Dicen que Filipinas da canguelo, ¿pero es realmente tan violento?

Siempre que voy a Filipinas algún colega suele animarse a visitarme unos días. «No es un país al que se pueda ir con lo puesto», dicen por ahí. O más bien no es menester llevar mucho puesto, porque lo de aparentar puede provocar que a uno le den el palo. Y sin embargo, en mi primer día en Manila, sin hotel y cargado con una mochila donde iba mi dinero, el ordenador y lo poco que poseo, acabé perdido en el barrio de Tejeros, uno de los distritos supuestamente más violentos de la capital filipina. Pero no pasó nada.

Lo de verme yo solo con mis huesos en Tejeros fue por asuntos, cómo no, de la tecnología. Porque cuando uno busca una ruta en su teléfono, el programita nunca indica la más segura, sino la más corta. Y Manila es una urbe desastrada en la que puedes encontrar rascacielos de estilo neoyorquino y al doblar la esquina toparte con chabolas de uralita y chatarra. Y a veces ese es el camino más corto -si bien inseguro- entre dos barrios supuestamente seguros.

Barrio de Tejeros en Manila
Una de las ‘avenidas’ más lustrosas del barrio de Tejeros, en Manila.

Así que cuando un compa que vive en Bangkok quiso acompañarme en un viaje a Manila me dijo, nada más llegar, que quería pasear por esos callejones que había visto en mis fotos. «Vamos a ver esos lugares, yo crecí en una barriada pobre y ahí es donde pasan cosas».

Llevábamos medio camino de la hora y algo que se tarda desde el opulento distrito de Makati y el barrio colonial español cuando, en mitad de la calle, dos borrachos en taparrabos empezaron a decir «hello amigo». Lo del personal en paños menores por las barriadas manileñas puede sorprender a más de uno, pero es muy común en las zonas pobres de la capital filipina. A mi colega no le acabó de gustar aquel asunto.

Filipinas hombre calle
Un manileño descansa en el barrio de Intramuros.

Lo que acabó con sus nervios fue cuando, en mitad de la calle, se encontró una chabola con la puerta abierta y miró dentro. Se puso como un flan. «Luis, tío, larguémonos de aquí, ese fulano tiene una recortada». Y, bueno, era cierto. Había un tipo en el enano salón chabolero de su casa bebiendo algo, y junto a él en la pared había colgada una escopeta de cañón corto. Bien visible para espantar al personal, como aquellos que ponían frente a sus puertas el cartel de «no entrar, vigila un perro con muy malas pulgas».

El canguelo de mi amigo de extrarradio podía olerse desde el otro barrio, así que cuando pasó un anciano conduciendo un triciclo enano le pedí que nos llevara a Intramuros. El hombre no escuchaba bien y la vista le fallaba, pero nos dejó acomodarnos en su triciclo, apretujados como sardinas en una lata. Eso sí, el trasto que manejaba no aguantaba mucho, así que cuando cruzó unas vías ferroviarias se quedó encallado y tuvimos que salir a empujar antes de que pasara el tren. Desde luego que en Manila, si quieres, no te aburres.

Manila, ¿la capital más violenta del Sureste de Asia?

makati indigente
No todo son luces en el internacional -y seguro- barrio de Makati.

El día en que a mi colega del extrarradio barcelonés le entró el canguelo manileño acabamos cenando en Makati, uno de los barrios internacionales de la capital filipina. Allí se juntó con nosotros otro tipo de Barcelona, pero del otro lado. Criado en la zona alta y al amparo de la burguesía catalana. Y, según él, su Manila era «una ciudad más segura que Barcelona». Y eso que en las noticias aún no se hablaba de los robos en la capital catalana.

Yo no diría tanto ni tan poco. Ambos ejemplos son solo eso, ejemplos. Pero sí hay que reconocer que Manila es una ciudad de la que mucha gente huye. Sin duda es la urbe asiática en la que más diferencias pueden observarse, en la que quienes residen en Rockwell, Bonifacio o Makati disfrutan de un estilo de vida opulento, mientras que en los barrios pequeños de lo que se conoce como la Gran Manila la vida es dura, muy dura. El caos manileño es tan atroz que el Gobierno ha planteado hacer una nueva capital y abandonar la actual a su suerte.

Pero en la pobreza extrema de algunas zonas de Filipinas es posible encontrarse con lo mejor y lo peor del ser humano. Los filipinos son unos tipos vivaces, alegres y además entusiastas. Es muy fácil entablar amistad con los manileños y lograr que te echen un cable. Pero también hay mucho desalmado.

Madre hijo Filipinas
Madre e hijo ríen y se cepillan los dientes después del baño del pequeño.

La mayoría de los extranjeros, no obstante, no sufre percances si no los busca. De cara al viajero, el asunto de la violencia filipina está exagerado. Pero en parte debido a ello es difícil encontrarse a occidentales -los asiáticos son más comunes- fuera de los guetos para turistas.

En Manila se quejan de que la mayoría de viajeros llega al aeropuerto de la capital y ni siquiera pisan la ciudad, cogen un vuelo hacia Palawan, Boracay o cualquier otra de las bellas islas del país. El discurso del miedo y de la violencia cala muy fuerte en un país y una capital que han sufrido mucho, muchísimo. La vida vale tan poco que si hay un tipo medio desnudo y tirado en la calle nadie se inmuta y los transeúntes solo lo esquivan. Y no es egoísmo, simplemente la muerte es muy habitual en algunos distritos.

Pero, ¿es Manila el lugar más violento de Filipinas? No, no lo es. Desde luego que tampoco se trata de la zona más segura del país, pero la corrupta policía filipina -que a veces funciona como una especie de híbrido entre cuerpo de seguridad y ejército privado- es algo más efectiva en la gran urbe del país. Hay zonas isleñas alejadas del bien pero muy cercanas al mal donde salir a la calle de noche es un asunto complejo. En Manila aún hay de todo.

Agente seguridad Filipinas
Los agentes de seguridad privados y mejor armados que la policía son habituales en Manila para proteger centros comerciales, bancos o farmacias. En la foto, un agente a sueldo de la compañía Gengis Khan.

Los extranjeros se preocupan mucho de la violencia en Manila, como si el asunto fuera con ellos. Pero, en realidad, no son tan comunes los incidentes en los que haya viajeros implicados, ya que la mayoría no se acerca a los barrios conflictivos. Y porque, más allá del sensacionalismo, es difícil que algo pase si se tiene sentido común.

Como nota personal, yo me he pateado la ciudad de arriba abajo y solo me sentí intimidado en un par de ocasiones, en las que quizás primaba más la idea de Manila como una ciudad en la que andarse con ojo que otra cosa. Pero, ¿es así para los filipinos? Y, más importante, ¿qué ocurre en el resto del país?

¿El cuarto país más violento del mundo?

calle Cebú.
Un bloque de viviendas en Cebú, donde se instaló el primer emplazamiento español en el país.

No podemos obviar el asunto de Rodrigo Duterte, el sanguinario primer ministro filipino que es capaz un día de insultar al Dios de los cristianos -en un país donde se vive una versión exacerbada del catolicismo– y al siguiente seguir a lo suyo con la guerra contra las drogas.

Que Duterte mantenga un notable éxito entre las clases bajas del país cuando ha llenado los barrios pobres de cadáveres dice mucho sobre la compleja situación de Filipinas. Un dato: en menos de tres años se ha matado a más de 5.000 personas en el nombre del primer ministro, y el 75% de las muertes de este 2019 eran solo civiles sospechosos de ser consumidores o estar metidos en asuntos de droga, no criminales confirmados.

Jeepney Manila
El jeepney es el transporte por excelencia de los filipinos. En zonas turísticas de playa los extranjeros los usan, pero en Manila lo evitan. Se dice que hay muchos robos con violencia en ellos.

Es por ello que en un estudio avalado por la alta comisionada de Naciones Unidas por los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, se ha señalado a Filipinas como el cuarto país más violento del mundo. El análisis, no obstante, tiene truco. En realidad tiene muy en cuenta los ataques a civiles sin ser juzgados, y con los 33 asesinatos diarios que se producen en la guerra de las drogas de Duterte es normal que alcance dicha posición.

Los representantes filipinos del Observatorio de Derechos Humanos han utilizado dicho estudio para justificar la necesidad de que otros países interfieran en el conflicto armado de Duterte, mientras que el Gobierno ve el estudio como algo exagerado.

Personalmente, me parece que es muy importante exhibir lo que está ocurriendo en Filipinas, pero dudo mucho que Filipinas esté tan arriba en la lista de lugares violentos, al menos a nivel de sensaciones en la calle. En Asia, sin duda alguna. Pero a nivel global se me ocurren muchísimos países más problemáticos.

Las armas, el gran problema de Filipinas

Armería Filipinas
Una armería en la ciudad de Iloilo, en la isla de Panay.

Muchos buscan paralelismos entre Filipinas y Latinoamérica al hablar de violencia y colonialismo. Y demasiados estiman que algo tuvo que ocurrir en el colonialismo hispano para que ambos territorios sufran de problemas similares en cuanto al mundo del crimen. Desde luego que España cometió atrocidades, pero en mi opinión esa es una visión muy simplista.

Y me lo parece porque ambos territorios fueron manipulados por Estados Unidos cuando España se vio forzada a retirarse de ellos, y esa historia reciente es más importante. El caso de Filipinas es muy claro además, ya que los norteamericanos ayudaron a los locales a expulsar a los españoles para, acto seguido, quedarse ellos con la nación asiática.

El punto importante es que Estados Unidos -el único país del mundo donde hay más armas que personas- no solo enganchó a los filipinos a la comida basura y a los refrescos azucarados extra grandes, sino que también los hizo adictos a las armas. Es muy común llevar pistola en el país liderado por Rodrigo Duterte. Tanto, que a veces una simple discusión de tráfico puede acabar a tiros.

En Filipinas es muy fácil hacerse con una pistola y hay registradas 1,2 millones de armas consideradas para defensa propia, además de otras 600.000 sin registrar. En España, por ejemplo, hay unas 8.000. Y en Japón tan pocas que casi no hay asesinatos a pólvora. En Filipinas, en cambio, hay leyes referentes a poder hacerse con un arma se remontan a la época en que el país estuvo en manos de los estadounidenses, y existen armerías en todas las ciudades. La demanda es enorme.

Filipinas armas drogas
Las armas de fuego y las drogas, dos de los grandes problemas de Filipinas.

Las drogas son el otro gran problema de Filipinas. La miseria del país ha creado miles de adictos al shabu, la versión local de la metanfetamina que hace estragos en el Sureste Asiático, también conocida como hielo. Y si juntamos la pobreza con las sustancias y las armas de fuego tenemos el caldo de cultivo perfecto para tener un país donde la vida resulta difícil.

Es una pena lo que ocurre en Filipinas, sobre todo con la carta blanca que Duterte entregó a aquellos que fueran a por los posibles sospechosos en su guerra contra las drogas. Porque se ha matado a demasiadas personas a cambio de dinero. Como le ocurrió al párroco Amado Picardal, que un día se encontró a seis hombres enmascarados en su parroquia de Cebú. Iban a matarle porque su nombre aparecía en las listas de drogadictos a quienes se podía matar a cambio de dinero. Logró escapar, pero lo que más le sorprendió fue que aquellos mercenarios no sabían por qué era necesario acabar con él. Solo les importaba el dinero de la recompensa.

Pese a todo ello, Filipinas es un país maravilloso con algunas de las gentes más encantadoras que me he encontrado en muchos años en Asia. Y si bien el problema de la violencia es real, yo jamás tuve problemas al ir a lugares remotos en barco o pasear por la noche en cualquier barrio. Desgraciadamente, no es lo mismo para todo el mundo. Sobre todo para esos millones de filipinos que tienen muy poco y no pueden escoger el lugar donde vivir.

A contrapelo, por Luis Garrido-Julve
A contrapelo, por Luis Garrido-Julve
1400 933 Luis Garrido-Julve
2 comentarios
  • Es muy normal que las casas se inunden en muchas ciudades de Filipinas, en Manila pasa con exagerada frecuencia debido a su desastrado crecimiento y a un nulo plan urbanístico o arquitectónico. Tan duro es el asunto que el Gobierno lleva tiempo queriendo mover la capital a la zona de Clarke, a unos 60 kilómetros, para empezar de cero y abandonar Manila a su suerte. Y a los manileños, claro está.

  • Me ha gustado mucho tu artículo, bueno, como siempre.
    Tengo un vecino que es de Manila, y vive a unos 25 Km, de esa Capital. Le preguntaré el tema de las armas a ver que me dice.
    Vive en una una urbanización de lujo, en una ladera de la montaña, ya que cuando era pequeño estaba harto de que la casa de sus padres donde nació, se inundara en cada crecida de los ríos o en cada lluvia.
    Va a su Ciudad desde que se jubiló hace un par de años, unos 6 a 9 meses al año, y vive en Barcelona hace al menos 35 años. Antes vivió en Grecia unos 3 años y después 10 años en Dinamarca, antes de recalar en Barcelona. Era capitán de barco.
    Por su última profesión en los últimos 35 años, conoce todo el mundo de arriba a abajo y de abajo a arriba y de este a oeste y de oeste a este,

    Un saludo.
    Antonio

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