y llevado otra vez a la jungla escoltado por los elefantes Jashoda y Nanda; ¿terminará regresando como las otras veces?, la respuesta en nuestro próximo número.
  • Unos elefantes machacaron a tres personas en un pueblo donde en el 2011 mataron a ocho, en el 2012, catorce, y en el 2013, de nuevo ocho. La vida sigue igual.
  • Unos aldeanos atacaron a un cocodrilo que tomaba tranquilamente el sol junto a una charca, y el pobre animal solamente salvó la vida gracias a la afortunada llegada de unos guardas forestales, que lo sedaron, curaron las heridas que recibiera, y lo trasladaron a un río.
  • Hace unas semanas, cuando publicaron el censo de los tigres, ya comenté que me extrañaban por igual los números y el optimismo, y ahora un grupo de científicos de la Universidad de Oxford ha criticado el sistema seguido para realizar tal censo por considerarlo poco fiable.
  • Hace un año, y desde Lanzarote, comparaba la nula presencia de animales peligrosos en esa isla (en realidad podría omitir lo de “peligrosos”…) con los de Australia, donde parecen haberse concentrado los más venenosos del planeta. Os he dado esta explicación para presentaros a la reina, a la más letal, la que duerme sola porque nadie quiere hacerlo a su lado, la serpiente “taipán”, cuya picadura contiene suficiente veneno como para matar a cuarenta personas.
  • Otra de reptiles: Los hombres de las tribus nómadas indias “vadi” son tradicionalmente encantadores de serpientes (a las que no dañan ni amputan), y desde los dos años enseñan a sus hijos a jugar con las cobras: “¡Mamá, una araña!”. Umm.
  • Perdonad que os dé la bronca con estas lecciones escolares, pero es que se me han juntado varias cosas interesantes, sino curiosas, como el nombre científico griego de la mosca común, “branchyanax thelestrephones”, que significa, “pequeño cacique tuerce pezones”. Umm.
  • Una jauría de perros salvajes mató a un chico de doce años en una comarca donde durante el último mes han habido más de cuarenta ataques similares.
  • Esto me lo contó el amigo occitano: “El tifón del pasado otoño se llevó por delante gran parte del zoológico de Visakhapatnam (a 430 kilómetros al sur de Konarak y en el estado de Andhra Pradesh), del que huyeron prácticamente todos animales a excepción de cuatro reptiles y algunas aves; pero esto no ha sido óbice para que continúen vendiendo desvergonzadamente tiques a unos visitantes que, claro, se quedan con un palmo de narices.
  • Cerraré esta sección de Faunópolis con una de esas noticias que da mucho que pensar: Durante la Primera Guerra Mundial (entonces llamada “La Gran Guerra”), un babún (la especie de primate más cercana a la raza humana; sorry, sorry, no sé si el nombre castellano será exactamente así), alcanzó el rango de cabo primero en el ejército sudafricano de infantería; además fue herido, pero sobrevivió. Actualmente hay una hembra babún que ha aprendido a comunicarse perfectamente pulsando botones.

VIDA SOCIAL

  • Unos me llaman señor, y otros, tío (“uncle”: tengo un tío en la Luna), pero prefiero que me traten simplemente de tú (y de tú a tú…).
  • ¿Recordáis la canción de “Los Llopis”, “La Puerta Verde”? “¿Qué habrá tras esa puerta verde?”; la de la habitación que tengo al lado podría ser mi puerta verde (aun siendo azul): Es la más pequeña de la casa, y por ella no dejan de pasar parejas (recordándome a la calle Robadors del Barrio Chino barcelonés), que al atardecer le ceden el sitio a un maestro que da clases particulares a un niño y una niña. ¿Aula de burdel? Umm.
  • Un amigo mío celebró el primer cumpleaños de su nieto por todo lo grande organizando una “bandara” en la que dio de comer a más de setecientos invitados (habían preparado comida para mil). Tal como es habitual, su esposa me recibió con una aterradora cara de pocos amigos porque sigue dando por sentado que yo soy el bodeguero que emborracha a su marido, y no quien precisamente le aconseja todo lo contrario.
  • Cuando formé parte de una pareja (parece que fuese en otra vida), y sobre todo al pasar por la vicaría, lo hice con lo que podría denominar como una sutil preocupación al plantearme si no terminaría cogiéndole ojeriza a la misma mujer que en esos momentos amaba con locura. No se trataba de una paranoia, sino del ejemplo que veía a mí alrededor, pues era evidentemente que le sucedía a mucha gente; ¿o acaso había otra manera de explicar la relación evidentemente tirante que mantenían? Pero la suerte (¿y el instinto?) estuvo de mi parte y no sufrí tal condena: Me resultaría inimaginable una situación en la que sintiese desamor, asco o simplemente antipatía hacia la persona con la que compartiese el tiempo y el espacio, y he pensado muchas veces en ello al ver como los indios se casan sin conocerse: ¡Rediós, son tantos los tics, las risitas, los gestos, las manías, los olores que te pueden resultar odiosos (¡¿Y las obligaciones?!) como para que comprenda a esas multitudes que desaparecen todos los años de escena sin despedirse.

MIRA LO QUE PIENSO

  • ¿Se podría considerar como rutina creativa a la que te permite pensar en otras cosas mientras la llevas a cabo?
  • ¿Los éxitos deportivos extraordinarios que se dan entre algunos hermanos (Gasol, Márquez) se deben a cuestiones genéticas?
  • ¿Alcanzaremos un día el nivel evolutivo necesario para tratar a todo ser vivo, desde un gusano a un escarabajo, con respeto, dignidad, compasión y tolerancia, y como a un individuo aunque no hable nuestra lengua o sepa comunicarse (o no sepamos comprender su forma de comunicación…)?
  • ¿Por qué enloquecemos cuando nos dicen que hemos enloquecido?
  • ¿A qué se debe que cada boca sea única como si al crearla hubiesen roto el molde?
  • ¿Debería desconfiar de esos amigos que nunca me han mandado a paseo ni me han mostrado la pezuña? ¿Quiénes son y qué propósito ocultan? Umm.
  • ¿Acaso me muestro tolerante con los demás debido a mi egoísmo y porque si no lo hiciese no podría serlo conmigo mismo?
  • ¿Empezaron a cubrirse el cuerpo quienes lo tenían feo y se avergonzaban, o quienes estaban en el lado contrario y se hartaron de ser perseguidos por cabritos encelados?
  • ¿Te fías de la fe cuando está relacionada con los deseos terrenales?
  • ¿No es así que las personas inteligentes se mantienen confortablemente en la sombra en vez de convertirse en líderes, califas o profetas?

Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.

La crónica cósmica, de Nando Baba
La crónica cósmica, de Nando Baba
700 434 Nando Baba

Nando Baba

Escritor y viajero. No te pierdas las crónicas cósmicas de Nando Baba.

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