La crónica cósmica. El idioma que se inventó él

DIETÉTICA Y VIDA SANA. Después de mencionar en la última crónica el tema de mi salud, de la que supongo que es buena a pesar de que no he pasado por la consulta de un médico desde hace varias décadas, pensé que hubiese sido apropiado hacerlo también con la dieta alimenticia que sigo aquí.

En esta población nepalesa llamada Sauraha, al comer diariamente su tradicional “dal bhat” exclamó: “¡Rediós, que bueno está!”. No exagero, y sirva como ejemplo que este plato, por lo general vegetariano, incluye unas hojas y unas hierbas tan deliciosas como para que las mastique largamente con el fin de saborearlas mejor.

Otra peculiaridad (¿única en este mundo “modelno”?) está en que esos cócteles de clorofila, que igual a la verdura que los campesinos venden a domicilio, habrán sido recolectados de mañanita y no habrán viajado ni entrado en una cámara frigorífica. Al comer lo que da el huerto en cada estación (ahora le toca a la coliflor), el menú es un poco repetitivo; pero lo compensa la satisfacción del paladar. ¡Se me humedece la boca al pensar en el almuerzo! Esa alimentación, que es al mismo tiempo sana y ecológica, se completa con el arroz que cultivan las mismas personas encargadas de llenarme el estómago.

En las contadas ocasiones en que el “dal bhat” no sea vegetariano, incluirá pollo, pato o pescado del Río Rapti, que hace frontera con el Parque Nacional de Chitwán.

Sauraha me recuerda al Sudeste Asiático porque hay muchos más patos que pollos y gallinas. Completando tanta naturalidad, sigo bebiendo el agua subterránea que consigo dándole a la manivela de la bomba: es un agua exquisita, y más ahora en invierno, que siempre está fresca pero no fría, pues nunca la bebo de la nevera: la cerveza, helada; el chai, muy caliente, y el agua, natural. Otros tres productos que jamás faltan en mi dieta cuando resido en Sauraha es la leche, el yogur y la miel que un tipo recolecta en la jungla, de la que adquiero un kilo en cuanto llego aquí.

Aunque mi sistema digestivo funciona mejor con este tipo de alimentación nepalesa, debido a las relaciones sociales que mantengo también tomo de vez en cuando comida occidental, invariablemente carnívora y sin especias. Mi amigo ruso el Señor Tolstoi sigue siendo más aficionado a la cocina de su país, y cuando ceno con él me siento como si me hallara en un hogar ruso.

Ahora, además, quien dirige la pensión en que vivo es un paisano mío, y en ocasiones también saboreo la cocina catalana. En Navidad vinieron de visita su madre y su hermana, y me invitaron a compartir el jamón serrano, los embutidos y el queso que trajeron. Tratando de ponerme nostálgico, la madre preparó una tortilla de patatas que rozaba la perfección. Para que no le faltase nada, regamos esa cena navideña con vino francés.

Os he comentado muchas veces que andar era muy sano (y más en el campo o el bosque), y me alegró leer este simpático comentario en un artículo acerca del ejercicio físico: “Al contrario que al correr, andando difícilmente te lesionarás o sufrirás un accidente”.

También sobre la salud, leí un estudio científico del té en el que se afirmaba que, aparte de otras virtudes, aumentaba la longevidad y el funcionamiento de las conexiones mentales (parecidas a la red nacional de carreteras) de quienes lo bebían habitualmente.

Como recordaréis, otra de mis aficiones es la del canto (al que no me atrevería a denominar precisamente de bello…), y os recomiendo leer el reportaje de “eldiario.es” que hallaréis en el anterior enlace, porque confirma mi opinión de que es la hostia de saludable.

Como podréis suponer, los idiomas que yo escucho a mi alrededor se hallan, por decirlo de alguna manera, fuera de sitio. En esta pensión es el catalán que hablo con mi paisano, así como los programas de radio que él escucha en este idioma. En casa del Señor Tolstoi, claro, oigo hablar continuamente en ruso, porque él está siempre conectado a fórums, sobre todo políticos, en los que participa activamente.

Con el Señor Tolstoi todavía hay de por medio otro idioma: el que se inventó él y han aprendido su mujer y el resto de su familia política. Contiene palabras inglesas, pero el significado que les da es distinto. Aquí van unos ejemplos: “simple” quiere decir bueno o que está bien; “despacio” significa cuidado; “entender” es saber, “nazi” es país, y “sitting” (sentando), es estar en un sitio. A Sauraha (que los latinos pronunciamos Sauraja y la gente local Sauraaa) la llama Sauraga, y a Pokhara, Pajara. A mí también me gusta inventar palabras inglesas porque es un idioma que te da muchas posibilidades en ese aspecto (como “beaching” o “jungling”). Y la más genial de cuantas se hablan en casa del amigo ruso es “futing”, que en realidad viene de “food” (comida) y la usan para preguntarte si quieres comer: “Futing?”.

A través de los años, y a base de residir en sitios de los que desconocía el idioma local, he acabado siendo muy hábil con la mímica, idioma con el que suelo completar lo que esté diciendo en inglés, y mucho más si lo hago con las cuatro palabras que conozco, pongamos por caso, del indostano. Cortar, beber, comer, dormir o viajar se acompañan invariablemente de los gestos pertinentes que permitirían entenderme con un sordo. Por ejemplo, le diré silenciosamente de lejos a la cocinera nepalesa que voy a hacer la colada y tomaré el almuerzo cuando regrese.

Recuerdo un caso muy explícito: sucedió mientras descendía por una empinada pista de montaña cercana a Machu Picchu; en un momento dado vi, desde donde estaba, que un camión que descendía y pasaría junto a mí, iba a encontrarse en una curva ciega con otro que subía. No lo pensé ni planeé, pero mis manos y el movimiento de mis ojos y mi cabeza avisaron de ello al chófer, quien me lo agradeció asimismo con su mímica. Ese tipo de comunicación silenciosa tiene algo de mágico, como sucede con la telepatía.

NEPALIDADES

Durante la guerra civil que sufrió este país, que sólo terminó a finales de la penúltima década cuando los comunistas entraron a formar parte del Parlamento, las guerrillas maoístas cobraban una subvención a los habitantes de las comarcas que dominaban, y si alguien se negaba a pagar, lo ejecutaban. Así sucedió con un maestro de escuela muy respetado al que sacaron a rastras del aula cuando impartía clases, lo ataron al tronco de un árbol y lo fusilaron frente a los alumnos que imploraban por su vida. Uno de esos asesinos es actualmente el portavoz del gobierno comunista que se halla ahora en el poder, a quien sus líderes mantienen en el cargo a pesar de estar acusado de diferentes crímenes.

En el ayuntamiento de la histórica y preciosa ciudad de Bhaktapur, en el Valle de Katmandú, manda desde hace tiempo un partido comunista local llamado “Nepal Majdoor Kisan Party” que, insólitamente, es un ferviente admirador de Corea del Norte. Quizás opinéis que están locos, pero en Bhaktapur reinan la limpieza y el orden, sus calles enlosadas se encuentran en buen estado y, al contrario que Katmandú, Patan y Lalitpur, han terminado la reconstrucción de todos los monumentos y viviendas que se habían venido abajo en el Gran Terremoto.

Debido a la barbárica tradición del “chhaupadi” con la que se proscribe a las mujeres cuando tienen la regla, muchas estudiantes nepalesas dejan de asistir a la escuela durante esos días. Sin embargo, los tiempos están cambiando, y ahora un grupo de chicas de Kalikot se enfrentan a esa costumbre y tratan de acabar con ella. ¡Bien!

La “Commission for Investigation of Abuse Authority” de Katmandú ha llevado a cabo un estudio en todo el país y han comprobado que la corrupción galopa y corta el viento entre los políticos y los funcionarios. Los primeros lo hacen para recuperar lo que invirtieron en las campañas electorales; los otros para saldar el crédito que pidieron para sobornar a quienes les consiguieron el cargo. Al frente, y destacados con un 55% de corruptos, se hallan los que están metidos en temas territoriales, o sea la “Land Revenue”.

Me enteré recientemente que el pasaporte español es “poderoso”, mientras que, según el “Henley Passport Index”, el del Nepal es de los más “débiles” y se halla en el número 101 de 107 países, por debajo de Corea del Norte, Sudán del Sur y Kosovo. Este cálculo se realiza contando la cantidad de países a los que puede ir sin tener que solicitar un visado.

MIRA LO QUE PIENSO

La prueba de mi cordura está en que no temo hacer locuras. Los conocimientos que alcanza un hombre precavido durante la vida no valen por dos, porque las lecciones más importantes las imparte la Señora Locura, y para aprobar sus asignaturas es imprescindible hacer locuras.

Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.

La crónica cósmica, de Nando Baba
La crónica cósmica, de Nando Baba
1400 933 Nando Baba

Nando Baba

Escritor y viajero. No te pierdas las crónicas cósmicas de Nando Baba.

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