La crónica cósmica. “¡Shulé!”, gritaba usando la lengua local

¡YA HA LLEGADO, YA ESTÁ AQUÍ… LA PRIMAVERA! Chitwán, Nepal. Nunca deja de asombrarme la forma en que el invierno cede paso a la primavera de un día para otro aquí en Sauraha. Dejas de pronto de buscar el sol para calentarte y pasas a refugiarte en la sombra si no quieres achicharrarte.

Llamo a esta estación la primavera para situarla en el calendario mental, pero, en realidad, sería más apropiado llamarla verano porque, asimismo a toda prisa, dentro de pocas semanas hará un calor que te cagas y las temperaturas únicamente refrescarán un poco a mediados de junio, con la llegada de los monzones.

Esta es la temporada en que los funcionarios del Imperio Británico, que estaban destinados en la India, se iban de vacaciones a estaciones de montaña como Simla, Nainital o Musoorie; también en esta época llegan a Chitwán muchas aves migratorias que han pasado el invierno en otros lares.

Aprovecharé para recordaros que el Parque Nacional de Chitwán fue creado en 1973 y que la UNESCO lo declaró World Heritage en 1984. En él se encuentran setenta especies de mamíferos, cuarenta y nueve de reptiles y anfibios, quinientas cuarenta y una de aves y ciento veinte variedades de peces.

Esta semana se celebró Shivaratri, la festividad dedicada al dios Shiva en la que todo el mundo consume más maría de lo habitual.

Con mis amigos Shankar y el señor Tolstoi estuvimos recordando la ocasión en que, en esta fiesta, alguien repartió unos dulces que, entre otros ingredientes, llevaban datura, y lo hizo sin advertirnos de ello. Me enteré que era así cuando quise levantarme y terminé por lo suelos, pues mis piernas parecían flanes.

“Sufrí” alucinaciones durante tres días, y Alisa, la simpática hija pequeña de Shankar, que entonces tendría unos diez años, decía: “Veo gente que no está aquí”. Como afirmaría Obelix: «Estos nepaleses están locos».

FAUNÓPOLIS – Según un estudio de la organización “El nunca lo haría” de la Fundación Affinity publicado por eldiario.es, durante el año 2021 se abandonaron diariamente en España cuatrocientos sesenta perros. Es otra de las razones por las que me avergüenzo de mi nacionalidad.

Aquí en Sauraha, y en el cuartel del Servicio Forestal, existe una especie de orfanato para animales en el que actualmente conviven un rinoceronte, un elefante y varios ciervos pintos de pocos meses; animales que, de hallarse a solas en la jungla, no habrían sobrevivido.

A quienes pertenecéis como yo al gremio de los amantes de los animales, os recomiendo ver en Netflix un reportaje titulado “El bebé elefante” (en inglés “The elephant whisperers”) en el que una pareja de Tamil Nadu, al sur de la India, cuida amorosamente de un par de elefantes huérfanos.

NEPALIDADES – Al capitán del equipo nacional de cricket del Nepal se le ha permitido que siga jugando a pesar haber violado a una menor y estar pendiente de juicio. Otro al que también están juzgando es precisamente un juez que consiguió su cargo aportando un certificado de estudios falso, que adquirió en la India. ¡Ja!

Nepal se seca, y los habitantes de un sitio llamado Ritthe tienen que andar cuatro horas para recolectar agua potable. Los del pueblo de Narainaur se hallaban en una situación parecida y emigraron a la India.

Debido al alto precio que tiene el oro en la India (tope mundial), en el aeropuerto de Katmandú arrestan frecuentemente a contrabandistas que se dirigen hacia allí llevando oro en el equipaje: esta semana acabaron entre rejas un canadiense que transportaba nueve kilos y dos senegaleses con diecinueve.

Desde Sauraha, donde el aire es completamente limpio, cuesta creer que Nepal se halle entre los países en que muere más gente por culpa de la polución del aire, y que entre la población haya muchos casos en que la saturación de oxígeno se halle en el peligroso nivel por debajo de 70%. (Un nivel de saturación normal oscila entre el 95 y el 100 %).

Y hablando de la sanidad, las enfermeras que trabajan en los hospitales privados del Nepal cobran un salario mensual que se encuentra entre las diez mil y las quince mil rupias. Euro: 143 rupias. Sin comentarios.

LA TABERNA GALÁCTICA – Aunque en Sauraha, por el momento, hay menos turistas que antes de la pandemia, anoche la delegación local de mi antro predilecto estaba completamente abarrotada y no me faltaron candidatos que deseasen hablar para mi grabadora, como un francés reviejo que dijo: “Antes me reía haciendo muecas ante el espejo, pero ahora me río sin necesidad de hacerlas”.

Junto a éste había un compatriota suyo de una edad parecida que añadió con el mismo tono bromista: “Soy adicto a la estética y me preocupa mucho el aspecto que pueda tener mi cadáver”.

El tercero en hablar fue un italiano que comentó riendo: “Mi mujer opina que soy el marido perfecto: crédulo, confiado, tolerante, calzonazos y poco celoso. ¡Ja!”.

Quien luego se acercó al micro fue mi amigo el Señor Tolstoi, que me contó: “Ya hace años que Putin preparaba la invasión de Ucrania y, por si las cosas no le salían bien, hizo construir secretamente un búnker con capacidad para doscientas mil personas”.

Las siguientes en grabar unas palabras fueron dos holandesas con aspecto de hippies que, quitándose la palabra, dijeron: “La mala hierba nunca muere, y los humanos somos la mala hierba de la Tierra”. “No me preocupa la nacionalidad o la raza de quienes dominan el cotarro mundial, sino su imbecilidad”.

A continuación habló un tipo de Canarias, que también filosofó: “El nacionalismo es una enfermedad venérea provocada por el mosquito del centralismo que afecta, sobre todo, a los cojones y causa una desagradable urticaria”.

Después, una mujer nepalesa de pelo blanco me confió: “Me emborraché por primera vez cuando tenía solamente un año; sucedió durante una fiesta familiar en la que se bebió champán y me dejaron sola un ratito. ¡Ja, me bebí los restos de todas las copas, y mis padres me encontraron durmiendo angelicalmente!”.

Junto a la nepalesa había una bretona que dijo: “En la región francesa de Champagne bautizan a los bebés con un poco de champán”.

El último en acercarse al micro fue un indio canoso que me contó un poco su vida: “Mis padres poseían una extensa finca agrícola en Punjab, pero tuvimos que exiliarnos el día que entraron en nuestra casa unos guerrilleros que luchaban por la independencia de Punjab y la creación de la República de Khalistán.

Nos pusieron una pistola en la cabeza ordenándonos partir si no queríamos morir porque, a pesar de nosotros ser punjabis como ellos, éramos hindúes y no pertenecíamos a la religión sij.

Emigré a Finlandia, donde estudié ingeniería y viví veinte años antes de regresar a la India. Ahora tengo una empresa de materiales de construcción en la que trabajan más de dos mil empleados”.

PASO A PASO – Carretera de Cachemira a Ladakh, norte de la India, verano de 1987. Continúa de la crónica anterior. Durante el tercer día de viaje alcanzamos la desértica llanura de Leh a cuatro mil metros de altitud y suspiré aliviado al ver frente a mí un inmenso espacio abierto.

Aunque no llegaríamos a la capital del Ladakh hasta el anochecer, el camionero sij, sintiéndose ya a salvo y dando por terminada tan arriesgada travesía, se dedicó a saludar alegremente a los ladakhi que se cruzaban en nuestro camino: “¡Shulé!”, gritaba usando la lengua local.

Por aquel terreno, llano y rodeado de las montañas más altas del planeta, aparecían frecuentemente aldeas. En las cumbres de algunas colinas, se divisaban grandes monasterios budistas, cuyos gruesos muros eran blancos y sesgados. También los oasis se multiplicaban y, desde el momento en que apareció el río Indus en la lejanía, su verdor nos estuvo acompañando ininterrumpidamente.

Aquí y allá, algún rebaño de yaks, cargando sobre sus lomos los escasos cultivos de la tierra, se dirigía hacía el mercado de la capital.

Unos kilómetros antes de llegar a Leh nos desviamos de la carretera y descendimos hasta el curso de el río Indus, donde, aparte de limpiar el camión, nos bañamos valerosamente en sus heladas aguas librándonos del polvo acumulado durante el largo trayecto.

Supongo que la euforia que sentía es la que acompaña a cualquier peregrino al acercarse al final de su camino y, gracias al baño, mi cuerpo se revivificó y llenó de energía.

La capital del Ladakh contaba con un inmenso y polvoriento descampado que hacía las veces de aparcamiento para los cientos de camiones que venían de Cachemira. Llegamos allí cuando el sol desaparecía por poniente.

Después de pagarle lo convenido al amable chófer sij, le pregunté: “¿Pasarás unos días aquí?”. Me asombré cuando me respondió: “No, de ninguna manera. Nosotros vivimos en la carretera. Nunca nos detenemos porque la vida está muy cara y nuestro salario es muy pequeño. Así que mañana mismo, tras dejar mi carga, empezaré el camino de regreso. Siempre de arriba a abajo”. Continuará.

MIRA LO QUE PIENSO

  • Tendríamos que ser más comprensivos con los talibanes y no olvidar que temen a las mujeres porque son primitivos y están inseguros acerca de su masculinidad.
  • Una buena novela te engancha desde el primer párrafo y la buena música desde el primer acorde.
  • La rutina es lo único que, por lo general, resulta positivo romper.
  • Como trotamundos opino que la brújula fue uno de los mejores inventos de la humanidad.
  • Existe la fetidez de la mentira y el perfume de la verdad.

Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.

La crónica cósmica, de Nando Baba
La crónica cósmica, de Nando Baba
1400 933 Nando Baba

Nando Baba

Escritor y viajero. No te pierdas las crónicas cósmicas de Nando Baba.

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