La crónica cósmica. La incertidumbre de lo desconocido

Casi siempre viajo llevando en mi equipaje poca o nula información acerca de los sitios a los que me dirijo. Lo podría comparar a la sinopsis de las novelas, que evito leer porque no deseo saber de qué va la trama. ¿Será que me atrae la incertidumbre de lo desconocido? ¿O quizás me gusta correr pequeños riesgos, como el de no vacunarme o, como en una ocasión, el de dormir sobre la arena de un desierto en el que pululaban las hienas?

Podría incluir en el mismo contexto mi afición por salir de paseo sin paraguas bajo un cielo encapotado, como si apostase al número cero de la ruleta, porque me encanta haber logrado regresar a mi cabaña justo antes de que caiga un chaparrón.

Ya sea porque me acompaña la suerte o porque tengo un sexto sentido, esa falta de información acerca de mis destinos no es óbice para que, la mayoría de las veces, viaje en las que son las mejores épocas para mi gusto.

Un buen ejemplo de ello fueron los meses que pasé recorriendo el Amazonas y sus afluentes, pues no había prácticamente mosquitos y las pocas veces que usaba la mosquitera de mi hamaca era más que nada para para protegerme de las serpientes y otros bichos peligrosos.

Toda esa parrafada anterior tenía como fin explicaros que, gracias a esa lotería cósmica, me las he arreglado para venir a Tuk Tuk y al Lago Toba de Sumatra en el mes ideal del año: noviembre. Es la temporada baja del turismo y esta peninsulita, en vez de estar abarrotada, me pertenece casi en exclusiva, permitiéndome gozar de mi “bendita soledad” (expresión del Comisario Montalbano, de Andrea Camilleri), comer en los restaurantes sin tener que esperar horas o jugar al billar sin verme obligado a pedir turno.

Aunque cae de vez en cuando un refrescante chaparrón, no está lloviendo continuamente y las temperaturas son ideales. Al contrario de lo que sucedió mientras hubo los infernales incendios forestales en otras partes de Sumatra, cuyos humos cubrieron incluso una gran parte de la Península Malaya, ahora el cielo está despejado, el aire, limpio, y las vistas son una maravilla. Otro dato de Tuk Tuk, que fue un destino hippie de los años setenta, según me contó el trotamundos holandés, es que tiene los mejores precios de la Isla Samosir.

AQUÍ VAN UNOS EJEMPLOS DE LAS IMÁGENES QUE ALEGRAN MIS DÍAS

Al ser Tuk Tuk una península diminuta, esté yo donde esté, veo continuamente el lago, las cimas verdes que lo encierran, los nenúfares que decoran sus aguas y las águilas que las sobrevuelan.

Hacia el norte se divisa el Volcán Sibayk, que se halla fuera del cráter del Toba y que no deja de tener anualmente alguna que otra erupción: ¡Boom!

Mi cabaña se encuentra al sur del istmo y, de mañanita, tras llevar a cabo mis cantos místicos saludando al lago y al sol naciente, voy andando hasta la parte que da al norte, que estará a un kilómetro de distancia, donde tomo un té y charlo con cuatro vecinos viendo como los chicos y las chicas de corta edad se dirigen a la escuela en motocicletas de poca cilindrada. ¡Van tres o cuatro en cada una de ellas y ninguno lleva casco!

Muchos se detienen para poner un litro de carburante en la gasolinera que se encuentra junto a la cafetería: en Tuk Tuk hay docenas de pequeñas gasolineras (sobre todo en las tiendas), que funcionan de forma manual con una manivela con la que suben el carburante desde un bidón hasta un cilindro de cristal con capacidad para cinco litros.

Ya que he mencionado a los estudiantes, os explicaré que los domingos llegan a Tuk Tuk muchos jóvenes de diferentes ciudades de esta provincia de Sumatera Utara, que vienen con el exclusivo propósito de practicar su inglés paliqueando con los turistas occidentales.

Con ello, claro, cuando voy a comer puedo tardar mucho rato en recorrer los dos kilómetros que me separan del “Today´s Café” porque me veo obligado a responder una y otra vez las mismas preguntas, mientras me filman y fotografían. Aunque son encantadores, me harté de ellos tras sufrir ese suplicio varias veces, y ahora les corto por lo sano diciéndoles en catalán que no hablo inglés: “¡Antipático!”.

TALIBANIA. Como ya sabéis, esta sección no es apta para los corazones sensibles y les aconsejo saltársela.

En la ciudad india de Meerut se prendió fuego y terminó en el hospital con el 80% de quemaduras en su cuerpo una viuda de veinte años que había sido vendida por su padre y su tía y que fue violada en grupo sin que la policía le hiciese el menor caso cuando lo denunció.

El director de una escuela de la sagrada población india de Rishikesh, ordenó a varios estudiantes que apalearan con bates de cricket a un chico de doce años que había robado un paquete de galletas, que posteriormente falleció en el hospital. Luego, tratando de evitarse líos, lo enterraron en el patio de la escuela sin avisar a sus padres.

En la ciudad tailandesa de Chiang Mai sucedió un caso parecido cuando el director de una escuela mató a un chico golpeándole con un bate de beisbol, que más tarde arrojó en el Río Ping. Ahora los buceadores de la policía buscan el arma.

La organización Human Rights Watch ha denunciado la desaparición de tres activistas tailandeses que fueron extraditados de Vietnam, país al que habían huido cuando eran perseguidos por haber insultado al rey.

También en la “democrática” Tailandia ha habido repetidos ataques contra activistas de los partidos de la oposición que terminaron en el hospital con varios huesos rotos. Pero el que peor lo tuvo fue un turista occidental que dio positivo en alcohol cuando, de noche, regresaba en motocicleta al hotel en que se hospedaba, en Pattaya, y lo metieron entre rejas, pero no en el cuartelillo, sino en la cárcel con los peores criminales.
Volvamos a la India, país en el que durante el pasado 2018 fueron asesinados sesenta y tres reporteros. Es una cantidad insignificante si la comparamos con la de las niñas que diariamente son violadas y asesinadas.

Cerraré esta “entrañable” sección con la noticia más dolorosamente absurda: un nepalés de cuarenta y dos años decapitó a su sobrino de doce y esparció su sangre en un campo con el fin de obtener una buena cosecha.

MIRA LO QUE PIENSO

  • Se puede amar a quien no te ama, y puede gustarte alguien al que no le gustas, o admirar a quien tampoco te corresponda; pero es imposible respetar al que no te respeta a ti, a tus creencias y a tus orígenes.
  • Todo el mundo sabe que esa mariconada llamada venganza es un plato que se come frío, pero ningún vengador ha confesado que sea tóxico y sienta mal.
  • Al ver cómo anda el mundo en los temas sociales, económicos, políticos, ecológicos y religiosas, sólo puedo decir que no entiendo nada.
  • Demostrado científicamente: la ducha fría al saltar de la cama por la mañana es la hostia de sana.
  • Si antes ya resultaba aburrido mirar las fotos de las vacaciones familiares que te mostraban los amigos, a pesar de que únicamente eran unas pocas, ¿cómo será ahora cuando todo el mundo tiene miles de ellas?
  • Mentalidad tercermundista: restaurantes sin sacacorchos, comercios que abren bolsas de plástico sin tijeras o despachan líquidos sin usar un embudo.
  • Entre las diversas cosas raras que yo hago está la de no mirar jamás películas pornográficas; sin embargo, pienso que sus actores, gracias a la desinhibición sexual, tendrán más posibilidades de estar mentalmente sanos que la mayoría de gente.
  • La poca simpatía que siento por el patriotismo (el patriota que llevo en mi interior es definitivamente un idiota) alcanza sus mayores cotas al leer las noticias deportivas de la prensa, que se limitan a hablar de determinados deportes si han ganado “los de casa”; como ha sucedido ahora cuando España ha conquistado la Copa Davis, competición que prácticamente no han mencionado en los años que la ganaban otros países. Si un periódico no cita al equipo local en la primera página, quiere decir que ha perdido.

Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.

La crónica cósmica, de Nando Baba
La crónica cósmica, de Nando Baba
1400 933 Nando Baba

Nando Baba

Escritor y viajero. No te pierdas las crónicas cósmicas de Nando Baba.

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