Etapa 5 Trekking circuito del Annapurna. De Gyaru a Manang
La ventaja de habernos pegado una paliza de muerte el día anterior para subir hasta donde estábamos era que el camino de hoy iba a ser mucho más soportable. Puesto que Gyaru estaba a 3670 metros y Manang, nuestro siguiente destino, a 3540m, la mayor parte del trayecto iba a ser una suave bajada y además con una vista de pájaro inmejorable. La desventaja eso sí, era que el menor esfuerzo requerido harían que tardase bastante más en entrar en calor, y a aquellas alturas el frío ya rascaba, y mucho.
Salimos temprano de la guesthouse tras nuestro enorme plato de muesli, que se había convertido ya en una tradición-obligación (igual que hacer esperar siempre un poquito al pobre Yam), y nos pusimos en marcha. Si todo iba bien no teníamos por qué tardar más de cinco horas en llegar a Manang, a no ser que a última hora decidiésemos quedarnos en Braka, el pueblo que hay justo antes, en cuyo caso tardaríamos un poquito menos. Ambos pueblos son parada de aclimatación a la altura y la mayoría de la gente para en ellos y pasa un par de días. Fuera como fuera teníamos toda la mañana, es decir, tiempo de sobra para entretenernos con las tomas de vídeo, además el espectáculo visual era tremendo y bien merecía que lo grabásemos. Andamos durante un buen rato por la ladera de la montaña de modo que si mirábamos a nuestra izquierda veíamos siempre todo el rato el valle.
La nieve cubría la mayor parte del paisaje y los palos siguieron siendo aquel día un accesorio muy útil, y no solamente para escribir en la nieve, pues a mi me salvaron de alguna que otra caída de culo. Ante la panorámica que teníamos desde allí no podíamos parar de hacer fotos convirtiendo a Yam en fotógrafo además de porteador.
A diferencia del día anterior, durante esa mañana no vimos a otros trekkers. La mayor parte del recorrido lo hicimos en solitario y solamente a última hora, a parte de un simpático perrito negro, coincidimos con Derek y una chica a la que había conocido de camino. Ellos venían desde Lower Pissang haciendo la ruta por la parte baja.
Un escaparate con bollería rellena de chocolate a la salida de un pueblo captó toda mi atención. Llevaba demasiados días sin probar un dulce y para una persona del mi alto nivel de golosidad puede causar daños psicológicos irreparables. Me daba igual el presupuesto y no iba a ponerme tacaña, necesitaba esa especie de flauta-napolitana rellena de chocolate. Aquel fue nuestro único descanso, así que una vez terminado el almuerzo reemprendimos la marcha y ya no volvimos a parar hasta que, después de pasar por delante de Braka, llegamos a Manang.
El ambiente en aquel pueblo era completamente diferente al de los otros en los que habíamos parado los días anteriores. Al tratarse de un pueblo de descanso y parada de aclimatación los hostales que hay en la calle principal son muchos y en esta hay gente paseando a todas horas.
Fuimos directamente al hostal que Yam nos recomendó, pero a diferencia de otras ocasiones, el tono de voz con el que uno de los empleados nos dijo que nos iba a cobrar por unos cubos de agua caliente molestó a Toni, así que decidimos probar suerte y preguntar en otro sitio. Pero tras un rato preguntando y viendo que muchos no tenían agua caliente volvimos al primero, pues con un poco de suerte el día siguiente saldría el sol y podríamos darnos una buena ducha calentita del termo solar.
El precio de la habitación era algo elevado, y el de la comida de su restaurante también como pudimos comprobar durante la comida, pero las vistas desde nuestra ventana, en la que además podía sentarme y entrar en calor eran preciosas, así que después del frío que pasé tras la ducha a base de cubo de agua caliente me senté allí y perdí la noción del tiempo.
Cuando empezó a oscurecer decidimos salir a cenar al restaurante del hostal de enfrente. El pequeño comedor, bastante popular a juzgar por la cantidad de gente que había en él, resultaba tremendamente acogedor gracias a una caldera que mantenía la temperatura elevadísima allí dentro, perfecta para mi. Aún así me resistí a quitarme el gorro y los guantes solamente cuando tuve en mis manos la sopa.
De esta forma terminó una jornada en la que a pesar de no habernos cansado físicamente en mi cabeza no dejó de sonar una pregunta ¿sería capaz de subir el día siguiente los más de 1000 metros que hay hasta el Ice lake?
Buenas,
Soy Solange i me gusta mucho leeros. En junio voy a emprender un viaje por el sudeste Asiatico y me van muy bien vuestras publicaciones. Os queria preguntar el precio aproxinado de lo q os costo el trekking por los Anapurnas. Si he entendido bien solo contratasteis los porteadores sin alojamiento ni comida. Es mucha la diferencia de precio entre contratar un pack con todo incluido i lo q hicisteus vosotros?
Muchas gracias, y no dejeis de deleitarnos con vuestras aventuras.