NEPALIDADES – Sauraha, Chitwán, Nepal – Si venís por primera vez al Nepal, os chocará ver que la gente come con las manos. Quizás os sorprenda si os digo que tal costumbre es práctica y sana: práctica porque es la forma ideal de mezclar bien los diferentes ingredientes con el arroz, y sana porque, al ser los dedos más sensibles al calor que el húmedo interior de la boca, no meteréis nada en ella que esté demasiado caliente.
Pero también porque, si no sois vegetarianos, el tacto os ayudará a distinguir y apartar las espinas del pescado, así como los peligrosos huesecillos de pollo que, debido a como los cortan los carniceros, aparecerán frecuentemente en vuestro plato.
Acerca de la salud, no hará falta mencionar que, al comer con las manos, es mucho más importante lavártelas debidamente con antelación. Yo, además, también me las enjabono después para librarlas del olor a comida y a curry.
En cuanto al picante de la comida, os recordaré que las especias con las que está condimentada no tienen como único fin darle sabor, sino, sobre todo, porque son muy saludables y ayudan mucho a la digestión. Y qué decir de lo beneficioso que resulta consumir el chili y la cúrcuma, que invariablemente van incluidos en la dietética del Nepal y la India.
Otra costumbre saludable: usan poca sal e incluyen mucha clorofila en los menús. Mis cenas continúan teniendo una gran variedad, pues sigo alternando las que me prepara Narmada, la esposa de Shankar, con las de Suku, la mujer del señor Tolstoi, y las de Ranjana, la joven que cuida de mi estómago aquí en la pensión Tharu Lodge.
Soy un caso insólito al masticar con la boca cerrada, y al escuchar el curioso sonido que producen los amigos nepaleses al hacerlo con la boca abierta, me pregunto si les extrañará mi sigilo.
Terminaré esta parrafada dedicada a la manduca preguntando a los dietistas si están de acuerdo conmigo en que, por muy sana que sea determinada comida, nos sentará mal si no nos resulta apetecible y no la comemos a gusto.
MIS EXTRAVAGANCIAS – Casi todos mis amigos y amigas nepaleses consumen algún tipo de alcohol con bastante asiduidad, ya sea cerveza, ron (en invierno), whisky (en verano) o roxi, el licor local de arroz. De mí, desde que me he convertido en abstemio, aseguran que soy como el marchoso dios Shiva, que solamente fuma maría.
Otras de mis rarezas. Debo de ser el único cliente que paga cada compra o consumición en efectivo, en vez de hacerlo a crédito. Aunque doy por sentado que esta costumbre mía alegrará a los comerciantes, de otra parte también les ocasiona problemas porque nunca tienen cambio, ni tan siquiera de un billete de quinientas rupias (menos de cuatro euros).
Además, los nepaleses no son especialmente hábiles con los números y, pongamos por caso, necesitarán una calculadora para saber el cambio que han de darme si la factura es de sesenta y cinco rupias y les entrego un billete de cien. Una curiosidad: siempre dicen los números en inglés, especialmente los del teléfono.
MÁS CIFRAS NEPALESAS – El Parque Nacional Sagarmatha ha recibido, durante el último mes, 8.902 visitas de excursionistas extranjeros, mientras que en el campo base del Annapurna llegaron más de 3.000.
Las inundaciones, avalanchas e incendios que hubo en la provincia de Bagmati durante los últimos tres meses dejaron a su paso 191 muertos; 8 de ellos electrocutados, 4 por rayos y 60 en accidentes de tráfico; los heridos sumaron más de mil.
En las festividades de Dashai (Dussehra) regresaron de la India 200.000 nepaleses cruzando el paso fronterizo de Jamunaha.
Muchísimos jóvenes nepaleses emigran a otros países (Dubai, Japón, Corea), pero, cuando desean formar una familia y tener hijos, regresan a casa.
En esas fiestas se vendieron flores por valor de 500 millones de rupias y se importaron cocos de la India por valor de 321 millones de rupias (euro: 144 rupias nepalesas).
Según la Organización Nacional de Sherpas, en Nepal se pueden escalar más de 2.000 montañas y 1.300 picos nevados. Por algo Nepal es el destino más popular del mundo para ascensiones y expediciones. Por cierto, en la aldea de Khare, en el municipio de Mahakulung, se inauguró la primera clínica médica de gran altitud: se llama Mera Clinic, y se halla por encima de los 5.000 metros.
Se ha cumplido el 80 aniversario de la terrible batalla de Montecassino, en Italia, durante la Segunda Guerra Mundial, en la que, en el bando de los Aliados, murieron más de 100 soldados Gurkha, guerreros de origen nepalés.
PASO A PASO – Breves, Amazonas, Brasil, 1988. Continúa de la crónica anterior. Después de fracasar para conseguir un barco que nos llevara a Santarem, decidí seguir en mi puesto de vigía y le dije a Rasta que pasaría la noche allí, en el Puerto Municipal de Breves. Él me replicó: “De acuerdo, aquí te quedas. Yo me voy a dar una vuelta a ver si ligo”.
Acostado en mi hamaca bajo una triste bombilla, y acompañado de la señora soledad, me sentí de maravilla escuchando el concierto nocturno de la cercana selva. Poco después, acabando de alegrarme, apareció un grupo de chicos que me invitaron a compartir un porro con ellos.
De nuevo a solas, y sin noticias de Rasta, aproximadamente a medianoche vi venir a un tambaleante individuo que llevaba su hamaca colgada del hombro. Tras acercarse haciendo eses, y después de desearme las buenas noches, ató la hamaca entre un par de postes y se instaló para dormir la mona.
El efecto óptico que producían aquellas camas colgantes era muy curioso porque, a pesar de que en cuanto uno se había acomodado en ellas parecían realmente un mueble, vacías de inquilino o descolgadas pasaban a ser solamente un trozo de tela.
Y aquella noche, en un momento en que estaba observando al beodo, quien apenas echarse ya había empezado a roncar, pude gozar totalmente de tal espectáculo óptico cuando su hamaca, mal atada, se soltó y él se pegó el gran batacazo.
Al mismo tiempo que yo corría a socorrer al caído intentando controlar unas compulsivas carcajadas, escuché a mis espaldas las de Rasta, que regresaba en el mismo momento del incidente.
Después de atar de nuevo la hamaca del caído y ayudarle a trepar en ella, Rasta me propuso: “En realidad, nos podríamos quedar por aquí unos cuantos días más”. Le pregunté: “¿A qué se ha debido que hayas cambiado de opinión acerca de este aburrido Breves”.
Respondió: “Para empezar he descubierto que esto está lleno de encantadoras princesas (chicas) y, para continuar, resulta que entre las supuestas discotecas, y aparte de las llamadas “danceterías” a las que se va exclusivamente a bailar, están las boites, que tienen un servicio de habitaciones para alquilar en la parte trasera y las parejas entran en ellas para echar un polvo entre baile y baile”.
Quise saber si ya había estado en alguna de ellas, y me lo confirmó: “Así es, porque después de bailar un poco de lambada, no hay nada mejor que pasar por la cama”. “Sí, estos brasileños son de lo más práctico”, comenté antes de que él añadiese: “Y también he estado en una especie de bareto donde venden buena “maconha” (maría)”.
Tales noticias me animaron a esperar tranquilamente en Breves durante los días que hiciese falta.
Aquella noche dormimos bajo el porche del puerto, pero por la mañana regresamos al Hotel Alí Baba y retomamos posesión de la misma habitación. Continuará.
MIRA LO QUE PIENSO – Estoy de acuerdo en que el consumo de alcohol nos suelta la lengua, “in vino veritas”, pero es con nuestras reacciones cuando mostramos realmente quiénes somos (valientes o cobardes, generosos o egoístas, tolerantes o intransigentes, compasivos o crueles, pacíficos o violentos), a veces incluso sorprendiéndonos a nosotros mismos. Aparte de gustarme lo que hago (somos lo que hacemos), me gusta la forma en que generalmente reacciono.
Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.
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