En este país tan democrático, la India, cuando la policía “se ve obligada a intervenir” en una manifestación en la que se encuentren algunas mujeres, los representantes de la ley se lanzan sobre ellas como perros encelados y, aparte de apalearlas y arrestarlas por alterar el orden público (ha sucedido en manifestaciones que eran totalmente silenciosas y pacíficas), les meten mano, e incluso, “accidentalmente”, pueden llegar a desnudarlas.
En este país tan civilizado en el que es raro el día en que la chusma no linche a alguien, pongamos por caso a un supuesto ladrón, lo que se hace tradicionalmente con las mujeres, por ejemplo a una sindicalista que se pase de la raya, es pasearlas desnudas a través de las calles del pueblo.
En este país tan religioso, y en el más hinduista de sus estados, Gujarat, el Tribunal Supremo ha dejado en libertad y sin cargos a quienes, durante uno de los disturbios habituales, masacraron a un montón de musulmanes entre los que hubo un grupo de mujeres y niños a los que quemaron vivos encerrándoles en una cabaña a la que prendieron fuego.
En este país que ya empieza a parecer un garaje, hay muchos vehículos que transitan sin matrícula. En cuanto a éstas, a las matrículas, son por lo general de diseño particular, pudiendo tener cualquier forma, tamaño o color, e incluyen símbolos e imágenes al gusto.
En este país tan famoso por su té, la primera plantación (después que los ingleses lograron contrabandear algunas plantas saltándose la prohibición del gobierno chino) estuvo precisamente en los alrededores de esta jungla, donde todavía encuentras algún descendiente de los jardineros chinos que contrataron. Fue más tarde, y debido a la falta de mano de obra, cuando trasladaron los jardines de té a Sikkim y Darjeeling.
En este país tan famoso por la belleza de sus actrices y modelos, los anuncios publicitarios parecen haber sido hechos tomando solamente una única foto, “quieta, quieta…, no te muevas, así. Perfecto, has quedado muy bien. Ale, vámonos a casa”.
En este país tan poblado se suicida un montón de gente, sobre todo jóvenes, que se ahorcan colgándose del ventilador.
La mujer que cuida amorosamente de mi estómago es de Delhi (Delllllhi), y antes de casarse había trabajado varios años en un hospital; así que tiene un poco de cultura y su comportamiento es el de una persona educada. Para completar la imagen, añadiré que es delgada y finita, y que mantiene una relación muy amistosa con su marido. Debido precisamente a tan positivo cóctel, sus dos cuñadas, que son gordas, feas, groseras y rústicas, la odian a muerte, y ahora han extendido tal antipatía hacia un servidor. Hablando acerca de las maldades de sus cuñadas, yo le dije, “en mi país, a una mujer como la hermana de tu marido la llamamos vaca-burra”. ¡Ja! Ya no se librará jamás del apodo.
Mis sandalias seguían pareciendo nuevas tras andar durante seis meses por las verdes llanuras de Chitwán, sin embargo, después de pasar un solo mes trotando sobre este suelo pedregoso, ya están hechas polvo. Desde el confort occidental, vosotros diréis, “¿y qué?”, sin poder imaginar lo difícil que resulta encontrar un buen zapatero o un calzado adecuado en las tiendas; y, generalmente (recuerdo docenas de ejemplos), cuando empiezan tales problemas me veo obligado a ponerme un montón de veces en las manos de unos zapateros que terminan dejando las sandalias como si hubiesen pasado por las del doctor Frankenstein.
Érase un hombre que deseaba convertirse en funcionario como su padre para no verse obligado a trabajar. Entre otras muchas ventajas, los funcionarios son de los pocos indios que cobran una pensión al retirarse; y el viejo, con sus cincuenta y ocho años, ya esperaba ilusionado tal momento sin poder imaginar que no iba a llegar, porque, mira por donde, al bueno de su hijo le vinieron con la historia de que si su padre moría antes de convertirse en pensionista, él conseguiría automáticamente un puesto dentro de la administración del estado, y, sin pensárselo dos veces, lo estranguló con la ayuda del mismo amigo que primero le aconsejara y ahora comparte celda con él.
A pesar del mosqueo que me produce cualquier mentira, yo no puedo dejar de admirar a ciertos embusteros imaginativos que son capaces de inventarse una historia de cabo a rabo sin que haya en ella absolutamente nada de cierto. Y tal creo que fue el caso de mi difunto amigo indo-alemán cuando me habló de las correrías de su padre y de la posición de su familia, pues estoy escuchando continuamente nuevas historias que desmienten las anteriores. Al añadirse a todo ello una cadena de estafas, que incluyeron la falsificación de la firma paterna y también las de ciertos oficiales para alterar documentos (dicen que era un pequeño geniecillo en tales artes…), al final va a resultar que yo soy el único que puedo hablar bien de él, porque siempre se enrolló conmigo de maravilla, e incluso me tuvo a pan y cuchillo en más de una ocasión en que me quedé con los bolsillos vacíos. Ya que he tocado tal tema, añadiré que, cuando conozco a alguien, le entrego simbólicamente un carné de la sinceridad, pues no puedo evitar creer que sea así; pero…, claro, en cuanto le coja aunque sea solamente un poco con los pantalones bajados, le retiraré el carné a la primera de cambio (ni puntos ni nada) y, como soy un poco facha, además no se lo devolveré.
Juro que el bebé estaba gateando tranquilamente, y que, por lo menos aparentemente, ella no tenía ninguna necesidad de levantarse la blusa y mostrarme sus precios senos excusándose en las necesidades alimenticias del pequeño; quien, por cierto, y al contrario que un servidor, no prestó la mínima atención a los atrayentes pezones.
Al revés de lo que sucede en las ciudades, por estos alrededores es raro ver una pira funeraria; caso que se dio esta mañana cuando iban a incinerar a un joven aldeano que se mató al despeñarse desde un risco mientras guiaba a un grupo de turistas. Lo alucinante de la historia ocurrió precisamente al prender la hoguera, porque en tal momento, igual que Cantinflas en “La Vuelta al Mundo en 80 Días”, el supuesto cadáver se movió y, como en la película, se armó la de Dios. Efectivamente, un médico comprobó que el corazón del chico seguía funcionando (en realidad, al haber sido él quien certificara anteriormente la defunción, el matasanos aseguró que había resucitado), y lo llevaron de vuelta al hospital, donde falleció realmente, o, como dijo el médico, falleció de nuevo. ¿Os imagináis el choque emocional de su madre?
Los tenderos se emocionan al ver llegar a un extranjero, o sea alguien que, por ejemplo, querrá varios paquetes de tabaco en vez de un solo cigarrillo, y que podrá terminar haciendo una compra de trescientas rupias (4 eu.). Pero es que, además, cosa inaudita, le pagará al contado en vez de pedir, como hace todo el vecindario, que se lo apunte en la lista interminable que nunca liquidan del todo. Un tendero bien educado inspeccionará metódicamente los billetes de banco y, tras seleccionar los que se encuentren en mejor estado, los usará para devolverte el cambio. Evidentemente, el tendero caradura aprovechará que eres un “videshi”, extranjero, para librarse de los que estarán tan sucios como para darte asco. De vez en cuando te cuelan un billete al que le falta una porción, y durante unos días te dedicas a buscar a otro despistado a quien pasarle el muerto. Por si os lo estáis preguntando, aclararé que solamente podría deshacerme legalmente de tal basura recorriendo los veinticinco kilómetros, dos horas de viaje, que me separan de Nainital, para ir a las oficinas del “State Bank of India”, el único banco que se encarga de tales menesteres.
Es un brahmán pecador y se come de vez en cuando un pollo o un pescado que, de todas maneras, se ha de comprar y cocinar él mismo porque su mujer, siendo como Brahma manda, es vegetariana y este día ni tan solo entrará en la cocina. A él no le supone el mínimo problema gracias a que sabe cocinar perfectamente igual que la mayoría de los indostanos. ¿Otra costumbre? Las esposas indias no lavan jamás los calzoncillos de sus maridos.
Presupuesto completo del mes, incluyendo vicios varios: ciento veinte euros.
Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.
Merce says:
25 km dos horas??? No me lo puedo creer!