Muay Thai en el siglo XXI: el furor de Tailandia

Tailandia es uno de esos países que encandilan al personal por muchos y variopintos motivos. Están los que enloquecen con sus playas o quienes vienen por su fiesta. A otros les atrae su comida o vivir la experiencia asiática a bajo precio. Pero donde más pasión he visto por este país es entre los apasionados del Muay Thai, todo un estilo de vida más que otro deporte más.

En realidad, cuando yo llegué aquí hace una docena de años quería un poco de todo lo que el país ofrecía. Al salir la luna quemaba las discotecas de la capital tailandesa noche tras noche y al día siguiente facturaba las resacas con arroces picantes antes de sufrir dos horas en un gimnasio de boxeo tailandés tradicional en Bangkok. Nunca he sudado más en toda mi vida.

español peleador muay thai
Richi Álvarez, peleador madrileño en Tailandia y preparador físico, entrena en Bangkok.

En aquel garito donde entrenaba cada tarde, un grupo de ex boxeadores retirados me castigaban al caluroso aire libre de la capital, y creo que nunca en mi vida he estado más fuerte o más ágil. Me subía al ring con aquellos fulanos curtidos en peleas y con ellos soltaba codazos, patadas, puñetazos y sobre todo ahogados gritos de cansancio. Eran días duros pero muy felices. 

Desde entonces jamás me he alejado del todo del boxeo tailandés, y lo que primero fue una pasión para estar en forma y aprender una disciplina de combate luego se volvió parte de mí. En estos años he vivido aventuras con peleadores de Muay Thai, he metido el curioso hocico en el mundillo de las peleas y hasta me he ido de cañas con muchos ex peleadores siameses. 

pelea muay thai superchamp
Richi en una pelea en la competición televisada Superchamp, en 2019.

Sin el boxeo tailandés yo no sería la persona que soy ahora. Y este es mi pequeño homenaje a esto que para algunos es un deporte, pero yo sin duda considero una manera de vivir la vida como pocas puede haber. 

De la pobreza rural a la gloria en el ring

El dueño de aquel primer gimnasio de Muay Thai en el que di a parar era un cincuentón tailandés que lucía con orgullo un frondoso bigote y una panza a lo Jesús Gil que exhibía siempre desnuda. Y cuando alguien cuestionaba su físico él descolgaba de una pared un retrato suyo en blanco y negro de hacía más de tres décadas. Allí se le veía tan fibrado como Bruce Lee y sosteniendo el cinturón como campeón de Lumpinee, la meca del Muay Thai por aquel entonces.

entrenador Muay Thai
Durante un año trabajé con Master Toddy mientras me dejaba la piel en su gimnasio todos los días.

La estampa del ex campeón gordo y risueño se repite mucho en el mundillo del Muay Thai debido a los orígenes del deporte. En el siglo pasado, cuando el boxeo tailandés se convirtió en el espectáculo estrella en el país, la competición era tan sangrienta y su disciplina tan exigente que solo las personas más pobres y sin recursos buscaban fortuna en él. Era quizás la única manera de cazar la gloria para los más necesitados.

Es por ello que la mayoría de boxeadores empezaban de niños en las zonas rurales del país, atraídos por la necesidad de aportar algo a sus familias. Si un chaval demostraba tener madera para boxear podía buscar un gimnasio que lo convirtiera en boxeador a cambio de enviar dinero a sus padres. A día de hoy, eso aún es lo común en el origen de muchas de las estrellas tailandesas en el ring.

Gimnasio Muay Thai Bangkok Yokkao
Yokkao es uno de los gimnasios más populares de Bangkok, ya que allí entrenó el mítico peleador Saenchai.

El camino, eso sí, es cuando menos tortuoso. Dietas extremas y sesiones de entreno interminables, además de la obligación de abandonar cualquier distracción que les pueda  alejarles de su objetivo. Se convierten en máquinas y empiezan a pelear cuando son solo niños. Y algunos se siguen subiendo al ring hasta bien pasados los 30 años.

Muchos no pueden entender por qué deciden sufrir de esa manera, pero esa vida extrema es tan gratificante para los peleadores como lo es el esfuerzo de los grandes campeones olímpicos. Por eso, cuando muchos combatientes abandonan sus vidas como boxeadores se entregan al pollo frito y al alcohol, ya que quieren disfrutar de todo lo que en el pasado no pudieron.

Pero, ¿por qué históricamente el Muay Thai era la salida de los pobres y el deporte de los más necesitados? Por su brutalidad sin duda. 

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Un peleador abandona el ring inconsciente en una velada del pasado año.

En el boxeo tailandés no solo se usan puños y piernas, también son válidos los golpes de rodilla y los de codo. La sangre brota fácilmente en los históricamente cinco asaltos que puede durar un combate. 

Ante semejante barbaridad, ¿quién haría algo así por pasión? Eso era lo que los tailandeses se preguntaron cuando a finales del pasado siglo algunos extranjeros empezaron a practicar boxeo tailandés y a entrar en las competiciones siamesas. Primero los miraban asombrados, luego entendieron que su filosofía podía atraer a personas de cualquier lugar.

Xavi Gonzalez peleador muay thai español
Xavi González es una joven promesa española del Muay Thai en Tailandia, y un ejemplo de valor y entrega. Foto cedida.

La realidad es que el Muay Thai tiene mucho de místico, pero también de disciplina. Es una manera de llevar el cuerpo al extremo y de enfrentarte a retos titánicos. Es algo reservado para solo unos pocos. Pero puede ser una de las más gratificantes sensaciones que alguien puede experimentar.

En el boxeo tailandés no existe la comedia habitual de algunas disciplinas de lucha occidentales, con esas ruedas de prensa en las que unos y otros se insultan. En Tailandia, en cambio, antes de pelear los combatientes han de representar un baile tradicional como una forma de respeto al deporte, al contrincante y a su gente. 

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Muestra de respeto de Xavi con un oponente tras finalizar el combate. Foto cedida.

Poco a poco, el boxeo creado en Tailandia dejó de ser simplemente fascinante para convertirse en algo enorme. Tanto, que encandiló a apasionados del mundo entero.

De las apuestas y las trampas a la fama mundial

Hace una década o dos siempre se decía en Occidente que el Muay Thai era el deporte nacional tailandés como el fútbol lo es en Europa o Latinoamérica. Pero no era exactamente así. 

El Muay Thai es tailandés porque nació y se desarrolló en este país al fusionar estilos de combate de competición con técnicas de lucha tradicionales procedentes del Muay Boran, un arte de guerra cuerpo a cuerpo con siglos de historia. En ese sentido sí, el deporte es nacional porque bebe de la tradición del país.

No obstante, cuando nos referimos a “deporte nacional” hacemos referencia a otras connotaciones como que el pueblo siga con fervor las competiciones. Y eso no pasaba en la meca del Muay Thai porque la competición se había mancillado por culpa de las corruptelas, uno de los mayores males en esta parte del mundo.

Velada tailandesa boxeo
Una pelea tradicional en el estadio televisado de Channel 7. Detrás están los apostadores como público, en 2015.

El Muay Thai ha estado muy ligado al poder militar en lugar de haber sido desarrollado por organismos deportivos públicos y privados, y eso permitió la entrada de la corrupción y que proliferaran las apuestas. La parte competitiva y de espectáculo se puso en segundo plano en los principales estadios, en manos del ejército, para dar rienda suelta a las apuestas y al dinero fácil.

Quizás por eso hace diez años cuando alguien se acercaba en un día común a alguna meca del Muay Thai en Bangkok, como los estadios Rajadamnern o Lumpinee, veía sosos combates en los que los dos primeros asaltos eran solo de tanteo para aumentar las pujas, sin demasiada pasión por parte de los combatientes, para luego pelear de verdad en el tercero y en el cuarto, dejando el quinto asalto como un último paseo, a veces, con todo el pescado ya vendido.

Las peleas tradicionales fueron patrocinadas ante todo por licores locales baratos y bebidas energéticas con mucho azúcar.

Dicha situación se explica de manera ejemplar en el documental de Netflix que fusiona ficción con entrevistas titulado Hurts Like Hell, criticado por algunos por no entender que las apuestas son parte de la escena del boxeo siamés, pero revelador ante todo de un problema enquistado en las competiciones.

En cambio, en el resto del mundo la popularidad del Muay Thai crecía y crecía. La llegada de nuevos combatientes de todo el mundo a Tailandia para conocer la meca de este arte de combate hizo que se aumentara el nivel de los luchadores y también que aparecieran algunos de los mejores peleadores tailandeses de la historia moderna, como el popular Buakaw.

Buakaw peleador
Saludando a Buakaw cuando fui a fotografiar su pelea más popular en 2022.

Nacieron nuevas competiciones fuera de los estadios más tradicionales como Max Muay Thai o el fastuoso evento Thai Fight, que cayó en desgracia pero durante un tiempo mostró que el boxeo tailandés también podía ser espectacular y atrajo a nuevos seguidores en el país. Gracias a estos eventos modernos, para muchos jóvenes, el Muay Thai dejó de ser el deporte al que sus abuelos apostaban para convertirse en algo que podía ser interesante.

Todo este rejuvenecimiento del combate tailandés se notó también en la calle. Practicar Muay Thai dejó de ser algo exclusivo de los chavales sin recursos para convertirse en el deporte de moda incluso entre la gente más adinerada. Bangkok está lleno ahora mismo de exclusivos gimnasios modernos donde las clases son muy caras y asisten actores y famosos.

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Khongsittha es un gimnasio demasiado higiénico fundado por un actor que atrae a muchos famosos tailandeses.

A los que llevamos practicando este deporte desde hace muchísimo aún nos gusta mucho más ir a un gimnasio al aire libre como EminentAir, donde la ducha es un cubo de agua fría en un descampado y los guantes están roídos. Pero nos alegramos muchísimo de que lo de los codazos y los golpes de rodilla sea algo más extendido.

La decadencia que casi mata al Muay Thai tailandés

Tailandia no supo aprovechar del todo el tirón mundial del Muay Thai hasta hace poco. Buena prueba de ello es que los mejores peleadores nacidos aquí cosechaban fama mundial en otros países, como Sitthichai Sitsongpeenong o Buakaw.

En Tailandia quedaban las peleas centradas en los estadios tradicionales, en las que importaba más vender entradas a los turistas -que pagan diez veces más que un tailandés para ver una velada- y montar apuestas. 

Los grandes eventos, en cambio, se hacían en otros sitios. Tiene guasa incluso que la gran competición de la última década, ONE Championship, fuera creada por un tailandés en Singapur y se dedique a organizar eventos en toda Asia. Además se aleja bastante del boxeo siamés para abrazar otras disciplinas como el MMA, si bien atrae igualmente a muchos tailandeses.

One Championship
Pantalla gigantesca en un evento de ONE en Bangkok, en 2019, donde se cuida mucho el diseño y la imagen.

Luego llegó la pandemia y asestó un golpe durísimo. Se pararon las competiciones y muy poca gente echó de menos el Muay Thai local en Tailandia. El deporte seguía mundialmente en buena forma, pero en la cuna del boxeo siamés todo estaba parado.

Es por eso que cuando el mundo empezó a volver a la normalidad, hubo quien pensó que el Muay Thai tradicional estaba pasado de moda en Tailandia, aunque muchos combatientes siameses seguían conquistando glorias fuera de sus fronteras. “El modelo tailandés se limitaba siempre a los turistas, las apuestas y los patrocinadores televisivos tailandeses, sin buscar ser un deporte de masas global”, explica el matchmaker y mánager de peleadores Bernat Palanques. El dinero que se embolsaban los profesionales también era menor en su tierra que cuando viajaban fuera.

Bernat Palanques, en el centro, junto a Míkel Fernández, izquierda, y Kaito Fukuda, derecha.

Incluso se llegó más allá durante los años que duró el Covid y ocurrió algo inimaginable en el mundillo. “Los peleadores tailandeses se dedicaban a otras cosas”, al menos los que no viajaban fuera de su país, explica Palanques. Por ejemplo, se buscaban trabajos fuera del boxeo o se retiraban a sus pueblos en lugar de mantenerse en forma, algo anteriormente impensable en un deporte que exige todo de ti desde que empiezas hasta que finalizas tu carrera.

Una velada en el reformado Rajadamnern, en 2022.

La sorpresa llegó cuando, tras el parón debido al Covid, el estadio Rajadamnern se reconvierte. “Antes era un lugar para los más hardcore fans, desde fuera atraía poco al ser un lugar gris y oscuro”, comenta Palanques. Pero ahora se ha reconvertido en un lugar inspirado en los grandes teatros estadounidenses y se vende a un público renovado. Y allí nació un nuevo evento semanal, la Rajadamnern World Series. Para mí, lo que el Muay Thai ha de ser en Tailandia en este siglo XXI.

El moderno Muay Thai competitivo de Tailandia

Históricamente, cada combate en el Muay Thai tailandés contaba con cinco asaltos, lo que favorecía las apuestas e iba en detrimento del espectáculo y de la deportividad. Estaba la competición tan mancillada que, afortunadamente, alguien se dio cuenta y se permitió la reconversión total del mítico estadio Rajadamnern, centrado ahora en llevar el Muay Thai a lo más alto y coronado con una liga mundial de prestigio, la Rajadamnern World Series.

Conocida popularmente como la liga RWS, esta reinvención de la competición reduce cada pelea a tres asaltos para ganar espectacularidad. Además, no permite la entrada a los apostadores y vende las entradas de la misma forma que cualquier otro evento deportivo, no como un show para turistas. 

peleador tailandés
Vestuarios de Rajadamnern, durante la World Series, en la preparación de los peleadores.

Se acabaron así los asaltos de tanteo y los peleadores que se subían al ring pensando en hacer un show para ganarse unos billetes. También lo que ahora gana un combatiente es mayor y se promueve el desarrollo profesional de los luchadores. 

La modernización llegó mucho más allá y quiso mostrar que se rompía con el pasado caduco del Muay Thai. Y la mejor forma fue acabar con una de las normas arcaicas que implantaron los militares desde sus inicios: la prohibición de celebrar peleas femeninas. La imagen de ver a mujeres subiéndose al ring de tan lustroso estadio en igualdad de condiciones que los hombres dio el mensaje claro de que el asunto de la modernización iba en serio.

Ver a mujeres pelear en Rajadamnern fue de las mejores noticias. En la imagen, Phanaluk y su entrenador Suphanat.

“La intención es convertir el Muay Thai en algo popular y a nivel global se trata de captar a los fans del deporte mundialmente”, explica Palanques. Es “una nueva era en la que los peleadores tailandeses cuentan con más veladas y el Rajadamnern se convierte en una experiencia para todos los públicos”. No solo es la liga RWS, sino que el propio estadio en sus días menores también ha ganado. 

Bernat Palanques es además uno de esos bellísimos casos de alguien que vino a Tailandia por la pasión que encontró en el Muay Thai. Tras años practicándolo en España, voló a la meca para entrenar con tailandeses y se subió al ring en varias ocasiones en Bangkok. 

Míkel Fernández y Kaito Fukuda, en una foto cedida de su pelea.

Tras esa experiencia, destinó todos sus esfuerzos en buscar un camino en Tailandia y dedicarse plenamente a su pasión. Primero hizo de enlace entre peleadores españoles y tailandeses, pero con el tiempo fue asentándose en los deportes de contacto en Bangkok. Ahora mismo forma parte del equipo de la Rajadamnern World Series.

A Bernat Palanques he de agradecerle que me abra las puertas del estadio con frecuencia, de donde han salido muchas de las fotos que pude hacer para ilustrar estos párrafos. Pero no puedo evitar unas palabras de agradecimiento para el madrileño Richi Álvarez, gran preparador físico y fantástico peleador, como también para el joven Xavi González, un ejemplo de arrojo en el ring tailandés, sin olvidarme de Míkel Fernández, habitual en la RWS y metido a fondo en el inminente Muay Thai olímpico. La sabiduría de todos ellos ha nutrido algunos de estos párrafos; su entrega en cada asalto me motivó a escribirlos.

Larga vida al Muay Thai en la tierra que lo vio nacer

Si me preguntaran a mí por el panorama del Muay Thai sería optimista sin duda. Cada día hay más gimnasios de boxeo para todos los públicos y en las noticias generalistas se habla de los tejemanejes de las competiciones. Como apasionado de este deporte, me fascina cuando en los edificios más exclusivos de Bangkok me deslumbran los anuncios de la liga RWS, similares a cuando en España veo anuncios de partidos de fútbol en el centro de las ciudades. Y cuando voy al estadio y veo a miles de jóvenes coreando los nombres de los peleadores y gozando con los golpes en lugar de apostando no puedo evitar sonreír.

Posiblemente yo siga prefiriendo hacer mis pinitos en los gimnasios de Bangkok como el cuarentón que ya soy, aunque sea más que nada por el disfrute de ver a los jóvenes prepararse para conquistar sus sueños. Pero una de las mayores alegrías que viví el pasado año en Tailandia fue comprobar que el Muay Thai está más en forma que nunca. Larga vida a quienes se suben al ring.

A contrapelo, por Luis Garrido-Julve
1400 933 Luis Garrido-Julve
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