Hace un par de semanas me presenté en el aeropuerto de Barcelona con un puñado de documentos y un billete para volar a Tailandia. Dicho así parece que hubiera protagonizado una compleja hazaña, pero es que los buenos tiempos en los que viajar por el Sureste Asiático era sencillo ya pasaron: cuarentenas forzosas en hoteles que costaban mil euros o visados imposibles han sido la tónica habitual durante este año y medio en que “brote” u “ola” se han convertido en palabras habituales para todos.
Sin embargo, yo cogí el mencionado avión hace unas tres semanas con la facilidad de antaño. Y al día siguiente de cambiar de continente estaba abriéndome una cerveza en la playa y hablando con cualquiera que por allí paseara en total libertad. Sin estar encerrado en un hotel ni bajo vigilancia alguna. Porque aunque a muchos se les haya pasado, ya es posible viajar a Tailandia en este mundo sumido en una pandemia. Y lo es para (casi) todo el mundo.
Por supuesto, todo esto de viajar al país más popular del Sureste Asiático tiene algo de truco y hay que preparárselo con mimo. Además, solo es posible entrar en el Reino de Siam sin cuarentena para quienes estén vacunados contra el Covid. Ese es el principal requisito. Bueno, y que -de momento- es obligatorio que los primeros siete días de tu estancia en Tailandia sean en Phuket.
Dicho así puede que todo suene algo raro. Y no me extraña, porque el Gobierno tailandés puso en marcha un ambicioso plan de reapertura turística enfocado en la isla de Phuket, pero su estrategia de comunicación fue un despropósito. Tanto, que al resto del mundo no le quedó muy claro lo que realmente importaba: que se podía viajar a Tailandia.
Tras haber pasado dos semanas en la más popular isla tailandesa viviendo el experimento turístico que se dio a conocer como Phuket Sandbox, mi opinión es clara. No solo es fácil viajar a Tailandia de esta manera, sino que además es la ocasión en que más he disfrutado de este destino que tan mala prensa tuvo en los últimos años.
Playas paradisíacas para los pocos viajeros que estábamos por allí, precios muy baratos para todo, una amabilidad nunca vista y ninguno de los habituales timos de los principales destinos turísticos de Tailandia. Que conste que nadie me da un euro por hablar bondades de la isla, pero creo que no venir a Phuket (y a Tailandia) en estos momentos es querer perderse algo único. Ahora es posible disfrutar de un paraíso antes de que fuera arrasado por el turismo.
Comunicación nefasta en el plan ‘Phuket Sandbox’
La verdad es que no lo puso fácil Tailandia. Y además lo comunicó todo lo mal que pudo. Es por ello que demasiados viajeros que decían querer volar al país más popular del Sureste se negaron a pasar por el aro. Muchos opinaron que esto del Phuket Sandbox solo serviría para que quienes vivimos en Tailandia pudiéramos volver al país con facilidad. Algo de realidad había en ello, por supuesto. Porque mi plan era exactamente ese.
En agosto, tras dos años sin abandonar Tailandia, quise volar a Madrid. La primera escala, cómo no, fue en Phuket. Y allí me sorprendió que el avión se llenó de veraneantes que regresaban de haber pasado sus vacaciones en la isla. La mayoría de ellos eran parejas jóvenes y sobre todo familias. Ni rastro del habitual turista miembro en mano que llegaba a Phuket cargado de lujuria. De esos señorones ya casi no hay.
Ya en España, en mis ratos libres, me puse a la carga con todo el papeleo para regresar a Tailandia. Lo cierto es que no es peccata minuta. Para el país de la dinastía Rama, lo del turismo aún es esa idea carca de viajar con un plan milimetrado que contenga visitas marcadas, desplazamientos contratados previamente y reservas hoteleras para todas las noches. Lo de ir a tu aire y sin billete de vuelta no suele gustar mucho a las autoridades. Así que te piden que prepares lo siguiente para entrar en Phuket:
- Certificado de vacunación contra el Covid 19.
- Vuelo de entrada en Tailandia. El de salida solo es requerido si no tienes visado.
- Seguro de viaje que cubra la estancia en el país. Si no tienes la salida confirmada, sirve con 30 días.
- Estancia hotelera confirmada para los siete días que estarás. Ha de ser en un establecimiento aceptado por ellos.
- Pago de dos pruebas PCR por adelantado.
Ahí es nada. El problema es que todo debe prepararse y enviarse formalmente a la embajada del país desde el que vayas a viajar. La administración siamesa ha de aprobarlo todo antes de expedirte un documento que te permita viajar. ¿Complicado? Para nada, si bien es engorroso.
El proceso para poder viajar a Tailandia a través de Phuket
El sitio para realizarlo todo es la página que encontráis en este enlace. Y el proceso se realiza en dos partes. En la primera simplemente piden unos documentos básicos como tu pasaporte o el visado -en caso de que lo requieras- junto al certificado de vacunas contra el Covid y un seguro médico. Es importante decir que el seguro ha de cubrir hasta 100.000 dólares en caso de hospitalización y especificar que es válido contra el virus que puso el mundo patas arriba.
Tras enviar los documentos, en un día piden los faltantes en caso de que los primeros sean correctos. Es el momento de enviar la prueba del billete de avión y la reserva hotelera junto a las pruebas PCR. Sí, hay que contratar tests del Covid para que nos los realicen en la isla. Y los pagamos nosotros.
El hotel también tiene algo de truco, ya que ha de ser uno de los que ofrecen la certificación SHA+. No sirve cualquier alojamiento, así que hemos de obviar hostales, posadas o apartamentos. Hemos de ir a un hotel de los de toda la vida y además ha de estar aprobado por el Gobierno. ¿Dónde encontrarlos? Aquí está la lista. Lo mejor es contactar directamente con el local y cerrar el precio con ellos.
Yo opté por ir al segundo más barato de todos, pagué 17 euros la noche. Y ciertamente la habitación era gigantesca y muy cómoda. Con dicha reserva te dan un código para poder reservar las pruebas PCR obligatorias en Tailandia, que desde octubre serán solo dos. ¿El precio? 5.200 bahts, unos 130 euros. Se pagan directamente en esta página web.
Con todo ello, Tailandia confirma la aceptación de entrada y podéis volar en la fecha señalada sin problema. La verdad es que molesta tanto proceso -y el gasto extra de las PCR-, y por eso tanta gente se echa para atrás. Pero es un precio a pagar merece la pena. Por otro lado, los vuelos suelen ser muy baratos.
Un solo apunte: no es necesario tener un visado para entrar a Tailandia si tienes nacionalidad española. Eso sí, en ese caso dan solo 45 días, aunque luego son ampliables una vez dentro del país.
Sin percances y todo bien montado… de momento
Tailandia fue conocida históricamente como la tierra de la sonrisa, un país que a muchos viajeros les convencía por sus gentes. Llegaban de regreso a casa y decían que lo mejor en el Reino de Siam era la calidez de las personas. Sin embargo, yo siempre he dicho que eso es simplemente un maravilloso recurso de marketing.
En Tailandia hay gente de todo tipo, como en cualquier lugar del mundo. Lo que ocurre es que el sector turístico supo muy bien cómo tratar a los viajeros para granjearse esa reputación de país de maravillosa acogida, amable y educado. El taxista sonreía, la muchacha que preparaba fideos saludaba con efusividad y el policía dejaba pasar a los foráneos.
En los últimos años, cuando vinieron más visitantes de los que el país podía asumir -fueron 40 millones en 2019-, dejó de ser así. Malhumorados agentes de inmigración recibían a hordas de viajeros y los timos turísticos estaban a la orden del día. ¿Significa eso que los tailandeses sean mala gente? ¿Falsos quizás? Para nada. Es lo mismo que pasa en Barcelona, por ejemplo, o en tantos destinos de moda. El turismo masivo y desbordado irrita a los ciudadanos locales en los puntos clave. Pero los siameses seguían siendo corrientes y agradables fuera de los circuitos.
Lo de Phuket es curioso por la involución para bien. Todo el mundo vuelve a sonreír y a ser amable desde el momento en que aterrizas en la isla, pero es que además las enormes colas para cruzar en inmigración o la infamia de la burocracia han pasado a ser malos recuerdos del pasado. Pese a todos los controles de salud y todos los chequeos, el paso por el aeropuerto fue muy rápido y bien organizado.
Primero nos sentaron con distancias de seguridad para verificar nuestros documentos y forzarnos a instalar una aplicación de seguimiento con un código QR y localización por GPS que el hotel donde nos alojáramos debería revisar todos los días. Pero lo más sorprendente fue cuando pasamos frente a los agentes de inmigración.
Se acabaron las malas caras. Un ejército de agentes estaba preparado para atender a los pocos viajeros que allí habíamos llegado. Todos con caras sonrientes y de muy buen humor. “Bienvenido a Phuket, esperamos que tenga una buena estancia”, me dijo el oficial al que le entregué el pasaporte. Y fui incapaz de recordar la ocasión anterior en que uno de los suyos, en un puesto fronterizo, me había mirado con buenos ojos.
En seguida me vi con las maletas fuera del aeropuerto, pero aún faltaba hacer algo importante. La primera de las PCR que había pagado previamente.
Las pruebas PCR han de pagarse a través del canal oficial previamente para que todo el proceso se realice automáticamente. No hay pérdida, al salir del aeropuerto te están esperando y con tu pasaporte miran la lista y tienen todo listo para hacer el test. El proceso dura segundos. El siguiente test se realizará en el plazo estipulado que te avisan al pagar por ella.
A partir de ahí, un coche está esperando a cada viajero. Son los contratados por los hoteles, que de manera privada han de organizar las recogidas en el aeropuerto para evitar cualquier tipo de percance. En mi caso, tuve que pagar (obligatoriamente) por el servicio cuando hice la reserva de mi habitación. Fueron 20 euros.
La recepción en el hotel se realiza de la misma forma que se ha hecho siempre, con el añadido de escanear el código QR de la aplicación que instalas en el aeropuerto. Nada más.
A partir de ese momento, empieza la única cuarentena que has de hacer en el país. Se trata de esperar al resultado de la prueba PCR que te has hecho en el aeropuerto, para lo que se requiere que te quedes dentro de la habitación. Yo aproveché para darme una ducha y pedir algo de comida. A las tres horas y media llegó el resultado a mi correo electrónico. Era negativo y podía salir a la calle. Normalmente tarda ese plazo, aunque a veces puede retrasarse hasta las diez horas si es de noche.
¿Qué me pareció todo el proceso? Sin duda, muy bien montado y poco tedioso. Pese a todo el papeleo y el embrollo, en el aeropuerto se solventa todo muy rápido. El resto de trámites durante la estancia en Phuket son mínimos y no te afectan para casi nada, ya que solo es ir un día a hacerte una prueba PCR que se resuelve en un par de minutos y luego informar diariamente a tu hotel de si tienes fiebre.
No dudo que todo esto sería casi imposible de mantener si volviera el turismo masivo. Pero, actualmente, es muy reconfortante viajar a Phuket. Un inciso, ¿qué pasa si das positivo por Covid? En ese caso, lo normal es ir a un hospital si los síntomas son graves, y si no a un hotel de cuarentena a pasar los días hasta estar recuperado. El seguro médico se encarga de todos los gastos, por eso es obligatorio.
¿El mejor o peor momento para viajar a Phuket?
El que fue durante mucho tiempo el destino turístico más importante de Tailandia es ahora mismo uno de los ejemplos más claros de cómo ha destrozado el Covid al sector viajero en el país. En los lugares antes concurridos por extranjeros es posible ver cuatro de cada cinco negocios cerrados. Monstruos turísticos como el Hard Rock Cafe llevan más de un año sin abrir y así seguirá durante bastante tiempo.
Esa es la cara triste de Phuket. La de quienes han perdido su empleo o tuvieron que cerrar el negocio.
Dicho esto, Phuket llevaba extremadamente masificado demasiado tiempo. Las playas más conocidas se habían ensuciado y las calles de Patong estaban atestadas de timos. Era posible encontrar bonitos lugares, pero hacía falta buscarlos. Ahora no es necesario, toda la isla luce bellísima. Vayas donde vayas hay un lugar precioso.
Playas como Kata o Surin, antes muy populares, ahora mismo están casi vacías. En la primera hay unas escuelas de surf y en la segunda un par de puestos de comida. Las aguas son cristalinas y todo luce como en las fotos de hace décadas. Incluso la desastrada Patong tiene mejor color.
Otros lugares como las playas Freedom o Banana, que son de más difícil acceso, lucen de excepción. Sin gente ni barcos trayendo a hordas de turistas durante un año y medio, los fondos marinos se han recuperado y no hay suciedad en el agua. Disfrutar de estos lugares tal y como se exhiben actualmente es un privilegio, y ya solo por eso merece la pena ir a Phuket.
Además, todo es mucho más barato. Pude alquilar una moto por cuatro euros al día y un coche por 12. En muchos restaurantes pides algo de la carta y en la cuenta el precio es menor. El mundo al revés. Solo los taxistas siguen queriendo cobrar demasiado, pero por lo general todo sale bastante económico.
Por todo ello, yo recomiendo enormemente a todo aquel que quiera viajar a Tailandia que se deje los prejuicios que pueda tener sobre Phuket y disfrute de quizás el mejor momento para visitar la isla, pese al dolor de ver a quienes la crisis actual les está destrozando.
Además que Phuket es el lugar con más libertad actualmente en Tailandia. Mientras en Bangkok tenemos un toque de queda a las 22 horas y no se puede beber alcohol ni en los restaurantes, en la isla no existen dichas prohibiciones. Y ahora la policía ya no para a los viajeros para sacarles dinero ni hay timos.
Para finalizar, decir que desde octubre son solo necesarios siete días en Phuket para luego poder viajar por todo el país. Pero esto es algo nuevo, en mi caso tuve que estar en la isla 14 días. Y sin embargo no me quería ir a Bangkok tras dos magníficas semanas en unas playas que pocas veces había visto tan bellas.
Hola una peguntita
tengo una tremenda inquietud pues ya yo tengo los billetes para viajar a Bangkok para el 01/03/2022 y no entiendo eso muy bien
tengo que anular y reservar para ir a Phuket ??’