La crónica cósmica. Una fotogalería mental

HASTA PRONTO, SAURAHA – Chitwán, Nepal. Los últimos tres meses ya se esfumaron y estoy preparando mi equipaje para ponerme de nuevo en marcha. Estos días se han repetido las fiestas de despedida con mis amigos locales, como la familia de Shankar y Narmada en la que todos sus miembros son chamanes natos.

Por cierto, que al fin he descubierto que el tatarabuelo supuestamente centenario “sólo” tiene noventa y seis años.

También estuvo presente en estas reuniones la marchosa joven de Kazakstán que, igual que yo, permaneció en Sauraha durante el confinamiento del COVID y ahora ha regresado tras un largo periplo en el que recorrió gran parte de Europa en autostop antes de ir a las islas Maldivas y a la India.

Me marcho cuando la familia con la que vivo ya está inundando los arrozales creando el perfecto ecosistema para los patos y las ranas. Me preparo mentalmente para no echar demasiado en falta las silenciosas noches de mi actual morada. ¡Ja, vaya una patraña, pues soy un cabroncete que no echa en falta a nadie ni a nada!

Creo que ni tan siquiera echaría en falta a mi propia sombra ¿Recordáis aquella canción acerca de la sombra en la que decían que había desaparecido? Umm, quizás sí que añoraré un poco este gran jardín en el que incluso hay flores sobre los tejados de zinc, y a las mariposas y los pájaros exóticos, y al buen rollo que tengo con todo el mundo, y a los grupos de estudiantes dirigiéndose a la escuela en bicicleta mientras tararean alguna canción igual que lo hacen también la mayoría de los peatones.

Como acostumbro hacer en cada ocasión que cambio de domicilio, os mostraré una foto galería mental con la que alimentaré un poco vuestra aplatanada imaginación. ¿Vamos allá?

  • En el sonido ambiental de esta aldea se hace notar especialmente el curioso ruido que hace la gente al masticar con la boca abierta.
  • Están incendiando la hierba de elefante, igual que hacen todos los años en esta época, y el hollín que cae del cielo es parecido a serpentinas negras.
  • Nunca deja de sorprenderme el hecho de cruzarme por la calle con una columna de elefantes domésticos: ayer vi una jovencita a la que, escoltada por su madre y su tía, estaban adiestrado para el negocio turístico: pobrecita.
  • La suegra del Señor Tolstoi y de Shankar, una guerrera de cuidado, flaca como un fideo, es la reina de las paranoias y rara es la noche en que, cuando yo me despido para regresar a mi cabaña, no me advierta de los peligros que corro: que si me machacará un rinoceronte o un elefante salvaje, que si se me comerá un tigre, que si la policía me arrestará por llevar una piedra de costo en el bolsillo, que si me asaltarán y robarán.

Ya que menciono el costo, si sois “fumetas” y algún día os dejáis caer por aquí, será mejor que guardéis debidamente el costo para evitar que, como le sucedió el otro día a un paisano mío, se lo lleve una rata de campo.

Escenas domésticas: varias mujeres locales despiojándose unas a otras. Un águila observándome con curiosidad desde las ramas de un árbol del jardín, el mismo en el que pasarán la noche las gallinas. Un pájaro bucerótido (hornbill) desmenuzando y tragando una chirimoya que luego, deglutida, pasará al pico de su hembra: mamá se encarga siempre de empollar los huevos, pero es papá el que alimenta a la familia. Una abuela amenazando a sus nietos con un palo: algunos críos son tan brutos que la amenaza de un bofetón no surtiría el menor efecto.

NEPALIDADES – En Katmandú cayó un chaparrón tras cinco meses de sequía, desde que terminaron los monzones. Sucede así todos los años y la primavera es la época de los incendios forestales: esta semana hubo setenta y cinco y en un pueblo llamado Terhadum ardieron catorce casas en un solo día.

La policía de Hetauda detuvo a un hombre que transportaba en su camioneta una tonelada y media de maría más trece kilos de costo, con destino a la India.

Para tratar de acabar con las bodas infantiles, en el distrito de Kapurkot se exige un permiso gubernamental para casarse.

Durante el año 2022 parieron en casa 140.000 mujeres nepalesas, sin atención médica, y hubo noventa muertes postparto en siete meses.

En Kuwait fueron rescatadas cuatro nepalesas que estaban esclavizadas y eran forzadas a currar dieciocho horas al día. La policía arrestó al nepalés que las había embaucado y vendido.

En el accidente de aviación de Pokhara murieron cuatro miembros de la misma familia. Pero al no encontrarse dos de los cadáveres, incineraron en su lugar dos esculturas hechas con hierba.

FAUNÓPOLIS – Las familias de las tres personas a las que unos elefantes mataron la pasada semana, aquí en Chitwán, recibirán una indemnización de cien mil rupias (euro: 143 rupias).

La organización animalista Sumarga Bindu Aama Fundation denunció que en la población nepalesa de Birgunj habían sido asesinados con veneno ciento cincuenta perros callejeros.

Un sibarita canadiense alimentó a un elefante con granos de café. Luego, con sus excrementos, preparó el que según él era el mejor café del mundo.

En la última década del siglo XX se extinguieron prácticamente todos los buitres del subcontinente indio. La causa: el diclofenaco con que los granjeros vacunaban a su ganado. Este fármaco resulta letal para esas aves cuando se alimentan con los cadáveres de las vacas que, al ser sagradas, la gente se limita a arrojar en la jungla, y actualmente está totalmente prohibido en la mayor parte de Asia.

Sin embargo, hará cosa de un mes, los amantes nepaleses de los buitres se felicitaron cuando, en un mismo día y al mismo tiempo, se juntaron en un comedero de Kawasoti (los llaman restaurantes para buitres) cuatrocientos sesenta y cinco buitres de ocho razas distintas (algunas en peligro de extinción).

En Nepal habitan nueve de las veintitrés razas de buitres que existen en todo el mundo. Sobre las razas de aves acuáticas migratorias que se dejan ver anualmente en Chitwán, en 2021 se habían contabilizado cincuenta y cuatro, mientras que este año fueron solamente cuarenta y nueve.

Una noticia bonita: una cámara automática colocada en la jungla de Dolakha grabó a una hembra de leopardo de las nieves acompañada de su cachorro.

¿Sabíais que taiga es un nombre japonés que significa tigre y que esa pantera provenía originalmente de la taiga siberiana (y no de Bengala)? ¿Sabíais que a las afueras de Sauraha hay una especie de cárcel en la que el único inquilino es un tigre al que condenaron a cadena perpetua tras haber matado a varias personas? ¿Y sabíais que por estos alrededores corre un leopardo que está en busca y captura porque hirió a dos personas?

PASO A PASO – Ladakh, norte de la India, verano de 1987. Continúa de la crónica anterior. A pesar de negarme a creer que se debiese a cuestiones raciales, yo había encontrando alrededor del mundo algunos lugares cuyas gentes, por una u otra razón, me parecían superiores a los demás.

Como descubrí rápidamente, los ladakhis se hallaban en este grupo, puesto que eran amables, encantadores, simpáticos, bromistas, abiertos y, además, muy inteligentes. Comprobé esto último cuando, como hacía habitualmente en todos lados, les enseñé las reglas del backgammon. Por ejemplo Tsering, el hermano de la preciosa Satán, comprendió el intríngulis del juego con sólo observar una partida. A continuación logró competir duramente e incluso llegó a ganarme poco después.

Mis conocimientos acerca de la cultura local se enriquecieron cuando descubrí que cada una de aquellas grandes casas, cuya parte exterior era de gruesos muros de piedra sesgados hacia el interior mientras que por dentro estaban rebozadas con agradable adobe, tenía entre su conjunto de habitaciones la que dedicaban a los dioses, que era invariablemente un lugar lleno de tranquilidad y magia.

Y una cocina, con las paredes recubiertas con madera oscura, sobre las que reposaba un buen surtido de estanterías, en las que, como en un museo, se exhibía una gran colección de platos, cazuelas y potes de cobre, además de la más diversa posesión de vestigios familiares.

El suelo de la cocina se hallaba cubierto de alfombras y, bajo las ventanas, había media docena de mesitas, tras las que los invitados se sentarían en el suelo, calentándose cerca de la monumental cocina de leña. La simplicidad que había observado en el resto de las dependencias, se convertía allí en lujo y confort, pues era en la cocina donde se reunían y pasaban el rato.

También aprendí las normas sociales. Éstas incluían que, si deseaba evitar que mi taza de té de mantequilla (más parecido a una sopa) o de la cerveza local chang fuese rellenada ininterrumpidamente, debería depositarla bajo de la mesa.

Otro ejemplo de la inteligencia de los ladakhis estaba en la misma capital, donde, al revés que en muchos lugares del mundo, la parte moderna con su bazar, tiendas, hoteles y demás, la habían edificado en el puro desierto, mientras mantenían y protegían el oasis del que conseguían los pocos cultivos que la corta estación veraniega permitía.

Uno al lado del otro, Leh se componía de dos mundos totalmente distintos y opuestos; era un caso parecido al de Palmira en el desierto de Siria: a un lado el verde absoluto lleno de vida, y en el otro el feo y polvoriento mundo moderno. Acentuando tales diferencias, en los angostos caminos del oasis no había espacio suficiente para permitir el paso de vehículos, por lo que no se sufría el ruido del tráfico si exceptuamos el de algún ciclomotor. Continuará.

Y esto es todo por hoy, mis queridos papanatas. Bom Bom.

La crónica cósmica, de Nando Baba
La crónica cósmica, de Nando Baba
1400 933 Nando Baba

Nando Baba

Escritor y viajero. No te pierdas las crónicas cósmicas de Nando Baba.

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