La crónica cósmica. ¿Más absurdidades?

NEPALIDADES. Bienvenidos a la tercera década de este siglo XXI en el que por el momento han prevalecido los extremismos atmosféricos, sociales, políticos y religiosos (¿pero no espirituales?). Por supuesto, también sucede así aquí, en el Nepal, donde, como ya os conté en otra ocasión, hay restaurantes cuyo servicio corre a cargo de eficientes robots mientras en las aldeas mueren de frío unas mujeres que son confinadas en el corral del ganado porque tienen la regla.

El pueblo de Daimati se halla a cinco horas andando del centro sanitario más cercano, y una mujer preñada parió por su cuenta y riesgo a unos mellizos mientras hacía ese recorrido. Los pequeños murieron, pero ella regresó sana y salva a casa.

Y hablando de sanidad, el “Department Health Service” del Nepal tuvo que comprar vacunas contra la tuberculosis en el mercado negro de la India porque no tenía otra forma de conseguirlas. Por cierto, el número de tuberculosos del país ha aumentado espectacularmente.

Aquí van otros ejemplos de los extremismos nepaleses. Según un estudio del “Nepal Demographic Health Survey” del año 2016, el 36% de los niños de este país sufre malnutrición y el 1%, de obesidad debido a la comida basura. “Mis hijos se hartan de porquerías empaquetadas y luego dejan el “dal-bhat” en el plato”, me contó un vecino de Sauraha.

¿Otro caso que va de palo a palo? A la escuela pública de un pueblo llamado Kauwaghari se la considera ejemplar porque, aparte de la limpieza y el orden que reinan en ella, practican yoga como asignatura obligada. Esto sí que es progreso. Pero, al mismo tiempo, los alumnos de muchas escuelas del Tarai han de sentarse sobre el frío suelo de cemento porque no tienen sillas.

Aquí en el Tarai, las tierras meridionales del Nepal en las que los inviernos son suaves gracias a su escasa altitud sobre el nivel del mar, es la región donde muere más gente de frío al no tener prendas y viviendas adecuadas.

Los peregrinos budistas extranjeros que visitan Lumbini, el lugar de nacimiento de Buda, hacen frecuentemente donaciones en monedas que el Banco Central del Nepal no cambia. Como resultado, y a través de los años, en las arcas de los templos de esa ciudad se han ido almacenando montones de billetes de banco que se están pudriendo debido a la humedad. ¡Esto es el Nepal, oiga!

¿Más absurdidades? El popular cantante nepalés Kumar Basnet está buscando patrocinadores para organizar una expedición que iría en busca del Yeti.

Miles de nepaleses emigran continuamente a los países árabes o al Sudeste Asiático en busca de empleos que estén mejor remunerados que los de aquí; un flujo que llena las arcas de las carísimas empresas especializadas en conseguirles trabajo. Muchos opinan que es otro tipo de tráfico de personas. Entre las pobres mujeres que hacen ese viacrucis, de vez en cuando se dan casos totalmente kafkianos porque el gobierno nepalés no concede la nacionalidad a los hijos nacidos en el extranjero.

¿Peor, imposible? Una de las mujeres que consiguió un empleo en Arabia Saudí, se enrolló con un nepalés que desapareció de escena cuando la dejó preñada, “pecado” por el que fue expulsada del curro y del país sin cobrar el último salario ni recibir indemnización alguna.

A esos pobres emigrantes los tratan como borregos en todos lados; en el aeropuerto de Delhi tuve ganas de estrangular a un funcionario que vilipendiaba de mala manera a unos jóvenes de Bangladesh. Ahora el gobierno del Nepal (creo que maoísta) ha emitido una orden que las organizaciones de los derechos humanos consideran vergonzosa, pues obliga a los emigrantes que parten del aeropuerto de Katmandú a llevar una camiseta y una gorra con el logo “Visit Nepal 2020”. Sin comentarios.

La “Human Rights Comission” también ha exigido, pero por supuesto sin éxito, que se juzgase a los tres oficiales de la policía que dos meses antes, en un calabozo, apalearon hasta matar a un joven llamado Kumar Paudel al que habían arrestado sin prueba alguna y se hallaba en custodia. Ni el gobierno ni los jefes de la policía han dicho una palabra al respecto.

Cuando sí se puso las pilas el cuerpo policial fue para destruir veinte mil plantas de maría que se cultivaban ilegalmente dentro del Parque Nacional de Chitwán. Tal como ocurre casi siempre en el Nepal, no se arrestó a nadie y se limitaron a aconsejar los sospechosos que no volviesen a las andadas.

Otro suceso policial: en Katmandú arrestaron a ciento veintidós chinos de los que sospechaban, pero no tenían prueba alguna, que cometían delitos financieros online.
“Justicia” popular: un autobús atropelló y mató a un joven y, tal como sucede habitualmente aquí o en la India, la gente prendió fuego al vehículo.

EL INDOSTÁN

Durante este año (2019) el gobierno hinduista del señor Modi ha cortado la comunicación con Internet ciento treinta y cuatro veces (68% de lo que ocurría en todo el mundo) con la excusa de proteger el orden público cuando hubo protestas populares. En el estado de Cachemira llevan sin Internet desde hace ciento treinta y siete días. Aseguran que de esa manera evitan que corran los rumores, como ocurrió en el 2018 acerca de los secuestros de niños que provocó treinta linchamientos callejeros como si estuviesen en el Salvaje Oeste.

Este mismo gobierno indio, como si pretendiese plagiar lo que hace Putin en Rusia, está construyendo en el estado oriental de Assam el primero de los diez campos de concentración (cada uno de una extensión parecida a la de siete estadios de fútbol) en los que se internará a los musulmanes indocumentados (sobre todo de Bangladesh) que corren por el país.

MIRA LO QUE PIENSO

Furia, hipocresía, envidia, cólera o mentira, por poner unos ejemplos, son palabras femeninas; mientras que amor es masculina a pesar de que ese sentimiento sea especialmente femenino. ¿O acaso no son las mujeres, y sobre todo las madres y las hermanas, la personificación del amor?

¿Es la inseguridad personal de los hombres la que nos obliga a demostrar nuestra masculinidad e inteligencia?

¿Es una falacia hacerse el simpático con unas maquiavélicas intenciones?

A veces recuerdo la chocante ocasión en que, mientras conducía por una autopista alemana tras adelantar a un grupo de coches, en un cambio de rasante en curva me crucé con un turismo que venía en el sentido contrario. En su interior iba una pareja mayor charlando tranquilamente. Me pregunto qué sucedería cuando, a continuación, se encontraron de cara con los vehículos que venían detrás.

¿Existe ya una aplicación que permita saber la localización del teléfono de vuestros amigos como hace la policía? ¿Identificarán sistemáticamente todas las caras que aparezcan en Internet?

Según el “World Economic Forum” todavía transcurrirán 202 años antes de que las mujeres cobren el mismo sueldo que los hombres: sin comentarios.

No peco de pasivo, sino que evito los deseos porque, aparte de que casi siempre se convierten en realidad, lo hacen de una forma inesperada y a veces indeseada.

¿Todos los autodidactas hacemos las cosas de una manera sutilmente distinta que quienes las aprendieron en la escuela?

¿Hace falta una pizca de sabiduría para compaginar debidamente la sinceridad con la amabilidad?

Me aseguraron que cuarenta minutos de meditación te aportan un descanso parecido al de ocho horas de sueño.

¿Cuántas personas se casarían si supiesen que sus deseos sexuales y sus necesidades emocionales no serían satisfechos y que la relación con su pareja terminaría siendo parecida a un campo de batalla?

¿El Che en la calle y Pinochet en casa?

Umm, aunque esta crónica no sea precisamente muy alegre, os deseo un feliz año 2020 (con qué facilidad se teclea este número, ¿verdad?).

Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.

La crónica cósmica, de Nando Baba
La crónica cósmica, de Nando Baba
1400 933 Nando Baba

Nando Baba

Escritor y viajero. No te pierdas las crónicas cósmicas de Nando Baba.

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