En Asia nos encanta volar. O al menos nos resulta imprescindible si queremos pasar nuestros días al calor del trópico del sureste. Y no solo porque para llegar desde occidente sea casi imposible evitar el viaje en avión. Sino porque muchos países de esta parte del mundo han optado por desarrollar sus trayectos aéreos baratos en detrimento de transportes más tradicionales como las carreteras o el tren. Y lo que en principio se abrazaba como una ventaja y un lujo ahora puede chantajear nuestros viajes.
El aluvión de trayectos baratos que copa el espacio aéreo de Tailandia, Malasia, Vietnam o los archipiélagos de Filipinas e Indonesia se desarrolló hace no tanto. Porque 15 años atrás había muchísimos menos vuelos que en la actualidad y era más común viajar en barco, autobús o tren. Pero en la pasada década llegaron muchísimas aerolíneas económicas para transformar el panorama viajero.
En Tailandia, por ejemplo, se multiplicó el tránsito aéreo de una forma tan masiva que aparecieron vuelos para trayectos de solo 300 kilómetros a precios de saldo. Y muchas rutas que antes se hacían casi exclusivamente por tierra, de repente, resultaron más baratas de ser recorridas en avión. La situación era tan paradójica que un trayecto en tren o autobús de más de 12 horas entre Bangkok y Chiang Mai podía costar más caro que tomar un avión y unir ambas ciudades en 50 minutos.
Obviamente ocurrió lo inevitable y tanto los tailandeses como los extranjeros empezamos a viajar muchísimo más y a hacerlo en avión. Nos volvimos adictos a volar muchísimas veces al año porque, claro, un fin de semana por ejemplo en Phuket nos salía más barato y rápido que ir de playeo por ejemplo a Hua Hin.
Mientras, las autoridades se volvieron más gandulas y en lugar de complicarse la vida como en Japón o China creando carreteras y vías ferroviarias, apostaron por el modelo estadounidense de abandonar las infraestructuras y apostar por unir el país a base de aeropuertos.
La alta velocidad ferroviaria tailandesa se retrasó y la creación de la línea más turística, la de unir Bangkok y Chiang Mai, está aparcada. Incluso la línea entre la capital y Pattaya, la playa más cercana, está teniendo muchos problemas y finalmente será poco eficiente debido a ahorrar dinero en estaciones que están ciertamente lejos de los centros turísticos. ¿Para qué complicarse con obras mastodónticas si en avión se va más rápido?
Esta solución facilona al transporte de optar por la dependencia de la aviación no solo es peligrosa a nivel medioambiental, sino que provoca que finalmente estemos en manos de las aerolíneas para ir de un sitio a otro. Pero a quién le importa el tren o el bus si hay infinidad de vuelos baratos y numerosas lowcost. Los aviones se multiplicaron tanto que no había pilotos suficientes para manejarlos.
La borrachera aérea asiática, no obstante, fue mucho más acusada en los dos grandes archipiélagos del sureste asiático. Filipinas e Indonesia vieron claro cómo solucionar el drama de la incomunicación en sus islas y dieron barra libre a las aerolíneas a cambio de pasajes más baratos. Y mientras los largos viajes en barco se doblaban de precio por ejemplo en la ex colonia española, los vuelos se multiplicaban a precios irrisorios.
Nos volvimos adictos a volar barato en el sureste. Y sin darnos cuenta también dependientes. Hasta que ahora las aerolíneas pueden destrozarnos un viaje sin miramientos y ni siquiera disculparse.
Alerta por cancelaciones de vuelos sin excusas
En Europa estamos acostumbrados a la sobreprotección legal a la hora de volar. Los retrasos y las cancelaciones le cuestan muchísimo dinero a las empresas de aviación y no se la juegan. Asia en cambio es otro mundo y aquí las legislaciones son menos restrictivas con las corporaciones. Y si bien Tailandia tiene unos mínimos, en Indonesia o Filipinas aquello es otro cantar.
Muchos hasta aquí podrían pensar que qué más dará todo eso del espacio aéreo copado por aviones baratos, que no va con ellos lo de la contaminación aérea o que no se desarrollen los trenes y las carreteras de estos países. Lo importante para demasiada gente es volar barato en vacaciones. Vale, podemos entender los egoísmos del ser humano. Pero cuando hablamos de que las aerolíneas nos fuerzan a un chantaje los tiros van por otro lado.
Siempre se ha dicho que las compañías aéreas son empresas al borde de la quiebra por los brutales costes que soportan. Y pocas corporaciones sufrieron más durante la pandemia que las mismas y las corporaciones hoteleras. Por ello decidieron recuperar parte de lo perdido y las principales rutas de avión empezaron a subir de precio. En el caso de los hoteles, me he entrevistado con directores de cinco estrellas que me han confesado tener directrices estrictas de elevar los precios más allá de lo razonable para compensar los años en negativo.
Pero lo de inflar los precios es algo que no puede hacerse fácilmente en el caso de las lowcost. Así que esas empresas que nos acostumbraron a volar baratísimo y fácil por toda Asia decidieron optar por algo mucho más agresivo: aplicar cancelaciones no por causas de fuerza mayor, sino por reducir gastos a costa del viajero. En Tailandia no es tan fácil salir impune al cancelar sin motivo de fuerza mayor, pero en Filipinas o Indonesia sale a cuenta.
Pongamos un ejemplo real. En agosto de 2022 unos amigos planearon un viaje desde Manila hasta Bangkok para asistir a una boda. Compraron tres meses antes de la fecha sus pasajes con Philippines AirAsia, la filial local en la ex colonia española de la reina de las lowcost en Asia. Dos semanas antes de la fecha de vuelo les enviaron un email diciendo que su vuelo se retrasaba tres días por cancelación.
La alternativa era recuperar el dinero y buscar otro vuelo. Claro, les daban de vuelta los 70 euros pagados, pero en el momento de la cancelación obtener un vuelo similar costaba casi el triple. El asunto es… ¿por qué se canceló el vuelo? Muy fácil: no estaban llenos los aviones. Así que decidieron agrupar los vuelos de tres días en uno y forzar a todos los pasajeros a cambiar sus fechas. Pero mis amigos se quedaban sin boda y tirados en Manila.
Hay varias operadoras de bajo coste en Filipinas, si bien la mayoría de vuelos se los reparten dos: Cebu Pacific y la filial local de AirAsia. La primera es algo más cara, pero suele seria y no cancela. La aerolínea de origen malasio, no obstante, hace un poco lo que le rota.
Este mismo año volé a Manila desde Bangkok y me encontré con un problema similar. Podía embarcar a una hora razonable y llegar a Manila a mediodía, u optar por la ruta de noche y aterrizar a las 2 de la madrugada. El vuelo nocturno costaba muchísimo menos, pero opté por el diurno. Pero un día y medio antes de volar me envió AirAsia un mensaje diciéndome que me habían movido al vuelo de la noche, y que o lo aceptaba o pidiera la devolución del dinero. Miré cuánto costaba volar con tan poca antelación, pero la subida de precio era una locura. Tuve que aceptar y finalmente acabé pagando por el vuelo con mejor horario para finalmente ir con el que era más barato.
Esta es una estrategia muy habitual por parte de la aerolínea de origen malasio, ya que la impunidad es mayúscula. En mi caso daba más o menos igual, yo viajo despacio y resido en Asia. Nunca cojo hoteles con antelación y me doy margen para el error. El problema es para quienes vienen con la agenda apretada y todo reservado, ya que una cancelación puede torcer todo tu viaje.
Precisamente eso les ha pasado a un par de colegas que decidieron invertir sus dos semanas de vacaciones en un viaje por el sureste. En principio llegaban a Manila y tres horas después volaban a Cebú. Pero nada más aterrizar en la capital su vuelo doméstico había sido cancelado. Habían reservado hoteles y barcos.
Se quedaron en tierra y finalmente había dos opciones: contratar otro vuelo brutalmente más caro o quedarse en tierra. Entonces miraron de retomar su viaje por carretera y mar, pero les dijeron que muchos de los barcos habían dejado de operar porque ya casi nadie quiere viajar por mar: los vuelos son tan baratos que se han hecho con todo.
Mis amigos se resignaron a pagar más al darse cuenta de que somos dependientes de los viajes en avión en el sureste asiático. Y ese es el chantaje de las aerolíneas, que nos han mostrado lo bonito que es volar y nos han acostumbrado a ello, para ahora manejar nuestros calendarios como más les dé la gana.
Improvisa sobre la marcha o no vueles con aerolíneas baratas en Asia
Depender de las aerolíneas baratas en los archipiélagos del sureste asiático es un juego de riesgo si viajas con una agenda muy apretada. En Tailandia o Vietnam puedes sufrir retrasos, pero no es tan fácil que nos cancelen los vuelos sin motivo. La culpa es en parte de la falta de protecciones a los viajeros en Filipinas e Indonesia, pero eso es algo que no nos debe importar. En esta parte del mundo nuestros derechos no son los que se gozan en Europa.
Si afortunadamente eres de esos que viajas sin planes y con muchísimo tiempo, adelante, puedes optar por las aerolíneas más baratas. Aunque a veces sea como el que compra un billete de tren tirado de precio en una fecha futura sin saber si finalmente lo usará. En cambio, si tu plan de viaje es muy apretado, ten cuidado con algunas lowcost. Yo ya le he puesto una cruz a la filial filipina de AirAsia, porque además de los ejemplos aquí ofrecidos conozco muchísimos más, algunos en fechas tan complejas como la Navidad.
Sin embargo, estos errores los cometemos todos, yo el primero. Y a veces vemos un viaje muy económico y nos lanzamos. Mi último traspié es reciente, ya que en agosto tendré la suerte de viajar por la cara oriental de Indonesia con la misión de contar luego en Conmochila cómo viajar por Flores, Lombok, Nusa Tenggara y mucho más. Un viaje con muchísima carretera y toda la improvisación que haga falta.
Para llegar a Indonesia decidí volar a Lombok, pese a que no hay conexión directa con Bangkok, donde resido. Encontré un baratísimo vuelo con la cuestionable Batik Air, que pese a tener un bonito diseño en sus aviones y un curioso nombre -batik es una camisa colorida estampada muy popular en Indonesia y Malasia, sería como si en España una lowcost se llamara Flamenco Air-, decía llevarme vía Kuala Lumpur por solo 120 euros.
El vuelo combinado me llevaba a la noche hacia Kuala Lumpur con una aeronave para aterrizar a la medianoche, esperar unas pocas horas y coger un vuelo a Lombok. Pero la pasada semana me enviaron un infame mensaje diciendo que mi vuelo había sido reprogramado. Y que mi escala en Kuala Lumpur pasaba de ser un rato a sumar hasta alargarse a las 44 horas. Así de doloroso y sin siquiera pedir perdón.
En ningún caso Batik Air me dijo que mi vuelo había sido cancelado, sino que estaba reprogramado. En lugar de volar de madrugada al aterrizar en Malasia, me indicaban que tendría que pasar dos noches en la capital malaya y volar casi de noche. Lo más feo del caso es que no hablaron de cancelaciones porque, curiosamente, mi vuelo original no había sido cancelado. Seguía a la venta, solo que a mucho más del doble.
Me puse en contacto con la intermediaria con quien había contratado el vuelo, que tras intentar sin éxito retornarme el vuelo original me puso en contacto con Batik Air. Me permitían volver a cambiar mi vuelo sin coste por el original, pero lo cancelaban constantemente. Me dijeron que había sido reprogramado y que me buscara la vida.
Para ello me informaban que si no me gustaba el vuelo reprogramado podía pedir el dinero de vuelta. Perfecto, les dije. Devuélvanme mis 120 euros. Y ahí todo fue más gracioso: me soltaron que solo me devolvían el dinero del vuelo reprogramado. Pero que el viaje de Bangkok a Kuala Lumpur seguía en pie y que no tenía derecho a reclamarlo.
Ciertamente podía haber pasado un par de días en Malasia, pero finalmente decidimos cancelarlo todo y volar a Bali para desde allí coger un barco hasta Lombok. La lección está aprendida: Batik Air también está en mi lista negra de aerolíneas.
¿Cómo protegerse ante semejantes incidentes? Quizás lo primero es optar por vuelos algo más caros y dejar de lado las lowcost con fama de cancelar vuelos. Sobre todo en los dos archipiélagos del sureste de Asia. Otra opción es contar con un seguro de viaje que incluya compensación por cancelaciones. Los hay, y cubren el coste del siguiente vuelo al destino elegido, cueste lo que cueste. Mucho mejor eso que las pólizas baratas que ofrecen las aerolíneas al reservar con ellas. Porque el drama de la cancelación no es solamente económico: es el estrés de pelear por tus derechos junto al conflicto de que tu viaje se arruine por la avaricia de unas compañías sin escrúpulos.
San razón , tienes . A parte de informales , están con el cuchillo en la mano para arañar unos eur , en cualquier despiste un checking , una maleta , etc.
En mi último vuelo de bkk a franfurt con la alemana Condor , me hablaban los azafatos en su dulce lengua alemana , un detalle por su parte.
Pero lo que se ha puesto de moda es los trayectos europeos cortos , es poner a prueba a los clientes con vuelos en los que no te dan ni un vaso de agua .