La crónica cósmica. ¡Qué gordo estás!

¡EXTRAVIADOS! – Frecuentemente, algún turista recién llegado a determinado lugar no recuerda dónde se halla el hotel en que se ha hospedado y anda perdido con cara de desesperación. Pero ese tipo de incidente tendrá un aspecto distinto si sucede en una ciudad como, por ejemplo, Katmandú, donde las calles estarán señalizadas, los edificios numerados y habrá gente dispuesta a echarle una mano, o sucede en lugares como Sauraha donde el despistado de turno, después de andar un rato, se encontrará a las afueras y se sentirá más perdido que un mono por la Gran Vía.

Esta semana, al regresar de mi paseo del atardecer hasta la orilla del río Rapti, cuando ya había oscurecido y en la solitaria pradera que hay tras los últimos edificios se escuchaba el canto de los pavos reales y el bramido de los chacales, tuve dos encuentros de ese tipo.

En el primero se trataba de una pareja de turistas chinos de avanzada edad que estaban angustiados y ya se veían pasando la noche bajo un árbol. Además de asustados exageradamente, como solemos hacer los viejos, sólo hablaban mandarín. Usando el idioma internacional de la mímica, los guié de vuelta hasta la casa de mi amigo Shankar, la última de Sauraha, donde averiguamos en qué resort se hospedaban y pudimos indicarles el camino a seguir.

El segundo tuvo lugar tres días después, también junto a la misma pradera pero con la luna brillando, cuando me crucé con dos jóvenes nepaleses de Pokhara que habían venido a pasar el fin de semana en Sauraha. Además de no recordar dónde paraba su hotel, tampoco sabían cómo se llamaba. Empeorando las cosas, estaban un poco borrachos y colocados. Lo único que pude hacer por ellos fue aconsejarles que regresasen por donde habían venido porque, de continuar adelante, terminarían metiéndose en la jungla y correrían el riesgo de cruzarse con alguno de sus habitantes, como el tigre que ayer mató a un hombre.

Según me contaron, el pasado mes de junio otro lindo gatito acabó con la vida de una campesina que a las cinco de la madrugada salió a echar una meada en una aldea que queda a un par de kilómetros de Sauraha. Una noche en que terminé accidentalmente en esa misma aldea, descubrí que el gobierno había edificado un muro parecido al de Gaza (¡Palestina libre!) que la aísla de la jungla.

Ya que mencionó el tema de los sucesos, aquí va otro que ocurrió hace varios meses. Tres chicos locales se pusieron a gusto comiendo setas mágicas y, cuando ya era de noche, uno de ellos propuso ir tomar un baño en las limpias aguas del río Rapti. Como ninguno de sus amigos quiso acompañarle, fue a refrescarse solo. De mañanita, un barquero halló su cadáver.

A pesar de la limitada profundidad del río, que se puede atravesar andando con el agua hasta el pecho, había muerto ahogado. Cuando la policía interrogó a los amigos del difunto y supo que había consumido las famosas setas alucinógenas que brotan en los excrementos de los elefantes y los rinocerontes, expuso el cadáver en un lugar púbico para que todo el mundo pudiese ver lo peligrosas que son las drogas.

Una curiosidad: cuando tomas estas setas mágicas, tu cuerpo exhala un aroma peculiar que atrae a los simpáticos perros callejeros y, durante varios días, se arriman a tus piernas para que lo compartas con ellos.

NEPALIDADES

Mi amiga Suku estaba un poco pachucha porque tenía la regla y su marido le pasó el porro de maría que fumábamos asegurando que le calmaría el dolor.

Los campos de Sauraha ya se están cubriendo con el color amarillo de las flores de la mostaza. ¡Que distintos son los perfumes de las flores y el artificial de los turistas que huelo cuando pasan junto mí!

Y qué distinta es la opinión acerca de la gordura que tenemos los occidentales y los orientales: le comenté a un amigo mío nepalés, “¡Qué gordo estás!”, y el dijo, “Gracias”.

Las bicicletas nepalesas siguen sin llevar luces y los hombres mayores continúan tiñéndose ridículamente el pelo de negro.

El gobierno chino todavía publica semanalmente en el periódico Kathmandu Post unos reportajes descaradamente publicitarios acerca de las mejoras que han aportado al Tíbet (¡Free Tibet!).

La hija mayor de Shankar y Narmada ha emigrado a Japón con un visado de estudiante y el propósito de buscarse un curro. Dos de sus tías también residen en aquel país desde hace varios años y no han visto crecer a los hijos que dejaron aquí en Nepal.

Patriotismo nepalés: “¡Buda nació en Nepal!”. ¡Ah, pues que bien!

PASO A PASO – Koh Phangan, Tailandia. Otoño de 1987. Continúa de la crónica anterior. Las semanas transcurrieron en un santiamén gracias al maravilloso entorno de aquella isla, a las agradables temperaturas y las delicias que servían en los restaurantes. Mis horarios, aunque en las cuestiones alimenticias me adaptase a los del lugar, podían llevarme a despertar a las tres de la madrugada, salir desnudo de mi cabaña, cruzar sobre la franja blanca de arena, hundirme en un mar de plácidas aguas y permanecer flotando durante un buen rato con la mirada perdida en la cúpula estelar dominada a placer por la luna llena.

De regreso al palomar, pues así había bautizado aquellas cabañas en las que cada ocupante pasaba horas sentado en el porche dedicado a cortar y limpiar marihuana, bebía un vaso de algún zumo exótico, y volvía a la cama para despertar de nuevo unas pocas horas después.

Entonces, de madrugada, gozaba de un paseo por la selva y era el primer cliente cuando abrían el restaurante, donde comía una macedonia gigante cubierta de yogur, antes de pedir un buen tazón de té que me llevaba a mi cabaña para fumar un porro viendo salir el sol.

Cuanto acabo de pintar podría llevaros a creer que mi situación fuese perfecta, pero no era así porque, por lo menos cuando abandonaba mi palomar, me veía obligado a confrontar a un personal que no me era afín en manera alguna. Para empezar, mi residencia era dirigida, servida y limpiada por media docena de lesbianas que, sin hacer excepciones, no sentían la mínima simpatía por los turistas occidentales ya que, según ellas, veníamos al país exclusivamente para follarnos a sus hermanas.

A continuación, sorteada la trinchera bollera, me encontraba con la población local que, a pesar de ser una gente tolerante a la que preocupaba muy poco si los turistas se bañaban desnudos o se suicidaban con jaco (heroína), no hablaba inglés y poca relación mantenía con los foráneos.

En cuanto a éstos, a los occidentales, representaban el mayor obstáculo para mi deseada armonía, pues no tenían el menor parecido con los trotamundos que había conocido en la India, y si, por ejemplo, compartía con ellos una mesa en el restaurante, me sentiría como un marciano escuchando sus superfluas e insubstanciales conversaciones. “En L. A. asistí a una fiesta en la que estaba el actor…”. “Pues lo que ahora se lleva en París…”. “El Arsenal ha sido siempre el mejor…”. Hmmm. Continuará.

MIRA LO QUE PIENSO –

  • Qué insólita llegaba a ser la sonrisa de Louis Amstrong parecida a una mueca.
  • Miré por enésima vez la película de Howard Hawks de 1946, “El sueño eterno”, con Humphrey Bogart y Lauren Bacall, para reírme a gusto con sus increíbles diálogos.
  • Después de permanecer tanto tiempo entre el exuberante verdor de sitios como Taman Negara, Kumaon y Chitwán, al ver ayer una película de mi tierra, me pareció un auténtico desierto.
  • Al ser humillado aprendí a ser un poco humilde.
  • ¿No os parece absurdo e injusto que se juzgue a los personajes públicos, como los autores, los actores y los artistas en general por su vida privada, incluso del pasado, en vez de limitarnos a valorar sus creaciones.

Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.

La crónica cósmica, de Nando Baba
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1400 933 Nando Baba

Nando Baba

Escritor y viajero. No te pierdas las crónicas cósmicas de Nando Baba.

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