La Micronesia: entre mantas raya, corales y dilemas invisibles

Hay lugares que no sabes ni situarlos en el mapa, y como por arte de magia llegan a ti. Y lo bonito es que cuando llegas a estos lugares, son incluso más espectaculares que lo que se pueda expresar en una foto. Son de esos lugares que hay que vivirlos.

Pero estos lugares son tan especiales, porque son bastante complicados de llegar, o requieren transbordos, combinaciones, tiempo y dinero. Por eso son tan exclusivos.

Estoy hablando de uno de los rincones más escondidos y maravillosos del mundo, Palau, que gracias al ansia de exploración que nos invade a los buceadores, tuve la suerte de disfrutar. Y así fue como acabé el año pasado, con un grupo de 29 chinos-malayos y la menda, la única española – la número 30 -.

Bienvenidos a la inmensidad del Pacífico, donde los Azules sin fin esconden secretos marino, que te vengo a desvelar.
Bienvenidos a la inmensidad del Pacífico, donde los Azules sin fin esconden secretos marinos que te vengo a desvelar.

Como ya te habré contado, mis viajes suelen ser improvisados y en cuanto puedo, intento encontrar la ocasión para escaparme a bucear.

Esta historia comienza en Noviembre del año pasado, 2024. Íbamos en el coche y comenté “Ais, me gustaría bucear una vez más antes de que acabe el año”. Y el universo, una vez más, me escuchó. Y me permitió vivir una experiencia inolvidable, que vengo a compartir contigo para que te sumerjas – mentalmente – allí, conmigo.

“¿María, quieres venir a Palau?”

Al día siguiente, recibo una llamada de un amigo buceador, con el que ya he ido con él y su grupo a varios viajes de buceo. Con ellos la experiencias de buceo son alucinantes, porque hacemos “slow diving” – mi práctica favorita – Caer en un sitio lleno de vida que no tienes que moverte de un radio de 15 metros, porque te da para hacer millones de fotos marinas.

Me encanta ir con ellos, porque disfrutamos de las inmersiones. No van a carreras como suele pasar en las zonas turísticas. Ellos también hacen fotografía subacuática, y son bastante profesionales.

Cada día buceabamos entre 3 y 4 veces en distintos puntos de buceo, dentro de esta linda inmensidad.
Cada día buceábamos entre 3 y 4 veces en distintos puntos de buceo, dentro de esta linda inmensidad.

El caso es que había quedado una vacante de última hora y pensaron en mí. Así que yo dije un – SÍ! – enorme, sin saber absolutamente nada. Sin saber situar en el mapa el lugar, sin saber días, condiciones, precio… Lo único que sabía era que si este grupo iba, era porque tenía que ser un sitio espectacular (y bueno, que soy mi propia hija y me merecía un regalo).

No sabía que un lugar tan hermoso pudiera existir. De hecho me podría quedar en cualquiera de aquellas islas perdidas con unas gafas y un tubo de snorkel, para siempre.

La verdad es que las palabras se quedan cortas y las imágenes no lucen tanto como cuando estás presente y lo sientes.

¿Pero dónde está este lugar?

Llegar allí fue largo pero con la emoción de todo lo que nos esperaba se pasó rápido. Yo nunca había estado en Taiwán, y pasear por sus calles de noche donde se notaba el fresquito del invierno, me gustó. Me sentí un poco como en casa -tal vez porque me recordaban a las ciudades españolas y llevo demasiado tiempo viviendo en Malasia-.

Aprovechamos para cenar en el street market y beber su cerveza de “18 días” de Taiwan Beer, una cerveza no pasteurizada muy ligerita, que me explicaron que tiene una vida útil corta de solo 18 días desde su producción. 

Al día siguiente, llegamos al archipiélago esperado. 

La Micronesia, en el océano Pacífico

Me encanta el nombre. Investigando descubrí que “Nesia” significa “isla” y fue bautizada por los exploradores europeos para describir a esta región llena de cientos de islitas pequeñas repartidas en esa vasta extensión de océano azul. 

En busca de los mejores puntos de buceo entre oasis verdes que salpican la grandeza del Azul.
En busca de los mejores puntos de buceo entre oasis verdes que salpican la grandeza del Azul.

Sin duda, una de las mejores decisiones de mi vida. La oportunidad de conocer esta parte del mundo, y en ella la oportunidad de conectar con otras sirenas y almas marinas de otras partes del planeta, fue un regalo de la vida. 

Nuestra instructora japonesa –Bata– lleva asentada allí desde hace más de cuatro años. Tuve una conexión preciosa tanto dentro como fuera del agua, creando momentos llenos de magia. Tengo que decir que llevo buceando desde el 2007 y, en todo este tiempo, ella pasa a ser mi mejor instructora hasta ahora junto con Aida, en Koh Lipe.

Al llegar al aeropuerto, te hacen firmar en tu pasaporte un tratado de responsabilidad con la naturaleza. Te chequean si llevas más tabaco del permitido y todos los que han nacido allí son como enormes, y mastican unas hierbas que les dejan los dientes rojos. 

Mujeres del mar, la sabiduría ancestral de la Micronesia

En Micronesia, las mujeres han sido responsables de preservar las lagunas y arrecifes a través de tabúes y rituales. Las mujeres son las guardianas del conocimiento de las islas, son las transmisoras del saber sobre plantas, animales y ecosistemas.

Este saber aseguró la continuidad de lo que ahora llamamos: las “prácticas sostenibles”. Porque el ritmo de la vida perdura gracias a las mujeres que respetaron la naturaleza. 

Así se logró proteger los bosques y las aguas, gracias al profundo respeto por el delicado equilibrio de la vida, sin tener que ir a la escuela para entenderlo. Las tradiciones son expresiones culturales transmitidas a través de generaciones, creando así un sentido de identidad. Y me pareció muy interesante entender cómo su gente intenta mantener viva su identidad. 

Sin palabras para describir la transparencia de estas aguas.
Sin palabras para describir la transparencia de estas aguas.

Hoy transmiten sus tradiciones a través de diseños artísticos, tallados y pinturas en las casas tradicionales donde cuentan cómo se formaron sus islas. Y sus fascinantes leyendas siempre están conectadas con la naturaleza.

Resulta que es de los países más pequeños del mundo con la bandera más bonita del mundo – para mi gusto –  Una bandera inspirada en la luna llena, un circulo amarillo en un fondo azul marino de arrecife. 

Su compromiso con la conservación ambiental

Este pequeño país es reconocido por ser el primer país en declarar el primer santuario de tiburones del mundo. Esto sucedió en el 2009. Prohibieron la pesca de tiburones en sus aguas en un territorio equivalente casi al tamaño de Francia. 

Había distintas especies de tiburones, en cada inmersión veíamos cientos de tiburones.
Había distintas especies de tiburones, en cada inmersión veíamos cientos de tiburones.

También fue uno de los primeros países en exigir a los turistas firmar ese juramento al llegar, como un compromiso para proteger la naturaleza y la cultura local. Se han tomado medidas drásticas para prohibir el uso de bolsas de plástico y de envases en su país, aunque sinceramente, la lucha es bastante interminable en todos los sitios que he visitado, – y cada vez peor- y aquí también se nota la asfixia del plástico. 

En el 2020, también se prohibieron los protectores solares que contienen químicos dañinos para los corales. Ejemplos que deberían ser copiados por otros países, que usen el medio marino como recurso turístico.

Los registros cuentan que los españoles llegamos y luego nos siguieron los alemanes, japoneses y estadounidenses. Tras la Segunda Guerra Mundial, quedó bajo administración de Estados Unidos hasta su independencia en 1994. Siendo uno de los países más jóvenes del mundo. 

Ahora, Palau es una república democrática, conocida por su compromiso con la conservación ambiental.

Primera Reserva Marina Nacional

Palau creó la primera reserva marina del mundo, protegiendo el 80% de sus aguas.

Supuestamente existe una cultura ambiental, aunque mirando un poco más atrás del telón – como en todos los rincones del mundo – están igualmente contaminados por la globalización y lo que ello conlleva.

Aún así, “algo, es más que nada” y sí, parece que tienen ese sentimiento de preservar esos espectáculos visuales bajo el agua, que les hace ser tan especiales.

Los mejores sitios bajo el agua en Palau

Cada punto de buceo supera al anterior. Sus colores azules infinitos en toda su gama, su increíble transparencia que crea una visibilidad tan cristalina, que parecía que podías ver metros, o incluso kilómetros. La sensación de profundidad infinita, nunca había producido en mí tanta calma. Invitaba a adentrarse y a explorar sin descanso. 

Palau tiene más de 60 sitios de buceo reconocidos, desde arrecifes milenarios y vibrantes hasta cuevas submarinas y naufragios históricos. Saltar del barco al agua y sentir la transparencia, con la intriga de que nos esperaría ahí abajo.

Dar vueltas sobre mí y ver miles de peces de colores tropicales. Que vengan los delfines a saludar por las mañanas. Todo era INDESCRIPTIBLEMENTE hermoso.

¨El Blue Hole¨

No sé si habrás oído, visto o presenciado; un agujero azul en un arrecife. Desde el barco se diferencia perfectamente un agujero más oscuro. Cuando te metes en el agua y lo ves desde la superficie del arrecife súper colorido poco profundo y de repente esa oscuridad, por donde teníamos que bajar que parecía que ibas directo a las profundidades abisales y ahí es cuando sientes, como se te enciende la adrenalina.

Descendiendo por el agüjero azul en medio del arrecife.
Descendiendo por el agüjero azul en medio del arrecife.

Fue la primera vez que me metía en un agujero azul de 40 metros de profundidad. Según descendías, era como llegar desde el espacio a una auténtica catedral submarina. 

Nos mirábamos con ojos de emoción, los colores azules iban tomando cada vez más intensidad. Las luces se metían por los agujeros que formaban recovecos debajo del gran arrecife, en donde estábamos inmersos. Era increíble. 

Vista durante el descenso por el agujero que entramos. Se veían las nubes antes de adentrarnos en aquel templo oceánico.
Vista durante el descenso por el agujero que entramos. Se veían las nubes antes de adentrarnos en aquel templo oceánico.

Entre los tesoros que encontramos, destacó una Almeja Disco (Ctenoides ales) cuyos tonos eléctricos chispeaban en un espectáculo hipnótico. Allí, no pude evitar sentirme completamente cautivada por la idea de hacer apnea en este lugar, o algún otro parecido.

Nos metimos por una cueva-canal por varios metros. Donde no había vuelta atrás. Llegamos a la cueva con forma de silueta de gato. En el extremo norte entramos por una estrecha entrada que lleva a otra cueva llamada el Templo de la Perdición, un lugar que ha sido fatal para algunos buceadores inexpertos.

Llegamos a la cueva con forma de silueta de gato.
Llegamos a la cueva con forma de silueta de gato.

Había rocas enormes, paredes lisas de roca de perfecta construcción, justo debajo del gran arrecife. ¿Cómo podía ser posible? Estábamos como por debajo del arrecife. Después de unas fotos en esa especie de catedral natural, pasaron unos meros enormes que nos guiaron a la salida. 

Salimos por un mini agujero, por una de las paredes del arrecife. Vamos, que si no conoces exactamente el sitio, tienes que volver a recorrer todo hasta lograr salir por el agujero principal y no te daría el aire, así que estás perdido. Estos sitios no son una broma. Hay que ir con gente que de verdad sepa donde está la salida entre el arrecife. 

Tan atrayente como peligroso.
Tan atrayente como peligroso.

Mi primera experiencia en un Blue Hole fue como entrar en un templo submarino. La luz que llegaba iluminaba las paredes de coral vibrantes, creando una atmósfera sagrada. Este buceo quedará grabado en mi memoria como un homenaje a la belleza del Templo Oceánico.

El German Channel

Este lugar en mitad del mar parece totalmente creado artificialmente por ordenador. La combinación y degradado de colores es espectacularmente perfecta. La mezcla de azules no puede ser más placentera a la vista, seguramente: inimitable en un lienzo (aunque algún pintor osado, crea poder llegar a intentarlo). Las corrientes también son algo a tener en cuenta en este lugar. 

Estos colores que invitan adentrarse y no salir.
Estos colores que invitan adentrarse y no salir.

De hecho por eso ELLAS están aquí: Las Manta Rayas.

Hay que luchar contra la corriente hasta llegar hasta donde está el espectáculo: Ellas flotando en el espacio del océano. En ese preciso momento – e inexplicablemente – la corriente deja de resistirse, no es más una lucha, es la entrada a la danza de las mantas, en medio de su pista de baile. 

Fue un momento totalmente sobrenatural, de repente fue como si se paralizara el tiempo. Era como si entraras a un vídeo de “slow motion” y pudieras contemplar todos sus detalles, con detalles.

Eran tan grandes como un coche. Te pasaban casi rozando moviendo sus aletas como si fuesen alas volando sin esfuerzo. Era alucinante como no paraban de pasar una tras otra. Eran ellas las que se metían delante de tu cámara haciendo piruetas sin parar como mostrando quien era la que mejor las hacía. 

Hay que vivirlo para entenderlo. Porque no es solo lo que se ve, es lo que se siente. Es el contacto de los ojos entre ellas y nosotros – y entre nosotros y entre ellas.

Bailando con Manta Rayas Negras en el Pacífico
Bailando con Manta Rayas Negras en el Pacífico

Su elegancia silenciosa, me hizo sentir diminuta pero profundamente conectada a algo mucho más grande. Lo cierto es que no te dejan indiferente. No solo por su tamaño imponente, sino por esa energía que transmiten como si supieran cosas que nosotros aún no entendemos.

Las mantas gigantes (Mobula birostris) pueden llegar a medir más de 7 metros de envergadura. A diferencia de otras especies, no tienen aguijón, son inofensivas y muy curiosas.

Verlas alimentándose en grupo o bailando en las estaciones de limpieza es uno de los espectáculos más impresionantes del mundo submarino. Para mí sin duda, lo más mágico es cuando se acercan a ti, sientes que hay una presencia inteligente.

Mi Segundo Baile con las Mantarrayas Negras

Mi compañero de habitación me había avisado que cada vez notaba que cada vez le costaba más esfuerzo aletear cuando había corriente. Esta vez, fue la única vez que Bata – la instructora japonesa -nos avisó que si alguno se perdía se cancelaría la inmersión para todos, porque es un sitio bastante peligroso. Era importante llegar esta vez todos juntos, como grupo.

En alguno de los momentos, que sentíamos que estábamos cerca ya de la escena esperada y la emoción más nos inundaba… me di cuenta que, de repente, mi “buddy” se empieza a quedar atrás. Veo que sus ojos me dicen que ya no puede aletear más, pero sin palabras.

En ese momento me dejo arrastrar con la corriente para ponerme a su lado, lo agarro suavemente del brazo y logro decirle con la mirada, “vamos, tú puedes.” 

Lo intentamos un poco más. 

Las juguetonas nos mostraban sus "huellas" para poder identificarlas.
Las juguetonas nos mostraban sus “huellas” para poder identificarlas.

Y allí apareció otro grupo de alucinantes Manta Rayas negras. Los hipnotizantes gigantes marinos, que con sus “bailes” van controlando la población de plácton marino, ya que son filtradores.

Durante esta inmersión, pudimos gozar haciendo vídeos y fotos, y fue muy bonito que existe un proyecto que invita a buceadores – como nosotros – a contribuir enviando fotografías, para identificar los individuos según los patrones únicos que tienen en su parte inferior, que son como si fueran sus huellas. 

El “Blue Corner”

Se convirtió en mi lugar favorito-fotográfico marino. Las corrientes alrededor del Blue Corner pueden ser fuertes y cambiantes, por eso es un lugar desafiante pero rico en vida. Este sitio no solo es un tesoro natural, sino también un lugar cargado de historias de buceadores.

A la semana después de este viaje, en el grupo que tenemos en común, compartieron una noticia de que 7 divers habían desaparecido en este punto de buceo. Sus cuerpos habían aparecido 50 km más allá del supuesto punto de inicio.

Peleliu Wall: Cómo los vemos a ellos y cómo nos ven a nosotros

El buceo en fuertes corrientes es una experiencia única. Ahora estoy enganchada a usar la técnica de hook diving, que es un gancho para anclarse al arrecife. Así nos quedamos flotando sin esfuerzo, en el borde de la pared del arrecife y contemplamos la vida marina pasar.

Nos enganchabamos en el arrecife para quedarte flotando mientras observabas el documental en directo.
Nos enganchábamos en el arrecife para quedarte flotando mientras observabas el documental en directo.

Frente a mí distintas especies de tiburones de arrecife con elegancia, impasibles, contra corriente, bancos enormes de barracudas gigantes, de repente estás rodeada de una espiral hipnótica de vida de colores. Ahí entendí que el orden natural, no necesita palabras, solo respeto. Cada ser existente en ese lugar, sabía donde estaba y adonde ir. 

Era como una autopista – el highway de los tiburones y otras especies – casi los podías tocar. Y todo gracias a las corrientes marinas. Esta es una de las razones por las que, en este lugar, se requiere experiencia en corrientes y por eso tienes que tener por lo menos el certificado del ADVANCE.

Jellyfish Lake 

Es el ejemplo del exceso de turistas, como pueden provocar desastres a corto plazo, en nuestra presencia por algo que consideramos inofensivo. Cuando fuimos nosotros estaba cerrado, debido a que la gente usaba cremas de sol – a pesar de su prohibición – y desgraciadamente, murieron todas.

Es el típico lago marino donde podías nadar entre millones de medusas inofensivas. Así que como ves, aunque supuestamente había regulaciones no se llevaron a implementar y estas son las consecuencias.

Milky Way

Es como una laguna. El paisaje para llegar entre islas es precioso. Esta laguna es rica en sedimentos minerales y se supone que rejuvenece; por eso a los chinos les encanta.

Entre fantasía de escenas mejores que las de las películas donde la naturaleza se hace realidad.
Entre fantasía de escenas mejores que las de las películas donde la naturaleza se hace realidad.

A mí lo que me encantó fue el sonido de unos pájaros que atraparon mi atención. Nunca los había visto. Eran muy chulos, blancos y con una cola larguísima. Su vuelo era elegante, y fijándome un poco más en su plumaje vi que su cola estaba formada por dos plumas rojas brillantes.

Me quedé un ratazo observándolos mientras los demás hacían el tonto con el barro. Me di cuenta que tenían sus nidos en los acantilados. Rabijunco de Cola Roja, descubrí luego que se llamaban.

El escenario te hacía sentirte viva de la alegría que te poseía.
El escenario te hacía sentirte viva de la alegría que te poseía.

Y en aquel lugar, entre rocones cubiertos de miles de tonos de verde y esos azules tan hermosos, me sentí entrelazada en la tranquilidad de respirar naturaleza de verdad. Sentí recordar en tener la esperanza de creer en Ella aún más, porque a pesar de la destrucción humana, Ella siempre sobrevivirá. 

Protegidas y cazadas al mismo tiempo

La vida siempre me enfrenta a situaciones que desvelan realidades que, aunque a veces incomprensibles, forman parte de la verdad del lugar. Un claro ejemplo de esto fue aquí, a pesar de la belleza de sus aguas y de presumir de buenas prácticas, la realidad es que las tortugas marinas son cazadas y consumidas como parte de su plato tradicional.

Criaturas ancestrales durmiedo entre corales.
Criaturas ancestrales durmiedo entre corales.

Un día, mientras estaba grabando en la proa del barco, el capitán casi choca intencionadamente con una tortuga que salía a respirar. Le pegué un grito benaventano, y él me explicó que si la hubiese dado, cuando nos dejase en tierra podía volver a por ella. Me quedé loca. Y siguió explicando que era su plato tradicional, que siempre lo hacen.

Un paraíso donde naturaleza y cultura se entrelazan, para ocultar una realidad difícil de digerir. Bajo mi asombro, el capitán seguía justificando que “lo llevan en su ADN” pero que no me preocupara, que había otros biólogos como yo que habían puesto cupos y zonas de caza. Mis ojos “boquiabiertos” y mi mente “ojiplática mente” – alucinada, sólo pensaba en la incoherencia del mundo. 

Las tradiciones, aunque difíciles de comprender, no desaparecen de la noche a la mañana. Pero el mundo debería ser más coherente. Debería cambiar las costumbres con los tiempos. Sobre todo cuando se trata de una especie en peligro de extinción y está en juego su supervivencia.

“Nos la vamos a comer”

Aquella misma noche, enfrente del Resort, un grupo de chicos rodeaban una tortuga. Inocente de mí, pensé que la estaban rescatando cuando desafiantes me dijeron que se la iban a comer.

Después de discutir durante un buen rato, acabamos extendiéndonos la mano. Hicimos las paces, nos convertimos en amigos, y fue cuando me explicó, ya en otro tono, que esa era la última noche de la temporada. Y luego no podrían volver a cazarlas hasta el año que viene. Me dijeron que ellos también “amaban” a las tortugas, – pero bueno, cada uno a su modo.

3 Hombres del lugar llevandose la tortuga para hacer barbacoa con ella.
3 Hombres del lugar llevandose la tortuga para hacer barbacoa con ella.

Nací con una especie de atracción por el riesgo y la confrontación, pero también tengo la capacidad de suavizar situaciones, y de convertir conflictos en respeto y entendimiento. Así que salí airosa de aquella situación, bajo la incredulidad de algunos de mi grupo que vinieron hacerme de guardaespaldas por si acaso.

Bajo las estrellas, con la imagen de esas tortugas aún en mi mente, decidí aceptar el desafío. Aunque entre nosotros nos inunde la inchoherencia humana, la esperanza siempre comienza con una conversación.

Si algo aprendí aquel día, de dos situaciones bastante incómodas para mí fue que: conservar la naturaleza no significa ignorar las tradiciones, sino encontrar un punto de equilibrio y convencer de hacer el bien.

Pasa en España también, donde vemos como muchas de las las tradiciones no siempre se alinea con el respeto por la vida. Cosas de humanos.

¿En qué punto de la historia las tradiciones deben transformarse?

He aquí el dilema. Por un lado hay fuertes regulaciones internacionales y una imagen de protección, pero por otro, a nivel local se siguen permitiendo prácticas como la pesca y el consumo de tortugas marinas, justificadas en nombre de la tradición. 

Las tortugas son emblema del país y a la vez su plato tradicional, como si la protegiéramos de día y la cocinamos de noche. Para reflexionar.

Encuentra la tortuga camuflada entre los corales del arrecife.
Encuentra la tortuga camuflada entre los corales del arrecife.

Las tradiciones no deben ser estáticas, deberían tener capacidad de adaptarse a los tiempos. Sé que cambiar tradiciones profundamente arraigadas es un desafío complejo. Pero en situaciones como especies en peligro de extinción, la conservación debe ser esencialmente necesaria porque sino se puede convertir en un daño irreversible.

Las tradiciones son la memoria viva de las sociedades, pero tiene que haber una respuesta a los cambios. Antes no tendrían más alimento pero ahora los alimentos vienen en containers. Ya no debería ser una tradición necesaria. 

Como ves, no todo lo que brilla es armonía, bajo las aguas cristalinas donde nadan las tortugas confiadas pensando que están protegidas.

Maravillas Microscópicas del Arrecife 

Si me conoces, sabes que me encantan las miniaturas coralinas, y allí donde voy es en lo qué más me fijo, aunque tenga al lado una ballena.

En este lugar, realmente el mundo en miniaturas es un caleidoscopio de formas, texturas y colores esculpidos por la naturaleza durante siglos. Estas delicadas creaciones a base de vibrantes corales que van creando micro-ecosistemas marinos, son el hogar para que otras especies también creen su historia.

El microcosmos del arrecife
El microcosmos del arrecife

Cada curva, cada tono, cada detalle intrincado revelaba la silenciosa maestría del océano. Presencié un coral coliflor enorme, el más grande que han visto mis ojos. Una puerta surrealista, sobre ese tapiz de corales vibrantes, que te llenan la vida. Y emerger del agua al atardecer bajo un cielo pintado de colores también, era como Estoy perfectamente bien, no necesito nada más.

Un sueño-marino hecho realidad

Desde lo alto volviendo a casa, tuve la suerte de sentarme al lado de la ventana pudiendo divisar ese paisaje entre los cúmulos de las nubes. Me quedé observando, intentando identificar cada una de esas “micro-nesias” que habíamos cruzado cada día con el barco. 

El pequeño "mágico lugar" desde el aire.
El pequeño “mágico lugar” desde el aire.

Pensé: Guau, qué espectáculo acabo de vivir. Un sueño-marino hecho realidad. Ahí sentí una conexión interior, que me hizo inundarme de agradecimiento, por haber dicho que Sí a aquella llamada inesperada y haber tenido la oportunidad de vivir así aquel lugar. 

Hay lugares en el mundo que no solo se ven, sino que se sienten. Palau es uno de ellos. Ese conjunto de islas remotas en el Pacífico, rodeadas por una biodiversidad marina que no solo te deja loca, sino que te devuelve a tú alma una parte suya natural, esa que el mundo moderno ya ha desgastado tanto que ya no encuentra.

Tenemos un mundo natural precioso, y es nuestro deber protegerlo, para mostrar nuestro agradecimiento a la vida.
Tenemos un mundo natural precioso, y es nuestro deber protegerlo, para mostrar nuestro agradecimiento a la vida.

Presencié, sin duda, uno de los corales más sanos que he visto en mi vida. Formados entre montañas de vida submarina tras años de existencia. La Micronesia me inundó con su calma. Es el espejo del océano interior, con sus dualidades. Me fui con la certeza de que sólo quien ama profundamente puede atreverse a mirar, más allá de la postal. 

Porque viajar no siempre es contemplar, a veces es abrir el corazón y la mente, a lo complejo, a lo que te rompe los esquemas. A lo que no le cuadra a tu entendimiento. Pero así es la verdad, como olas del mar. Parecen suaves y bonitas pero se rompen furiosas en las rocas.

Veíamos delfines y mantas desde el barco.
Veíamos delfines y mantas desde el barco.

Sumergirme en este universo azul donde los corales susurran historias milenarias, donde los dilemas invisibles dificultan la conservación y la realidad es difícil de ser juzgada desde fuera, siendo tan sólo un visitante. Sumergirme en sus aguas fue entender que vivir un lugar es atreverse a ver más allá de la bonita realidad que se quiere mostrar.

La ruta natural, por María Marcos
La Ruta Natural, por María Marcos

Recuerda

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María Marcos

  1. Gracias. Mil gracias. Me he emocionado al leerte y al ver las imágenes. Sigue así de maravillosa. Eres pura vida. Que nada te cambie

  2. Me encantó fue como estar presente , solo dan ganas de viajar y conocer esos maravillosos mundos de los q nos hablas , gracias por hacerme viajar con tus palabras..❤️

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