Existe un lugar alejado de la civilización aunque relativamente cerca de la ciudad de Melaka -Malasia- donde se esconde La Tierra de los Cocodrilos. Un paseo en barca por el río que divide dos Estados, te evocará al interior de un mundo Jurásico en donde encontrarás el último y más recóndito territorio de estos grandes fósiles vivientes, los cocodrilos de agua salada.
La verdad es que no sé como aún no había escrito sobre los cocodrilos de Melaka aquí, en la sección La Ruta Natural. Me suena que estaba siendo reciente cuando lo tenía previsto para el nuevo podcast de Conmochila, y sinceramente, ahora entiendo porqué tal vez no tenía que contarlo en aquel momento: porque de aquellas no sabía todo lo que me iba a pasar.
Como recordarás, cuando pararon el mundo, en muchos lugares los animales empezaron a reconquistar “territorio humano”, y en Melaka uno de ellos fueron los cocodrilos.
Y cuando nos empezaron a dejar salir, mi obsesión empezó a crecer.
A pesar de su aspecto prehistórico, los cocodrilos se encuentran entre los reptiles biológicamente más complejos. Debe ser lo que me atrae de ellos, y es que a diferencia de otros reptiles, un cocodrilo tiene corteza cerebral, un tipo de tejido en el cerebro que se sabe está vinculado a la inteligencia, la memoria y la conciencia.
Son capaces de usar herramientas, como ramas para atraer a las aves. Son capaces de volver a sitios de caza gracias a su memoria espacial y sus comportamientos sociales demuestran capacidades cognitivas avanzadas. Para el cerebro tan pequeño que tiene en relación con su tamaño, es un animal con un alto nivel de inteligencia. Y también tiene un corazón especial, de cuatro cámaras (que siempre caía en los exámenes de fisiología animal;)
Lo que más me flipa es que usan distintos sonidos para comunicarse como; gruñidos, silbidos, bufan y rugen, para marcar territorio. Los estudios de bioacústica han demostrado que sus comunicaciones son complejas. E incluso las crías emiten sonidos para comunicarse con las madres. De hecho, las madres muestran comportamientos muy maternales, cuidan a sus crías y siempre está cerca vigilando. Transportan a las crías con cuidado en su boca hasta el agua y las protegen durante las primeras semanas.
Jalil dice que los machos suelen estar en los fondos, que suelen controlar entre ocho y diez hembras, que son las que vemos en la superficie cuando vamos con la barca. Ellas están más en la superficie. Esperando cualquier descuido de cualquier mamífero que pase cerca de su alcance. De hecho el otro día vimos como una cocodrila atrapaba a un perro salvaje, que se había acercado a beber agua a la orilla.
Hay que agudizar la vista para poderlos diferenciar en la orilla fangosa del río, entre las raíces del manglar, que se van levantando como queriendo tocar el cielo, creando una moqueta de raíces impenetrable, para nosotros. Desde el barco vemos las distintas especies del manglar que van creando un escenario de película como Jurassic Park. Y a mi eso me enganchó desde la primera expedición.
Sus colores varían de amarillo como con raya negras – cuando son jóvenes – mezclados perfectamente entre las raíces y las sombras que crean los arbustos. Y de un color mucho más verdoso oscuro – cuando son muy adultos – pasando desapercibidos, ya que parecen troncos a la deriva o en la orilla. Los grandes, son muy grandes. Tengo localizados dos pero a uno en especial lo llamamos el Rey de los cocodrilos – The King – es totalmente como de otra Era. Enorme. Más grande que la barca.
Jalil, mi barquero (qué ahora te cuento cómo lo conocí) tiene un ojo para verlos increíble. Sabe donde están todos. Los ve de lejos. Los siente. Los presiente. Es increíble, el conocimiento del lugar que tiene este señor. Y yo agradecida de la vida, ya que con él aprendo un montón.
A partir de marzo empezamos a ver los pequeñitos. A veces pasamos despacito por el afluente por donde vamos a coger el río grande, y saltan desde los troncos que se encuentran todos juntos tomando el sol. A veces a los pequeños se les ve sólo los ojos y el hocico en la superficie, a algunos medianos les gusta enterrarse o medio enterrarse en la orilla. Algunos cuando oyen la barca ni se inmuta y otros se apartan como con desprecio. Algunos lo hacen con movimientos lentos pero otros tan veloces que ni te da tiempo a ver a donde se ha vuelto a colocar.
Mi obsesión con los cocodrilos comenzó después del primer confinamiento en Malasia, cuando se hizo viral un vídeo en un río cerca de donde vivo – en Melaka – en el que nadaba un cocodrilo y se decía que era porque las aguas estaban más limpias de lo habitual. De hecho muchos ancianos decían que así era el río que recordaban ellos cuando eran pequeños.
El caso es que a los pocos días, se hizo viral otra foto de dos personas bañándose y disfrutando de esas aguas. Inmediatamente al día siguiente, el departamento de medio ambiente PERHILITAN y los bomberos BOMBA tuvieron que acudir al lugar a poner un cartel enorme que pone “Awas. Anda berada di habitat buaya“ – “Ten cuidado. Estás en el hábitat de los cocodrilos”. A partir de ahí se hizo viral vídeos de cocodrilos bastante grandes, deambulando por los ríos de la ciudad.
A estos cocodrilos les gusta el mar y las desembocaduras de los ríos. Esta es una de las razones (junto a la abundancia de medusas) por la que no es recomendable bañarse en Melaka, aunque las playas -que sobreviven al desarrollo- inviten a ello.
Estas criaturas escamosas empezaron a atraer mi atención y me dediqué a ir por todos los sitios que se habían mencionado que había habido avistamientos. Donde se grabaron los vídeos virales o donde se pusieron los carteles. Iba preguntando a la gente si por casualidad “habían visto algún cocodrilo, por allí”. Lo gracioso es que los cocodrilos son conocidos localmente como “buaya” que significa “cocodrilo”, en malayo. Pero en Malayo, también dicen que hay “buaya” de dos patas – refiriéndose a los hombres que les gusta ir con muchas mujeres – Así que, que una española menudita y simpaticona vaya por los “kampungs” los “pueblos” preguntando por “buayas” jajaja… es bastante cómico, pero sí, sólo se me ocurre a mi.
Pero gracias a ello, descubrí un montón de historias interesantes. Como una señora muy mayor, que me contaba que detrás de su colegio cuando era pequeña, el director de la escuela, se ponía a dar tiros para espantar a los cocodrilos porque había muchos en aquellas épocas. Ahora básicamente se les considera extintos en muchos ríos en los que antiguamente, eran mucho más habituales.
Cómo colabora con WWF, desde el 2016 patrullando las playas de noche, en su programa en busca de anidamientos de tortugas, pues me conocían. Y se debieron de enterar que iba por Malaysia adelante preguntando por cocodrilos y un día, recibí una llamada de Yana. “María, me han dicho que vas por ahí en busca de cocodrilos ¿quieres venir a una expedición por el río?” Antes de que acabará su propuesta, ya la salté con “¿cuándo, dónde y qué hay que llevar?”
Era un equipo muy implicado que pertenecía a WWF-Melaka, desafortunadamente este equipo se disolvío por desacuerdos con políticos. Jalil, nos estaba esperando en su pequeña barca. En un escenario de auténtico manglar en muy buen estado. Él nació allí. Toda su familia vive allí. Es la típica familia malaya-musulmana de campo, con un montón de hijos y familiares, que se han dedicado a pescar y a convivir con los cocodrilos sin problemas.
Quedé totalmente atónita de todo. Había estado en manglares, pero aquella fue la primera vez en la que fui un poco más consciente de lo que estaba viendo. Ya que sabía más sobre las especies de árboles, cada una de las cuales van formando ese ecosistema llamado manglar y curisosamente, cada uno de esos árboles se comportan o actúan diferente, y empecé a entender mucho.
Entre la intersección de los dos ríos grandes vimos el primero. Mi primer cocodrilo, fue una auténtica emoción. La adrenalita no me permitía ni coger mi cámara para grabarlo. La emoción me descordinó, y pensar que ahora es tan común verlos para mí. De hecho mis ojos se han convertido en “cazadores de cocodrilos” soy capaz de diferenciar uno, aunque sólo se le vea su silueta en el fango.
Estaba en mitad del río con la boca abierta y masticando algún bicho que había atrapado “lo mismo un pez enfermo” dijeron. Yo tenía entendido que no masticaban en el agua, sólo en la orilla. Ya he comprobado que no, que si pillan algo lo mastican donde sea.
El segundo fue llegando a lo que para mí se convirtió en un santuario de garzas. Una isla en mitad del río, desde donde empezamos a ver las puestas de sol mientras tomamos un “piscolabis” malayo y veíamos cómo las distintas especies de garzas aterrizaban con perfección en sus nidos. Era flipante ver como grupos de cientos de garzas llegaban en forma de V y encontraban sus nidos. Como una comunidad de buenos vecinos, las garzas imperiales estaban en las copas de los árboles y las garzas reales en la base.
Se convirtió en mi lugar favorito, era impresionantemente bonito ver los colores del atardecer mientras las garzas danzaban para nosotros antes de ir a dormir. Las estampas fotográficas que nos regaló este lugar fueron realmente preciosas.
La primera vez que vi las luciérnagas en Asia fue en Borneo, Kota Kinabalu y eran verdes brillantes, estábamos en una barca y empezaron a acercarse y rodearnos. Luego me di cuenta que el barquero las estaba llamando con una luz verde similar. Y no me gustó.
Pero aquí en Sungai Linggi son diferentes. Son unos puntitos blanquecinos pequeñitos super luminosos que se quedan como suspendidos cerca de su árbol cobijo. El brillo que producen parecen las luces que se ponen en Navidad. Es preciosos ver todo el camino del manglar a oscuras e iluminado sólo por las luciérnagas y las estrellas en el cielo. Junto con todos los sonidos de la noche, los olores y la sensación de aventura.
Obviamente, también me obsesione con las luciérnagas y aprendí cosas alucinantes, como que son tan específicas que sólo les gusta estar en un determinado árbol. Por eso cuando vas por el manglar, se puede ver perfectamente cómo se iluminan sólo algunas zonas. Sólo brillan los árboles preferidos de las luciérnagas. El paseo en barca terminaba justo enfrente al bosque de luciérnagas precioso.
Imagínate el escenario, parecía de la película de Avatar. Todo ese bosque de luciérnagas, pasó a ser parte del espectáculo final de las rutas que empecé a organizar por este río. Todos los aventureros que vienen a esta ruta, recuerdan ese momento final ya que era impactante ver como cambiaba el sitio desde donde embarcamos.
Sungai Linggi se encuentra entre las fronteras de los estados de Negeri Sembilan y Melaka. Desde aquella primera exploración, se convirtió en mi lugar de exploración y aventuras. Y empecé animar a las personas a venir conmigo y conocerlo.
Cuando frecuentan este tipo de lugares, te das cuenta que no eres la única que observas, sino que las criaturas que allí habitan también te miran a ti. Por eso una de las atracciones cuando volvemos a casa de noche por el río, es alumbrar con la linterna hacia las raíces del manglar. Se nota que la marea ha cambiado, y ves el reflejo de los ojos de los cocodrilos mirándote. A veces solo vemos 6 cocodrilos de día, pero cuando volvemos de noche contamos más de 50 ojos mirándote desde la orilla.
Entrar al Manglar, es un subidón de adrenalina. El canto de los pájaros, los olores, y la cantidad de estímulos visuales que te inundan es un viaje cien por cien fotografiable, en cada movimiento hacia donde mires desde el barco. Y está comprobado. A todo el mundo le llena el alma.
Los primeros en avisar al resto de los habitantes de nuestra presencia, con los macacos que desde lo alto de las ramas actúan como guardianes de este mágico ecosistema. Luego es cuando empezamos a ver a los langures, por familias repartidos entre los árboles. Las crías son anaranjadas y siempre es una alegría para los aventureros tener la suerte de divisar alguno. Ya sé donde se esconden varias pitones, y sí las pillamos descansando siempre están en la misma rama. Las tortugas de río son más escurridizas, pero hemos tenido la suerte de ver varias enormes.
Me pareció una grandiosa oportunidad para poner en práctica el ·Ecoturismo· en Melaka. Ya que no veía que nadie lo estuviera haciendo y yo, es a lo que siempre me he dedicado. Allí en Galicia, era Guía de Naturaleza del Parque Nacional de Las Islas Atlánticas de Galicia, así que me motivó muchísimo la idea. Dar a conocer este ecosistema, y a la vez contemplar especies tan alucinantes como primates, aves de colores y enormes, cocodrilos, tortugas de río, lagartos gigantes, murciélagos enormes al anochecer, las estrellas.. una posibilidad de concienciación ambiental a la vez de dar una alternativa salvaje a Melaka, más allá de todo el “Heritage” que es lo único que suele vender.
Se puede decir que la naturaleza también forma parte de la cultura de un lugar. La identidad está relacionada con el entorno natural, la selva, los ríos, los mitos, los cuentos, incluso las creencias y fiestas. Aunque ahora se esté perdiendo las raíces que le daba sentido al respeto de la cultura viva.
Así que empecé a organizar viajes mezclando gente local, con turistas aventureros que querían probar algo que no saliera en el guión. Y para que la gente de aquí flipara como flipamos los occidentales, con algo que ellos tienen detrás de sus casas. -bueno, cada vez menos-. Así que me aventuré a ofrecer rutas por el manglar y cada vez el feedback era mejor.
Hice un acuerdo con Jalil, y empecé a ofertar los viajes, habiendo una respuesta muy buena. Mi intención también era demostrar a la gente local que pueden vivir de sus alrededores, sin tener que moverse de donde nacieron, pero dándole otra visión sin tener que basarse en la explotación de sus recursos, sino mostrando la belleza que aún queda en este lugar.
Se animaron personas de todos los sitios, y de todas las clases. Y a todos les encantó, incluso el más escéptico que decía que cuatro horas en barco era mucho, luego dijo que se le pasó volando y aprendieron, disfrutaron y a la vez se relajaron mucho. Recuerdo el caso de un dentista, que después de agradecerme más de mil veces, en el día lo bien que se lo había pasado, me llamó al día siguiente para decirme que “era la primera vez que dormía del tirón después de ocho años”. Ya le dije, que lo que tenía era “falta de naturaleza.”
Incluso vinieron de un programa de televisión, presentado por el juez de Masterchef Malaysia para entrevistarme y vivir la experiencia. Vinieron del National Geografic y me contrataron como productora para buscar los cocodrilos de Melaka. Y también de la revista fotográfica Ruido. Youtubers de Malasia y de China. A todos les encantó. Y a mí eso me alimenta el alma. Empecé hacer rutas dos veces a la semana, familiarizándome tanto con el lugar que sabía donde se escondía hasta las pitones, empecé a entender los hábitos y costumbres de los habitantes del manglar.
Uno de los días cuando íbamos aquella isla en mitad del río – mi lugar favorito del manglar – preparándonos para ver el espectáculo de las aves llegando en coreografía con el fondo de los colores de la puesta de sol, que siempre dejaban a todos atónitos y con los móviles llenos de fotos impresionantes.
Jalil me grita “María, no podemos ir” en malayo. Y yo: “¿como que no podemos ir?”(en mi malayo) “mira”… y veo todos los pájaros volando en círculo gritando escandalosamente encima de dos máquinas enormes que estaban destruyendo todos los árboles del manglar. Donde estaban sus nidos.
Donde nos deleitaban cada día con sus danzas. Donde cenamos tranquilamente esperando que se pusiera el sol y salieran las luciérnagas y los murciélagos a la acción, como la última escena de la noche.
No sé por qué, pero así fue cómo reaccioné: le dije a Jalil que aparcara el barco, “tengo que bajar” y él me decía que no, que ahí no. Hasta que insistí y bajé. Fui corriendo hacia las máquinas y me subí en una de ellas. Intenté hablar con el maquinista primero en el bahasa-malayo que sé y luego todo el chino que aprendí, al final inglés y ya cuando se apoderó de mi la desesperación por la incoherencia de lo que estaba sucediendo, en castellano-benaventano. Imagínate la situación.
Suerte que vino conmigo otro buen biólogo experto en tigres de Malasia, y me tradujo. “ Les ha mandado el gobierno, para mitigar las inundaciones” No tiene sentido – Si cortas los árboles hay más inundaciones.- Los manglares sirven para sujetar el terreno, absorber, amortiguar y filtrar el agua. Si desaparecen las inundaciones serán peores.
Así es, y así ha sido.
Las aves ahora anidan en el suelo. En los arbustos que van creciendo muy muy despacio y con el riesgo de ser fácil alimento para muchos depredadores, entre ellos los cocodrilos. Por cierto, ¿te acuerdas que te hablaba del rey cocodrilo? Pues Jalil no me quería bajar allí porque es donde siempre veíamos al rey cocodrilo. Suerte que ese día no estaba allí para mi.
A partir de aquí la ola de destrucción se apoderó de Sungai Linggi. Mi río de expediciones, se empezó a transformar. Un día cuando llegamos a coger el barco, había talado el bosque de luciérnagas que te había contado. En su lugar hicieron un camino de asfalto iluminado con postes de luz solar. Un parking para 30 autobuses que parece un parque de “aviación”. Con un cartel enorme que pone ECOTURISMO. Justo en donde estaban las luciérnagas. Todo cementado. Horrible ¿cómo te quedas? Imagínate mi alma.
Luego empezaron a talar otro poco por aquí, otro poco por allá. Poner puertos con rampas peligrosas y resbaladizas y mal hechas. Baños cerrados con llave para el uso de nadie. Un restaurante con capacidad de más de 100 personas en mitad del río. Y por último dos barcos enormes con capacidad para 25 personas cada uno que les llevan a mitad del río y vuelven.
Sin concienciación. Educación. Propósito o Misión de Conservación.
De hecho los barcos son tan grandes y ruidosos, que los llamamos los “espanta cocodrilos.” Y como suele ser habitual en Melaka, en menos de 6 meses de no uso, han quedado abandonados en la ribera del río.
Y tal vez pienso, que si no hubiese empezado a poner en valor este lugar, nadie se hubiese fijado. Pero de todas formas, una de las lecciones que me ha enseñado la naturaleza de aquí es que es: salvajemente brutal. Su fuerza puede renacer si los humanos no dan uso a las infraestructuras que construyen. La jungla y la vegetación devora todo lo que no se usa, si se la da tiempo. Me da pena, teniendo la oportunidad de hacerlo bien desde el principio. No entendieron lo que significa ecoturismo.
Lo que han hecho es expoliar lo poco que había. El último refugio de los cocodrilos, así que ¿qué ha pasado? Los cocodrilos son muy territoriales, así que se han empezado a mover. Por eso ahora los encontramos tanto en medio de Melaka, como al lado de mi casa, como algo habitual. Qué el día menos pensado, veo que se lleva a mi perra de la que se acerca a la orilla a refrescarse. El de mi casa lo llamamos Raymond. La del medio de Melaka, se llama Lucy.
Así que el Departamento de vida Salvaje, está a tope intentando darles caza. El año pasado encontraron dos cocodrilos muertos, llenos de botellas de plástico en su estómago. Y en Navidades atraparon dos enormes. Los cocodrilos saben que con los humanos no se pueden meter porque si no hay represalias. Cada vez que hay algún conflicto por mínimo que parezca, su población empieza a disminuir y te voy a contar una anécdota que pasó en el 2023.
Una mujer del río Linggi, que toda su vida ha vivido recogiendo una especie de berberechos gigantes que crecen en agua dulce entre el fango del manglar. La mujer estaba en sus labores cuando de repente noto algo y reaccionó dando un puñetazo. Por suerte, fue en el hocico de un cocodrilo, que salió hacia el otro lado. Cuando me contaba la historia, y llegó a este punto, se empezó a reír mucho. Yo no sabía si es que me estaba bromeando pero de repente va y suelta “que si hubiese sido su marido u otro hombre, se hubiesen quedado sin pierna” La mujer dice que noto el tirón en el vestido y reaccionó.
Todos usan el río a diario – humanos y cocodrilos, entre otros – pero no hay conflicto entre ellos. Los cocodrilos son muy pasivos. Muchas veces están los viejitos pescando en sus barquitas al ras del agua y los ojos del cocodrilo atentos al lado sin molestar.
Vemos cocodrilos todos los días que vamos. El récord lo tenemos en 34 avistamientos de cocodrilos diferentes, en un viaje de tan sólo 16 km en la barca hasta la desembocadura al mar. Que por cierto, actualmente esta zona también está siendo modificada para construir un Gas and Oil Storage. Los humanos nos hemos adentrado demasiado en su territorio.
Nos ha pasado de asomarse varias veces en la proa del barco como si se creyese un delfín. Otro día, otro que se dirigió hacia la barca y cuando estaba llegando se sumergió debajo y no lo volvimos a ver. Sustitos anecdóticos sin mayor peligrosidad.
En Borneo es tan exagerada la pérdida de hábitat especialmente por plantaciones de palma, que se cuentan historias de personas de los pueblos que van desapareciendo. Recuerda que su mordedura es la más poderosa de todo el Reino Animal. Así que es la pérdida de hábitat la que ha creado conflicto con ellos, ya que tienes que buscar un nuevo territorio donde sobrevivir.
Pero de momento, esto no es el caso de Melaka. Al parecer, los reptiles han estado residiendo en los ríos durante mucho tiempo. Y se dice que a partir de 1920, entendieron que si atacaban a los humanos o al ganado, serían cazados como represalia. En los 70 se instauró la industria de curtido, que agotó a los cocodrilos de la zona llegando a desaparecer en los 80. Sungai Linggi, es o era, uno de los últimos refugios para ellos.
Aprendí que no somos los dueños de estos ecosistemas, sólo visitantes. Y si no aprendemos a coexistir, perderemos mucho más que una especie. Perderemos el espejo más salvaje y ancestral del Manglar.
La Tierra de Los Cocodrilos, es un viaje que te une a lo más profundo del último nicho ecológico que dio la oportunidad evolutiva a estas enormes criaturas, para que silenciosamente se convirtiesen en un fósil viviente.
Una Tierra que salvó a estos inmortales de aquella extinción masiva haciendo a estos rechonchos de patas cortas su Reinado, que ha sobrevivido al antes y al después de los Dinosaurios. Entre galerías llenas de vegetación por riachuelos escondidos, donde la naturaleza ha seguido ajena al bullicio y destrucción humana – hasta ahora -. Un lugar de donde aprendemos de los cocodrilos, siendo pacientes, y viendo a través de sus costumbres y hábitos, que importante es preservar este ecosistema de Manglar.
Seguiré intentando acercar y compartir este documental en directo que se puede vivir tan cerca de Melaka, a todos aquellos que se aventuren a venir conmigo. “Aprecia lo que tienes antes de que se convierta en lo que tenías” es lo que les digo siempre a la gente de aquí, porque muchas veces se olvidan de la suerte que tienen de vivir tan cerca de tanta diversidad biológica.
La verdad, es que presencias momentos únicos que te hacen pensar y sentir afortunado. Cada vez que voy, el Manglar me sorprende. Es el mismo lugar pero siempre, distinto escenario. Más o menos sabes donde están sus habitantes pero dependiendo de las condiciones y de la energía todo varía. Por eso, siempre digo que hay que ir sin expectativas. Dejando que el Manglar nos sorprenda. Porque siempre lo hace.
Ahora, el Universo me ha dado la oportunidad de tener un barco y hemos creado un nuevo proyecto llamado Sail & Science, que nace de la idea de dar a conocer el mar de Melaka, y convertir a las personas en científicas por un día abordo de MAR MAR. Haciendo más que ecoturismo, un turismo regenerativo participando en la recogida de datos, que valdrá para continuar con los trabajos de conservación.
Sobre este proyecto, esperaré a ver qué es lo que me depara la vida, y te lo contaré en los próximos episodios de La Ruta Natural. Porque como ves, las historias van dando muchos giros. Mientras tanto yo me voy dejando llevar, como cocodrilo por el Manglar.
Clara says:
Es fantástico que alguien observé e intente comprender el comportamiento de estos animales. Espero que esos Manglares puedan sobrevivir a la invasión humana
Estrella Vicente Jiménez says:
Me encanta toda tu pasión y la facilidad para trasmitirla. Muy buena comunicadora! Nos haces disfrutar con cada foto, con todas las explicaciones e información. Gracias